“Vaticinios de Nostradamus El libro perdido de Nostradamus
El libro perdido de Nostradamus
El libro perdido de Nostradamus, “Vaticinios de Nostradamus”, es según muchos esotéricos estudiosos de profecías y predicciones, la Madre de las profecías; el libro fue redescubierto en el año 1982 y fue escrito hace cientos de años. El misterioso “Libro perdido de Nostradamus” tiene siete ilustraciones principales que hablan del Apocalipsis, el final de los tiempos; se nos revela en estas ilustraciones o láminas proféticas con un total de 80 acuarelas (80 páginas ilustradas). El códice no ha sido revelado en su totalidad pues aún hay misterios sobre sus predicciones futuras.
Michel Nostradamus
Las profecías de Nostradamus
Introducción
«Aquí descansan los restos mortales del ilustrísimo Michel Nostradamus, el único hombre digno, a juicio
de todos los mortales, de escribir con pluma casi divina, bajo la influencia de los astros, el futuro del
mundo.»
Quien dictó estas breves líneas para que fueran grabadas en la grisácea piedra de una tumba pretendió
encerrar en ellas toda la esencia de una vida que se consumió, de forma desacostumbrada, entre la realidad
y el mito, entre la fe en Dios y la hechicería, entre lo consciente y lo inconsciente.
Nostradamus fue médico y vidente, astrólogo y filósofo, matemático y alquimista. Este personaje ha sido
objeto de estudio, de análisis y de una ininterrumpida búsqueda por parte de cuantos se han esforzado en
descubrir su auténtica personalidad y sobre todo el secreto, mucho más apasionante, que se encierra en sus
famosas profecías.
En honor a la verdad, la crítica ra cionalista niega la existencia de cualquier «secreto de Nostradamus»,
reduciendo su obra de clarividente a un mero producto de la alucinada imaginación de un loco, a una
explosión de imágenes, fruto de una alquimia del pensamiento que puede cautivar, pero que no puede
satisfacer razonablemente a quienes la examinen.
Sin embargo, no se puede liquidar con una interpretación tan simplista al autor de las famosas Centurias;
no se pueden despachar tan sencilla y cómo damente los 22 libros de las versiones proféticas de Michel de
Nostredame, más conocido por el nombre latino que él mismo se había dado: Nostradamus.
Aun que todo el mundo haya oído hablar de él y su nombre se cite con frecuencia, ¿cuantos habrán leído,
siquiera por encima, su extraordinario conjunto de profecías? Un número muy reducido, sin que ello deba
sorprender lo más mínimo.
Si los textos de Nostradamus pudieran ser interpretados de forma inme diata y precisa; si sus profecías en
lugar de encubrirse en un lenguaje enimá tico estuviesen al alcance de todo el mundo, su obra sería el
best-seller más grande de todos los tiempos. ¿Quién de nosotros renúnciaría a satisfacer la curiosidad de
conocer su porvenir? ¿Quién prefiere ignorar lo que el destino reserva a los hombres?
El empleo de un lenguaje esotérico en sus escritos se justifica porque, en el terreno de la profecía más
que en cualquier otro campo, las verdades no son siempre agradables para quien las dice, ni halagadoras
para quienes las escuchan.
Un elemental imperativo de huma nidad exige que, en este sondear el destino del mundo, se actúe con
prudencia y caridad, puesto que no deja de ser un bien, en la gran mayoría de los casos, que el significado
preciso de una revelación profética no sea comprendido hasta que el acontecimiento predicho se haya
cumplido. ¿Cómo actuaríamos con libertad si conociéramos ya nuestro futuro? De ahí la necesidad de
emplear un lenguaje sibilino rico en neologismos creados por el autor, valiéndose de raíces latinas, griegas,
españolas, celtas o provenzales. La obra se presenta como la yuxtaposición de expresiones herméticas para
no condicionarnos en nuestro quehacer diario ante la perspectiva del futuro.
Nostradamus subraya la necesidad de tal hermetismo en una carte dirigida al rey de Francia Enrique II:
«para conservar el secreto de estos acontecimientos, conviene emplear frases y palabras enigmáticas en sí
mismas, aunque cada una responda a un significado concreto».
En otro escrito suyo, después de precisar que las revelaciones contenidas en sus profecías le fueron
comunicadas «en el curso de continuas vigilias nocturnos», insiste sobre el origen cósmico y divino de sus
visiones, «visiones que Dios me ha dado a conocer a través de una revolución cósmica».
Nostradamus se funda en uno de los postulados principales de la antigua doctrina astrológica, según la
cual, todos los acontecimientos y fenómenos terrestres y, por tanto, la historia de la humanidad, están en este libro.
Michel de Nostradamus
- CENTURIAS -
Las Profecías de Nostradamus
Introducción
«Aquí descansan los restos mortales del ilustrísimo Michel Nostradamus, el único
hombre digno, a juicio de todos los mortales, de escribir con pluma casi divina, bajo la
influencia de los astros, el futuro del mundo.»
Quien dictó estas breves líneas para que fueran grabadas en la grisácea piedra de una
tumba pretendió encerrar en ellas toda la esencia de una vida que se consumió, de
forma. Desacostumbrada, entre la realidad y el mito, entre la fe en Dios y la hechicería,
entre lo consciente y lo inconsciente.
Nostradamus fue médico y vidente, astrólogo y filósofo, matemático y alquimista. Este
personaje ha sido objeto de estudio, de análisis y de una ininterrumpida búsqueda por
parte de cuantos se han esforzado en descubrir su auténtica personalidad y sobre todo
el secreto, mucho más apasionante, que se encierra en sus famosas profecías.
En honor a la verdad, la crítica racionalista niega la existencia de cualquier «secreto
de Nostradamus», reduciendo su obra de clarividente a un mero producto de la
alucinada imaginación de un loco, a una explosión de imágenes, fruto de una alquimia
del pensamiento que puede cautivar, pero que no puede satisfacer razonablemente a
quienes la examinen.
Sin embargo, no se puede liquidar con una interpretación tan simplista al autor de
las famosas CENTURIAS; no se pueden despachar tan sencilla y cómodamente los 22
libros de las versiones proféticas de Michel de Nostredame, más conocido por el nombre
latino que él mismo se había dado: Nostradamus.
Aun que todo el mundo haya oído hablar de él y su nombre se cite con frecuencia,
¿cuantos habrán leído, siquiera por encima, su extraordinario conjunto de profecías?
Un número muy reducido, sin que ello deba sorprender lo más mínimo.
Si los textos de Nostradamus pudieran ser interpretados de forma inmediata y
precisa; si sus profecías en lugar de encubrirse en un lenguaje enigmático estuviesen al
alcance de todo el mundo, su obra sería el best-seller más grande de todos los tiempos.
¿Quién de nosotros renunciaría a satisfacer la curiosidad de conocer su porvenir?
¿Quién prefiere ignorar lo que el destino reserva a los hombres?
El empleo de un lenguaje esotérico en sus escritos se justifica porque, en el terreno de
la profecía más que en cualquier otro campo, las verdades no son siempre agradables
para quien las dice, ni halagadoras para quienes las escuchan.
Un elemental imperativo de humanidad exige que, en este sondear el destino del
mundo, se actúe con prudencia y caridad, puesto que no deja de ser un bien, en la gran
mayoría de los casos, que el significado preciso de una revelación profética no sea
comprendido hasta que el acontecimiento predicho se haya cumplido. ¿Cómo actuaríamos con libertad si conociéramos ya nuestro futuro? De ahí la necesidad de emplear
un lenguaje sibilino rico en neologismos creados por el autor, valiéndose de raíces
latinas, griegas, españolas, celtas o provenzales. La obra se presenta como la
yuxtaposición de expresiones herméticas para no condicionarnos en nuestro quehacer
diario ante la perspectiva del futuro.
Nostradamus subraya la necesidad de tal hermetismo en una carta dirigida al rey de
Francia Enrique II: «para conservar el secreto de estos acontecimientos, conviene
emplear frases y palabras enigmáticas en sí mismas, aunque cada una responda a un
significado concreto».
En otro escrito suyo, después de precisar que las revelaciones contenidas en sus
profecías le fueron comunicadas «en el curso de continuas vigilias nocturnos», insiste
sobre el origen cósmico y divino de sus visiones, «visiones que Dios me ha dado a
conocer a través de una revolución cósmica».
Nostradamus se funda en uno de los postulados principales de la antigua doctrina
astrológica, según la cual, todos los acontecimientos y fenómenos terrestres y, por
tanto, la historia de la humanidad, están en relación con los movimientos cíclicos de los
astros: «todo está regido y gobernado por el inestimable poder de Dios que se manifiesta
no en medio de furores báquicos, sino en las relaciones astrológicas».
Ante todo queremos dejar constancia de que no aceptaremos la tesis simplista sobre
la obra de Nostradamus, que dice que solo se trata de acontecimientos fácilmente
previsibles en el contexto histórico de Francia, pues guerras, conflictos y cataclismos se
repiten en la historia de cualquier nación. Nostradamus, vidente del siglo XVI, predijo
hechos muy precisos, como será fácil comprobar más adelante, por ejemplo, la trágica
muerte del rey Enrique II; la desatinada huida de Luis XVI a Varennes, origen de la
gran tragedia del rey; y el nacimiento de Napoleón I (cfr. respectivamente Centurias I,
35; IX, 20; I, 60). Con idéntica precisión, supo describir importantes acontecimientos
que forman parte de nuestra historia actual: predicciones de hechos que muchos de
entre nosotros hen visto realizarse desde el comienzo del presente siglo y que no pueden
ser desmentidos o ser considerados fruto de la simple imaginación.
Nostradamus, este gran explorador de lo ignoto humano ¿merece o no ser contado
entre los grandes sabios que desde los profetas bíblicos hasta nuestros días hen escrito,
con letras de fuego, la historia de los hombres? ,
La respuesta a tal interrogante podrá darla cada uno de nosotros después de haber
leído con suma atención sus profecías. Incluso el más escéptico de los lectores tendrá
que admitir que el singular documento literario que Nostradamus nos legó abre un
abismo de hipótesis como ningún otro libro lo hiciera en el curso de los siglos.
No es intención de este libro hacer un estudio pormenorizado de las profecías de
Nostradamus sino dar una visión global del método de interpretación de las Centuries
para ofrecer al lector la posibilidad de interpretar, por sí mismo, los hechos futuros que
predijo tan ilustre vidente.
Nostradamus
erudición y videncia
Su vida según Jean Aimes
de Chavigny de Beaune
Michel de Nostradamus, el vidente más renombrado y famoso de cuantos han sabido
interpretar los astros, nació en Saint-Rémy-de-Provence, sur de Francia, el año de
gracia de 1503, un jueves 14 de diciembre, hacia el mediodía. Su padre fue Jaime de
Nostredame, notario de aquel lugar; su madre fue Renée de Saint-Rémy, sus abuelos
paternos y maternos eran profundos conocedores de las ciencias matemáticas y de la
medicina. Como médicos habían vivido el uno en la Corte de René que, además de
Conde de Provenza, era Rey de Jerusalén y de Sicilia; y el otro, en la Corte de Juan,
Duque de Calabria a hijo del antedicho René.
Es necesario demostrar la inexactitud de ciertas versiones sobre los orígenes del gran
vidente, formuladas por envidiosos de su celebridad o por quienes desconocen la
realidad.
La familia de Nostradamus, según algunos, era de origen judío, de la tribu de Isacar,
convertidos al cristianismo. Y de ahí que atestigüe nuestro autor haber recibido
directamente de sus abuelos el conocimiento de las ciencias matemáticas; y en el
prólogo de sus Centurias él mismo afirma que ellos le transmitieron el don de predecir
el futuro.
Después de la muerte de su bisabuelo materno, que le había infundido, casi como
juego, el gusto por las ciencias de los astros, Nostradamus fue enviado a Aviñón para
cursar letras y formarse en humanidades.
Desde Aviñón el joven estudiante pasó a Montpellier, donde frecuentó la célebre
universidad estudiando en sus aulas medicina, hasta que una grave pestilencia,
declarada en las regiones de Narbona, Tolosa y Burdeos, le dio ocasión de poner al
servicio de los apestados el fruto de cuanto había aprendido durante sus estudios.
Tenía entonces 22 años.
Después de haber ejercido la medicina durante cuatro años en aquellas regiones, le
pareció oportuno volver a Montpellier para conseguir el título de doctor, que obtuvo al
poco tiempo con la admiración y el aplauso de todos.
Pasando por Tolosa, llegó a Agen, ciudad situada a orillas del Garona, donde Julio
César Scaliger le retuvo junto a sí. Era este hombre un personaje muy erudito y un
verdadero mecenas. Nostradamus tuvo con él una extraordinaria amistad que más
tarde se tornó en oposición, discordia y divergencia, como suele suceder entre hombres
sabios, según atestiguan muchos escritos.
En ese período se casó con una joven de la alta sociedad, de la que tuvo dos hijos, un
niño y una niña. Murieron los tres y Nostradamus tomó la decisión de instalarse
definitivamente en Provenza, su tierra natal.
De vuelta a Marsella, se instaló en Aix-en-Provence, parlamento de la región, donde
ejerció durante tres años un cargo público ciudadano. Fue entonces, en 1546, cuando
la peste azotó terriblemente aquella zona, según describe el señor de Launay en su
Teatro del mundo sirviéndose de los relatos que le fueron hechos por el propio vidente.
Estos hechos han sido confirmados por la investigación histórica de aquella época.
Desde Aix-en-Provence llegó a Salonde-Crau, pequeña ciudad que dista de Aix una
jornada de camino hasta Aviñón y media jornada hasta Marsella. Contrajo segundas
nupcias; y fue aquí, en este lugar, donde, previendo los grandes cambios y las trágicas
convulsiones que perturbaron luego y revolvieron a toda Europa, las sangrientas luchas
civiles y los desgraciados acontecimientos que iban a precipitarse sobre Francia,
comenzó, lleno de una exaltada inspiración a invadido de un frenesí irresistible, la
redacción de las Centurias.
Centurias y presagios que él guardó por mucho tiempo en secreto, creyendo que la
naturaleza insólita del argumento le acarrearía calumnias, envidias y ataques muy
ofensivos, tal como luego sucedió.
Vencido, al fin, por el deseo de que los hombres sacasen algún provecho de sus
predicciones, las dio conocer. El rumor que suscitaron inmediatamente fue grande y
corrió su fama de boca en boca, no sólo entre nosotros, sino también entre los
extranjeros que sintieron por el vidente y por su obra una extraordinaria admiración.
Esta fama impresionó tanto al poderoso Enrique II, Rey de Francia, que éste, en el año
de gracia de 1556, mandó llamar al vidente a la Corte. Después de que revelara un
cierto número de acontecimientos importantes que habían de suceder, recibió
numerosos presentes y se volvió a su Provenza natal. Algunos años más tarde,
concretamente en 1564, visitando Carlos IX las provincias y habiendo concedido la paz
a las ciudades que contra él se habían rebelado, vino a Salon y no quiso dejar de visitar
al profeta e insigne héroe, mostrándose para con él tan generoso, que lo honró con el
cargo de consejero y le nombró médico suyo en la Corte.
Resultaría una tarea excesivamente prolija escribir todo cuanto él predijo, ya en
general, ya en particular, y sería superfluo dar el nombre de todos los grandes señores,
de los insignes sabios y otros muchos que vinieron de toda la región y de toda Francia
para consultarle como oráculo. Lo que San Jerónimo decía de Tito Livio yo puedo
decirlo del gran vidente: cuantos venían a Francia desde fuera no se proponían otro
objetivo que ir a visitarle.
Cuando vino a verle Carlos IX, Nostradamus, que había sobrepasado los 60 años,
estaba muy envejecido y se hallaba gravemente debilitado por las dolencias que le
atormentaban desde hacía mucho tiempo, especialmente una artritis y la gota minaban
constantemente su salud. Murió el día 2 de julio del año 1566, poco antes de salir el
sol, después de una crisis que le duró ocho días y que le causó un acceso de hidropesía
consecutivo a un ataque agudo de artritis.
Conoció anticipadamente el día de su tránsito y la hora exacta pues él había escrito,
de su puño y letra, en las Efemérides de Jean Stadius, estas palabras en latín: Hic
prope morn est, es decir: «Mi muerte está próxima».
Sobre su sepulcro se esculpieron las palabras de un epitafio, compuesto a imitación
del de Tito Livio, historiador romano; epitafio que hoy puede todavía verse en la Iglesia
de los Cordeleros de Salon, en la que, con grandes honores, fue enterrado el cuerpo de
Nostradamus. La inscripción está en latín; traducida dice lo siguiente:
«Aquí descansan los restos mortales del ilustrísimo Michel de Nostradamus, el único
hombre digno, a juicio de todos los mortales, de escribir con pluma casi divina, bajo la
influencia de los astros, el futuro del mundo.»
Murió en Salon-de-Crau, en Provenza, el 2 de julio del año de gracia de 1566, a la
edad de sesenta y dos años, seis meses y diecisiete días.
Fulgurante carrera de médico
La familia Nostradamus, estaba firmemente vinculada a Provenza y sus descendientes, en vez de circuncidarse, como judíos, habían sido bautizados, lo cual les
había permitido adquirir bastantes derechos; sus hijos, por tanto, habían podido dejar
las modestas ocupaciones anejas a la artesanía y a la práctica del pequeño comercio y
dedicarse por completo al cultivo de las artes liberales. En la familia Nostradamus la
medicina constituía una tradición que se transmitía ininterrumpidamente de padres a
hijos: el padre de Jaime, Pierre de Nostredame, había sido médico en Arlés, y sólo la
envidia de los drogueros y boticarios de aquella ciudad le había obligado a buscar
refugio y ayuda fuera de ella, entre los poderosos. Aquéllos, efectivamente, no habían
podido tolerar que Pierre curase a sus propios pacientes con remedios y medicamentos
que él mismo preparaba; y no dudaron, por consiguiente, en denunciarle como falsificador y contraveniente de su oficio. Destituido de sus funciones de médico
ciudadano, Pierre entro primero al servicio del Duque de Calabria, y luego del rey René
d’Anjou, que más tarde le nombró médico personal suyo. El venerable y ya anciano
sabio, versado en la ciencia de Esculapio y en aquella otra que deduce de los astros la
interpretación de los sucesos del mundo, gozó siempre de la máxima confianza del Rey.
Fue natural que, cuando el joven Michel tuvo la edad suficiente para escoger su futura
profesión, se inclinase por el estudio de la medicina.
En aquel entonces, para quien vivía en Provenza, Aviñón representaba la ciudad or
excelencia, era como la meca donde convergían, de todos los rincones de la provincia,
cuantos aspiraban a ser alguien, o cuantos deseaban evadirse de la dura brega del
campo y hallar en la gran ciudad las comodidades de la vida fácil. Majestuosamente
ceñida por sus altas y torneadas murallas, con el Ródano que las acariciaba
dulcemente deslizándose bajo sus magníficos puentes, Aviñón era una ciudad donde
alternaban palacios suntuosos y callejones de mal olor, señoriales calles por donde
paseaban elegantes carrozas y pobres tuguriones en los que se hacinaba una
humanidad sin rostro.
A quienes procedían de una tranquila ciudad provinciana les parecía muy atractivo
poder mezclarse con la inmensa muchedumbre que llenaba calles y plazas hasta
estrujarse; en cuanto a diversiones y tentaciones, habían proliferado desde el momento
en que un nutrido grupo de aventureros y hampones se habían aposentado como en su
propia casa, dentro por el libertinaje que reinaba en sus muros.
Nostradamus llegó, pues, a Aviñón y empezó sus estudios con seriedad y tenacidad.
El estudio constituía para él una verdadera vocación y aun cuando su edad, porque era
todavía muy joven, lo hiciese vulnerable a las seducciones de una vida desordenada y
licenciosa, demostró desde el principio una clara tendencia y un verdadero amor a
cuanto era introspección y búsqueda de la verdad, ajeno a cualquier tipo de ambición
personal.
En la ciudad de los Papas, el joven Michel alternaba su tiempo ocupado en dos
actividades principales: los deberes escolásticos y la observación del firmamento
estrellado que, desde siempre, había ejercido en él una extraordinaria fascinación. La
matemática, la astronomía y la astrología le eran materias muy conocidas, hasta tal
punto familiares que podía discutir con profundo conocimiento y perfecta competencia
ante cualquier auditorio, que siempre quedaba cautivado.
A este primer período de estudio en Aviñón siguió el segundo en Montpellier, a donde
se trasladó Michel para seguir en su universidad los cursos de medicina.
En el siglo XVI, Montpellier gozaba de extraordinario renombre gracias a su facultad
de medicina, conocida dentro y fuera de los confines de Francia: era lógico, pues, que
Nostradamus frecuentase aquella universidad y prolongase allí su estancia hasta
conseguir su doctorado.
Para ello necesitó tres años que aprovechó con extraordinaria aplicación; durante los
cuales se hizo dueño y señor de los secretos del cuerpo humano, como más tarde se
hizo conocedor de los del espíritu.
La Naturaleza ejercía sobre él auténtica fascinación; y así no se conformó con ser
médico, sino que decidió profundizar sus propios conocimientos en el campo de la
herboristería y de los remedios que de las hierbas y de las plantas pudieran obtenerse.
Empezó entonces a recorrer todo el país de comarca en comarca para estudiar su
flora, deteniéndose, cuando le parecía poder sacar de ello algún provecho, con quienes
podían informarle sobre recetas y pociones. No olvidemos sobre el particular que, en
aquel tiempo, mediana y herboristería iban de consuno y representaban el único
remedio del que disponían entonces los hombres para oponerse a los traidores ataques
de la enfermedad que se manifestaba de mil modos distintos.
En la Edad Media y durante el Renacimiento, Europa fue devastada en varias
ocasiones por la este: «la bestia selvática», como la definió el médico Galeno. En el
correr de cuatro siglos desencadenó unos treinta y dos ataques contra nuestro
continente, entre los que se cuenta el tristemente famoso de la «peste negra», que duró
dieciséis largos años (1334-1350) y que exterminó 25 millones de europeos, es decir,
una cuarta parte de la población total del continente.
Lo mismo que los demás doctores, también actuaba Nostradamus entre la enfurecida
peste; pero, a diferencia de sus colegas, prestaba eficacísima ayuda a los desventurados
que se debatían entre las garras del terrible morbo. Había en nuestro doctor un algo de
taumatúrgico que hacía que, a su paso, se obrase el prodigio de la salud. Él mismo nos
ha dejado escritas unas palabras relativas al modo como curaba el mal, en un tratado
suyo titulado Excelente y óptimo opúsculo, necesario para quiener deseen conocer varias
eficaces recetas.
No es posible hoy, a tantos años de distancia, saber si su medicamento produjo
efectos tan maravillosos como para considerar a Nostradamus vencedor del terrible
azote; pero sí es cierto e incontestable este hecho: Nostradamus tuvo fama de excelente
médico, no sólo por la extraordinaria erudición de su ciencia, sino también por el espíritu misionero con que la ejercía. Los africanos, que durante tantos lustros acudieron a
Lambaréné, donde el gran doctor blanco Albert Schweitzer Obraba tan admirables
portentos de curaciones físicas y de amor, estarían tal vez en mejores condiciones que
nosotros mismos para entender el gran prodigio realizado por el vidente. Sus compatriotas supieron mostrarle su gratitud, bien merecida por cierto: a su paso, la gente
se echaba a sus pies y bendecía su nombre; y esta fama de bienhechor y de salvador le
precedía y le acompañaba por toda la Próbenza. Cuando terminó la terrible plaga, cansada ya de segar miles y miles de vidas humanas, Nostradamus fue honrado con el
público reconocimiento y colmado de honores por quienes, gracias al insigne doctor, se
habían salvado.
Pero ni el oro, ni las riquezas, ni la fama podían hacer mella en su ánimo totalmente
entregado a la búsqueda de la verdad y a la investigación del misterioso arcano de la
vida. Transcurrido, pues, algún tiempo, volvió a su retiro, estableciéndose entonces en
la ciudad de Aix.
Allí reanudó su labor de médico y, al mismo tiempo, volvió a ocuparse de la
herboristería, de la cosmética y de los bálsamos, a preparar jarabes y confituras,
esencias y extractos que le aseguraron la imperecedera gratitud de cuantos los
utilizaron. La vida se deslizaba tranquila y serenamente y un buen día el doctor
Nostradamus tomó por esposa a una joven doncella. Su casa pudo regocijarse pronto
con el nacimiento de dos hijos que vinieron al mundo, uno tras otro en el espacio de
pocos meses. Entonces el fuego de la presciencia, el anhelo de escudriñar los secretos
de la vida y de la muerte parecían en él decisivamente adormecidos. Las enseñanzas
que desde su más tierna infancia le habían transmitido los ancianos de su familia, su
capacidad de escrutar el firmamento estelar, con aquella agudísima vista de quien sabe
interpretar el camino de los astros y prever, por su curso, los futuros acontecimientos
del mundo, parecían en aquel entonces momentos lejanos de otra persona.
Una respetabilísima profesión, un vivo amor por el prójimo, una familia que
completaba su existencia, parecían un baluarte suficientemente sóhdo para impedir a
su «yo» que reanudase la ruts de las estrellas. Pero nada puede detener ciertas
predestinaciones que marcan al hombre. Oponerse al destino es imposible, porque
equivaldría a torcer el curso de los astros o a detener la impetuosa corriente de los ríos.
Así le ocurrió a Nostradamus que, sin darse cuenta de ello y sin proponérselo, se vio
empujado por los acontecimientos a reanudar el camino de las predicciones. De pronto,
su vida sufrió un cambio sustancial: la muerte llamó a su puerta y le arrebató de golpe
a toda su familia, que tan afectuosamente le rodeaba. Cómo y por qué ocurrió esta
grave desgracia, nadie ha podido hasta ahora averiguarlo. Pero sabemos que la vida de
Nostradamus dio un vuelco definitivo y éste se entregó, desde entonces, a una actividad
completamente distinta.
Dejó la ciudad de Aix, que despertaba en su ánimo recuerdos demasiado dolorosos, y
se estableció en Salon, alojándose en una casa construida en una plaza tranquila.
Aunque seguía ejerciendo su profesión de médico, pasaba mucho tiempo en una especie
de extraña contemplación que a veces provocaba ciertas dudas sobre sus facultades
mentales. Si no hubiera sido por la fama de excelente médico que le aureolaba, sus
ciudadanos habrían creído que sus potencias y facultades, tan extraordinariamente
desarrolladas en él, habían disminuido peligrosamente e, incluso, que se habían
alterado. Pero, por el contrario, su reputación de astrólogo y de vidente empezó a crecer
de día en día y le situaba en un plano muy diverso ante la gente que tenía contacto con
él.
El mago de Salon
La vida del doctor Nostradamus transcurría tranquila, libre de cualquier desorden.
Día tras día visitaba a sus enfermos y les ofrecía el consuelo de su taumatúrgica
sabiduría que, al parecer, podía realizar cualquier claw de milagros. La gente de Salon
se había acostumbrado a verle pasar por calles y plazas cubierto con su large capa
negra agitada por el viento.
Con la mayor estima y respeto, no dudaban en detenerle pare consultarle los más
diversos problemas. Tal era realmente su fama que todos le tenían por un gran sabio en
el más completo sentido de la palabra; y así cualquier asunto que se desease aclarar,
cualquier problema clue preocupase, le era expuesto inmediatamente para escuchar
sus sabios consejos. Él tenía la respuesta más exacta y el remedio más apropiado para
todos los males.
A partir del año 1555 Nostradamus empezó a escribir sus propios vaticinios en forma
de cuartetas; y puesto que cada libro contenía exactamente cien de estas breves
combinaciones métricas de cuatro versos, los llamó Centurias.
Tan extendido estaba en aquella época el arte de la magia que a nadie atemorizaba la
lectura del futuro. Pululaban por pueblos y ciudades un sinfín de hábiles vaticinadores
de la suerte que hallaban, con suma facilidad, un público dispuesto a escucharles y que
Ies entregaba, como recompense, alguna moneda de oro o de plata, con tal de que se les
anunciase sucesos favorables y les tranquilizara ante las densas sombras del futuro.
El doctor Nostradamus no pertenecía a esta abominable ralea de falseadores
charlatanes ni sacaba provecho alguno de sus predicciones. La luz divina se encendía
en él y penetraba en los misterios del futuro; no era, pues, fruto de improvisadas
charlatanerías.
Completamente solo, en el silencio de la noche, Nostradamus se acomodaba en el
sillón, rodeado de los instrumentos que utilizaba y de los textos en los que bebía su
misteriosa ciencia astronómica.
Se extendía, ante sus penetrantes ojos, la bóveda celeste que él contemplaba a través
de la ventana: aquel firmamento estrellado tenía para él pocos secretos y en aquellos
innumerables cuerpos celestes leía como en un inmenso libro abierto. Mas no siempre
es agradable este privilegio porque ocurre, algunas veces, que aquello que está escrito
en las misteriosas páginas de los astros no corresponde a Ios deseos y a los intereses de
quienes tienen la llave para interpretar sus signos. De esta forma, Nostradamus leyó en
la bóveda celeste un futuro doloroso para sí y para sus seres más queridos: la esposa y
sus dos hijos serían pronto presas de la muerte y envueltos en las frías tinieblas de la
tumba.
Y cuando se cumplió puntualmente aquel trágico vaticinio, Nostradamus, impotente,
se vio obligado a aceptar la decisión de un destino que se le había dado a conocer, pero
en el que no podía intervenir para detenerlo.
Entonces su vida se vio bruscamente trastornada y el sabio tuvo que pagar un duro y
penoso tributo a la notoria fama de su nombre. Las crónicas de su vida nos dicen que
viajó durante mucho tiempo por lejanos países.
En el año 1556, poco después de la primera edición de las siete primeras Centurias,
Nostradamus se trasladó a Italia, y en Roma fue recibido por el Santo Padre. Durante
este viaje se detuvo algún tiempo en Turín.
Después de sus viajes por el extranjero Nostradamus se instaló de nuevo en Salon y
reanudó su vida de siempre; sin embargo, su fama había crecido hasta tal punto que
príncipes y reyes, ricos y poderosos, acudían a él para interrogarle sobre los
acontecimientos futuros.
Transcurrieron los años y las profecías de Nostradamus se cumplieron con inexorable
puntualidad: la conjura de Amboise, el levantamiento de Lyon y la muerte de Francisco
I son otros acontecimientos vaticinados por el sabio vidente.
En el decurso de los años Nostradamus salió con menos frecuencia de Salon, ya que
su quebrantada salud no le permitía fatigosos desplazamientos. Por esta razón, quienes
deseaban consultarle sobre algún tema acudían a él, en Provenza.
El 17 de octubre de 1564, llegó a las puertas de la ciudad donde vivía el mago un
lujoso cortejo; cuando los prohombres salieron para presentar su homenaje a los
ilustres visitantes, les salió al encuentro el propio rey Carlos IX en persona, que venía a
consultar al eminente doctor.
Nostradamus murió cristianamente tal como había vivido durante toda su vida.
Hechos históricos predichos
y realizados
En su obra profética, conocida por todo el mundo con el nombre de Centurias,
Nostradamus quiso recoger los acontecimientos relacionados con el futuro de la
Humanidad, desde los días en que él empezó a escribir hasta el fin de los tiempos.
Qué son las Centurias puede decirse en pocas palabras. Así como un libro está
dividido en capítulos y un poema en cantos, de la misma manera las profecías del
vidente de Salon están divididas en Centurias, cada una de las cuales contiene un
número variable de cuartetas (originariamente habían de ser cien por Centuria) en las
que se da siempre una rima, forzada algunas veces, y en las que, en la mayor parte de
los casos, no puede decirse que haya un nexo lógico de tiempo y de lugar y, sobre todo,
una claridad de interpretación que las haga fácilmente inteligibles y nos dé a conocer
exactamente el tiempo en que se realizarán los acontecimientos vaticinados.
Se dice hoy que son doce las Centurias, pero sólo las diez primeras son, sin lugar a
dudas, de Nostradamus. La primera edición de estas diez Centurias vio la luz en 1555,
por obra de un editor de Lyon.
Después, las sucesivas ediciones que han aparecido en diversas épocas han
presentado, añadidas a las diez Centurias, un cierto número de nuevas cuartetas
proféticas y, concretamente, cuatro cuartetas añadidas a la Centuria VII, seis a la
Centuria VIII y una a la Centuria X. Sólo dos cuartetas han formado la Centuria XI y
once la Centuria XII.
No se sabe con certeza cuál es el origen de estas cuartetas, posteriormente insertas en
la obra profética del mago de Salon.
En esta cuestión, sólo podemos aventurar hipótesis. Así, algunos investigadores
afirman que, al morir Nostradamus, se hallaron entre sus papeles un cierto número de
profecías, escritas ciertamente por él y que, por tanto, podrán añadirse a las suyas
propias. Otros, por el contrario, las han atribuido a quienes nada tenían que ver con el
vidente y las consideran, por consiguiente, apócrifas.
Pero volvamos a los versos con los que comienza el fascinante y cautivador misterio de
las predicciones.
La imagen por ellos evocada es altamente sugestiva, y resulta fácil reconstruir, a
través de las palabras empleadas por el profeta, la atmósfera tan separada del mundo
en la que nuestro mago ejercía su facultad adivinatoria.
En el tranquilo refugio de su morada, donde se agolpaban durante el día ilustres o
modestos visitantes que acudían para consultar a Nostradamus en su doble calidad de
médico y de profeta, solía él encerrarse a altas horas de la noche en su propio estudio.
Según hemos podido averiguar, era una pieza amplia y separada de las demás
estancias de la casa, que le servía tanto de retiro como de laboratorio. El sabio
guardaba aquí, con preciado cuidado, libros y manuscritos valiosos y curiosos objetos
relacionados con sus exploraciones astrológicas, plantas y hierbas útiles para su labor
de médico: retortas, alambiques, vasos de cristal en los que destilaba preparados a
infusiones destinados a sanar el cuerpo y a darle, independientemente de la edad, la
fuerza y el vigor; astrolabios y espejos mágicos que el sabio utilizaba para explorar el
porvenir, habitualmente impenetrable para el común de los mortales. Preciosos
talismanes, medallas, sellos y sagrados amuletos constituían para él otros tantos
instrumentos de poder sobre la misteriosa fuerza de lo ultrasensible.
En las claras noches estrelladas en las que el firmamento de los astros parecía un
inmenso y maravilloso libro abierto de par en par ante los hombres, mientras el silencio
envolvía misteriosamente todo -cosas y personas-, Nostradamus se acomodaba en un
asiento de cobre (o de bronce) y, después de haber cumplido los ritos sagrados que
exigían el use de una banqueta mágica (la varilla que el vidente menciona en la
cuarteta) y algunas ceremonias de purificación, veía materializarse ante sus ojos, y bajo
la forma de una exigua llamita, la evocación iluminadora, gracias a la cual el Señor
Dios suscitaba en él la visión profética de los acontecimientos.
La minúscula llama danzaba en la oscuridad y brillaba con el resplandor del agua
lustral, recogida en un barreño de cobre.
El reverbero de la llama atenazaba los ojos del profeta y su mente caía en un estado
de trance por el que no sólo descubría, en el fondo del futuro, un sinfín de hechos y de
sucesos lejanos, sino que percibía asimismo sonidos y voces como si fuesen
verdaderamente reales, hasta tal punto que los personajes, protagonistas de los eventos
que él preveía, se agitaban vivos ante él y parecían no tener secretos para el gran
vidente.
Y la voz de Dios, percibida por él con claridad, pero que parecía salir de los amplios
pliegues de su manto, le ilustraba los hechos que desfilaban ante sus ojos y a los que él
mismo, como invitado de honor, asistía, invadido siempre de un cierto reverencial
respeto y de un santo y tranquilo temor.
Como sentía un irreprimible deseo de legar a los demás un recuerdo perenne de lo
que él había conocido sobre el futuro, Nostradamus tomó nota de todo «modelando el
borde y el pie de lo que no se cree en vano», o dicho en otras palabras: encerrando en
los versos de sus proféticas cuartetas, lo que su mente había descubierto escudriñando
en el porvenir.
Las exiguas tirillas de papel en las que Nostradamus escribía sus herméticos versos
rimados, se amontonaban junto a él y abrían simas de interrogantes para quienes,
andando el tiempo, los examinarían con ojos puramente humanos.
Por desgracia para nosotros, muy pocas de las cuartetas que compuso el gran vidente
poseen la relativa claridad de las dos primeras con las que comienza la obra; y de ahí la
dificultad de la interpretación.
Fiel al convencimiento de que el porvenir no había de ser claramente desvelado a la
mayoría de los hombres y temeroso de que los tesoros de su profecía fuesen
despreciados y conculcados, como perlas echadas a los puercos, por quienes los
tomasen en sus manos, Nostradamus compuso una obra asequible sólo a un corto
número de iniciados.
Todo lo que de extraordinario y portentoso realizaba Nostradamus en los cuerpos y en
las almas de cuantos a él acudían, porque le consideraban un eminente sabio y un gran
profeta, lo atribuían sus envidiosos y denigrantes adversarios a Satanás y a
inspiraciones diabólicas; sus propios admiradores sentían un cierto temor reverencial
ante sus prodigiosas facultades. Que Nostradamus era un hombre recto, honrado y
apreciado y de extraordinaria caridad, nadie lo ponía en duda; pero de dónde le
provenía aquel notable poder que le distinguía de cualquier otro ser humano, nadie,
rico o pobre, sabio o ignorante, había atinado a descifrarlo.
Según hemos podido observar, Nostradamus nunca dejó de ser hombre de su tiempo
y, por consiguiente, sabía muy bien que los severos censores ministros de la Inquisición
habrían podido averiguar fácilmente sus actos e interpretarlos maliciosamente en caso
de que los rumores y las veladas insinuaciones hubiesen sido graves a insistentes o
hubiesen hallado en sus escritos siquiera la más leve sospecha o prueba de algo que
consideraban punible.
Existían, además, otros motivos de justificación de su siempre extremada prudencia:
el primero y principal era el de aparecer profeta de terribles desventuras. El hecho de
predecir los sucesos más trágicos de historia de la Humanidad con palabras fácilmente
comprensibles habría levantado contra él toda la opinión popular y se hubiese visto
condenado al extrañamiento, a la cárcel o a la muerte. Los profetas de desventuras,
según nos enseña la Historia, nunca han sido bien recibidos; y se sabe que la gente
prefiere precipitarse en el abismo, desconociendo a ignorando lo que les va a suceder,
antes que conocer la desgracia que les espera. Nostradamus sabía muy bien todo esto y
así prefirió ocultar sus profecías a la gran masa de los hombres, dejándolas
voluntariamente enigmáticas y nebulosas y confiando sólo en un reducido número de
iniciados capaces de comprenderlas y, llegado el caso, de explicarlas.
Esto explica el lenguaje hermético y oscuro al tratar del porvenir de Francia, su
querida Francia, y que no fuera tan impenetrable al hablar de otros pueblos y naciones.
Para conseguir el oportuno grado de misterio, el escritor-profeta redactó sus cuartetas
no sólo en francés arcaico para aquella época, sino que también lo mezcló con palabras
alemanas, españolas, italianas, provenzales, y neologismos que tomaba de raíces
griegas y latinas, o anagramando los nombres más conocidos de aquella época.
Así, Francia se transforma a veces en sus versos en Nercaf o Cerfan, París en Rapis o
Sipar; Henric se presenta con la grafía Chydren; Mazarin se cambia en Nizaram y
Lorrains toma la forma de Norlais. Con la grafía «Phi» indica el nombre de Felipe;
Estrage se convierte en Estrange, es decir extranjera, y designa con este nombre a la
reina María Antonieta, esposa de Luis XVI, aunque él transforma la palabra en Ergaste.
El estudio comparativo y atento de las muchas ediciones de las Centurias, permite
asegurar que algunas grafías de palabras, consideradas sucesivamente por los
comentaristas como errores del autor o del editor que las publicó, son, en cambio,
inexactitudes expresamente queridas por el autor para velar sus profecías.
Es razonable que después de hablar con tanto encarecimiento de Nostradamus y de
sus excepcionales dotes de vidente, sintamos curiosidad y tengamos un vivísimo deseo
de poder «leer», a través de sus cuartetas, los eventos humanos que él predijo.
En diversas épocas, insignes investigadores y oscuros comentaristas han estudiado
las Centurias, intentando esclarecer por todos los medios a su alcance el sentido arcano
de las frases contenidas en aquellos versos. En muchos casos los resultados han sido
satisfactorios; en otros, por el contrario, si bien costosos y estimables, a nada esclarecedor han conducido y las frases han conservado su secreto intacto; sólo
desaparecerá el enigma cuando un acontecimiento histórico ofrezca a los estudiosos la
clave que muestre su , mecanismo.
De entre sus profecías, la primera que maravilló extraordinariamente a sus
contemporáneos fue la que hizo Nostradamus refiriéndose a su propia muerte. La vida
terrenal del gran profeta se extinguió en Salon, el día 2 de julio de 1566, un poco antes
de la aurora, como consecuencia de un ataque de artritis y gota que había degenerado
en hidropesía.
Pero la profecía que le valió, por sí sola, fama y notoriedad mientras aún vivía, fue la
que consta en las Centurias y se refiere a Enrique II, Rey de Francia y esposo de
Catalina de Médicis, en la cuarteta treinta y cinco de la Centuria I.
Esta cuarteta consigue dar, con viveza excepcional y concisión admirable, todos los
detalles de la muerte del Rey; no es de maravillar, pues, el asombro que suscitó al
aparecer públicamente este vaticinio.
A simple vista podría parecer incluso absurda, ya que un rey nunca se batía en duelo;
no obstante dio mucho que pensar a cuantos estaban junto a Enrique. Los hechos
ocurrieron de esta manera:
En junio de 1559 Enrique II se hallaba en París; se acababa de firmar el Tratado de
Chateau-Cambrésis que ponía fin a las discordias entre España y Francia. Por él el
soberano francés renunciaba a sus miras sobre Italia y restituía las tierras del Duque
de Saboya, a quien había concedido, además de consolidar su situación política fuera
de sus fronteras, la mano de su hermana Margarita. Y a Felipe II, viudo de María Tudor,
habíale prometido por esposa a su jovencísima hija Isabel.
La Corte francesa festejaba aquellos esponsales y se había organizado, en aquella
ocasión, un brillante torneo en la plaza que se extendía ante el palacio real, en aquel
entonces palacio de los Torrejones (Tournelles).
El 30 de junio el Rey bajó al campo vestido con una magnífica armadura, con el
propósito de batirse en combate individual a caballo contra tres adversarios por lo
menos.
El primer caballero con quien compitió el Rey fue Manuel Filiberto de Saboya; el
segundo, el Duque de Guisa, y el tercero era Gabriel Montgomery, joven a impetuoso
combatiente, comandante de la guardia del Rey. Uno tras otro, los asaltos se
desarrollaron normalmente y las tres lanzas que el Rey había recibido terminaron rotas
en el polvo. Un sentimiento de alivio pareció llenar el corazón de la multitud que había
acudido a la plaza para presenciar el combate, y los íntimos del Rey se dijeron que el
peligro estaba ya superado. Se relajó con ello la tensión, pero Enrique, no satisfecho
con su triple victoria, no se alejaba del circo, dando a entender con sus gestos que
deseaba repetir el asalto con el último de sus adversarios, el Conde de Montgomery, que
antes había inferido al Rey un golpe tan fiero que faltó poco para derribarle.
De nuevo en el campo, los caballeros se colocaron uno enfrente del otro, preparados
para una nueva lucha, en medio de un profundo silencio, roto solamente por el furioso
galopar de los cabellos. Calada la visera de la armadura y dirigida la lanza contra el
adversario, cargaron impetuosamente el uno contra el otro. En un abrir y cerrar de ojos
se cruzaron las lanzas y la del joven Montgomery, partida en pedazos por el certero
golpe del Rey, voló, otra vez, por los aires hasta el polvoriento suelo.
Nada trágico había ocurrido y de momento se pudo pensar que era falsa la negra
profecía, desmentida por la realidad. Sólo faltaba un detalle, un insignificante detalle:
cumplir la regla que ordenaba que los dos caballeros, echadas las armas, volviesen al
punto de partida. Pero Montgomery, desarmado, no dejó la esquirla o pedazo que
sostenía aún en su mano, sino que, al contrario, lo cogió con más fuerza y, al pasar
junto al Soberano, con aquel tronco muñonero fue a chocar contra la visera del Rey -la
jaula de oro de la que había hablado Nostradamus-, la levantó en parte y, habiendo
hallado expedito el camino, fue a clavarse en el ojo saliendo trágicamente por el oído.
Enrique permaneció inconsciente durante cuatro días, y al cabo de once murió en
medio de terribles dolores.
La profecía de Nostradamus se había cumplido punto por punto y el propio Rey
moribundo la recordó, añadiendo que nadie podía hurtarse a su propio estino.
Tras la muerte de su esposo, Catalina de Médicis vio realizada la segunda profecía
que Nostradamus le había hecho, cuando su hijo Francisco II ciñó la corona de Rey de
Francia.
El mago de Salon más de una vez había escrutado los abismos de las estrellas para
sondear el destino de los hijos de Catalina y responder a los insistentes ruegos de la
ambiciosa Reina.
Por lo que cuentan las crónicas de aquella época, la profecía que él hizo a propósito
del destino de los príncipes fue una de las más famosas sesiones mágicas que recuerda
la historia.
A altas horas de la noche, en el salón hexagonal de la torre del castillo de Chaumont,
el mago de Salon invocó la presencia del Angel de la Muerte.
Acudió puntualmente el fatal personaje y rompió con su presencia los halos o círculos
que sucesivamente, por orden de edad, hicieron durante la célebre sesión las sombras
de los hijos de Catalina, ataviados con las insignias reales.
Cada halo correspondía a un año de reinado y la marcha espectral se interrumpía en
la fecha fijada por Anael, el Angel de la Muerte.
El mago respondió a la Soberana (que le pedía cuentas de lo que él veía) que los votos
y deseos de ella serían absolutamente cumplidos, porque todos sus hijos -sus tres
hijos- ocuparían el trono de Francia.
Lo que él se calló fue este detalle: que los tres hermanos se sucederían en el trono en
un pequeño espacio de tiempo, relativamente breve, y ello porque una temprana muerte
los arrebataría en la flor de su edad, uno tras otro, como así sucedió.
Transcurrido sólo un año de reinado, Francisco Il murió después de una breve
dolencia, tal como había vaticinado el vidente en una de sus cuartetas. La Corte
experimentó un nuevo estremecimiento de horror y se difundió el pánico entre los
dignatarios que veían en el gran amigo de la Soberana un infalible vaticinador de
desventuras.
Carlos IX sucedió a su hermano Francisco en el trono de Francia; era aún un niño y
su madre fue regente hasta la mayoría de edad del Rey; pero habiendo muerto también
el segundo hijo de Catalina, tal vez de remordimiento por no haber sabido oponerse a la
terrible matanza de la noche de San Bartolomé, ocupó el trono su hermano Enrique III,
que volvió a la patria desde las lejanas tierras de Polonia, donde había aceptado ceñir la
corona de Segismundo.
Pero murió también este Rey, asesinado por un fanático, Jaime Clement, y
Nostradamus hizo también para él un presagio, el que está señalado con el número 58
y referido al año 1561, mientras que en realidad el regicidio tuvo lugar en 1589: «El
rey-rey no es ya (causa) la perniciosidad del Duce».
Y un comentarista del vidente destaca que el doble substantivo empleado para
Enrique III recuerda su doble corona, la de Polonia y la de Francia, y el nombre del
Duce ha de entenderse como sinónimo del apellido del asesino Clement.
Desde la muerte de Nostradamus hasta nuestros días, la historia se ha encargado de
registrar una serie de hechos importantísimos para todos los países europeos. Si, por
ejemplo, nos limitamos a las vicisitudes por las que ha pasado Francia, vemos que esta
grande y poderosa nación, que desde hace muchos siglos ha cumplido la misión de
guía, no sólo ha marcado con una impronta personalísima todos sus actos civiles,
políticos o sociales, sino que con dos epopeyas trágicamente señeras ha cambiado,
probablemente, el curso de la historia imprimiendo primero a Europa y después al
mundo entero un giro que no dudaríamos en llamar «determinante». Nos referimos a la
Revolución de 1789 y al advenimiento de Napoleón Bonaparte.
Por lo que concierne a la Revolución Francesa, lo que de ella dice Nostradamus es
bastante incompleto, si bien hay algunas cuartetas con claras referencias a la grave
convulsión social, política y religiosa que en ella tuvo su origen. En pocos versos cita
expresamente el nombre del lugar, Varennes, donde el Rey Luis XVI fue detenido
cuando intentaba huir, disfrazado, para eludir la guardia revolucionaria que buscaba
capturarlo. Es más, el vidente da, con ligerísimas variantes, el nombre de la persona
que lo reconoció y denunció a los revolucionarios. Y nos parece que estos detalles no
pueden atribuirse a puras y simples coincidencias (Centuria IX, cuarteta XX).
Probablemente la más grave dificultad que encuentra un observador para descifrar
estos versos se debe esencialmente a la complejidad del lenguaje utilizado por
Nostradamus para describir un acontecimiento que debía modificar profundamente el
rostro de Francia y alterar, con tan graves repercusiones, el orden establecido en todo el
mundo.
Hombre de su tiempo, adicto a la Corona y profundamente respetuoso para con la
autoridad y la persona del Rey (recordemos que fue médico cortesano, consejero y
astrólogo muy apreciado en la Corte de Francia), Nostradamus no se atrevía a predecir
claramente a la monarquía (que le distinguía con su benevolencia y que probablemente
estaba dispuesta a protegerlo contra cualquier eventual acción contra él por el terrible
Tribunal de la Inquisición), el trágico acontecimiento después del cual la Corona sería
sustituda por la República y el propio Rey ignominiosamente guillotinado.
Cuando se refiere a Napoleón, por el contrario, Nostradamus es sorprendentemente
claro y sumamente inteligente; de él predice el lugar del nacimiento, la duración y los
principales hechos de su reinado a incluso la naturaleza de su amor por María Luisa
(Centuria I, cuarteta LX).
El vidente no habría podido hablar más claro. Ningún otro emperador nació cerca de
Italia; Napoleón costó muy caro al Imperio erigido por él mismo para su prestigio
personal y para su propia gloria, la hecatombe de muertos directa o indirectamente provocada por el corso, justifica el título de «carnicero» que Nostradamus le da en sus
cuartetas. Y es ésta, asimismo, la opinión de muchos.
Aunque separadas una de otra por un espacio bastante largo que ocupan otras
cuartetas, las dos citadas están perfectamente encadenadas y se complementan entre sí
de tal modo que no es posible desconocer el nexo que las une.
La decimotercera cuarteta de la Centuria VII que, con maravillosa precisión, dice
exactamente el número de años que Napoleón detentó el poder.
También aquí es muy fácil interpretar los versos: la ciudad marítima y tributaria es,
evidentemente, Ajaccio, lugar donde nació Napoleón Bonaparte. La ciudad se levanta
junto al mar, en el golfo de su nombre, en la isla de Córcega; y podía ser considerada
como tributaria del gobierno central francés porque recientemente había sido adquirida
por la Corona y anexionada a Francia, más o menos cuando nació en ella el joven jefe.
La explicación no deja lugar a dudas; y de un cuidadoso examen de todas las
palabras se desprende la absoluta certeza -sin temor a errar- de que se trata de la
capital de Córcega.
Por lo que respecta al segundo verso, puede parecernos un tanto sibilino y
enigmático, pero basta un momento de reflexión para descartar cualquier clase de
duda. La testa rapada en Francia, a principios del siglo pasado, fue un exclusivo
atributo de Napoleón, que nunca quiso llevar peluca, a diferencia hasta aquel entonces
de los personajes reales, sistemáticamente representados por pintores y retratistas con
largas melenas ensortijadas.
Este particular detalle podría causar alguna extrañeza a los hombres de hoy, pero en
los días aquellos en los que Napoleón empezó a imponer su autoridad y su prestigio,
causó un efecto extraordinario entre las tropas y entre la población que le estaba
sujeta. Sus propios soldados se complacían en llamarle familiarmente le petit tondu,
literalmente «el pequeño pelón». Esta frase despierta con suma facilidad en nuestra
mente la característica figura de Napoleón.
El tercer verso, por el contrario, es muy oscuro y sólo se pueden aventurar, para
intentar explicarlo, algunas hipótesis, como aquella que dice que cuando accedió
Bonaparte al poder estaba aún muy fresco el recuerdo de los hombres del Directorio
que habían aterrorizado a la Francia revolucionaria, comportándose como «sórdidos»
exponentes de un poder dictatorial que hubo de someterse, de buen o mal talante, al
Primer Cónsul.
Referente al último verso, hemos de decir que contiene, al menos, dos datos
incontrovertibles: el número «catorce» y la palabra «tiranía». La cifra indica con claridad
la duración del reino, o mejor del poder, que detentó Napoleón: desde el 9 de noviembre
de 1799 al 23 de junio de 1815. Son exactamente 14 años, siete meses y catorce días,
que se reducen a algo menos de catorce años, si restamos de ellos los once meses que
Napoleón estuvo desterrado en la isla de Elba. La palabra «tiranía» ha sido empleada
por Nostradamus para destacar el carácter del régimen imperial instaurado por Napoleon, para quien los parlamentos y las asambeas no tenían absolutamente ningún
valor.
¡Síntesis admirable de la vida de Napoleón la que nos ofrece Nostradamus en sus
cuartetas! Y no hay duda de que su vaticinio se cumplió en todos y en cada uno de los
detalles.
Una minuciosa panorámica
del siglo XX
Guerra y paz
Desde que terminó la primera guerra mundial hasta que estalló la segunda, o sea,
desde 1917-18 hasta 1939, los principales acontecimientos que caracterizan este
período (período de tanta importancia para nosotros que puede aseverarse que vivimos
todavia hoy sus consecuencas) fueron descritos por Nostradamus con absoluta
precisión y, a menudo, con particularidades y detalles que excluyen cualquier
posibilidad de error en la interpretación de cuanto nos legó el gran vidente.
Dice la cuarteta sesenta y tres de la I Centuria:
Los azotes pasados disminuido el mundo,
Largo tiempo la paz, tierras deshabitadas,
Hermana caminará por cielo, tierra, mar y onda,
Después de nuevo las guerras suscitadas.
Cuando los azotes de la primera guerra mundial terminen, el número de habitantes
del mundo habrá disminuido: tal es el significado del primer verso; y reparemos que el
profeta habla de azotes en plural, por lo cual podemos pensar que se refiere no sólo a la
guerra ue estalló en Europa, sino también a la revolución rusa y a la terrible y violenta
epidemia que se declaró en España y se extendió por otras naciones europeas,
causando entre la población incontables víctimas. En cuanto a las tierras deshabitadas,
no es preciso esforzarse demasiado para entender que son las tierras que con el paso de
la guerra quedaron estériles y desoladas, como fueron, por ejemplo, muchas regiones de
Franca, de Rusia y de Polonia, calcinadas por completo.
En este punto especifica Nostradamus que durante el período de paz que seguirá a
tanta desventura, una «hermana» irá por el cielo, tierra y onda.
A quién se refiere el apelativo «hermana» consta claramente en otra cuarteta, la cuarta
de la IV Centuria:
El impotente Principe enojado, lamentos y querellas
De rapiñas y saqueos por galos y por líbicos:
Grande es por tierra, en mar infinitas velas.
Hermana Italia será echando a los célticos.
Se describe aquí, en una rápida visión, el período de la historia italiana que va
aproximadamente desde 1860 a 1870, y que culminó con la ocupación de Roma, que
estaba defendida por los zuavos, franceses o libios. El impotente Príncipe es Francisco II
de Borbón, el «Grande» por la tierra es Napoleón III y las infinitas velas son las flotas
borbónicas, francesa a inglesa, como asimismo la italiana y la austríaca, que surcaron,
durante aquellos años, el Mediterráneo. «Hermana Italia» es, pues, la frase escogida
para indicar que se trata de esta nación; y he aquí ue por aquel entonces Italia irá or
cielo, por mar, por tierra y sore la onda, que en este caso es el éter, dominado por la
prodigiosa invención de la radio.
Y luego, otra vez, las guerras que vendrán a turbar el equilibrio de Europa tan
difícilmente conseguido y tan precariamente consolidado. Por otra parte, el Oriente de
Europa habrá conocido, durante aquellos mismos años, una convulsión apocalíptica:
Al gran Imperio llegará otro muy distinto
Bondad distante más de felicidad:
Regido por uno salido no lejos de la plebe,
Corromper reinos gran infelicidad.
(CENTURIA VI, CUARTETA LXVII)
¿Qué otra nación fuera de Rusia estaba entonces regida por la forma imperial? Este
gran imperio estará regido, pues, por un jefe bien distinto, ya por censo, ya por sangre,
casi plebeyo que se comportará tan cruelmente como aquel a quien ha derribado y se
seguirá de ahí una gran tragedia para todas aquellas naciones que, siguiendo las
huellas de este gran imperio, se corromperán por la nueva doctrina.
Es extraordinariamente interesante proseguir el examen de las cuartetas que se
refieren también a este acontecimiento:
Los dos malignos de Escorpión conjuntos,
El gran Señor asesinado dentro de la sala:
Peste a la Iglesia por el nuevo Rey agregado,
La Europa baja y la septentrional.
(CENTURIA I, CUARTETA LII)
Recordemos la historia: el 15 de marzo de 1917 abdicaba el Zar Nicolás II y luego era
detenido y deportado con toda su familia a Ekaterinenburg, en Siberia; allí fue
asesinado el 16 de julio de 1918, en la sala del pabellón, corriendo también la misma
suerte todos sus allegados.
Ahora bien, la cuarteta dice que el asesinato se cometerá bajo la enseña de los dos
malignos unidos por Escorpión, es decir, de Saturno y de Marte, cuyos símbolos son la
hoz y el martillo, enlazados para formar la figura de Escorpión que, a su vez, simboliza
el error que emponzoña a los pueblos con doctrina y métodos insidiosos y fraudulentos.
La cuarteta añade, además, que esto acarreará igualmente a la Iglesia grave daño y en
especial el nuevo cabecilla que cambiará la faz de Rusia; sus acólitos perseguirán a la
religión en la Europa meridional y septentrional, como realmente ocurrió en todo el
territorio ruso, en no pocos países situados al otro lado del telón de acero y, durante el
tiempo de la guerra civil, en España.
El cuadro de la revolución rusa se completa con los versos de la cuarteta cincuenta y
nueve de la III Centuria, que dice:
Bárbaro imperio por el tercero usurpado
La mayor parte de su sangre condenar a muerte,
Por muerte senil, por él, el cuarto atacado,
Por temor de que sangre por otra sangre sea muerta.
Si a primera vista parece algo confuso el sentido, es suficiente etenernos brevemente
en cada una de las palabras para desentrañar su significado. El gran imperio, después
de la usurpación del tercer estado, o sea, la burguesía, es llamado bárbaro, porque,
efectivamente, a los dirigentes de la época zarista les sucedió una clase de baja y
mediana burguesía que dio en seguida pruebas de crueldad y de barbarie, llevando a
cabo muchas sangrientas depuraciones en el seno de sus propios adeptos; por lo cual,
transponiendo la frase, conseguiríamos una mayor coherencia de cuanto se dice. La
interpretación podría ser ésta: el tercer estado condenará a muerte a una buena parte
de los de su propia sangre; y a muchos de los del cuarto estado, es decir, obreros,
campesinos y desheredados de la fortuna, serán por él perseguidos y condenados
mediante muerte senil (que es el hambre), indigencia y trabajos forzados, y ello por
temor de que la sangre derramada se vuelva contra ellos y provoque otra sangre, o
dicho con otras palabras más claras, para que no estalle una reacción y una abierta
rebelión contra los jerifaltes que tanta sangre derramaron ya con el fin de reafirmar el
nuevo régimen ruso.
Los principales acontecimientos de nuestro siglo son claramente mencionados en los
versos del vidente. Veámoslo:
La cuarteta cincuenta y cuatro de la Centuria dice con claridad que a la plaga de dos
revoluciones seguirá la explosión nacional-socialista de la Alemania hitleriana. Leemos
a este propósito:
Dos revoluciones hechas por el malvado hocero,
De reino y siglos hace mutación,
El móvil signo en su lugar se insiere,
A los dos iguales y de inclinación.
Cuando el malvado hocero, es decir Saturno, que es símbolo de la perversidad y se
identifica con la hoz, habrá llevado a cabo dos revoluciones, la francesa y la rusa,
cambiarán, como consecuencia, tiempos y naciones. Aparecerá entonces otro partido
revolucionario cuyo símbolo será la señal movible (la cruz gamada) y, sustituyendo al
comunista, será semejante a él en sus objetivos y en sus métodos: la opresión y la
muerte para cuantos a él se opongan.
La cuarteta cuarenta y siete de la I Centuria se refiere a la Sociedad de las Naciones.
Dice:
Del lago Leman los discursos enojarán
Los días serán reducidos a semanas,
Luego meses, luego años, luego todos desfallecerán,
Los Magistrados serán condenados por leyes vanas.
La cuarteta es un juicio nada halagüeño y más bien severo de la labor llevada a cabo
por los ministros reunidos en Ginebra, como representantes de las naciones del mundo:
los discursos que se pronunciarán a orillas del lago Leman, dice, cansarán a todos y
serán causa de desunión y de fastidio; los días serán como semanas, después como
meses, como años; todos abandonarán la lucha y al final las propias leyes que, por falta
de un espíritu superior, se convertirán en letra muerta, condenarán a los mismos
magistrados que las elaboraron.
La cuarteta sexta de la V Centuria es una clara referencia a la proclamación de Víctor
Manuel III como emperador:
Al Rey augur la mano imponer sobre el jefe,
Vendrá a rogar por la paz itálica:
A la mano izquierda cambiará el cetro,
De Rey llegará a ser Emperador pacífico.
Es asimismo muy importante el anuncio en la cuarteta ochenta y nueve de la II
Centuria, de dos personajes destinados a gobernar Europa totalitariamente. La
transcribimos para nuestros lectores:
Un día se repartirán el mundo los dos grandes maestros,
Su gran poder se verá aumentado:
La tierra nueva estará en sus poderosas, manos,
Los días del sanguinario están contados.
Dos grandes maestros subirán al poder del Estado, es decir, serán coronados de
autoridad, como se hace con una pieza en el juego de damas; su influencia política
aumentará considerablemente.
Es clara la alusión a Hitler y Mussolini, maestros de escuela ambos mientras que la
Tierra Nueva, América del Norte, alarmada ante el predominio de los dos jefes sobre el
resto de Europa y de la peligrosa extensión de sus doctrinas, vigilarán el número
siempre creciente de sus adeptos y seguidores.
Sigamos viendo el desarrollo de los sucesos bélicos de los años 1941-1945, a través
de una serie de cuartetas que vaticinan los principales hechos (Centuria III, cuarteta
LXXI; Centuria II, cuarteta V; Centuria IV, cuarteta LXVIII).
Algunos versos no necesitan explicación por su claridad. Cuando los habitantes de las
islas, después de un largo asedio, hayan recobrado fuerza y vigor, los sitiadores de
fuera serán derrotados, y sufrirán de nuevo y más que nunca.
En cuanto a las tentativas de negociar la paz, recordemos que en mayo de 1941
Rudolf Hess, enviado especial de Hitler, partió en avión para Inglaterra con el encargo
de entablar negociaciones de Paz y lograr posiblemente una alianza contra la Rusia
Soviética. Con el mismo fin, parece que también había comunicación apistolar secreta
entre diplomáticos italianos y japoneses con los aliados; tentativas que no dieron
resultado positivo, por lo cual, como dice el vidente, «muchos desearán parlamentar con
los grandes señores que llevaron la guerra a sus hogares, pero nadie absolutamente
querrá oírlos. ¡Ay, si Dios no envía paz a la Tierra!». En esta exclamación parece
encerrarse todo el horror de quien, con cuatro siglos de antelación sobre la realidad de
los hechos, veía la espantosa carnicería que iba a seguir a estos vanos esfuerzos de paz
entre los hombres.
El dolor por las desventuras que van a caer sobre la humanidad es nuevamente
vaticinado por los versos en los que Nostradamus dice que nunca se vio una tal alianza
y amistad entre lobos que correrán famélicos a arremeter y despedazar la codiciada
presa.
Y hace una clara alusión aquí a la guerra que se endurecerá más y más, empleando
armas especiales y nuevos inventos cada vez más perfectos para lograr la victoria sobre
Ios respecuvos adversarios. En pleno siglo XVI era de todo punto imposible imaginar un
«pez de hierro»; frase en la que podemos ver una imagen de los submarinos, cuya
torrecilla se abrey se cierra como se abría en la época de Nostradamus una carta
cerrada con un sello-lacre.
En el año en que los habitantes de Saturno (o sea, las naciones más ricas), y los de
Marte (que podemos identificar con las naciones belicistas) se habrán enzarzado en una
terrible guerra y estará el mundo encendido en furia devastadora, el aire estará
entonces seco (y de hecho el verano de 1944 fue particularmente duro para los pueblos
envueltos en la contienda) y se emplearán fuegos secretos, es decir, armas
desconocidas, a propulsión especial, que describirán una larga trayectoria y provocarán
incendios, especialmente en una gran ciudad. Vemos en todo ello el devastador incendio
de Londres, provocado por los alemanes con sus famosas V1 y V2, las terribles armas
que destruyeron la capital inglesa, dando lugar a grandes torbellinos y desplazamientos
de aire (viento) a incendios (calor).
Un año después, en 1945, un año más distante todavía de Venus -que significa más
alejado del bienestar y del amor entre los pueblos- los dos grandes de África y de Asia
que no pueden ser otros que Inglaterra (que poseía grandes colonias en África) y Rusia,
invadirán todos los territorios comprendidos entre el Rhin y el Danubio, como asimismo
las tierras comprendidas entre Malta y la Liguria. Las gentes, al principio, aplaudirán y
enaltecerán la hazaña, pero luego habrá dolores, lutos y lágrimas, primero en Malta y
después en toda Italia.
Además, el jefe supremo de los sitiados (la suerte se ha trocado y la situación, cada
día peor, ha convertido a los sitiadores en sitiados) es el dictador alemán; y contra él y
su loco proyecto de lucha a ultranza se ha tramado una conjuración que, sin llegar a
conseguir plenamente su objetivo, ha sembrado el pánico entre los altos mandos alemanes, fieles al Führer.
Finalmente, el cuadro conclusivo de la retirada germánica en Francia: las fuerzas
anglo-americanas, después de haber desembarcado en las costas francesas y de haber
ocupado la famosa empalizada atlántica y toda la Bretaña, se dividieron en tres
columnas y se dirigieron hacia el corazón de Francia, hacia las fronteras de Bélgica y de
Alemania y hacia Italia.
Al mismo tiempo, otras tropas desembarcaban en Marsella con el claro objetivo de
encerrar entre dos fuegos a las fuerzas alemanas, completamente dislocadas, y
deshechas en el Sur de Francia. Los alemanes abandonaron Marsella (y a los soldados
germanos les sustituyeron inmediatamente los aliados) y se dirigieron a marchas
forzadas, en precipitada fuga, hacia Lyon, donde se encontraron con los ejércitos que
procedían del Norte (Bordelés y Alto Garona) .
En esta trágica retirada, ciudades como Toulouse y Narbona sufrieron gravísimas
pérdidas, y los mismos alemanes perdieron, entre muertos y prisioneros, casi un millón
de hombres.
Siguen otras cuartetas de extraordinaria importancia, porque contienen la descripción
de los hechos que determinaron la caída del fascismo, la lucha de los partisanos y los
sucesos que acontecieron después.
En esta época a situación de la guerra en Italia era tal como la describe Nostradamus:
desembarcos de los aliados en Sicilia que habían determinado la fuga y el abandono de
las zonas costeras de la isla por parte de la población para dirigirse al interior y hacia el
continente; desembarcos en Córcega, Cerdeña, Napoles y Salerno con ocupación de
toda la Italia meridional, en tanto que la población huía en gran parte hacia el norte;
gran carestía de alimentos y hambre en todas estas localidades, agravada por una
epidemia de tifus (peste) y por las inevitables tragedias ue siguen a una ocupación por
parte qe una fuerza bárbara (no olvidemos que con los ingleses y americanos había
también marroquíes y tropas de color), sin olvidar os efectos derivados de la falta de
higiene.
Un nieto ocupará el trono por la decisión de dos cosas bastardas; será él quien doble
la enseña del fascio lictorio a causa de las envenenadas saetas disparadas contra el
mismo fascio. Éstos son, en resumen, los acontecimientos que determinaron la caída
del gobierno de Mussolini el 25 de julio de 1943. En cuanto al nieto, Víctor Manuel III,
que subió al trono en 1900 cuando el anarquista Bresci (de origen desconocido) mató a
Humberto I, a él, dice Nostradamus, corresponderá la misión de derribar al fascismo.
Seguiría aquí, seguramente, la cuarteta ochenta y tres de la VII Centuria, de la que
hablan muchos intérpretes y comentaristas, pero se ha perdido el texto original.
Decía que en una noche de aire cálido, en Consejo, sería atacado sin armas; y que
habría, algún tiempo después, otras lágrimas y otros lamentos, al trocarse el
epitalamio.
Y pasemos ya a los últimos días de la guerra en Italia.
La descripción de los hechos empieza en la Centuria VIII, cuarteta sesenta y cuatro:
En las islas los niños serán transportados,
Los dos de siete caerán en desesperación:
Los del continente serán soportados,
Nombre de pala, conquistados por las ligas abandonada toda esperanza.
Se recordará muy bien que cuando comenzaron sobre Inglaterra los bombardeos
masivos con las nuevas armas germanas (que tenían como objetivo especial Londres y
las regiones meridionales de la isla), se deadió poner a salvo al mayor número posible
de niños.
Los dos de los siete no son otros que Alemania y Japón, habida cuenta de que las
naciones beligerantes en aquel entonces eran exactamente siete: Japón, Alemania,
Inglaterra, Francia, Estados Unidos, Rusia a Italia. Ésta se había pasado ya de campo y
su nueva posición no le hacía temer grandes peligros; mientras tanto, sus antiguos
aliados continuaban sufriendo los asaltos de la coalición. Los del continente son los
alemanes, mientras que con «nombre de pala» el vidente pretende significar Ancona. La
conquista de esta ciudad or parte de los anglo-americanos al principio del año 1945
significó el principio de la derrota germánica, primero en Italia y luego en el resto de
Europa, sin nin una esperanza de reacción por parte de los alemanes (Centuria VII,
cuarteta XXVII).
Si añadimos a esta cuarteta otras dos, tendremos completo el cuadro de la marcha de
las operaciones aliadas en Italia, durante el período 1944-1945 (Centuria II, cuarteta
XVI y Centuria V, cuarteta XCIX).
Mientras que la ocupación de las islas y de la Italia meridional había tenido lugar con
cierta facilidad y rapidez, la invasión de las demás regiones de la península había sido
mucho más lenta; los aliados emplearon para completarla dieciocho meses.
Así, Nostradamus dice que la gran masa de la caballería, es decir, las tropas
acorazadas, de los auto-vehículos y de las fuerzas aéreas que procedentes de Sicilia
habían llegado en muy breve tiempo hasta Vasto en los Abruzzos, tendrán que
esforzarse mucho y fatigarse para alcanzar Ferrara, como si se viesen impedidos or una
enorme cantidad de bagaje (y por bagaje puede asimismo entenderse, además de los
muchos obstáculos interpuestos por la metódica y lenta retirada de los alemanes, el
triste peso de las incontables pérdidas humanas). Pero llegado el ejército
anglo-americano a las proximidades de Ferrara, desaparecerán los obstáculos y podrán
extenderse fácilmente por toda la Italia septentrional. Entonces, en aquella coyuntura,
se celebrarán grandes fiestas en Turín por la inminente llegada de los libertadores. Y
aquellos mismos que festejarán el acontecimiento darán caza a sus enemigos (alemanes
y soldados de la República de Saló) y sacarán de la cárcel de la ciudad a los rehenes,
que los mismos habían capturado, para fusilarlos.
Los ejércitos aliados, de los que formaban parte tropas de diversas nacionalidades,
ocuparán Italia, y la liberación de este país será acogida con grandes festejos, a pesar
de la espantosa hecatombe de vidas humanas que habrá costado.
Lombardía, Piamonte, Véneto, Emilia y Pulla (las ciudades ocupan aquí, en esta
cuarteta, el lugar de las regiones) se contarán entre las más devastadas y destruidas
por gentes célticas, es decir, por soldados ingleses y sus aliados de habla inglesa, y por
una falange aguilada, es decir, por un ejército que tendrá un águila como especial
símbolo distintivo (los germánicos tenían precisamente un águila como distintivo).
Todo esto acontecerá, dice el vidente, cuando Italia (significada por Roma, su capital)
esté bajo la autoridad y el control de un anaano jefe británico, que podemos identificar
con el almirante Stone, el cual dominó la situación hasta el final de la ocupación de
Italia por los aliados.
Los hechos, también en este punto, confirman lo que predijo Nostradamus: el Rey de
Italia perdería, a causa de la guerra, su corona y sus partidarios serían perseguidos y
muertos cruelmente en los dolorosos sucesos de aquellos trágicos días.
Por tanto, los diferentes acontecimientos que jalonaron las dos guerras mundiales
fueron predichos por Nostradamus con escalofriante exactitud.
La guerra del Golfo y otros conflictos de Oriente Medio
En la centuria I, cuarteta LV, Nostradamus ubica en Oriente Medio algunos
movimientos terroristas que considera sectas, palabra que se adecúa perfectamente a
todas las milicias y facciones que han ido apareciendo en estos países, como por
ejemplo Setiembre Negro, la Organización para la Liberación de Palestina, la Djihad
Islámica o los Revolucionarios de Egipto.
En esta misma cuarteta se define la guerra entre Irán a Irak, así como la situación
global en Oriente Medio. «Habrá efusión de sangre de gentes que viven bajo el clima
opuesto a Irak, hasta el puntp que la tierra, el mar, el aire y el cielo traerán la
oscuridad cuando, durante el hambre, las facciones, los gobiernos serán responsables
de pestilencia y de confusión».
Esta es la acertadísima interpretación que, de esta cuarteta, ha llevado a cabo
Fontbrune en su libro Los cometas y las profecías. Nostradamus describió en esta
cuarteta, de una forma clara y precisa, la guerra entre Irán a Irak. Efectivamente, ésta
comenzó el 1 de Septiémbre de 1980, y produjo más de 500.000 muertos. El presidente
Saddam Hussein, el día 17 de Septiembre del mismo año, denunciaba unilateralmente
el acuerdo firmado en Argel, con el sha de Irán, el 6 de Marzo de 1975, mediante el cual
el territorio quedaba dividido en dos partes iguales, atribuidas a los dos países
ribereños, la vía fluvial formada por la reunión del Tigris y el Eufrates, denominada
Chatt el-Arab.
Desde 1980 la guerra estuvo encallada en las marismas del Chatt el-Arab.
«Pestilencia» podría hacer referencia a la utilización de los gases por Irak, y nos hace
pensar en las frecuentes imágenes de soldados iraníes abrasados o ciegos. Desde 1980,
como todos sabemos por las noticias que de estos países nos llegaron, el Irán bombardeó las grandes ciudades de Irak con cohetes.
Una fiel interpretación de la centuria VIII, cuarteta LXX, nos haría pensar que, según
Nostradamus, el vencedor de este conflicto sería Irán. Aunque luego, por la historia
hemos visto que justamente sucedió lo contrario. «Entrará miserablemente, malvado,
infame, tiranizando Mesopotamia».
La interpretación que da Fontbrune de este trozo de la cuarteta es que «el jefe iraní»
tiranizará Irak (siempre teniendo en cuenta que anteriormente Irak era Mesopotamia,
entre el Tigris y el Éufrates).
En cuanto a la guerra del Golfo Pérsico, existen indicios, frases, que agrupadas bajo
la idea del conflicto bélico mundial, fin de siglo, fin de milenio, etc., podrían tener un
sentido y hacernos creer que el problema del Golfo estaba ya en la mente del profeta. De
hecho, la III guerra mundial podría empezar empujada por la acción de los ejércitos
árabes.
No obstante, la estrofa XCIII de la tercera centuria es clara al respecto, y muy
concretamente en relación al inicio del conflicto: «Nueva ley, nueva tierra ocupar». En
otras estrofas se anuncia el final del conflicto: «Después de la victoria (...) vencedor
sanguinario del conflicto discurseará, asar la lengua, la carne y los huesos». (Centuria
IV, estrofa LVI).
Descubrimientos a inventos
En las Centurias no sólo encontramos en sus versos la historia de la Humanidad bajo
el perfil de los acontecimientos históricos que han sucedido o que todavía han de
suceder, sino que topamos a menudo con anticipaciones sobre descubrimientos a
inventos absolutamente inimaginables en el tiempo en que fueron escritos aquellos
versos y, desde luego, mucho más difíciles de prever y de descubrir con la precisión con
que lo hace el gran vidente. Lo cual confirma y ratifica, caso de que fuese necesaria esta
confirrriación, el carácter de verdadero vidente que hemos de atribuir al mago de Salon,
a quien algunos detractores negaron veraciáad y profecía entendida ésta en el más alto
sentido de la palabra.
Algunos de los inventos y descubrimientos que él describió en sus profecías, a
menudo bajo forma de auténticas adivinanzas y siempre con el acostumbrado estilo
alegórico y hermético, hoy son perfectamente conocidos; otros, en cambio, pertenecen a
un futuro más o menos próximo, y de ellos esperamos poder tener confrmación en los
años venideros.
El cine mudo y el sonoro
En la cuarteta décima de la Centuria I se dice:
Serpientes transmitidas en la jaula de hierro,
Donde los siete hijos del Rey van presos,
Los ancianos y padres saldrán bajo de la fosa.
Antes de morir ven su fruto muerto y grita.
Las «serpientes transmitidas en la jaula de hierro» son las películas cinematográficas,
enrolladas como serpientes en sus bobinas de hierro y encerradas en proyectores
metálicos para ser proyectadas. En estas películas han sido aprisionados los siete
colores del arco iris (los siete hijos del Rey, es decir, del sol), para formar las imágenes,
ya en blanco y negro, ya en color. De esta manera nuestros lejanos antepasados y
nuestros padres, reproducidos en la cinta cinematográfica, volverán a vivir para gozar y
esparcimiento nuestro, aunque reducidos a imágenes de muy pequeñas proporciones.
Antes de su muerte, los hermanos Lumière, inventores del cine mudo, consiguieron
ver cómo el producto de su invención (el fruto muerto) hablaba y gritaba, es decir, cómo
se convertía en sonoro el cine mudo.
El aeroplano
La voz oída del insólito pájaro
Sobre el canal del respirable plano:
Tan alto verá del trigo la medida,
Que el hombre del hombre será antropófago.
(CENTURIA II, CUARTETA LXXV)
Se oirá la voz de un insólito y desconocido pájaro sobre el canal del respirable plano.
Entonces la medida o precio del trigo será tan alta que el hombre se convertirá en
antropófago del hombre.
He aquí nuéstra exégesis: cuando se oiga el característico zumbido del motor de los
aviones (que el propio Nostradamus, en su carta a Enrique II, describe como un
«huy-huy» prolongado), comparado a desconocidos pájaros sobre los aleros de las casas,
en la parte más respirable (o en lo más alto del aire), entonces los precios de todos los
alimentos subirán hasta las estrellas y los víveres más indispensables, como el pan,
serán muy caros.
Telégrafo, teléfono, electricidad
Cuando el animal al hombre doméstico,
Después de grandespenas y saltos venga a hablar,
El rayo a virgen será tan maléfico,
De tierra tomado y suspendido en el aire.
(CENTURIA III, CUARTETA XLIV)
Cuando el animal venga a hablar al hombre doméstico, después de grandes penas y
saltos, el rayo, tomado y suspendido en el aire, será muy maléfico a la virgen.
Es decir, cuando el hombre primitivo, selvático, pueda comunicar y hablar con su
semejante civilizado desde las más remotas tierras, primero a través de grandes penas y
saltos (o sea: mediante el empleo del telégrafo que transmitía rítmicamente líneas y
puntos), y después también directamente mediante un micrófono, entonces el rayo, es
decir, la corriente eléctrica (que dañará enormemente a la cera virgen de la que se
fabricaban las velas) se tomará del suelo con hilos conductores y se suspenderá en el
aire mediante cables y aisladores que la llevarán a todos los ángulos de la tierra. Nos
parece que el significado de las cuartetas es, también aquí, bastante claro y que no
admite otras interpretaciones.
La «peste» de nuestro fin de siglo
La guerra no toma ahora las características descritas al principio de este capítulo,
sino otras completamente distintas, a pesar de que el color de los fogonazos no cambia
de gama, materializándose en un arma nueva que en vez de destruir espectacularmente
destruye en silencio. Dice la cuarteta sesenta y cinco de la Centuria X:
La vasta Roma se ha convertido en otra capital en el nuevo imperio, la gran potencia
en el mundo occidental, los Estados Unidos. En nuestro siglo, la guerra no saldrá de
sus muros, es decir, de sus armas bélicas, sino la sangre y el semen. El virus fatídico se
encuentra en la sangre, y la transmisión del virus se realiza por vía sanguínea directa.
Las siglas de la enfermedad fatal son como muescas horribles o signos mortales, las
cuatro letras del nuevo terror: S.I.D.A. La dolencia se extenderá a todo el mundo. Nadie
se verá libre de la posibilidad de contagiarse ni de sus espantosas consecuencias, puesto que su vía de contagio es tan elemental como la propia sangre que se halla expuesta
a la enfermedad a cada momento. El «Hierro afilado metido a todos hasta el mango» no
puede ser más explícito en este sentido, una frase que también es posible interpretar
como una alusión al grupo social que primero se vio afectado por el nuevo morbo: los
homosexuales.
Las palabras de esta cuarteta hablan claramente de la caída del Imperio. El semen,
con sus portadores de vida, se hundirá en el vacío y la sangre que da la vida, será
precisamente portadora de todo lo contrario: la sangre y la sustancia mismas serán
pues las desencadenantes de la destrucción. Éstas son las armas del nuevo imperio, de
la nueva Roma que ejerce su influencia por todas partes pero que camina directamente
hacia el desastre. En esta cuarteta Nostradamus sentencia nuestro mundo, herido ya
de muerte.
¿Qué pasará mañana?
«El emperador alemán acongojará a la religión y a la Iglesia. Llenará a Italia de
infinitas amarguras, derribará el castillo de Sant'Angelo y toda la ciudad leonina.
También Francia sufrirá mucho. El emperador se aliará con los orientales y
septentrionales. A causa de estas graves tribulaciones morirá el Papa. Vendrá luego el
Pastor Angelicas y el emperador alemán será derrotado por el Gran Monarca.»
Esta última profecía es de Nostradamus y está sacada de sus predicciones en prosa;
en ella puede añadírsele la contenida en la cuarteta cincuenta y siete de la Centuria II:
Antes del conflicto el grande caerá,
El grande a muerte, may repentina y sentida,
La Nave imperfecta, la mayor parte
[nadará, Junto al río la tierra quedará de sangre teñida.
Asesinato del Papa
Antes de que estalle la tercera guerra mundial y caiga el telón de acero (tal podría ser
el significado de «el gran muro» que traen algunas ediciones) Italia será invadida y el
Papa asesinado. De este modo la nave de Pedro, huérfana de guía, quedará a merced de
los dramáticos acontecimientos que seguirán a esta muerte, no excluida la posibilidad
de un cisma; entonces el clero, simbólica tripulación de la simbólica nave, la
abandonará, echándose al mar como único medio para salvar la vida.
Junto al río (que podría ser el Tíber, si se toma Roma como sede del papado), la tierra
se teñirá de sangre.
Esta profecía se completaría con la contenida en la cuarteta noventa y nueve, de la
Centuria VIII:
Por el poder de los tres Reyes temporales,
A otro lugar será transferida la Santa Sede,
Donde la sustancia del espíritu corpóreo,
Sera repuesta y recibida por verdadera sede.
La guerra que se desencadenará entre tres grandes potencias afectará igualmente al
jefe de la cristiandad y el pontífice que habrá sucedido al Papa muerto correrá a su vez
un peligro may grave, no sólo en su incolumidad personal, sino también por la estabilidad de su propio apostolado: la Santa Sede, es decir, la cátedra de San Pedro será
trasladada a otro lugar y sólo al final del conflicto podrá el Santo Padre volver a Roma,
la verdadera sede destinada a albergar al representante del Señor en la Tierra.
Y la profecía continúa en la cuarteta ochenta y tres de la Centuria V:
Los que tengan em resa subvertir,
Inigualable reino, fúerte a invencible:
Obrarán, con fraude, noches tres advertir,
Cuando el mayor en la mesa lea la Biblia.
Quienes se habían propuesto la obra de subversión y destrucción de la Iglesia
recurrirán al fraude y al engaño y a cualquier otro medio para poder sorprender al
Papa. Lo cual sucederá en cierta ocasión estando el Papa sentado en la mesa leyendo la
Biblia. Tres serán los encargados de capturar al Papa, mediante un engaño.
Sigue, a continuación, la Centuria IV, cuarteta treinta y tres, que explica quiénes
serán los que tiendan la trampa al Papa y por consiguiente a la misma Iglesia:
Júpiter unido más a Venus que a la Luna
Apareciendo de plenitud blanca:
Venus escondida bajo la blancura de Neptuno,
Por Marte golpeada con la grande rama.
El lenguaje es completamente metafórico: Nostradamus dice que cuando Júpiter
aparezca con plenitud blanca y esté más próximo a Venus que a la Luna, y Venus se
esconda bajo la blancura de Neptuno, entonces Marte la golpeará con la blanca rama.
Procuremos explicar el simbolismo: cuando el pontífice aparezca más indinado o
decidido a fijar su atención más en las naciones protestantes que en las católicas y se
esfuerce en poner en práctica el precepto de la caridad, entonces los protestantes serán
maltratados y perseguidos (juntamente con el pontífice) por una muchedumbre de
enemigos (que en este caso quizá podemos identificar con los comunistas).
Dice la Centuria IX, en la noventa y nueve cuarteta:
Viento Aquilón hará partir la sede,
Por muros echar cenizas, cal y polvo:
Por lluvia luego que les causará más daño,
Último socorro llegar desde su frontera.
El viento de Aquilón, es decir, el que obligará al pontífice, inmediatamente después de
su elección, a dejar Roma, vendrá del Norte. Los habitantes de Roma defenderán su
ciudad, echando desde las murallas sustancias agresivas (podría evidentemente tratarse de nuevas sustancias químicas, empleadas como armas defensivas), pero de poco
servirán sus esfuerzos, porque el atacante, a su vez, los acometerá con una verdadera
lluvia de bombas que les causarán mucho más daño que el anteriormente
experimentado.
Siguen unas cuartetas que explican y declaran el desconcierto general que se
producirá según vayan desarrollándose los hechos.
Un personaje de gran lustre, destinado a ser muy pronto emperador, fingirá
someterse al pontífice para simular así su apoyo en el cisma que habrá tenido lugar en
el seno de la Iglesia y ayudar a algunos países del Este en su lucha contra la opresión
comunista. Pero luego, la rebelión de este simulador y falsario causará gravísimo daño
a la Iglesia y provocará enconadas luchas entre sus seguidores.
Los rojos, que podemos identificar como fuerzas enemigas del papado y de la
cristiandad, se echarán sobre Roma so pretexto de que van a restablecer el pontificado
(la gran Capa), esclavo de la anarquía y sometida al cisma. Entonces el estrago, la
carnicería y la venganza serán tales que prácticamente no habrá familia que no llore la
muerte de alguno de sus miembros, y los rojos asesinarán a un purpurado
(probablemente uno de los papas cismáticos). En esta coyuntura, desde la ciudad de
Roma se transmitirá un falso mensaje para comunicar otra elección papal, también
falsa. Los cristianos perderán totalmente la esperanza de ver volver al verdadero Papa y
aceptarán como auténtica la versión de quienes dicen que ha muerto; se cometerá un
delito en una capilla y el anti-papa superviviente triunfará y coronará a su autor como
jefe supremo.
«La gran estrella arderá durante siete días»: esta frase puede interpretarse en el
sentido de que una nueva arma vendrá a sembrar la destrucción y la ruina entre los
hombres; y de esta nueva tempestad (que bien podría ser una guerra) nacerán dos
nuevos personajes de gran prestigio.
Y cuando un gran pontífice logre extender sus dominios sobre nuevos territorios,
entonces los pueblos del Oriente Medio reaccionarán violentamente.
Después de la victoria de la predicación de un engañamundos, estallará otra revuelta
en Alemania; dos ejércitos se unirán en uno solo y el jefe y su hijo serán asesinados, en
tanto que sobre algunas regiones italianas se abatirán la violencia y el terror como represalia.
Holocausto nuclear
Dicen las cuartetas sexta y séptima de la Centuria III:
En el templo cerrado el rayo penetrará,
Los ciudadanos extenuados en sus fuertes:
Caballos, bueyes, hombres la onda los, tocará
Con hambre, sed los más débiles armados.
Sobre las picas de los fugitivos fuego del cielo,
Conflicto próximo de los cuervos jugueteando,
Desde tierra se implora ayuda socorro del cielo,
Cuando junto a los muros estarán los combatientes.
Creemos que se trata de un arma tan extraordinariamente mortífera que podría
pulverizar cualquier edificio por sólido que fuese (hoy construye ya el hombre refugios
antiatómicos que podrían asegurarle la supervivencia en caso de ataques con armas
nucleares) y la palabra «templos» puede entenderse en sentido estrictamente religioso, o
en sentido metafórico. Además, el infernal mecanismo profetizado por Nostradamus
podría destruir seguramente las armas de los enemigos en fuga; lo cual produciría una
trágica oleada de muerte, a la que seguiría una igualmente trágica carestía: ésta será,
dice el profeta, la única miserable arma que va a quedar a los más débiles que sobrevivan.
La nación de la hoz creerá haber eliminado toda resistencia contra ella, pero en
realidad la satisfacción por la victoria obtenida contra todo el mundo durará poco.
Precisamente cuando se crea que todo está perdido, entonces, «in extremis», las
naciones de Occidente se tomarán el más completo desquite. Un sabio inventor
descubrirá y pondrá a punto una novísima arma terriblé, cuyos efectos producirán
indefectiblemente gran consternación y luto entre los hombres. La potencia y el radio de
acción de este «dardo del cielo» serán tales que abarcarán una vastísima extensión de
nuestro planeta y, por consiguiente, no habrá para los enemigos ninguna posibilidad de
salvarse.
Estando reunidos los jefes para hallar un remedio y una solución para prevenir o
alejar el grave eligro que les amenaza, se abatirá sore ellos la nueva arma y los
destruirá. En consecuencia, las tropas, sin sus adalides y caudillos, huirán a la
desbandada y el caos político y militar desbarajustará el orden anterior de la nación de
la hoz. Será como si se hubiese llevado a cabo una masiva ejecución de los jerifaltes
enemigos.
En fin, contra las sectas de los rojos, es decir, contra los varios gobiernos de régimen
comunista, se alinearán todas las demás naciones que se esforzarán en devolver la paz
y la tranquilidad al mundo tan duramente probado a través de tantas y tan terribles
guerras. Después de haber barrido el mundo con un huracán de hierro y de fuego, no
habrá salvación posible para los supervivientes, de forma que muchos morirán por
juicios sumarísimos y cuantos maquinaron contra la verdadera libertad morirán
despiadadamente, a excepción de uno -escribe el gran profeta-, que más que cualquier
otro causará al mundo lutos, desolación y ruinas.
Esta precisión tiene caracteres de especial importancia, porque permite determinar
una lógica sucesión cronológica entre las cuartetas que se refieren a futuros
acontecimientos, estableciendo una fundamental distinción entre las predicciones que
dicen relación con el próximo conflicto (la tercera guerra mundial, de la que hemos ya
hablado) y las concretan los sucesos que señalarán el fin de los tiempos.
Este temido Anticristo, a quien se cita muchas veces en las cuartetas de
Nostradamus y asimismo en predicciones de otros varios videntes que vivieron en
distintas épocas, escapará al merecido castigoy saltará de nuevo a la escena del mundo
sólo cuando suene la tremenda hora del fin, preludio del segundo advenimiento de
Cristo sobre la Tierra.
Veamos ahora los acontecimientos que seguirán a la definitiva derrota de los
«Bárbaros», reconstruyéndolos a través de algunas cuartetas que transcribimos:
Cuanto más esté el grande en falso sueño
La inquietud vendrá a tomar reposo:
Levantad falange de oro, de azul y rojo,
Subyugar África, roerla hasta los huesos.
(CENTURIA V, CUARTETA LXIX)
Selín monarca pacificador Italia,
Reinos unidos, rey cristiano del mundo,
Muriendo querrá reposar en Tierra Santa,
Después de haber barrido del mar a los piratas.
(CENTURIA IV, CUARTETA LXXVII)
Tiempos de paz
Europa, tan duramente probada, podrá, al fin, gozar de un poco de paz. El gran
monarca, que tan hábil se habrá mostrado para conseguir la victoria sobre los enemigos
de Occidente, se mostrará también activo y eficaz en la consolación y robustecimiento
de esta paz tan difíalmente conseguida; y, gracias a su gestión, el ansia y la inquietud
que habían tan vivamente atormentado a los hombres hasta llevarlos al borde de la más
grave ruina cesarán y la paz dominará en el mundo. Y añade todavía el profeta que el
advenimiento de esta esperada y feliz Era no impedirá la explotación de las inmensas
reservas ocultas en el continente africano que serán aprovechadas y explotadas al
máximo, para conseguir así que todas las naciones reciban de ello beneficios comunes.
Nostradamus escribe aquí un nombre en cuyo esclarecimiento han trabajado afanosa
a inútilmente muchos sabios comentaristas: Selin Monarca. No sabemos quién pueda
ser este esclarecido Monarca, y son válidas aquí todas las hipótesis, ya sea que con este
nombre haya querido indicar el vidente el lugar de origen del monarca, ya se trate de un
anagrama del nombre verdadero. Este gran soberano (y la palabra «soberano» puede
admitir una más amplia interpretación, sin necesidad de que se tome al pie de la letra,
y así podría muy bien significar el lefe supremo de una hegemonía, no necesariamente
monárquica), conseguida ya la pacificación de Italia y unificados bajo su real mando
todos los Estados, será el representante cristiano del mundo, y después de haber
limpiado los mares de los últimos piratas, es decir, de los restos de la flota enemiga,
supervivientes después de la gran errota, deseará ser enterrado en Tierra Santa, como
homenaje a la tradición cristiana.
Y comenzará entonces un nuevo estado de cosas, una nueva ordenación social, como
indican algunas cuartetas (Centuria III, cuarteta XL y Centuria X, cuarteta XL).
La guerra, maldición de los hombres, será finalmente sometida por la feliz unión de
los Estados; su impotencia para estallar asegurará la paz.
Todas las naciones caerán
Pero los dulces y tranquilos años de paz verán pronto su fin, si hemos de dar crédito a
lo que se dice en la cuarteta cuarenta y seis de la Centuria II.
El primer verso dice con claridad que, después de una gran discordia entre los
hombres, se aproxima otra mucho mayor todavía. Del cielo caerán bombas tan
abundantes como gotas de lluvia que esparcirán mucha sangre inocente, y otra vez la
Humanidad será azotada por crueles desventuras que causarán lutos, dolores y
pestilencias irreprimibles, incluso por parte de la más avanzada ciencia médica. Esto
acontecerá, precisa Nostradamus, cuando en el cielo, por enésima vez, aparezcan las
estelas luminosas de los misiles.
Algunos comentaristas han interpretado esta cuarteta como si fuese una profecía
cumplida ya en la Segunda Guerra Mundial, cuando la V 1 y la V2 alemanas surcaron
el cielo de Europa y sembraron, a su paso, desolación, muerte y ruina. Pero si bien no
faltaron durante aquella contienda violentísimos episodios que afectaron a muchos
inocentes y a muchos pueblos indefensos, es preciso tener en cuenta las palabras que
se refieren al gran motor que renueva los siglos y la alusión que se hace a la epidemia,
que en realidad no se declaró durante el anterior conflicto. La alusión al fin del mundo,
la referencia al ciclo histórico en el que actualmente vivimos hace posible afirmar que
este martirio de la Humanidad, aún no ha sucedido.
Al término de la predicción, el mundo, dividido en facciones y lacerado por graves
cismas, se hallará inmerso en el más negro y trágico caos.
Las mayores capitales del mundo serán destruidas.
La ciudad que se indica en la cuarteta ochenta y cuatro de la Centuria III, es,
indudablemente, París, cuya destrucción ha sido también vaticinada por otros videntes,
entre los cuales está San Juan Bosco, quien en una carta dirigida al entonces Papa Pío
IX, dice: «El Creador se dará a conocer y visitará París tres veces con la vara de su
enojo». Después de haber exhortado a los parisienses a que no desprecien sus consejos,
concluye el Santo de esta manera a propósito del destino que les aguarda: «Caerás,
durante la tercera visita, en manos extranjeras y tus enemigos mirarán desde lejos
cómo arden tus palacios, reducidas tus moradas a un montón de ruinas y rociadas con
la sangre de tus prohombres que ya no existen...».
Como puede verse, concuerdan los vaticinios, puesto que Nostradamus afirma que la
ciudad de París quedará completamente desolada y sólo podrán habitarla contados
supervivientes.
Se derrumbarán los edificios y la población será exterminada con hierro y fuego y
nadie se apiadará de los inermes y de los pequeños; hasta los templos serán violados
por la furia demoledora que implacablemente se abatirá sobre ellos. Y quienes se libren
de las armas, morirán víctimas de la epidemia que caerá sobre la desgraciada metrópoli.
Por lo que respecta a Londres, capital de la nación que poseyó en su día el más vasto
de los imperios coloniales, Nostradamus predice trescientos años de dominio absoluto y
de próspero comercio marítimo que disgustará a los portugueses. Éstos habrán de
ceder a Albión el predominio y la supremacía de las Indias.
Y llegamos por fin a la profecía que se refiere, seguramente, a la ciudad de Nueva
York, la «gran ciudad nueva» que sera atacada por un incendio que podría estar
localizado en la zona de 40° de latitud. Esta súbita llama envolverá totalmente la ciudad
que saltará por el aire, hecha añicos; lo cual sucederá cuando se piense someter a dura
prueba a la gente del norte de Europa, probablemente los alemanes.
También Roma, la ciudad eterna, se incluye entre las ciudades que van a ser
destruidas. Leemos en la cuarteta cien de la VI Centuria:
Hija de la Aurora, asilo del malsano,
Donde hasta el cielo se ve el anfiteatro:
Prodigio visto, tu mal está muy próximo,
Serás cautiva y veces más de cuatro.
Esta profecía, en la que el vidente llama a Roma «hija de la Aurora», ciudad que
levanta hacia el cielo el anfiteatro del coliseo, aconseja tener en cuenta los próximos
desgraciados acontecimientos que se avecinan: la ciudad será asediada más de cuatro
veces.
Para Roma, pues, el destino no es el mismo que el reservado a otras grandes
ciudades: no los hombres, sino las fuerzas de la Naturaleza, darán cuenta de ella y de
su perversidad que consistirá muy espeaalmente en haber violado las mismas leyes
naturales.
Desde Sicilia, es decir, desde aquel mismo lugar donde Jasón hizo construir sus
naves, vendrá un espantoso y súbito diluvio del que nadie podrá escapar. El terrible
cataclismo hinchará hasta tal exceso las alborotadas aguas del mar que éstas llegarán a
sumergir toda la parte meridional de la península italiana y la furia de los desatados
elementos sólo se detendrá al pie de las colinas donde están los restos del teatro
romano de Fiesole, en Toscana.
En este punto, la profecía de Nostradamus sobre el futuro que nos aguarda parece
decir que el mal triunfará inconteniblemente sobre la tierra; por fortuna no será así
porque será de escasa duración su apoteosis. Se vislumbra ya la última y definitiva
lucha entre los hijos de las tinieblas, mandados por el Anticristo y los hijos de la Luz,
guiados por el Mesías.
El triunfo de la Gran Verdad
Dice Nostradamus que cuando el sol llegue al 20° del Toro, es decir, el día once de
mayo, la Tierra temblará y tragará a todos los espectadores; mientras tanto el aire se
oscurecerá y caerán sobre la Tierra las más densas tinieblas y Dios, con sus legiones de
ángeles y de santos, arrollará y arrumbará totalmente a la demoníaca criatura que
había querido escalar el cielo. Acometido y atacado por el rayo celeste, el Anticristo se
desplomará en la arena a incapaz de llevar a cabo las maravillas de las que había osado
resumir, se abismará en las entrañas de la tierra, vencido y derrotado. La justicia de
Dios se abatirá entonces sobre los secuaces de Satanás y causará entre los hombres
una terrible carnicería. De esta manera el gran nieto, es decir, el Anticristo descendiente de Satanás, será constreñido a dejar la Tierra para nunca jamás volver a ella.
Entonces triunfará María, Madre de Dios (a la que Nostradamus indica como una
curiosa perífrasis, siendo «maría» el plural del nombre latino «mare»), de la cual se ha
dicho que «las puertas del Infierno no prevalecerán contra ella».
El Anticristo, descendiente de la tribu (o califato) de Dan y su inspirador, Satanás,
temblarán ante el juicio que les espera.
Nostradamus ratifica y sanciona la fecha dé cuando va a suceder todo esto:
transcurridos veinte años santos o jubilares, lo cual equivale a decir después de veinte
siglos de la fundación de la Iglesia (indicada por el vidente, como de costumbre, con el
nombre de Luna, ya que Cristo es el verdadero Sol que ilumina con su luz a la Iglesia,
como el caso de nuestro satélite), o sea en el año siete mil del calendario judío,
calculado a partir de la expulsión de Adán y Eva del paraíso. Aquel año, otro retendrá la
monarquía; lo cual significa que el sol dejará de iluminar a la Tierra; mi profecía
entonces -añade Nostradamus- se habrá cumplido.
En aquel período próximo al acabamiento del segundo milenio, los muertos que
estarán en sus tumbas se presentarán de nuevo ante la presencia de Dios y las
espantosas hecatombes que tanto habrán afligido y atormentado al mundo aparecerán
como uno de los medios purificadores de los que Dios se ha valido para realizar sus
propios designios y no ya como una tragedia de la Humanidad, salvada y redimida.
Un gran juez juzgará los tiempos pasados, lo mismo que el presente, y pronunciará su
sentencia para los vivos y para los muertos, y todos aquellos que no comprendieron la
palabra de Dios serán por Él repudiados.
Finalmente Nostradamus, después de precisar que, conscientes de lo que les aguarda,
los hombres considerarán. el día de su muerte no ya como algo triste, sino como un
momento de gran regocijo y como un nacimiento a la vida espiritual, concluye diciendo
que el Espíritu Santo llenará de gozo y de felicidad a aquellas almas que, por la victoria
tan meritoriamente alcanzada, tendrán derecho a contemplar en toda su plenitud el
esplendor del Verbo.
Las Centurias
CENTURIA I
I Estando de noche absorto en mi secreto estudio,
Sentado, solo, sobre un sillón de cobre:
Pequeña luz que de las soledades brota,
Hace decir lo que no se ha esperado en vano.
II Vara en mano puesta en medio de Branco,
Moja de la onda el pie y el borde:
Un temor y una voz se agitan por las mangas:
¡Divino resplandor!, Dios se asienta al lado.
III Cuando lá litera del torbellino derramada.
Y estarán los rostros con sus mantos cubiertos,
La república por nuevas gentes vejada,
Entonces juzgarán al revés blancos y rojos.
IV Del universo será hecho un Monarca,
Que en paz y vida no será por mucho tiempo:
Entonces se perderá la pescadora barca,
Será regida en más grande detrimento.
V Cazados serán para hacer largo combate,
Por el país serán mayormente afectados:
Burgo y ciudad tendrán mayor debate,
Carcas. Narbona tendrán el corazón probado.
VI El ojo de Ravena será destituido,
Cuando a sus pies fallarán las alas:
Los dos de Bresse habrán constituido,
Turín, Vercelli que pisotearán los Galos.
VII Llegado tarde, la ejecución cumplida,
El viento contrario, cartas en el camino tomadas,
los conjurados XIIIJ de una secta,
Mediante Rousseau sanad los proyectos.
VIII Cuantas veces ciudad solar tomada
Serán tornadizas tus leyes bárbaras y vanas
Tu mal se acerca. Más veces será tributaria
La gran Hadria recorrerá tus venas.
IX Desde Oriente vendrá el corazón Púnico.
A hostigar a Hadria y a los herederos Romúlos.
Acompañado de la flota Líbica.
Temblarán los Malteses y las expoliadas Islas próximas.
X Serpientes transmitidas en la jaula de hierro,
Donde los hijos séptimos del Rey van presos,
Los ancianos y padres saldrán del fondo de su sepultura
Antes de morir ver su fruto muerto y grita.
XI El movimiento de los sentidos, corazón, pies y manos
Estarán de acuerdo Nápoles, Lyon, Sicilia
Espadas, fuegos, aguas después a los nobles Romanos,
Herid, matad, muertos por mente débil.
XII Dentro de poco dirá la hoz potente y frágil,
De abajo arriba levantada prontamente.
Luego al instante desleal y lábil.
Quien de Verona tendrá el gobierno.
XIII Los exiliados con ira, odio latente,
Harán contra el Rey gran conjuración:
En secreto pondrán a los enemigos por el semblante,
Y sus ancianos contra ellos sedición.
XIV De gente esclava canciones, cantos y peticiones,
Cautivos de Príncipe y Señores en las prisiones:
En el futuro por idiotas sin cabeza,
Serán recibidos con divinas oraciones.
XV Marte nos amenaza con la fuerza bélica,
Setenta veces hará la sangre derramar:
Auge y ruina del Eclesiástico,
Y más quienes de ellos nada querrán escuchar.
XVI La hoz en el estanque hacia Sagitario,
En su más alto grado de exaltación,
Peste, hambre, muerte por mano militar,
El siglo se áproxima a la renovación.
XVII Durante cuarenta años el Arco Iris no aparecerá,
Durante cuarenta años todos los días se le ha de ver:
La tierra seca su aridez aumentará,
Y gran diluvio cuando se logre ver:
XVIII Por la discordia negligencia Francesa
Quedará el paso a Mahomed abierto:
De sangre empapada la tierra y el mar Senense,
El puerto Focense de velas y naves cubierto.
XIX Cuando vengan serpientes a circuir el ara,
La sangre troyana vejada por las Españas:
Por ellos gran número habrá hecho merma,
Jefe huye, escondido en las charcas entre las cañas.
XX Tours, Orleans, Blois, Angers, Reims y Nantes
Ciudades por cambio repentino vejadas,
Por lenguas extrañas tiendas serán levantadas,
Ríos, dársenas, Rennes, tierra y mar temblarán.
XXI Profunda arcilla blanca nutre la roca,
Que de un abismo saldrá lacticinosa,
En vano, turbados, osarán tocarla,
Ignorando que hay en el fondo tierra arcillosa.
XXII Lo que vivirá y no teniendo ningún sentido,
Procurará dañar a muerte su artificio,
Autun, Chalons, Langres y los dos Sens,
EI granizo y el hielo causarán gran maleficio.
XXIII En el mes tercero al levantarse el Sol,
Jabalí Leopardo, al campo de Marte para combatir,
Leopardo cansado al Cielo abre su ojo,
Un águila alrededor del Sol ve volar.
XXIV A una ciudad nueva, pensativo, para condenar,
EI pájaro de presa al Cielo viene a ofrecerse:
Después de la victoria a cautivos perdonar,
Cremona y Mantua grandes daños habrán sufrido.
XXV Perdido, hallado, escondido tanto tiempo,
Será pastor semidiós honrado:
Antes que la Luna termine su gran ciclo,
Por otros vientos será deshonrado.
XXVI El gran rayo cae durante la hora diurna.
El mal fue previsto por un portador postulario:
EI siguiente presagio cae durante la hora nocturna,
Conflictos Reims, Londres; Etruria apestada.
XXVII Bajo la sierra Guayana por el Cielo golpeada,
No lejos de allí está escondido el tesoro,
Que durante muchos siglos ha permanecido inviolado,
Morirá quien lo hallare el ojo por el resorte atravesado.
XXVIII La torre de Boucq temerá leño Bárbaro,
Un tiempo, mucho tiempo después barca hespérica,
Ganado, gentes, muebles, los dos harán gran tara,
Tauro y Libra, ¿qué mortal lanzada?
XXIX Cuando el pez terrestre y acuático
Por una fuerza vaga sea arrojado a tierra,
Su forma extraña suave y horrorífica,
Por el mar a los muros muy pronto los enemigos.
XXX La nave extraña por tormenta marina,
Abordará cerca de un Puerto desconocido:
A pesar de signos de rama palmerina,
Después de la muerte recibe buen consejo tarde venido.
XXXI Tantos años en Galia las guerras durarán,
Más allá de la carrera del Castulón Monarca:
Victoria incierta tres grandes coronarán,
Aguila, Gallo, Luna, León, Sol en marca.
XXXII El gran Imperio será pronto trasladado
A lugar pequeño, que bien pronto crecerá,
Lugar muy ínfimo de exigua comarca,
Donde, en medio, su cetro establecerá.
XXXIII Cerca de un gran puente de una planicie espaciosa,
El gran León por fuerzas Imperiales,
Hará abatir fuera de la ciudad rigurosa,
Por terror las puertas le serán cerradas.
XXXIV El pájaro de presa volando a la ventana,
Antes del conflicto hace a los Franceses pavurà,
Uno bueno tomará, el otro ambiguo siniestro:
La parte débil tendrá por buen presagio.
XXXV El joven león dominará al viejo
En campo bélico, por duelo singular,
En jaula de oro le saltará los ojos,
Dos clases una, luego morir con muerte cruel.
XXXVI Tarde el Monarca se arrepentirá,
De no haber dado muerte a su adversario,
Pero llegará luego a consentir mucho más,
Que toda su sangre por muerte hará deshacer.
XXXVII Un poco antes de que el Sol se esconda
Conflicto estallado, gran pueblo en duda,
Oíd, puerto marino no responde,
En dos extraños lugares, Puente y Sepultura.
XXXVIII El Sol y el Águila al vencedor se aparecerán,
Respuesta vana al vencido se le asegura,
Los arneses ni con cuerpos ni con gritos detendrán,
Vindicada la paz con la muerte se termina a tiempo.
XXXIX De noche en la cama al supremo estrangula,
Por haber permanecido demasiado rubio elegido,
Por tres el Imperio subrogado exangüe,
A muerte condenar carta y paquete no leído.
XL La falsa tromba, simulando locura,
Hará Bizancio un cambio de leyes,
Histra de Egipto que quiere que se desligue,
Edicto cambiando moneda y quilates.
XLI Asedio en ciudad es de noche asaltada,
Escapado por poco, no lejos del mar conflicto,
Mujer de gozo desvanecida por la vuelta del hijo,
Veneno y cartas escondidas en la plica.
XLII La décima Calenda de Abril del hecho gótico
Resucitado todavía por gente perversa,
El fuego extinto, diabólica asamblea,
Buscando los huesos de Amant y de Pselin.
XLIII Antes de que llegue el cambio del Imperio
Sucederá un caso maravilloso,
El campamento atónito, el depredador de Porfirio
Enviado, impuesto sobre el escollo litigioso.
XLIV En breve volverán los sacrificios,
Contraventores sufrirán martirio:
No existirán más monjes, abades ni novicios,
La miel será mucho más cara que la cera.
XLV Sectario de sectas gran pena al delator
Bestia en teatro, dispuesto el aparato escénico,
Del hecho antiguo ennoblecido el inventor,
Por sectas mundo confuso y cismático.
XLVI Muy cerca de Aux, de Lestore y Miranda,
Gran fuego del cielo en tres noches caerá:
Causa ocurrirá muy estupenda y Miranda,
Muy poco después la tierra temblará.
XLVII Del lago Leman los discursos enojarán,
Los días serán reducidos a semanas,
Luego meses, luego años; luego todos desfallecerán,
Los Magistrados condenarán sus leyes vanas.
XLVIII Veinte años del reino de la Luna transcurridos,
Siete mil años otro tendrá su Monarquía,
Cuando el sol tome sus días cansados,
Entonces cumplida y consumada mi profecía.
XLIX Mucho antes de tales intrigas,
Los de Oriente por la virtud lunar:
El año mil setecientos harán grandes cambios,
Subyugando casi el rincón Aquilonar.
L En la acuática triplicidad nacerá,
De uno que tendrá el jueves por su fiesta:
Su fama, loor, reino, su poderío crecerá,
Por tierra y mar tempestad en los Orientes.
LI Jefes de Aries, Júpiter y Saturno,
¿Oh Dios eterno, qué mutaciones?
Después por larga duración vuelve su perverso tiempo
Galía a Italia, ¿qué mutaciones?
LII Los dos malignos de Escorpión conjuntos,
El gran señor asesinado dentro de la sala:
Peste a la Iglesia por el nuevo Rey agregado,
La Europa baja y la septentrional.
LIII ¡Ay! Cuando se vea a un gran pueblo atormentado,
Y la ley Santa en total ruina,
Por otras leyes la Cristiandad toda,
Cuando de oro y de plata se halle nueva mina.
LIV Dos revoluciones hechas por el malvado hocero,
De reino y siglos hace mutación:
El móvil signo en su lugar se insiere,
A los dos iguales y de inclinación.
LV Bajo el contrario clima babilónico,
Grande será de sangre la efusión,
Porque tierra y mar, aire, cielo será inicuo,
Sectas, hambre, reinos, pestes, confusión.
LVI Veréis tarde o temprano hacer gran cambio,
Horrores extremos y vindicaciones:
Que si la Luna por su ángel conducida,
El cielo se acerca a las inclinaciones.
LVII Por gran discordia la tromba temblará,
Acuerdo roto levantando la cabeza al Cielo,
Boca sangrante en la sangre nadará,
Al suelo el rostro untado de leche y miel
LVIII Abierto el vientre nacerá con dos cabezas,
Y cuatro brazos; ¿cuántos años enteros vivirá?
Día en que Aquilea celebre sus fiestas,
Fossen, Turín, jefe Ferrara seguirá.
LIX Los proscritos deportados a las Islas,
AI cambiar por un más cruel Monarca,
Serán ejecutados y quemados en grandes piras,
Los que al hablar no hayan sido parcos.
LX Nacerá un Emperador cerca de Italia,
Que al Imperio costará muy caro;
Dirán con qué gentes él se alía,
Y lo encontrarán menos príncipe que carnicero.
LXI La república miserable infeliz
Devastada será por el nuevo magistrado,
Su gran montón del exilio maléfico
Hará Suecia quitar lo contratado.
LXII La gran pérdida, ¡ay!, que harán las letras,
Antes de que el cielo de Latona sea perfecto,
Hubo gran diluvio más por ignaros cetros,
Que por largo tiempo no se verá rehecho.
LXIII Los azotes pasados disminuido el mundo,
Largo tiempo la paz, tierras deshabitadas,
Hermana irá por el cielo, tierra, y onda,
Después de nuevo las guerras suscitadas.
LXIV De noche Sol creerán haber visto
Cuando se vea el cerdo mitad hombre.
Ruido, canto, batalla, en el cielo batir apercibido,
Y bestias brutas se oirán hablar.
LXV Niño sin manos, nunca visto tan gran fulgor,
El niño real al juego de bolos herido,
En el pozo rotos, fulgurados yendo a triturar,
Tres bajo cadenas por la mitad partidos.
LXVI Aquel que entonces llevará las noticias,
Después del primero él vendrá a respirar,
Viviers, Tournon, Montferrant y Pradelles,
Tempestad y granizo le harán suspirar.
LXVII La gran hambre que siento acercarse,
Rondará a menudo y luego será universal
Tan grande y larga que llegará a arrancarse
Del bosque la raíz y al niño del pecho.
LXVIII ¡Oh qué horrible a infeliz tormeto!
Tres inocentes serán condenados,
Veneno sospechoso traicion mal considerada,
Puestos en horror por verdugos borrachos.
LXIX El gran monte redondo de siete estadios,
Después de la paz, hambre, inundación,
Rodará lejos atropellando grandes comarcas,
Aun antiguas y de gran fundación.
LXX Lluvia, hambre, guerra en Persia no ultimada,
La fe demasiado grande traicionará al monarca:
Para la terminación en Galia iniciada,
Secreto augurio para una existencia parca.
LXXI La Torre Marina tres veces tomada y reconquistada,
Por Españoles, Bárbaros, Ligurinos:
Marsella y Aix, Arles por los de Pisa,
Pillaje, fuego, hierro, saqueada Aviñón por los Turineses.
LXXII Completamente Marsella de los habitantes cambiada,
Galopada y después fuga hasta cerca de Lyón,
Narbona, Tolosa por Burdens ultrajadas,
Muertos y prisioneros cerca de un millón.
LXXIII Francia tiene cinco partes por negligencia asediadas,
Túnez, Argal acometidas por Persas:
León, Sevilla, Barcelona caída,
No tendrá la flota por los Venecianos.
LXXIV Después de su estancia navegará hacia Epiro,
El gran socorro vendrá hacia Antíoco:
El negro pelo rizado tendrá en su mano el Imperio,
Barba de bronce se asará en el espetón.
LXXV El tirano Siena ocupará Savona,
El vencedor fuerte tendrá flota:
Las dos armadas de la Marca de Ancona,
Por miedo el jefe se examina.
LXXVI Alguien proferirá un nombre temido,
Que las tres hermanas habrán pronunciado:
Después un gran pueblo con lengua y hecho dirá,
Más que otro cualquiera fama y renombre tendrá.
LXXVII Entre dos mares levantará un promontorio,
Y luego por mordedura de caballo morirá:
El suyo Neptuno negra vela plegará,
Por Calpre y ejército cerca de Rocheval.
LXXVIII De un jefe viejo nacerá cerebro alelado,
Degenerando por saber y por armas:
El jefe de Francia por su hermana temido,
Entregado a les gendarmes, campo dividido.
LXXIX Bazaz, Lectore, Condon, Ausch, Agine,
Hartos de leyes, querella y monopolio:
Ya que Bourd, Tolosa Bay pondrá en ruina,
Queriendo renovar su tauropolio.
LXXX De la sexta claro resplandor celeste,
Vendrá a tronar muy fuerte en la Borgoña,
Luego nacerá monstruo de odiosa bestia,
Marzo, Abril, Mayo, Junio gran esqueleto y roña.
LXXXI De la humana grey nueve serán puestos aparte,
Separados por juicio y por consejo,
Su fuerza será dividida en partes,
Kappa, Thita, Lambda muertos confinados dispersos.
LXXXII Cuando las columnas de madera tiemblen fuertemente,
De austera conducta, cubiertas de adornos,
Entonces se vaciará para fuera gran asamblea,
Temblar Viena y el país de Austria.
LXXXIII La gente extraña repartirá botines,
Saturno en Marte mirará furioso,
Horrible extraño a los Toscanos y Latinos,
Griegos que estarán deseosos de herir.
LXXXIV Luna oscurecida en profundas tinieblas,
Su hermano pasa de color ferruginoso,
El gran escondido mucho tiempo bajo tinieblas,
Entibiará hierro en la presa sanguinosa.
LXXXV Por la respuesta de Dama Rey turbado,
Embajadores despreciarán su vida,
El grande imitará a sus hermanos,
Por dos morirán ira, odio y envidia.
LXXXVI La gran Reina cuando se vea vencida
Hará exceso de masculino coraje,
Sobre caballo, río pasará desnuda,
En seguida, por hierro, a la fe hará ultraje.
LXXXVII En el fuego del centro de la tierra,
Hará temblar alrededor de ciudad nueva
Dos grandes riscos largo tiempo harán la guerra,
Después Aretusa enrojecerá río nuevo.
XXXVIII El divino mal sorprenderá al gran Príncipe,
Que un poco antes habrá mujer desposado,
Su apoyo y crédito de repente será débil,
Consejo morirá por la cabeza rapada.
LXXXIX Todos los de Illerda estarán en el Mosela,
Matando a todos los del Loira y Sena,
El curso marino vendrá cerca de alta vela,
Cuando Españoles abrirán toda vena.
XC Burdeos, Poitiers al son de la batalla,
En tropel irán hasta el Angón,
Contra Galos será su tramontana,
Cuando odioso monstruo nazca cerca de Orgón.
XCI Los Dioses harán a los humanos aparición,
Porque serán autores de gran conflicto,
Antes visto el Cielo sereno espada y lanza,
Que en la mano izquierda será mayor aflicción.
XCII Bajo uno la paz será por doquier aclamada,
Pero no por mucho tiempo saqueo y rebelión,
Por rechazo ciudad, mar y tierra mermadas,
Muertos y cautivos el tercio de un millón.
XCIII Tierra Itálica junto a montes temblará,
Lyón y Coq no muy confederados,
En vez de miedo uno a otro se ayudarán,
Sólo Catulón y Celtas moderados.
XCIV En Puerto Selín el tirano condenado a muerte,
No por eso la libertad recuperada:
Por venganza y remordimiento el nuevo Marte,
Dama a fuerza de espanto honrada.
XCV Ante Moustier hallado niño gemelo,
De heroica sangre de monje y vetusto,
Su clamor por secta, lengua y potente sonido,
Que se diría el rapaz muy educado.
XCVI Aquel que tendrá a su cargo destruir,
Templos y sectas cambiados por fantasía:
Más a las rocas que a los vivientes dañará,
Mediante lengua adornada con orejas recogidas.
XCVII Lo que hierro, llama no supo acabar,
La dulce lengua al consejo vendrá a hacer:
Por esposo, sueño, el Rey hará soñar,
Más el enemigo en fuego, la sangre militar.
XCVIII El jefe que habrá conducido pueblo infinito
Lejos de su cielo, de costumbres y lengua extraños,
Cinco mil en Creta y Tesalia acabados,
El jefe huyendo en la marina cabaña.
XCIX El gran monarca que hará compañía
Con dos Reyes unidos por amistad:
¡Oh, qué suspiro dará la gran comarca!
Hijos Narbon alrededor, ¡qué piedad!
C Largo tiempo en el cielo pájaro gris sera visto,
Cerca de Dole y de Toscana tierra,
Llevando en el pico verdeante rama
Morirá pronto grande y acabará la guerra.
CENTURIA II
I Hacia Aquitania por ínsulas Británicas
Y desde las mismas grandes incursiones:
Lluvias, gelatinas harán tierras inicuas,
Puerto Selín hará fuertes invasiones.
II La cabeza azul hará la cabeza blanca,
Tanto mal que Francia ha hecho su bien:
Muerte en la antena, gran colgado en la rama,
Cuando presos por los suyos dirá cuántos el Rey.
III Por el calor del sol subido del mar
Los peces de Negroponte medio cocidos,
Los habitantes vendrán a comerlos,
Cuando a Rodi y Gennes les faltará el bizcocho.
IV Desde Mónaco hasta junto a Sicilia,
Toda la playa quedará desolada,
No habrá barrio, ciudad ni villa,
Que por Bárbaros no sea saqueada y robada.
V Cuando dentro de un pez, hierro y carta cerrada,
Afuera salga el que luego hará la guerra,
Tendrá por mar su flota bien bogada,
Apareciendo cerca de la Latina tierra.
VI Cerca de las puertas y dentro dos ciudades
Habrá dos azotes, nunca se vio tal,
Hambre, dentro peste, por el hierro fuera gente echada,
Invocar socorro al gran Dios inmortal.
VII Entre varios a las islas deportados,
Uno nacido con dos dientes en la garganta:
Morirán de hambre, los árboles agitados,
Para ellos nuevo Rey nuevo edicto emanará.
VIII Templos sacros del antiguo rito romano,
Rechazarán la sima de los fundamentos,
Tomando sus leyes primeras y humanas,
Rechazando, no todo, los cultos de los santos.
IX Nueve años el macilento en paz se mantendrá,
Luego estallará en una sed muy sanguinaria,
Por él gran pueblo sin fe ni ley morirá,
Muerto por otro mucho más clemente.
X Muy pronto todo será arreglado,
Esperamos un siglo bien siniestro:
El estado de las máscaras y de los solitarios bien cambiado;
Pocos encontrarán que a su rango quieran ser.
XI El próximo hijo del mayor llegará,
Tan alto hasta el reino de los fuertes:
Su áspera gloria cada uno temerá,
Pero sus hijos del reino serán echados.
XII Ojos cerrados, abiertos a la antigua fantasía,
La costumbre de los solitarios será aniquilada:
El gran monarca castigará su frenesí,
Robar de los templos el tesoro antes que nada.
XIII El cuerpo sin alma no es ya en sacrificio,
Día de la muerte puesto en natividad:
El espíritu divino hará feliz al alma,
Contemplando al Verbo en su eternidad.
XIV En Tours, Gien, ojearán ojos penetrantes,
Descubrirán de lejos la gran serena:
Ella y su séquito entrarán en el puerto,
Combates, empujad, potencia soberana.
XV Un poco antes del monarca asesinado,
Cástor y Pólux en nave, astro con crines:
El bronce público por tierra y mar vaciado,
Pisa, Asti, Ferrara, Turín, tierra prohibida.
XVI Nápoles, Palermo, Sicilia, Siracusa,
Nuevos tiranos, fulgurantes fuegos celestes:
Fuerza de Londres, Gante, Bruselas y Susa,
Gran hecatombe, triunfo festejar victoria.
XVII El campo del templo de la virgen vestal,
No lejos de Ethen y los montes Pirineos:
El gran conducto es ocultado en el aguazal,
Norte arrojados ríos y viñas cruzadas.
XVIII Nueva Lluvia, súbita, impetuosa,
Impedirá de súbito a los dos ejércitos:
Piedra, cielo, fuegos hacer la mar pedregosa,
La muerte de siete, tierra y mar súbitos.
XIX Nuevos llegados lugar edificado sin defensa,
Ocupar el lugar hasta entonces inhabitable:
Tomar a placer prados, casas, campos y ciudades,
Hambre, peste, guerra, vastas tierras laborables.
XX Hermanos y hermanos en varios lugares cautivos,
Desfilarán cerca del monarca:
Al contemplar con atención sus rasgos,
Poco agradable ver mentón, frente, nariz, las marcas.
XXI El embajador enviado con una birreme,
Rechazado a medio camino por desconocidos:
A su refuerzo vendrán cuatro trirremes,
En Negroponte cargados de cuerdas y cadenas.
XXII El campo Ascop de Europa partirá,
Acercándose a la Isla inundada:
El ejército de Artón falange doblegará,
Ombligo del mundo por gran voz subrogada.
XXIII Palacios, pájaros, por pájaro abatidos,
Inmediatamente después de haber llegado el Príncipe
Muchas veces más allá del río enemigo rechazado,
Vuelo sostenido de pájaro capturado fuera.
XXIV Bestias enfurecidas codiciosas de beber en los ríos,
Gran parte del campo será frente a Híster,
En jaula de hierro el jefe se desplazará,
Cuando nada observe el hijo Germánico.
XXV La guardia extranjera traicionará fortaleza,
Esperanza y sombra de más estrecho maridaje:
Guardia completamente delusa encerrada en la prensa,
Loira, Saona, Ródano, Gar a muerte ultraje.
XXVI Por el favor que haga la ciudad,
Al grande que pronto perderá el campo de batalla,
Huido de las filas Pau Tesino verterá,
Sangre, fuego, muertos, ahogados a hachazos.
XXVII El divino verbo será desde el cielo herido,
Y no podrá proceder más adelante:
Del atacado el secreto es fulminado,
Se le pisoteará por encima y por delante.
XXVIII El penúltimo con el sobrenombre del prófeta,
Tomará Diana por su día de descanso:
Lejos vagará por frenética testa,
Y librando a un gran pueblo de impuestos.
XXIX El Oriental saldrá de su sede,
Pasar los montes Apeninos, ver la Galia:
Traspasará el cielo, las aguas y la nieve,
Y a cada uno golpeará con su vara.
XXX Uno que los dioses infernales de Ambal,
Hará renacer, terror de los humanos:
Nunca más grande horror se contará,
De cuanto ocurrirá por Babel a los Romanos.
XXXi En Campania el Casilino hará tanto,
Que no se verá más que campos inundados:
Y después de la lluvia muy intensa,
Fuera de los árboles no se verá nada verde.
XXXII Leche sin ranas escurrirá en Dalmacia,
Conflicto dado, peste junto a Balennes
Grande será el grito en toda la Esclavonia,
Cuando nazca monstruo cerca y dentro Ravena.
XXXIII Por el torrente que desciende de Verona,
Por entonces hasta el Po guiará su entrada:
Un gran naufragio y no menor en Garona,
Cuando los de Génova vayan a su encuentro.
XXXIV La ira insensata del combate furioso,
Hará en la mesa de hermanos el hierro brillar:
Los separará y herido y curioso,
El fiero duelo vendrá a Francia perjudicar.
XXXV En dos mansiones de noche el fuego prenderá,
Muchos dentro ahogados y quemados:.
Cerca de dos ríos uno sólo llegará:
Excepto el Arcq y Caper todos serán amortiguados.
XXXVI Del gran profeta las cartas serán hurtadas,
Y entre las manos del tirano caerán,
Traicionar a su Rey serán sus empresas,
Pero sus rapiñas muy pronto le dañarán.
XXXVII Del gran número que se le va a mandar,
Para socorrer al fuerte asediado.,
Peste y hambre a todos han de devorar,
Excepto setenta que serán salvados.
XXXVIII Habrá gran número de condenados,
Cuando los Monarcas se havan conciliado:
Pero uno de ellos estará tan disgustado,
Que casi nunca se verán ya juntos.
XXXIX Un año antes del conflicto Itálico,
Germanos, Galos, Españoles por el fuerte,
Será revuelta la casa de la república,
Donde, al poco, excluidos, irán sofocados a la muerte.
XL Poco después, sin excesivo intervalo,
Por mar y tierra será hecho gran tumulto.
Mucho mayor será pugna naval,
Fuegos, animales, que harán mayor insulto.
XLI La gran estrella durante siete días arderá,
Nublado hará que dos soles aparezcan,
El fiero mastín toda la noche aullará,
Cuando gran Pontífice cambie de territorio.
XLII Gallos, perros y, gatos de sangre quedarán ahítos,
Y de la herida del tirano hallado muerto,
En la cama de otro, piernas y brazos rotos,
Que no había podido morir de peor muerte.
XLIII Durante la visible estrella cabelluda,
Los tres grandes príncipes se habrán enemistado:
Heridos por el cielo, paz, tierra temblante,
Pau, Timbre, diente, serpiente puesta en el borde.
XLIV El águila impelida en torno a los pabellones,
Por otros pájaros de alrededor sera expulsada:
Cuando ruido de címbalos, flautas y esquilones,
Devuelvan el sentido a la insensata dama.
XLV Demasiado el cielo llora a Andrógeno procreado,
Cerca del cielo sangre humana derramada:
Por muerte muy tardía gran pueblo recreado,
Tarde y temprano viene el socorro esperado.
XLVI Después de gran discordia humana otra mayor se apresta
El gran motor los siglos renueva:
Lluvia, sangre, leche, hambre, hierro y peste,
En el cielo visto fuego, corriendo larga centella.
XLVII El enemigo envejecido doliente muere envenenado,
Los soberanos por infinitos subyugados:
Piedras llover escondidas bajo el vello,
Para matar artículos en vano son alegados.
XLVIII El gran ejército que pasará los montes,
Saturno en el arco giratorio del pez Marte:
Venenos escondidos en cabezas de salmones,
Su jefe suspendido de cuerda colgante.
XLIX Los consejeros del primer monopolio,
Los conquistadores seducidos por la Melita:
Rodas, Bizancio para sus exponentes polos,
Tierra necesitarán los perseguidores en huida.
L Cuando los de Hainault, de Gante y de Bruselas,
Vendrán ante el asedio de Langres,
Detrás de sus flancos habrá guerras crueles,
La lacra antigua será peor que enemigos.
LI La sangre del justo en Londres escaseará,
Quemados por el rayo de veintitrés los seis,
La antigua dama caerá de su alto puesto,
De la misma secta muchos serán muertos.
LII En varias noches la tierra temblará,
Hacia la primavera dos esfuerzos seguidos,
Corinto, Éfeso en los dos mares nadará,
Guerra desencadenada por dos valientes corajudos.
LIII La gran peste de ciudad marítima,
No cesará hasta que muerte no sea vengada
Condenada sin crimen del justo sangre tomada,
De la gran dama por disimulo no ultrajada.
LIV Por gente extranjera y lejana de los Romanos,
Su gran ciudad después de la tempestad gravemente turbada,
Hija sin excesivo diverso dominio,
Prisionero el jefe, terror de ser afectado.
LV En el conflicto el grande que poco valia,
Al final hará algo maravilloso,
Mientras Hadria vea lo que necesitaba,
Durante el festín apuñala al orgulloso.
LVI Que peste y espada no ha sabido adivinar
Muerte en el pozo, bóveda del cielo batida:
El abate morirá cuando vea que caen en ruina,
Los del naufragio deseosos de agarrarse al escollo.
LVII Antes del conflicto el grande caerá,
El grande a muerte, muerte, muy repentina y sentida,
La Nave imperfecta, la mayor parte nadará,
Junto al río la tierra quedará de sangre teñida.
LVIII Sin pie ni mano diente agudo y fuerte,
Por globo al fuerte de puerto y el mayor nacido,
Junto al portal desleal se transporta,
Sileno reluce, pequeño, grande conducido.
LIX Flota gálica apoyada por gran guardia,
Del gran Neptuno y sus fuertes tridentes,
Ocupada Provenza para sostener gran banda,
Y Marte Narbón con dardos y venablos.
LX La fe Púnica en Oriente rota
Gran Iud y Rosne, Loira y Tag, cambiarán,
Cuando el hambre del mulo sea saciada,
Ejército derrotado, sangre y cuerpos nadarán.
LXI Euge, Támesis, Gironda y la Rochella,
¡Oh, sangre troyana muerta en el puerto de la flecha!
Tras el río en el fuerte apoyada la escala,
Dardos, fuego, gran mortandad en la brecha.
LXII Mabus entonces muy pronto morirá, vendrá
De gentes y bestias terrible descalabro,
Luego, de pronto, se verá la venganza,
Cien, mano, sed, hambre, cuando corra el cometa.
LXIII El Galo a Asón bien poco subyugará,
Pau, Marne y Sena se enfurecerán contra Perme,
Quien el gran muro contra ellos levante,
Del primero al último el mayor perderá la vida.
LXIV Morir de hambre, de sed, gente Ginebrina,
Esperanza próxima vendrá a desfallecer,
Sobre puente temblante será ley Genovesa,
Flota en gran puerto no se puede acoger.
LXV El parque inclinado gran calamidad,
Por la Hesperia a Insubria hará,
El fuego en la nave peste y cautividad,
Mercurio en el Arco Saturno morirá.
LXVI De grandes peligros el cautivo escapado,
En poco tiempo el grande fortuna ha cambiado:
En palacio el pueblo es atrapado,
Por buen augurio la ciudad sitiada.
LXVII El rubio de nariz ganchuda vendrá a ejecutar,
Por el duelo y expulsará fuera,
Los desterrados dentro restablecerá,
En los lugares marinos venciendo los más fuertes.
LXVIII Del Aquilón los esfuerzos serán grandes,
Sobre el Océano estará la puerta abierta:
EI reino en la Isla será restablecido,
Temblará Londres por vela descubierta.
LXIX El Rey Galo por la Céltica diestra,
Viendo discordia en la gran Monarquía,
Sobre las tres partes hará florecer su cetro,
Contra la capa de la gran Jerarquía.
LXX El dardo del cielo se extenderá
Muertos mientras hablan, gran ejecución,
La piedra en el árbol la altiva gente se rendirá,
Monstruoso fragor humano, purga y expiación.
LXXI Los exiliados desembarcarán en Sicilia,
Para librar del hambre a la gente extranjera,
Al romper el día Ilegarán los Celtas,
La vida permanece, el Rey a la razón se rinde.
LXXII Armada Céltica en Italia vejada,
De todas partes conflicto y gran pérdida,
Romanos vencedores, oh Galia rechazada,
Cerca de Tesín Rubicón pugna incierta.
LXXIII En el lago Fucín de Benac la orilla,
Apresado por el Leman en el puerto de Orguión,
Nacido de tres brazos predice imagen bélica,
Por tres coronas al gran Endimión.
LXXIV Desde Sens y Autun llegarán hasta el Ródano,
Para ir más allá y pasar los Pirineos,
La gente dejará la comarca de Ancona,
Por tierra y mar seguirá muy numerosa.
LXXV La voz oída del insólito pájaro
Sobre el canal del respirable plano:
Tan alta llegará del trigo la medida,
Que el hombre del hombre será antropófago.
LXXVI Rayo en Borgoña suscitará hecho portentoso.
Y con ningún medio nunca se podría hacer,
De su senado sacro un hecho dudoso.
Hará saber a sus enemigos el quehacer.
LXXVII Por arcos fuegos, acá y allá fuegos rechazados,
Gritos, alaridos a medianoche oídos:
Se adentran por los muros destruidos,
Por canículas los traidores seguidos.
LXXVIII El gran Neptuno de lo profundo del mar,
De gente Púnica y sangre Gala mezclado:
Las Islas a sangre por el tardo remar,
Más le dañará que el mal ocultado.
LXXIX La barba rizada y negra gracias a su ingenio,
Subyugará a la gente cruel y fiera:
El gran Chirén sacará del presidio
A todos los cautivos por Selín desterrados.
LXXX Tras conflicto del lesionado la elocuencia,
Por poco tiempo se trama fingido reposo;
En absoluto se admite la entrega de los grandes,
Enemigos son remitidos a propósito.
LXXXI Por fuego del cielo la ciudad casi quemada,
La urna amenaza aún Deucalión,
Vejada Cerdeña por la Púnica gente,
Después de que Libra deje su Phaëtón.
LXXXII Por hambre la presa hará lobo prisionero,
Altándola fuera con extrema habilidad,
El nacido teniendo delante el último
El grande no escapa en medio de la prensa.
LXXXIII El mucho tráfico de un gran Lyón cambiado,
La mayor parte cae en prístinas ruinas,
Presa a los soldados por saqueo vendimia:
Por los montes del Jura y Sueve neblina.
LXXXIV Entre Campania, Siena, Flora, Tustia,
Seis meses nueve días no lloverá una gota:
La extraña lengua en tierra de Dalmacia,
Correrá adelante, devastando la tierra toda.
LXXXV El viejo raso barbs bajo el estatuto severo,
En Lyón sobrevuela el Águila Céltica,
El pequeño grande persevera a ultranza,
Ruido de armas en el cielo, mar roe Ligústica.
LXXXVl Naufraga la flota cerca de onda Adriática,
La tierra tiembla sacudida por el sire en tierra puesto,
Egipto tiembla aumento Mahomético,
El Herault grits con todas sus fuerzas.
LXXXVII Después vendrá de países lejanos,
Principe Germano en trono dorado:
La esclavitud y aguas removidas,
La dams esclava, su tiempo ya no es amado.
LXXXVIII El circuito del grande y ruinoso pacto,
El séptimo nombre del quinto será:
De un tercio mayor el extranjero belicoso,
Mouton, Lutecia, Aix no garantizará.
LXXXIX Un día se repartirán el mundo los dos grandes maestros,
Su gran poder se verá aumentado:
La tierra nueva estará en sus poderosas manos,
Los días del sanguinario están contados.
XC Por vida y muerte cambiado reino de Hungría,
La ley será más áspera que obsequiosa:
Su gran ciudad de alaridos, quejas y gritos,
Cástor y Pólux enemigos en la palestra.
XCI AÍ nacer el sol se verá un gran fuego,
Ruido y claridad hacia Aquilón tendientes,
Dentro del círculo se oirán gritos y muerte:
Muerte que será por guerra, fuego y hambre.
XCII Fuego calor de oro del cielo en tierra visto,
Herido del alto nacido, hecho caso maravilloso:
Gran excidio humano: presa del gran sobrino,
Muertos de espectáculos, huido el orgulloso.
XCIII Muy cerca del Tíber, junto a la Libitina,
Un poco antes gran inundación:
El jefe de la nave preso, metido en la sentina,
Castillo, palacio en conflagración.
XClV Gran Pitu, gran mal por Galos recibirá.
Vano terror al marítimo Lyón:
Pueblo infinito por el mar pasará,
Sin escapar un cuarto de un millón.
XCV Los lugares poblados serán inhabitables,
Para los campos habrá gran división:
Los reinos a prudentes ineptos entregados,
Entonces los hermanos mayores muerte y disensión.
XCVI Antorcha ardiente en el cielo, de noche, será vista,
Cerca del fin y principio del Ródano,
Hambre, espada, tarde el socorro previsto,
Persia vuelve a invadir Macedonia.
XCVII Romano Pontífice, guárdate de acercarte
A la ciudad regada por dos ríos:
Tu sangre vendrá allí cerca a esputar,
Cuando florezca la rosa, tú y los tuyos.
XCVIII Quien de sangre rocía la cara,
De la víctima próxima al sacrificio,
Teniendo en Leo augur por presagio,
Será llevado a muerte por la desposada.
XCIV Territorio romano que interpretaba agorero,
Por gente Gala será muy vejado:
Pero nación Céltica temerá el momento,
Boreas, ejército demasiado lejos lo habrá empujado.
C En las islas tan terrible tumulto,
Pronto no habrá más que una bélica pugna:
Tan grande sera de los depredadores el insulto,
Que habrá que alinearse en la grande liga.
CENTURIA III
I Después del combate y batalla naval,
El gran Neptuno en su máxima exaltación:
Rojo adversario palidecerá de miedo
Poniendo al gran Océano en espanto.
II El Verbo divino dará a la sustancia,
Comprendidos cielo, tierra, oro oculto a la leche mística
Cuerpo, alma, espíritu con toda potencia,
Tanto bajo sus pies como en la sede Céltica.
III Marte y Mercurio y la plata juntos,
Hacia el Mediodía extrema sequedad:
En el fondo de Asia se diría tierra temblar,
Corinto, Éfeso entonces en perplejidad.
IV Cuantlo el defecto de los lunares se aproxime,
Y haya del uno al otro poca distancia,
Frío, sequedad, peligros hacia los confines,
En el propio lugar donde el oráculo tomó inicio.
V El defecto más lejano de los dos grandes luminares,
Que acontecerá entre Abril y Mayo;
¡Oh, qué precio!, pero dos grandes magnánimos,
Por tierra y mar ayudando en todas partes.
VI En el templo cerrado el rayo penetrará,
Los ciudadanos extenuados en sus fuertes:
Caballo, bueyes, hombres la onda los tocará
Con hambre, sed los más débiles armados.
Cuando en mayo las tierras hayan temblado.
LXXXIX Entre dos cepos, pies y manos atados,
De miel rostro untado y de leche sustentado:
Avispas y moscas fétidas, amor disgustado,
Previsiones falseadas, Cife tentada.
XC El deshonor hediondo y abominable,
Después del hecho será felicitado:
El gran excusado, para no ser favorable,
Que a la paz Neptuno no será incitadò.
XCI Del conductor de la guerra naval,
Rojo desenfrenado, severo, horrible peste,
Cautivo del mayor escapado en la basta:
Cuando nazca del grande un hijo Agripa.
XCII Príncipe de belleza tan venerada,
Conducido al jefe, el segundo hecho traicionado:
La ciudad con la espada de polvo faz adusta,
Por muy grande homicidio el jefe por el Rey odiado.
XCIII Un prelado avaro engañado por la ambición,
Nada demasiado grande que él no pueda pedir:
Sus mensajeros y él bien chasqueado,
Ver quién al revés el tronco cortaría.
XCIV Un Rey airado se habrá contra los perjuros,
Cuando arneses de guerra seán prohibidos:
El veneno teñido en azúcar por las fresas,
Por las aguas batidos, muertos diciendo ¡hiere!, ¡hiere!
XCV Por un detractor calumniado apenas nacido,
Cuando sean hechos enormes a imponentes:
La mínima parte al mayor dudosa,
Y pronto el reino será dividido.
XCVI Gran ciudad a los soldados abandonada,
Nunca vio mortal tumulto tan próximo:
¡Oh, qué horrible mortandad se acerca!
Ni una sola ofensa será perdonada.
XCVII Cinco y cuarenta grados el cielo quemará,
Fuego se aproxima a la gran ciudad nueva,
Al instante gran llama dispersa saltará,
Cuando se quiera de los Normandos hacer prueba.
XCVIII Arruinada en los Volsgos de miedo tan terrible,
Su gran ciudad manchada, hecha pestilente,
Saquear Sol, Luna y violar sus templos:
Y los dos ríos enrojecer de sangre fluyente.
XCIX El enemigo docto se volverá confuso,
Gran campo enfermo y de hecho por celadas:
Montes Pirineos y Poeno le habrán hecho renuncio
Cerca del río descubriendo antiguas bases.
C Hija de la Aurora, asilo del malsano,
Donde hasta el cielo se ve el anfiteatro:
Prodigio visto, tu mal está muy próximo,
Serás cautiva y veces más de cuatro.
CENTURIA VII
I El arco del tesoro de Aquiles engañado,
A los procreados comunicada la cuadrangular:
El cemento será conocido al hècho Real,
Un cuerpo visto colgado según la voluntad popular.
II Por Marte abierto Arlés le dará guerra
De noche serán atemorizados los soldados:
Negro, blanco a la India en tierra disimulado,
Veréis y oiréis bajo la fingida sombra a los traidores.
III Después de Francia la victoria naval,
Los Barquinones, Salinones, los Focenos,
Hiedra dorada, yunque con la bala empotrada,
Los de Tolón consentirán en el engaño.
IV El Duque de Langres sitiado en Dolle,
Acompañado de Autun y Lioneses:
Ginebra, Habsburgo unidos a los de Mírandola,
Atravesarán los montes contra los Anconetanos.
V Vino sobre la mesa será derramado,
El tercero no alcanzará la que pretendía,
Dos veces en el negro de Parma hundida,
Perusa hará lo que Pisa deseaba.
VI Nápoles, Palermo y toda la Sicilia,
Por mano bárbara quedarán deshabitadas,
Córcega, Salerno y de Cerdeña la Isla,
Hambre, peste, guerra, fin de los males intentado.
VII En el combate de los grandes caballos ligeros,
Se gritará el gran creciente confuso:
De noche matar en los montes, moradas pastoriles,
Rojos abismos en la profunda fosa.
VIII Flora, huye, huye que se acerca el Romano,
En el Fesulán será conflicto dädo:
Sangre derramada, los mayores capturados a mano,
Ni templo ni sexo serán perdonados.
IX Dama en ausencia de su gran capitán,
Será requerida de amores por el Virrey,
Fingida promesa, desdichado regalo,
Entre las manos del Gran Príncipe Barés.
X Por el gran Príncipe vecino de Le Mans,
Bizarro y valeroso jefe del gran ejército:
Por mar y tierra de Galos y Normandos,
Ultrapasar Barcelona a Isla saqueada.
XI El Infante Real despreciará a su madre,
Ojo, pies heridos, rudo desobediente,
Noticia a dama extraña y muy amarga,
Más de quinientos de los suyos serán muertos.
Xri El gran posnacido pondrá fin a la guerra,
Ante los dioses reunidos serán excusados:
Cahors, Moissac irán lejos de la barricada,
Lestore rechazado, Angers arrasada.
XIII De la ciudad marina y tributaria
La cabeza rapada tomará la satrapía:
Expulsar sórdido que será luego contrario,
Por catorce años detentará la tiranía.
XIV Que era falso dirá topografía,
Los interiores de los monumentos serán profanados:
Pulular de sectas, Santa filosofía,
Por blancas, negras y por antiguas verdes.
XV Ante una ciudad de la comarca Insubria,
Que habrá sido sítiada siete años:
El muy gran Rey hará en eila su entrada,
Ciudad más fibre fuera de sus enemigos.
XVI Ingreso solemne por la gran Reina hecho
Hará el lugar fuerte a inaccesible:
El ejército de los tres leones será deshecho,
Provocando dentro un caso horroroso y terrible.
XVII El Principe raro de piedad y clemencia
Vendrá a cambiar por rnuerte gran conocimiento
Por gran reposo el reino trabajado,
Cuando el grande vaya pronto a ser castigado.
XVIII Los sitíados disimularán sus armas,
Siete días después harán cruel salida,
Serán rechazados, fuego sangre. Siete muertos a hachazos,
Dama que había tejido la paz hecha cautiva.
XIX El fuerte Nicene será combatido,
Vencido será por rutilante metal,
El hecho será por mucho tiempo debatido,
Para los ciudadanos e traño espantajo.
XX Embajadores de la Toscana lengua,
Abril y Mayo Alpes y mar cruzados,
Aquél de novillo expondrá la arenga,
Vida Gálica viniendo a cancelar.
XXI Por la creciente enemistad de los Volsgos,
Disimulada echará al tirano,
Sobre el puente de Sorgues se hará el tráfico,
De condenar a muerte él y su adherente.
XXII Los ciudadanos de Mesopotamia
Irán al encuentro de los amigos de Tarragona,
Juegos, ritos, banquetes, mucha gente adormecida,
Vicario en el Ródano, tomada ciudad, aquellos de Ausonia.
XXIII El Cetro Real estará obligado a tomar
Lo que sus predecesores habían solicitado,
Pues que el anillo se hará sentir malamente,
Cuando se venga el palacio a saquear.
XXIV El sepultado saldrá de la tumba,
Hará con cadenas atar al fuerte del puente,
Envenenado con huevos de Barbio,
Grande de Lorena por el Marqués del Puente.
XXV Por guerra larga todo el tesoro agotado,
Y para soldados no habrá dinero,
En lugar de oro, de plata, cuero será usado,
Bronce galo, señal creciente de Luna.
XXVI Fustas y galeras en torno a siete navíos,
Será librada una mortal guerra,
AI jefe de Madrid le sentarán las costuras,
Dos escapados, y cinco llevados a tierra.
XXVII Junto a Vasto la gran caballería,
Cerca de Ferrara impedida por el bagaje,
Dispuestos en Turín harán tal cacería,
Que robarán en el fuerte a sus rehenes.
XXVIII El capitán conducirá gran presa
Sobre la montaña de los enemigos más cercana:
Rodeado, por fuego hará tal camino
Todos huidos, menos treinta asados.
XXIX El gran Duque de Alba se rebelará,
Y hará traición a sus grandes pares:
El grande de Guisa vendrá a debelarlo,
Cautivo llevado y monumento levantado.
XXX El saqueo se acerca, fuego, mucha sangre derramada,
Po, grandes ríos, de los boyeros la empresa
De Génova, Niza tanto tiempo esperada,
Fossar, Turín, en Savillán la presa.
XXXI Del Languedoc y Guyena más de diez
Mil querrán los Alpes de nuevo pasar:
Grande Alóbroges ir contra Brundis,
Aquin y Bresse les volverán a hacer frente.
XXXII Del Monte real nacerá de una prosapia,
Quien vendrá a infundir pavura y tiranizar,
Realzar gestas de la marcha Millane,
Faenza, Florencia dorada y gentes enervar.
XXXIII Por fraude reina, fuerzas expoliadas,
La flota obsesa, pasaje a la espía,
Dos fingidos amigos vendrán, a aliársete,
Despertar odio largo tiempo adormecido.
XXXIV En gran pesar estará la gente Gala,
Corazón vano, ligero creerá temeridad:
Pan, sal, ni vino, agua, veneno ni cerveza,
Mayor cautivo, hambre, frío, necesidad.
XXXV La gran lonja se lamentará, llorará,
De haber elegido, habrá errado en la edad:
Caudillo con ellos no querrá morar,
Defraudado será por los de su propia lengua.
XXXVI Dios, el cielo, todo el verbo Divino en la onda,
Llevado por siete ruines rojos a Bizancio,
Contra los ungidos trescientos de Trebisonda
Dos leyes darán horror, después creencia.
XXXVII Diez enviados, jefe de nave meter a muerte,
Por uno advertido, en el ejército guerra abierta
Confusión jefe, uno se pincha y muerde,
Lerin, stecadas naves, jefe en la nerte.
XXXVIII El primogénito Real sobre corcel volteando,
Acabará excitado de tan duro correr,
Boca, labios belfos, pie del estribo colgando
Arrastrado, tirado, horriblemente morir.
XXXIX El conductor del ejército Francés,
Deseando perder la principal falange,
Por encima del solado de roca y pizarra,
Afondará por Génova gente extranjera.
XL Dentro de toneles por fuera untados de aceite y grasa
Serán veintiuno ante el puerto cerrado,
A la segunda ronda por muerte harán proeza,
Ganadas las puertas, y los de la ronda muertos.
XLI Los huesos de los pies y de las manos apretados, Por ruido mucho
tiempo casa deshabitada, Serán por sueños hurgando desenterrados,
Casa salubre y sin ruido habitada.
XLII Dos de los peces capturados por los recién venidos,
En la cocina del gran Principe entregar,
Por el tiznado los dos al hecho conocidos,
Preso quien deseaba al primogénito matar.
CENTURIA VIII
I Po, nacido, Loron más fuego que a sangre será,
El Aude nadar, escapar el grande a los seguidores:
Los hostigará y rechazará su ingreso,
Pamplona, Duranza los tendrá presos.
II Perdón y aguas y autor de Miranda
Yo veo del cielo fuego que los envuelve:
Sol Marte unido al León, después Marmanda
Rayo, gran pedrisco, muro cae en el Garona.
III En el castillo fortificado de Vigilance y Resviers
Será encerrado de Nancy el neonacido:
Dentro de Turín serán quemados los primeros
Cuando de luto Lyón sea transido.
IV Dentro de Monech el Gallo será recibido,
El Cardenal de Francia aparecerá
Por la legación Romana sera engañado
Debilidad al Águila y fuerza al Gallo nacerá.
V Aparecerá templo reluciente adornado,
La lámpara y el cirio en Borne y Breteuil,
Por Lucerna el cantón desviado,
Cuando el gran Gallo en el féretro se vea.
VI Claridad fulgurante en Lyón compareciente,
Brillante, Malta ocupada, improvisamente sera apagada:
Sardos, Moriscos tratará burlándolos,
Ginebra a Londres a Gallo traición fingida.
VII Vercelli, Milán dará inteligencia
Dentro de Tycin, será hecho el daño.
Correr por el Sena agua, sangre, fuego por Florencia,
Única opción de arriba abajo haciendo fuelle.
VIII Cerca de Linterna, en toneles cerrados,
Chivaz hará por el Águila la intriga,
El elegido quebrantado, él, sus gentes encerradas,
Dentro de Turín rapto esposa llevada.
IX Mientras el Águila y el Gallo en Savona
Estén unidos, Mar, Levante y Hungría,
El ejército en Nápoles, Palermo, Marca de Ancona,
Roma, Venecia, por Barba horrible grita.
X Hedor grande emanará de Lausana,
Que no se sabrá el origen del hecho:
Se echará fuera la gente lejana,
Fuego visto :en el cielo, derrotado pueblo extranjero.
XI Pueblo infinito aparecerá en Vicenza,
Sin fuerza, fuego quemar la basílica:
Cerca de Lunage derrotado grande de Valence,
Cuando Venecia por muerte tome pica.
XII Aparecerá cerca de Buffalore
El alto y prócer que entró en Milán,
El abate de Foix con los de San Morre,
Harán bribonadas vestidos de truhán.
XIII El cruzado hermano por amor desenfrenado
Hará por Preto a Bellerofón morir,
Mesnadas de mil años la mujer furiosa
Bebe el brebaje, los dos luego perecer.
XIV El gran crédito de oro y de plata en abundancia
Ofuscará por libido el honor;
Será conocida de adulterio la ofensa,
Que llevará a su gran dehonor.
XV Hacia Aquilón grandes esfuerzos por masas de hombres
Casi Europa y el universo vejar,
Las dos Iglesias pondrán en tal aprieto,
Y a los Panonios vida y muerte reforzar.
XVI En el lugar en que Hierón hizo su nave fabricar,
Tan gran diluvio habrá y tan súbito,
Que no habrá lugar ni tierras refugiarse,
La onda llegará hasta el Fesulano Olímpico.
XVII Los acaudalados pronto serán desposeídos,
Por los tres hermanos el mundo será turbado:
Los enemigos apresarán ciudad marina,
Hambre, fuego, sangre, peste y el doble de todos los males.
XVIII Nacido de Flora de su muerte será causa,
Algún tiempo antes por joven y vieja boyera,
Con los tres lises le harán tal pausa,
Por su fruto silvestre como carne cruda y madura.
XIX Para sostener la gran capa empañada,
Para aclararla los rojos se acudirán,
La familia, de muerte será casi oprimida,
Los rojos al rojo matarán.
XX El falso mensaje por la elección fingida
Correr por la ciudad destrozada, esperanza perdida.
Voces aceptadas, de sangre capilla teñida,
Y a otro el imperio entregado.
XXI En el puerto de Agde tres fustas entrarán
Llevando infección, no fe, y pestilencia,
Pasando el puente mil millares temblarán,
Y el puente romper a tercera resistencia.
XXII Gorsan, Narbona, por la sal advertir
Tuchan, la gracia Perpignan traicionada,
La ciudad roja no querrá consentir,
Por gran hurto paño gris vida frustrada.
XXIII Cartas halladás en los cofres de la Reina,
Nada de firma ni ningún nombre de autor:
Por la policía serán escondidos los regalos,
y no se sabrá quién sea el amador.
XXlv El lugarteniente en la entrada del portal,
Atacará al grande de Perpignan,
E intentando salvarse en Montpertuis,
Será burlado el bastardo de Losignan.
XXV Corazón del amante abierto de encendido amor
En el arroyo embelesará a la Dama:
El medio mal falseará cansada,
El padre a los dos privará cuerpos del alma.
XXVI De Catón es hallado en Barcelona,
Puesto en abierto lugar, pedroso y alejado,
El grande que tiene y no tiene querrá Pamplona,
Por el abadiato de Montferrat neblina.
XXVII La senda por la que el uno sobre el otro carnalmente peca
Echado fuera del más desierto atrevido y agallado:
El escrito del Emperador de Fénix
Uru a quien nada es para ninguno.
XXVIII Los simulacros de oro y de plata inflad,
Que tras el rapto al fuego fueron arrojados,
Al descubierto todos extintos y enturbiados,
En el mármol inscrito, prescripto interponed.
XXIX En la cuarta columna se consagra a Saturno,
Por tierra temblante y diluvio partido
Bajo el edificio Saturnino encontrada urna,
De oro Capion contento y luego rendido.
XXX Dentro de Toulouse, no lejos de Beluzer,
Abriendo un pozo lejos, palacio de espectáculo,
Tesoro hallado, cada uno irá a contrariar,
Y en dos lugares muy cerca del templo.
XXXI Primer gran fruto el Príncipe de Persquiere,
Pero luego vendrá un muy cruel maligno,
En Venecia perderá su ufana gloria,
Y malquistado por el más alegre Celino.
XXXII Guárdate, Rey Galo, de tu sobrino,
Que hará tanto que tu único hijo
Sea maltratado a Venus voto haciendo,
Acompañado de noche que tres y seis.
XXXIII El grande nacerá de Verona y de Vicenza,
Que llevará un sobrenombre muy indigno:
Quien en Venecia quiera tomar venganza,
El mismo tomado hombre de acecho y signo.
XXXIV Después de la victoria del León sobre Lyón,
En la montaña de Ivra Secatumba,
Delves y Brodes séptimo millón,
Lyón, Ulme en Mansol muerte y tumba.
XXXV En la entrada del Garona y del Bayse,
Y la floresta no lejos de Damazán,
Campos helados, después granizo y viento frío
Hielo en la Dordonia por error de Mezán.
XXXVI Será encargado Conde ungir proclamado
De Saulne y Santalbino y Bel la obra
Pavimentar mármol de torres mira a lo lejos,
No podrán resistir y obra maestra.
XXXVII La fortaleza cerca del Tamise
Caerá por aquel entonces, el Rey allí encerrado,
Junto al puente se le verá en camisa
Uno delante muerto, después dentro del fuerte atrincherado.
XXXVIII El Rey de Blois en Aviñón reinará,
Otra vez el pueblo en monopolio,
En el Ródano por mar hará bañar
Hasta cinco, el último cerca de Nolle.
XXXIX El que haya estado por Príncipe Bizantino,
Será echado por Príncipe de Toulouse:
La fe de Foix por el jefe Tolentino
Le fallará, no rehusando la esposa.
XL La sangre del justo por Taurer la dorada,
Para vengarse de los Saturninos
En el nuevo lago sumergirán la mesnada,
Luego irán contra los Albaninos.
XLI Elegido será Renard sin decir palabra,
Haciendo pública penitencia, viviendo de pan de cebada,
Tiranizará duramente casi como un gallo,
Poniendo el pie en la garganta de los más grandes.
XLII Por avaricia, por fuerza y víolencia
Vejará a los suyos el jefe de Orleans,
En San Memir rialto y resistencia,
Muerto en su tienda que en ella duerme diván.
XLIII Por la decisión de dos cosas bastardas,
Nieto de sangre ocupará el reino,
Dentro del lictorio serán los golpes de los dardos,
Nieto con llanto arriará la enseña.
XLIV El procreado natural de Ogmión,
De siete a nueve del camino desviado
A rey de mucho y amy aumy hom,
Debe a Navarra fuerte de Pau prosternar.
XLV La mano escarpiada y la pierna vendada,
Lejos después cerca de Calais llevará,
A la consigna de orden la muerte será aplazada,
Después en el templo por Pascua sangrará.
XLVI Pol Mensole morirá a tres leguas del Ródano,
Huye las dos próximas tarascas destruidas:
Porque Marte hará el más horrible trono,
De gallo y de águila de Grancia tres hermanos.
XLVII El lago Trasimeno dará testimonio,
Algunos conjurados estarán en Perusa,
Uno de ellos se fingirá juicioso,
Y matará al Tedesco golpeando el esternón y el rostro.
XLVIII Saturno en Cáncer, Júpiter con Marte,
Dentro de Febrero Caldondon salvatierra:
Asaltado Castulón atacado por tres partes,
Cerca de Verbiesque conflicto mortal guérra.
XLIX Saturno en buey juega en el agua, Marte en flecha,
Seis de Febrero mortandad traerá,
Los de Cerdeña en Brujas tan gran brecha
Que en Ponteroso jefe Barbarino morirá.
L La pestilencia alrededor de Capadil,
Otra hambre cerca de Sagón se apresta:
El caballero bastardo de buen anciano,
Al grande de Túnez hará cortar la testa.
LI El Bizantino haciendo oblación,
Después de haber vuelto a tomar para sí Córdoba:
Su camino largo descanso tomado,
Mar pasando proa por Golongna ocupada.
LII El Rey de Bloys en Aviñón reinará,
De Amboise y semilla vendrá a lo largo del Indre
Uña en Poitiers, santas alas arruinadas
Delante de Boni... (verso incompleto).
LIII En Bolonia querrá lavar sus yerros,
No podrá en el templo del sol,
Volará haciendo cosas tan altas,
En jerarquía no hubo otro igual.
LIV Bajo el color del pacto matrimonio,
Hecho magnánimo por el gran Chirén Selín,
Quintín, Arras recobrado en el viaje
De españoles hecha segunda gran matanza.
LV Entre dos ríos se verá encerrado,
Toneles y barricas unidos para más allá pasar,
Ocho puentes rotos, jefe tan endurecido,
Niños perfectos son degollados con cuchillo.
LVI El bando débil la tierra ocupará
Los del alto lugar proferirán horribles gritos,
El gran rebaño de seres a un lado estorbará,
Tumba cerca de D. nebro descubiertos los escritos.
LVII De simple soldado llegará al imperio,
De vestido corto llegará al largo,
Valiente en la guerra, muy malo con la Iglesia,
Estrujar a los sacerdotes como con el agua hace la esponja.
LVIII Reino en querella a los hermanos dividido,
Tomar las armas y el nombre Británico,
Título Anglicano será tarde colacionado,
Sorprendido de noche conducir al aire Galo.
LIX Por dos veces arriba, por dos veces abajo
El oriente, y también el occidente, desfallecerá
Y cada adversario después de varios combates,
Por mar barrido de necesidad fallecerá.
LX Primero en Galia, primero en Romania,
Por mar y tierra a los Anglos y París
Maravillosos hechos por esta gran mesnada
Violando tierras perderá el Norlaris.
LXI Nunca por el descubrimiento del día
Llegará al signo cetrífero
Que todas sus sedes no sean estadía
Llevando al gallo don del Tao armífero.
LXII Cuando se vea el templo santo expoliar,
Más grande que el Ródano sus sagrados profanar
Por ellos nacerá pestilencia tan ancha,
Rey huido, injusto, no hará condenar.
LXIII Cuando el adúltero improvisadamente abandonado habrá
Heridos la esposa y el hijo por despecho,
Mujer desmayada al niño estrangulará:
Ocho caútivos hechos, degollarse sin respiro.
LXIV A las islas los niños serán transportados,
Los dos de siete estarán desesperados,
Los de la campiña serán soportados,
Nombre, piel, presos de las ligas, desvanecida la esperanza.
LXV El viejo frustrado en su principal esperanza,
Llegará a jefe de su imperio:
Veinte meses tendrá el reino en gran poder,
Tirano, cruel que dejará otro peor:
LXVI Cuando la escritura D.M. sea hallada,
Y una caverna descubierta a la luz de una lámpara,
Ley, Rey y Príncipe Ulpián testificados,
Pabellón Reino y Duque bajo cubierta.
LXVII Par. Car. Nersaf, hay ruina y gran discordia,
Ni uno ni otro tendrá elección,
Nersaf del pueblo tendrá ámor y concordia,
Ferrara, Colonia gran protección.
LXVIII Viejo Cardenal por el joven engañado,
Fuera de su cargo se verá desarmado,
Arlés no muestras, doble sea apercibido.
Y el licueducto y el Príncipe embalsamado.
LXIX Cerca del joven el viejo ángel bajar,
Y le vendrá a coronar al fin:
Diez años iguales al más viejo rebajar,
De tres, dos, uno, octavo serafín.
LXX Entrará villano, mezquino, infame
Tiranizando la Mesopotamia
Todos amigos hecho de adulterina dama,
Tierra horrible negro de fisonomía.
LXXI Crecerá el número tan grande de astrónomos,
Expulsados, proscritos y libros censurados,
El año mil seiscientos siete con una consagración
Que nadie en lo sagrado estará asegurado.
LXXII Cam Perusino, ¡Oh, la tremenda derrota!
Y el conflicto muy cerca de Ravena,
Paso sagrado cuando tenga lugar la fiesta.
Vencedor vencido, caballo comer la avena.
LXXIII Soldado Bárbaro el gran Rey golpeará,
Injustamente no lejano de la muerte
La madre avara del hecho será causa
Conjurador y reino en gran remordimiento.
LXXiv En tierra extraño mucho antes que el Rey entrado,
En tanto, que súbditos lo acogerán,
Su perfidia a un cierto habrá encontradó,
Que lugar de fiesta y recogimiento para la ciudad.
LXXV El padre y el hijo serán muertos a la vez
El perseguidor dentro de su pabellón.
La madre en Tours del hijo vientre tendrá hinchado,
Esconde verdura de hojas mariposa.
LXXVI Más Carnicero que rey en Inglaterra,
Lugar oscuro nacido con la fuerza tendrá el imperio:
Cobarde sin fe ni ley desangrará la tierra,
Su tiempo está tan cerca que yo suspiro.
LXXVII El Anticristo tres bien pronto aniquilado,
Veintisiete años sangre durará su guerra,
Los heréticos muertos, cautivos exiliados,
Sangre, cuerpos humanos, agua enrojecida, salpicada tierra.
LXXVIII Un Braganas con la lengua torcida
Vendrá de los dioses el santuario,
A los heréticos abrirá la puerta
Suscitando la iglesia militar.
LXXIX Quien a hierro padre perderá nacido de Nonagenario,
Sobre la de Gordón será sangre manante
En tierra extraña hará que todo calle,
Y se quemará a sí mismo y a su hijo.
LXXX De los inocentes la sangre de viuda y virgen,
Tantos males hechos por medio del gran Rojo,
Santos simulacros templados en ardiente cirio,
De horror, miedo, no verá a nadie que se mueva.
LXXXI El nuevo imperio en desolación,
Será trocado del polo aquilonario,
De Sicilia vendrá la emoción
Turbar la empresa a Felipe, tributario.
LXXXII Larga roedura, seco, haciendo buen criado,
Al fin le habrán despedido,
Mortal veneno y cartas en el cuello
Será cogido escapado al peligro.
LXXXIII La mayor vela fuera del puerto de Zara,
Cerca de Bizancio hará su empresa,
Del enemigo pérdida y no será el amigo
El tercero a dos hará gran pillaje y presa.
LXXXIV Se oirán los gritos de la Sicilia paterna,
Todos los preparativos del abismo de Trieste,
Resonarán hasta la Trinacria,
De tantas velas huye, huye la terrible peste.
LXXXV Entre Bayona y San Juan de Luz
Será puesto de Marte el promontorio
A los Hanix de Aquilón Nanar quitará luz,
Luego sofocado en la cama sin auditorio.
LXXXVI Por Hernani, Toulouse y Villafranca,
Banda infinita por el monte Adrián,
Pasa el río, Hutín por puente el escondrijo
Bayona entre todos Bichoro gritando.
LXXXVII Muerte conspirada vendrá en pleno efecto,
Carga conferida y viaje de muerte
Electa, creada, plenamente por los suyos recibida,
Sangre de inocencia ante la fe por remordimiento.
LXXXVIII A Cerdeña un noble Rey llegará,
Que sólo tendrá el Reino por tres años,
Muchos colores consigo reunirá,
El mismo diligenciero habiendo perdido el sueño.
LXXXIX Por no caer en manos de su tío,
Que para reinar asesinó a sus hijos,
Rogando al pueblo, puso el pie sobre Pelúnculo,
Muerto y arrastrado entre caballos bardados.
XC Cuando uno de los cruzados se halla con el sentido turbado
En lugar sagrado se verá un buey cornudo
Por virgen cerdo su lugar, después, será colmado,
Ninguna orden del Rey ya no será cumplida.
XCI Se agitan los campos de las regiones del Ródano
Donde los cruzados serán casi unidos,
Los dos ejércitos se encontrarán,
Y un gran número por el diluvio serán castigados.
XCII Lejos fuera del reino en viaje peligroso
Un grande para sí lo ocupará,
El Rey tendrá como rehén a uno de los suyos,
Y cuando vuelva todo el país saqueará.
XCIII Siete meses y no más durará su prelatura
Por su muerte gran cisma hará nacer:
Siete meses tendrá otro el sacerdocio,
Cerca de Venecia paz unión renacer.
XCIV Ante el lago donde el más caro fue echado
De siete meses, y su huésped derrotado
Serán los llispanos vencidos por los Albaneses,
A causa de traición en el conflicto.
XCV El seductor será puesto en la fosa,
Y atado durante cierto tiempo,
El clero unido, el jefe con su báculo
Picante diestra acogerá a los contentos.
XCVI La Sinagoga estéril sin ningún fruto
Será recibida aún entre los infieles
De Babilonia la hija del perseguido
Mísera y triste le cortará las alas.
XCVII En la desembocadura del Var cambiar el Pempotam,
Cerca de la orilla los tres bellos niños recién nacidos,
Ruina al pueblo por edad competente
Reino en el país cambiar, luego verlo crecido.
XCVIII Sangre de la gente de Iglesia será derramada,
Como agua en extraordinaria abundancia
Y por largo tiempo no será restañada
Se verá la ruina y el dolor del clero.
XCIX Por el poder de los tres Reyes temporales,
A otro lugar será transferida la Santa sede:
Donde la substancia del espíritu corpóreo,
Será repuesta y y recibida por verdadera sede.
C Por la abundancia de las armas propagadas
De arriba abajo, por lo bajo arriba,
Demasiada gran fe por juego de vida perdida,
Morir de sed por abundante defecto.
CENTURIA IX
I En la casa del traductor de Bourc
Serán encontradas las cartas sobre la mesa,
Tuerto, pelirrojo, blanco, canoso, el curso aguantará,
Quien cambiará al nuevo Condestable.
II Desde lo alto del monte Aventino voz oída,
¡Fuera! ¡Marcharos! por entrambas partes,
De la sangre de los rojos la ira será saciada,
De Rimini Prato, Columna socavada.
III La vaca magna en Ravena, gran turbación,
Conducidos por quince encerrados en Fornase:
En Roma dos monstruos de doble cabeza nacerán
Sangre, fuego, diluvio, los más grandes en el espacio.
IV Al año siguiente descubiertos por diluvio,
Dos jefes elegidos, el primero no resistirá
De huir sombra para uno de ellos el refugio,
Saquear casilla el que más aguantará.
V Tercer dedo del pie al primero parecerá
A un nuevo Monarca de bajo alto,
Que Pisa y Lucca Tirano ocupará
Del precedente corregir el defecto.
VI Por la Guyena infinidad de Ingleses
Ocuparán en nombre de Angloaquitania,
De Languedoc Ispalme Bordelais,
Que ellos llamarán después Barboxitania.
VII Quien abra el monumento hallado,
Y no venga a cogerlo pronto,
Mal le irá y no podrá probar
Si mejor debe ser Rey Bretón o Normando.
VIII Hijo del Rey causará la muerte de su padre,
Después d.el conflicto, de muerte muy fraudulenta:
Escrito hallado, sospecha dará remordimiento,
Cuando se ponga a dormir el lobo expulsado.
IX Cuando lámpara ardiente de fuego inextinguible
Sea encontrada en el templo de las Vestales,
Niño hallado fuego, agua pasando por criba:
Perecer agua Nimes, Toulouse trastornar los mercados.
X Monje monja de niño muerto expuesto,
Nutrir por una osa, y robado por el porquero,
Por Foix y Pamies el campo será puesto
Contra Toulouse Carcasona preparar trincheras.
XI Al justo injustamente llevarán a morir
Públicamente, y del medio extinguido:
Tan gran peste en el lugar vendrá a nacer,
Que los jueces se verán obligados a huir.
XII El rico tesoro de Diana y Mercurio,
Los simulacros en el lago serán hallados:
El alfarero buscando arcilla fresca
Él y los suyos de oro serán colmados.
XIII Los exiliados alrededor de Solonia
Conducidos de noche para ir a Lauxois,
Dos de Módena truculento de Bolonia,
Puestos al descubierto por fuego de Burançois.
XIV Puesto en llanura calderos de los infectores,
Vino, miel y aceite, y construidos sobre hornillos,
Serán inmersos sin maldecir malhechores,
Sept. fum. apagado con el cañón de los borneros.
XV Cerca de Parpán los rojos detenidos,
Los del medio hundidos y llevados lejos:
Tres despedazados y cinco mal sostenidos,
Por el Señor y Prelado de Borgoña.
XVI De castillo Franco saldrá la asamblea,
El embajador no grato hará cisma:
Los de Ribiera entrarán en la pelea,
Y del gran abismo negarán la entrada.
XVII El tercero empezará peor que Nerón hizo,
Será sólo valiente en sangre humana derramar:
Reediñcar hará la obra en vacío,
Siglo de oro muerto, nuevo Rey mucho alborotar.
XVIII El lis del Delfín llegará hasta Nancy
Y hasta Flandes el elector del Iinperio,
Nueva celada al gran Montmorency,
Fuera de lugares intentad librar a clere peine.
XIX En medio de la floresta de Mayena,
El Sol en Leo el rayo caerá,
El gran bastardo nacido del grande del Maine,
Aquel día Fougeres puma en sangre entrará.
XX Vendrá de noche por el bosque de Refines
Dos partes criado Herne la piedra Blanca,
El monje negro en gris dentro de Varennes
Elegido cap, causa tempestad, fuego, sangre, degüella.
XXI En el alto templo de Blois sagrado Salonne,
Noche puente del Loira, Prelado, Rey pernicante,
Deseoso de victoria en los aguazales del Saona
De donde prelatura de blancos esquivando.
XXII El Rey y su corte en lugar de gran morada,
Dentro del templo frente al palacio
En el jardín el Duque de Mantua y el Alba,
Alba y Mantor puñal lengua y palacio.
XXIII El joven hijo jugando al fresco bajo la glorieta,
Lo alto del techo en mitad de la cabeza,
El padre Rey en el templo Saint Solonne,
Sacrificando consagrará humo de fiesta.
XXIV En el palacio en las jambas de las ventanas
Serán raptados los dos pequeños príncipes,
Los llevarán a Lutecia, claustros de Denis,
Las monjas les darán a comer nueces verdes.
XXV Atravesando los puentes llegar a los rosales,
Tarde llevado más que él cuidará,
Vendrán los amigos Españoles a Beziers,
Y en esta caza la empresa fallará.
XXVI Niza salida sobre el nombre de las cartas ásperas,
La gran capa hará un obsequio no suyo:
Cerca de Voltri en los muros de verdes alcaparras,
Después de Plombin el viento en popa.
XXVII Del bosque la guardia, viento cerrado redondo puente será,
Alto el recibido golpeará al Delfín,
El viejo salmón bosques unidos pasará,
Pasando más allá del Conductor el derecho confín.
XXVIII Vela Simacle puerto Masiólico,
En el puerto de Venecia avanzar hacia Panonia:
Partir del golfo y Seno Ilírico,
Asolación en Sicilía, Lígures disparos de cañón.
XXIX Cuando aquel que a nadie concede tregua,
Abandonar quiera lugar tornado-no-tornado:
Fuego nave por sangres, yermo en Charlieu,
Serán Quintín y Balez de nuevo ocupados.
XXX En el puerto de Pola y de San Nicolás,
Peligro Normando en el golfo Fanático,
Cap. de Bizancio rutas, ¡ay!, gritar,
Socorros de Gaddes y del gran filípico.
XXXI El temblor de tierra en Mortara,
Cassich San Jorge medio derruido:
Paz amodorrada, despertará la guerra,
Dentro del templo en Pascua abismos hundidos.
XXXII De fino pórfido profundo filón hallado,
Bajo la lastra escritos capitolinos:
Huesos pelos arrancados Romano fuerza probada,
Flota agitar en el puerto de Metelino.
XXXIII Hércules Rey de Roma y Dinamarca,
De Galia tres Guión cognominado,
Temblar Italia y la ola de San Marcos,
Primero sobre todos monarca rénombrado.
XXXIV Sólo el par marido será mitrado,
Retorno conflicto pasará por la teja:
Por quinientos un traidor será titulado,
Narbón y Saulce por cuartillos tenemos aceite.
XXXV La Ferdinand rubia será escoltada,
Dejar la flor, sordidez el Macedón:
En la gran necesidad errará el camino,
E irá contra el Mirmidón.
XXXVI Un gran Rey cogido entre las manos de un Ioyne,
No lejos de Pascua confusión cuchillada:
Prisioneros perpetuos tiempo que rayo en la inquina,
Cuando tres hermanos se hieran y homicidio.
XXXVII Puente y molinos en Diciembre derribados,
Tan alto subirá el Garona:
Muros, edificio, Toulouse abatidos,
Que nadie encontrará su lugar ni la matrona.
XXXVIII La entrada de Blaye por Rochela y el Inglés,
Pasará más allá el gran Emaciano,
No lejos de Agen esperará el Galés
Socorro Narbona defraudada por el coloquio.
XXXIX En Arbissel a Veront y Carcari,
De noche llevado por Savona capturar,
El avispado Gascón Turby, y la Scerry
Detrás del muro viejo y nuevo palacio afectar.
XL Cerca de Quintín, en el bosque espeso,
En la Abadía estarán Flamencos atrincherados:
Los dos hermanos menores, de golpes medio aturdidos,
En seguida oprimidos y guardias todos comprados.
XLI El gran Chirén se apoderará de Aviñón,
De Roma cartas en miel mezcladas de amargura,
Carta embajada partir de Chaniñón,
Carpentras tornado por duque negro de roja pluma.
XLII De Barcelona, de Génova y Venecia,
De la Sicilia peste Monet unidos:
Contra la Bárbara armada apuntará,
Bárbaro empujado muy lejos hasta Túnez.
XLIII Próximo a descender el ejército Crucífero
Será acechado por los Ismaelitas,
Por todas partes batidos por nave Raviera,
Pronto por diez galeras selectas asaltados.
XLIV Migrad, migrad de Ginebra todos,
Saturno de oro en hierro se trocará,
Él contra Raypoz exterminará a todos,
Antes,del acontecer el cielo signos hará.
XLV No se cansará nunca de pedir,
Gran Mendosus obtendrá su imperio
Lejos de la corte exigirá,
Piamonte, Picardía, París, Tirón el peor.
XLVI Abandonad, huid de Toulouse los rojos,
Del sacrificio haced reparación,
El caudillo del mar a la sombra de las calabaceras,
Muerto estrangulado, carne abominación.
XLVII Los subscritos de indigna liberación,
Y de la multa serán contraavisados:
Cambio monarca puesto en serio peligro,
Encerrado en jaula se verán cara a cara.
XLVIII La gran ciudad de Océano marítimo
Rodeada de almenas de cristal:
En el solsticio de invierno y primavera,
Será tentada de viento aterrador.
XLIX Gante y Bruselas marcharán contra Amberes
Senado de Londres condenarán a muerte a su Rey,
La sal y el vino le serán al revés,
Para tener ellos el reino en desorden.
L Mendosus pronto vendrá a su alto reino,
Dejando un poco atrás a los Norlaris:
El rojo palidece, el varón en el interregno,
El joven teme y espanto en Barbaris.
LI Contra los rojos sectas se alinearán,
Fuego, agua, hierro soga para la paz se consumirá,
AI punto de morir quienes hayan maquinado,
Menos uno que más que todo al mundo arruinará.
LII La paz se acerca por un lado, y la guerra
Nunca fue la persecución tan grande,
Gemir, hombre, mujer, sangre inocente por tierra,
Y esto será de Francia por doquier.
LIII El joven Nerón en las tres chimeneas
Hará lazos vivos por Gala echar,
Feliz quien lejos esté de semejantes intrigas,
Tres de su sangre le harán de muerte acechar.
LIV Llegará al puerto de Corsibona,
Cerca de Ravena, que saqueará la dama,
En mar profundo legado de la Ulisbona
Bajo piedra escondida raptarán setenta almas.
LV ¡La espantosa guerra que en Occidente se apresta!
Al año siguiente vendrá la pestilencia,
Tan fuerte y horrible que ni jóvenes, ni viejos, ni bestias,
Sangre, fuego, Mercurio, Marte, Júpiter en Francia.
LVI Campo junto a Noudam pasará Goussan ciudad,
Y en Malotes dejará su enseña,
Convertirá al instante a más de mil,
Buscando poner a las dos en argolla y cadena.
LVII En lugar de Drux un rey reposará,
Y buscará ley cambiando de anatema,
Mientras el cielo con tal fuerza tronará,
Nueva pérdida el rey se matará a sí mismo.
LVIII Por el lado izquierdo hacia Vitry
Serán acechados los tres rojos de Francia,
Rojos todos muertos, pero el negro no,
Por los bretones puesto a salvaguardia.
LIX A la Ferté la Vidame tomará
Nicol teñido de rojo que había producido la vida,
El gran Layla que tendrá renombre nacerá,
Dando Borgoña a los Bretones por hastío.
LX Conflicto Bárbaro en la Corneta negra,
Sangre derramada, temblar Dalmacia,
Gran Ismael pondrá su promontorio,
Ranes temblar, socorro desde Lusitania.
LXI Pillaje hecho en la costa marina,
Incita atado y padres llevados,
Muchos de Malta por el hecho de Mesina,
Estrechos cerrados serán mal custodiados.
LXII En la de Cheramón gran ágora
Estarán los cruzados en fila todos atados,
El portero Opi y Mandrágora,
Rojizo de Octubre al tercero harán soltar.
LXIII Quejidos y llantos, gritos y grandes alaridos,
Cerca de Narbona, en Bayona y en Foix,
¡Oh, qué horribles y calamitosos cambios
Antes de que Marte complete algunas veces!
LXIV El Emaciano pasará montes Pirineos,
En Marte Narbón no hará resistencia,
Por mar y tierra hará grandes avances,
Jefe sin tierra segura para permanencia.
LXV En el rincón de la Luna vendrá a posarse
Donde será tomado y puesto en tierra extraña,
Los frutos inmaduros darán gran alboroto,
Gran vituperio, a uno gran alabanza.
LXVI Paz, unión habrá y cambio,
Estados, ministerios, bajo alto y alto muy bajo,
Preparar viaje, el fruto primer tormento,
No más guerras, procesos civiles, debates.
LXVII Desde lo alto de los montes alrededor de Lizere
Puerto en la roca Valent cien reunidos
De Chasteauneuf Pedro junto con una doncella,
Contra el Crest Romans hace asamblea.
LXVIII Del monte Aymar habrá noble obscurecimiento,
El mal vendrá en la confluencia del Saona y Ródano,
En los bosques escondidos soldados día de Lucía,
Y nunca hubo un trono tan horrible.
LXIX Sobre el monte de Baylly y la Bresle
Esrarán escondidos los valientes de Grenoble,
Más allá de Lyón, Viena, por ellos tan denso pedrisco,
Sólo un tercio de las gotas permanecerá en tierra.
LXX Instrumentos cortantes escondidos en las teas
En Lyón el día del Sacramento,
Los de Viena serán muy pronto muertos
Por los cantones Latinos, Mascon no miente.
LXXI En los lugares sagrados muchos animales se han visto,
Con el que de día no se atreve,
En Carcasona por desgracia afortunada
Será puesto para una más amplia morada.
LXXII Todavía serán los santos templos profanados,
Y saqueados por el Senado Tolosino,
Saturno dos tres ciclos cumplidos,
En Abril, Mayo, gente de nueva levadura.
LXXIII En Foix entrado Rey llamado Turbán,
Y reinará menos evolución Saturno,
Rey Turbán blanco en Bizancio cantará victoria,
Sol, Marte, Mercurio junto a la urna.
LXXIV En la ciudad de Fertsod homicidio,
Hecho y hecho muchos bueyes antes de matar,
Retorno todavía a los hombres de Artémida,
Y a Vulcano cuerpos muertos sepulturar:
LXXV De la Ambracia y del país de Tracia
Pueblo marinero, mal y socorro Gálico,
Una Tracia perpetua en Provenza,
Con vestigios de sus costumbres y sus leyes.
LXXVI Con el negro Rapaz y sanguinario,
Salido del lecho del inhumano Nerón,
Entre dos ríos mano izquierda militar,
Será herido por el calvo Ione.
LXXVII Tomado el reino el Rey invitará
La dama capturada a muerte jurados a suerte,
La vida del hijo de la Reina se negará,
Y la pelliza al fuerte del conhorte.
LXXVIII La dama griega de encantadora belleza,
Feliz dotada de virtudes innumerables,
Trasladada fuera al reino Hispánico,
Hecha prisionera morirá de muerte miserable.
LXXIX El jefe de la flota por estratagema fraudulento,
Hará tímido salir de sus galeras,
Salidos muertos jefe violentamente renegado,
Después pagarán por la doblez con la misma moneda.
LXXX El Duque querrá a los suyos exterminar,
Enviar los más fuertes a lugares extraños,
Por tiranía Bize y Luc arruinar,
Luego los Bárbaros sin vino harán vendimias.
LXXXI El taimado Rey preparará sus artimañas
Por tres lados diversos al enemigo atacar,
Un número extraño lágrimas de espasmos
Vendrá Lemprin de al traductor atacar.
LXXXII Por el diluvio y fuerte pestilencia,
La ciudad grande por mucho tiempo sitiada,
El centinela y guardia de mano muerta,
Súbitamente preso, pero en nada ultrajado.
LXXXIII Día veinte de Tauro la tierra tan fuerte temblará,
El gran teatro atestado se hundirá,
El aire, cielo y tierra oscurecerse y temblar,
Entonces Dios con sus santos al infiel arrollará.
LXXXIV Rey expuesto rematará la hecatombe,
Después de haber hallado su origen,
Torrente abrir de mármol y plomo la tumba,
De un gran Romano de Medusina insignia.
LXXXV Pasar Guinea, Languedoc y el Ródano,
De Agen los dueños, de Marmanda y la Roole,
De abrir con fuego la pared, Foceo conservará su trono,
Conflicto cerca de Saint Pol de Manseole.
LXXXVI Del burgo Lareyne llegarán directo a Chartres
Y harán junto al puente Anthoni pausa,
Siete por la paz cautelosos como Martres,
Harán entrada de ejército en París clausurado.
LXXXVII Por la selva de Toufon desbrozada,
Por la ermita será puesto el templo,
El Duque de Estempes por su astucia inventada,
Del monte Lehori prelado dará ejemplo.
LXXXVIII Calais, Arras, socorro a Theroanne,
Paz y fingimiento simulará la escucha,
Tropa de Alóbroges descenderá por Roane,
Evitar el pueblo que deshará la ruta.
LXXXIX Siete años será Felipe próspera fortuna,
Abatirá de los Árabes el esfuerzo,
Luego su gloria perpleja, asunto complicado,
Joven Ogmión doblegará su fuerza.
XC Un capitán de la gran Germania
Vendrá a rendirse por sünulado auxilio
Al Rey de los Reyes ayuda de Pannonia,
Y su revuelta hará de sangre gran curso.
XCI La horrible peste Perinto y Nicópolis,
El Queroneso resistirá a Marcelonia,
Tesalia devastará a Anfípolis,
Mal desconocido, y el rechazo de Antonio.
XCII El Rey querrá en ciudad nueva entrar,
Por los enemigos expugnar se llegará
Cautivo liberado falso decir y perpetrar,
Rey fuera estar, lejos de enemigos resistirá.
XCIII Los enemigos del fuerte muy alejados,
Por carreteras conducido el bastión,
Por sobre los muros de Bourges fortificados,
Cuando Hércules derrote al Emación.
XCIV Débiles galeras estarán unidas juntas,
Enemigos falsos el más fuerte al bastión:
Débiles arremetidas, tiembla Bratislavia
Lubec y Misia parte bárbara tendrán.
XCV El nuevo hecho dirigirá, el ejército,
Próximo abatido hasta cerca de la orilla,
Esperando auxilio del Milanés potaje selecto,
Duc falto de ojos en Milán hierro de jaula.
XCVI En ciudad entrar ejército rechazado,
Duc entrará por persuasión,
Ante débiles puertas clamores ejército llevado,
Entregarán a fuego, muerte, de sangre efusión.
XCVII De mar las armadas en tres partes divididas,
A la segunda los víveres faltarán,
Desesperados buscando campos Elíseos,
Primeros por brecha eptrados victoria tendrán.
XCVIII Los afligidos por falta de un solo envite,
Contraguiando a la parte opuesta,
A los Lygoneses ordenará que forzados
Habrán de rendirse al gran jefe de Molita.
XCIX Viento Aquilón hará partir la sede,
Por muros echar cenizas, cal y polvo:
Por lluvia luego que les causará más daño,
Último socorro llegar desde su frontera.
C Pugna naval noche será superada,
El fuego en las naves en el Occidente ruina
Rúbrica nueva, la gran nave colorada,
Ira para el vencido y victoriosa en neblina.
CENTURIA X
I Al enemigo, el enemigo fe prometida,
No se guardará, los cautivos retenidos,
Presos, urge la muerte y el resto en camisa,
Condenado el resto para ser sostenidos.
II Vela de galera vela de nave esconderá,
La gran flota hará salir a la pequeña,
Diez naves próximas la envolverán empujar,
Gran derrota unidas a se reunir.
III Y luego sacará afuera cinco rebaños,
Un fugitivo por Penelón dejará,
Falso murmurar, socorro venir de ellos,
El jefe entonces el asedio abandonará.
IV Hacia medianoche conductor de la armada,
Se salvará súbitamente desvanecido,
Siete años después el hambre no reprochada
A su regreso nunca dirá que sí.
V Albi y Castres constituirán nueva liga,
Nuevos Arrianos Lisboa y Portugueses,
Carcas, Toulouse consumirán sus lizas,
Cuando jefe nuevo monstruo de Lauragues.
VI Sardón, Nemans tan alto desbordarán
Que se deseará Deucalión renacer,
En el coloso la mayor parte huirá
Vestal sepulcro fuego apagado resurgir.
VII El gran conflicto que se prepara en Nancy,
El Emaciano dirá yo someto todo,
La isla Británica por vino, sal en abundancia,
Hem. mi. dos Phi. por largo tiempo no ocupará Mets.
VIII Indice y pulgar recorrerán la frente
De Senegalia el Conde a su propio hijo,
La Myrnamea por varios de señalada frente,
Tres en siete días heridos de muerte.
IX Las higueras de Castillón día de niebla,
De mujer infame nacerá soberano príncipe
Sobrenombre de calzado para sí mismo póstumo,
Nunca hubo un peor Rey en su provincia.
X Obra de muerte, enormes adulterios,
Gran enemigo de todo el género humano,
Que será peor que sus abuelos, tíos ni padres,
En hierro, fuego, agua, sanguinario a inhumano.
XI Debajo de lonchere del paso peligroso
Hará pasar el póstumo su tropa,
Los montes Pirineos pasar fuera su bagaje,
De Perpignan correrá el Duque a Tende.
XII Elegido Papa, de elegido será burlado,
Súbito de pronto emocionado dispuesto y tímido,
Por demasiada dulzura a morir provocado,
No más temor la noche de su muerte guía.
XIII En los pastos de animales rumiantes
Por ellos conducido al vientre helbipólico,
Soldados escondidos, las armas ruido haciendo,
No lejos tentado de la ciudad Antipólica.
XIV Urnel Vaucile sin consejo de sí mismo
Osado tímido, por miedo preso, vencido,
Acompañado de algunas rameras lívidas,
En Barcelona a los cartujos convencido.
XV Padre duque viejo de años y de sed cargado,
El último día el hijo rechazando el vaso
Dentro del pozo vivo muerto será inmerso,
Senado al hijo la muerte lenta y ligera.
XVI Felices en el reino de Francia felices de vida,
Ignorando sangre, muerte, furor y rapiña,
De no aduladores serán puesto en envidia,
Rey ocultado, demasiado hígado en la cocina.
XVII La Reina Ergaste viendo a su hija pálida,
Por un remordimiento en sus íntimas entrañas,
Lanza gritos lastimeros de auxilio a Angoulême,
Y al germánico matrimonio excluido.
XVIII El rango Lorenés cederá lugar a Vendosme,
Lo de arriba y abajo, y lo de abajo arríba,
El hijo de Hamón será elegido en Roma,
Y los dos grandes habrán fracasado.
XIX Día en que será por Reina saludada,
El día después la salvación, la plegaria:
La cuenta hecha razón y balbuceada,
Por antes humilde nunca se sintió tan ufana.
XX Todos los amigos que hayan tomado partido,
Por rudo en cartas muerto y saqueado,
Bienes olvidados por fijo gran fianza,
Nunca romano pueblo fue tan ultrajado.
XXI Por el despecho del Rey sosteniendo lo liviano,
Será herido presentándole los anillos;
El padre al hijo queriendo inspirar nobleza
Hecho, como en Persia antes los Magos hicieron.
XXII Por no querer consentir al divorcio,
Que luego se ha reconocido indigno,
El Rey de las Islas, será expulsado a la fuerza,
Puesto en su lugar quien de rey no tendrá signo.
XXIII Ál pueblo ingrato hechas las reprensiones,
Entonces la armada se apoderará de Antibes,
En el arco Monech harán las reclamaciones
Y en Frejus uno y otro tomará Ribe.
XXIV El cautivo príncipe en las Italias vencido
Pasará Génova por mar hasta Marsella,
Por gran esfuerzo de los extraños sobrevencido,
Salvo un disparo a un barril licor de abejas.
XXV Por Nebro abrir de Brisanne pasaje,
Bien alejados el rago hará muestra,
En Pelligouse se cometerá el ultraje
De la gran dama sentada en la orquesta.
XXVI El sucesor vengará a su cuñado,
Ocupar reino con pretexto de venganza,
Abatido obstáculo su sangre muerte vitupera,
Largo tiempo Bretaña se alineará con Francia.
XXVII Por el quinto y uno gran Hércules
Vendrán a abrir el templo con mano bélica,
Un Clemente, Julio y Ascans retrocede,
La espada, llave, águila, no tuvieron tanta lucha.
XXVIII Segundo y tercero que hacen la primera música
Serán sublimados en honor por el Rey,
Por pingüe y magra y casi media ética
Informe de Venus falso volverá deprimido.
XXIX De Pol Mansol en caverna de cabras
Escondido y apresado sacado fuera por la barba,
Cautivo conducido como bestia fiera
Por Begourdans llevado cerca de Tarbes.
XXX Sobrino y sangre del santo recién llegado,
Con el sobrenombre sostienen arcos y cubierto
Serán arrojados y condenados a muerte arrojados desnudos,
En rojo y negro convertirán su verde.
XXXI El sacro imperio vendrá a Germania,
Ismaelitas hallarán lugares abiertos,
Asnos querrán también la Carmania,
Los fundamentos de tierra bien cubiertos.
XXXII El gran imperio cada uno lo va a desear,
Uno sobre los demás lo llegará a obtener,
Pero polo tiempo durará su reino y ser,
Dos años apenas se podrá aguantar.
XXXIII La facción cruel en vestido talar,
Vendrá a esconder debajo añlados puñales:
Tomar Florencia el duque y el lugar diflongo,
Su descubrimiento por inmaduros y desleales.
XXXIV Galo que imperio por guerra ocupará,
Por su cuñado menor será traicionado,
Por caballo rudo volteado arrastrado,
Por ello el hermano por mucho tiempo odiado será.
XXXV Hijo menor del Rey encendido de ardiente lujuria,
Para gozar de su prima hermana:
Vestido de mujer en el templo de Artemis:
Viandante herido por un desconocido del Maine.
XXXVI Después del Rey del Soucq hablando de guerras,
La isla Harmótica lo despreciará:
Durante bastantes años royendo él y robando,
Por tiranía el ser de la Isla cambiará.
XXXVII Gran motín junto al lago de Borget,
Se reunirán cerca de Montmelián:
Siguiendo más allá pensadores harán proyectos,
Chambery Moriane combate San Julián.
XXXVIII Amor alegre no lejos establece la sede,
Por el santo Bárbaro estarán las guarniciones:
Ursinos Hadria por Galos pondrán trampa,
Por miedo rendidos del ejército a los Grisones.
XXXIX Primer hijo de la viuda desgraciado matrimonio,
Sin hijo alguno dos Islas en discordia,
Antes de dieciocho años edad incompetente,
Cerca del otro más difícil el acuerdo.
XL El joven nacido en el reino Británico,
Que el padre agonizante habrá recomendado,
Aquél muerto Lonole. dará tópico,
Y dará a su hijo el reino demandado.
XLI En la frontera de Caussade y Charlus,
No muy lejos del fondo del valle,
De Ciudad Franca música a sones de laúd,
Combouls y gran entorno rodeado.
XLII El reino humano de Ánglica progenie
Hará a su reino paz y union tener:
Cautiva guerra mitad de su clausura,
Largo tiempo la paz les hará mantener.
XLIII El tiempo demasiado bueno, demasiada bondad real,
Hace y deshace pronto improvisada negligencia:
Creerá ligero fallo de esposa leal,
El condenado a muerte por su benevolencia.
XLIV Cuando un Rey marche contra los suyos,
Nativo de Blois, subyugará a los Lígures,
Mammel, Córdoba y los Dálmatas,
De siete luego la sombra al Rey dádivas y los muros.
XLV La sombra del reino de Navarra no verdadero,
Hará el camino del trono ilegítimo:
De Cambrai el incierto consentimiento prometido,
Rey Orleans dará muro legítimo.
XLVI Vida, suerte, muerte del oro, villana indigna,
Será de Saxonia no nuevo elector:
De Brunswick mandará de amor un signo,
Haciéndolo falso al pueblo seductor.
XLVII De Bourze a la Dama Guyrlande,
Por la traición hecha se le ensalzará
El gran Prelado de Leon por Formande,
Falsos peregrinos y ruina del raptor.
XLVIII En lo más hondo de España enseña,
Saliendo del término y de los confines de Europa,
Tumultos pasando junto al puerto de Laigne,
Su ejército por banda será derrotado.
XLIX Jardín del mundo junto a ciudad nueva,
En el camino de las montañas socavadas:
Será asido y sumergido en la cuba,
Bebiendo a la fuerza aguas sulfurosas envenenadas.
L El Mosa al día, tierra de Luxemburgo,
Descubrirá Saturno y tres en la urna,
Montaña y llano, villa, ciudad y pueblo,
Lorena diluvió, consumar gran traición.
LI De los lugares planos y bajos del país de Lorena,
Serán las bajas Alemanias unidas:
Por los del cerco, Picardos, Normandos, del Maine
Y a los cantones se habrán reunido.
LII Donde Laye y Escalda se casan,
Serán las bodas largo tiempo preparadas:
En el lugar de Amberes donde las aguas corren,
Joven ancianidad consorte inficionado.
LIII Los tres pellejeros de lejos se batirán,
El mayor por poco quedará a la escucha:
El gran Selín no sera ya más jefe,
Lo nombrará fuego peltre, blanca ruta.
LIV Nacida en este mundo de fugaz concubina,
A dos puesta en alto por las tristes noticias,
Entre enemigos será hecha cautiva,
Conducida a Malinas y Bruselas.
LV Las desgraciadas bodas se celebrarán
Con gran alegría: pero el fin desgraciado,
Marido y madre nuera desdeñarán,
El Fibe muerto y nuera más lastimosa.
LVI Prelado real estará muy debilitado,
Gran flujo de sangre saldrá por su boca,
El reino Ánglico por reino respirado,
Largo tiempo muerto vivó en Tunis como cepa.
LVII El sobrevenido no conocerá su cetro,
Los hijos jóvenes de los mayores odiará:
Y nunca existió un ser más cruel,
Para sus esposas a muerte el negro expulsará.
LVIII En tiempo de luto cuando el felino monarca,
Guerree contra el joven Emaciano:
Galia sacudir, hundir la barca,
Intentar Focen a la Poniente empresa.
LIX En Lyón veinticinco de un hálito,
Cinco ciudadanos Germanos, Brescianos, Latinos:
A escondidas del noble conducirán larga cola
Y descubiertos por ladridos de mastines.
LX Lloró por Niza, Manego, Pisa, Génova,
Savona, Siena, Capua, Módena, Malta:
Por encima sangre y puñal por aguinaldo,
Fuego, temblor de tierra, agua, desdichada cuenta.
LXI Belta, Viena, Emorre, Sacarbance,
Querrán entregar a los Bárbaros Pononia:
De fuego y sangre en ciudad de Bizancio,
Los conjurados descubiertos por matrona.
LXII Cerca de Sorbin para atacar Hungría,
El heraldo de Brudes los vendrá a advertir:
Jefe Bizantino, Sallón de Esclavonia,
A la ley de Árabes los vendrá-a convertir.
LXIII Cidrón, Ragusa, la ciudad de San Hierón,
Reivindicará el mendicante socorro:
Muerto hijo del Rey por muerte de dos airones,
El Árabe y Hungría seguirán un mismo curso.
LXIV Llora Milán, llora Luca, Florencia,
Que tu gran Duque al carro subirá,
Cambiar la sede junto a Venecia se avanza,
Cuando Colonia cambie a Roma.
LXV ¡Oh, vasta Roma!, tu ruina se acerca,
No de tus muros, de tu sangre y substancia:
El aspro con letras hará muy horribles muescas,
Hierro afilado metido a todos hasta el mango.
LXVI El jefe de Londres por reino la América,
La isla de Escocia empeorará por la helada:
Rey Reb tendrán un tal falso Anticristo,
Que les obligará a todos a entrar en la pelea.
LXVII El temblor muy fuerte en el mes de mayo,
Saturno, Capricornio, Jupiter, Mercurio en Tauro:
Venus, también Cáncer, Marte en Nonnay,
Caerá pedrisco más grueso que un huevo.
LXVIII La armada del mar ante ciudad se situará,
Luego sin ir muy lejos partirá:
Ciudadanos gran presa en tierra tomarán,
Volver escuadra cobrará de nuevo gran empuje.
LXIX El hierro luciendo como nuevo, aun siendo viejo,
Serán tan grandes por mediodía Aquilón:
De su propia hermana grandes alas alzadas,
Huyendo herido al zarzal de Ambellón.
LXX El ojo por objeto hará tal excrecencia,
Tanta y tan ardiente que caerá la nieve.
Campo irrigado irá en decadencia,
Que el primado sucumbirá en Rege.
LXXI La tierra y el aire se helarán tanto,
Cuando se vaya en jueves a venerar
Lo que nunca será ni fue tan bello,
De las cuatro partes te vendrán a honrar.
LXXII El año mil novecientos noventa y nueve, siete meses,
Vendrá del Cielo un gran Rey de horror:
Resucitar al gran Rey de Angolmois,
Antes, después, Marte reinará por buena dicha.
LXXIII El tiempo presente junto con el pasado,
Será juzgado por el gran Jovialista:
El mundo tarde le habrá cansado,
Y desleal por la clerecía jurista.
LXXIV Al, término del Gran número séptimo,
Aparecerán en el tiempo juegos de Hecatombe,
No lejos de la gran edad milésima,
Que los entrados saldrán de sus tumbas.
LXXV Tan esperado no volverá jamás,
Dentro de Europa, en Asia aparecerá,
Uno de la liga salido del gran Hermes,
Y sobre todos los Reyes de Oriente crecerá.
LXXVl El gran Senado otorgará la pompa,
A uno que después será vencido expulsado,
Sus partidarios serán a son de trompa
Bienes subastados, enemigos desterrados.
LXXVII Treinta partidarios del orden de los quírites,
Proscritos, sus bienes entregados a sus adversarios,
Todos sus servicios tenidos por deméritos,
Flota dispersa entregada a los corsarios.
LXXVIII Súbita alegría en súbita tristeza,
Será en Roma en gracias abarcadas,
Luto, gritos, llantos, lágrimas sangre excelente regocijo
Contrarias bandas sorprendidas y deshechas.
LXXIX Los viejos caminos serán todos embellecidos,
Se pasará a Menfis a legiones,
Tan gran Mercurio de Hércules flor de lis,
Haciendo temblar la tierra, mares y regiones.
LXXX En el Reino grande del gran reino reinante,
Con la fuerza de las armas las grandes puertas de bronce
Hará abrir, el Rey y Duque llegado,
Puerto demolido, nave hundida, día sereno.
LXXXl Puesto tesoro templo ciudadanos Hespérides,
En aquel retirado y secreto lugar:
El templo abrir los lazos famélicos,
Recobrado, arrebatado, presa horrible en la mitad.
LXXXII Gritos, llantos, lágrimas vendrán con cuchillos,
Simulando huir darán el último asalto:
En los parques de los alrededores plantar profundos bancales,
Vivos y rechazados y heridos en el asalto.
LXXXIII De luchar será dado el signo,
Del parque se verán constreñidos a salir fuera:
La enseña de Gante en los alrededores será vista,
El que obligará a todos los suyos a morir.
LXXIV Lo natural a tan alto no baja,
Volver tarde hará maridos contentos:
El Recloing no quedará sin debates,
Empleando y perdiendo todo su tiempo.
LXXXV El viejo tribuno al borde de la angustia,
Será apresado, cautivo no liberar,
El viejo no viejo, el mal hablando tímido,
Por legítimo a sus amigos entregado.
LXXXVI Como un grifo vendrá el Rey de Europa,
Acompañado por los de Aquilón,
De rojos y blancos conducirá gran tropa,
Y contra el Rey de Babilonia irán.
LXXVII Un gran Rey ocupará el Puerto junto a Niza,
Y hará de él el gran Imperio de la muerte
En los Antípodas pondrá su novilla,
Por mar la Pille todo desaparecerá.
UXXVIII Pies y Caballo en la segunda vigilia
Harán un magnífico ingreso todo por el mar:
Dentro de la felpa entrará de Marsella,
Llanto, gritos y sangre, jamás ningún tiempo tan amargo.
LXXXIX De ladrillo en mármol serán los muros reducidos,
Siete y cincuenta años pacíficos:
Alegría para los humanos, renovado el acueducto,
Salud, grandes frutos, alegría y tiempos maléficos.
XC Cien veces morirá el tirano inhumano,
Puesto en su lugar un sabio y bonachón,
Todo el Senado estará bajo su mano,
Provocado será por un astuto temerario.
XCI Clero Romano, el año mil seiscientos y nueve,
En el primer día del año habrá elección:
De uno gris y negro de la Compañía salido,
Nadie nunca fue astuto como él.
XCII Ante el padre el hijo será muerto,
El padre después entre cuerdas de junco,
Pueblo Genovés será esforzado,
Yaciendo el jefe en medio como un tronco.
XCIII La barca nueva recibirá los viajes,
Allí y luego transferirán el Imperio:
Beaucaire, Arlés los rehenes retendrán,
Cerca de dos columnas halladas de Porfirio.
XCIV De Nimes, de Arlés, y Viena despreciar,
No obedece todo al edicto de Hespérida:
A los trabajos por el grande condenar,
Seis escapados en hábito seráfico.
XCV A las Españas llegará un Rey muy poderoso,
Por mar y tierra subyugado nuestro Mediodía:
Este mal hará, rebajando a la Media Luna,
Bajar las alas a los del Viernes.
XCVI Religión del nombre de los mares vencerá,
Contra la secta del hijo Adaluncatif,
Secta obstinada deplorada temerá,
De los dos heridos por Alef y Alef.
Xcvit Trirremes llenos de cautivos de toda edad,
Tiempo bueno va a malo, lo dulce por amargura:
Botín para los Bárbaros muy pronto cogerán las armas,
Con el deseo de ver lamentarse al viento la pluma.
XCVIII El claro esplendor a doncella gozosa
No lucirá más, mucho tiempo estará sin sal
Con mercaderes, rufianes, lobos, odiosa,
Todos mezclados, monstruo universal.
XCIX El fin; el lobo, el león, el buey y el asno,
Tímida dama estarán con mastines:
No caerá ya más para ellos el dulce maná,
Mayor vigilancia y custodia a los mastines.
C El gran Imperio será para Inglaterra,
El Pempotam de años más de trescientos,
Grandes tropas pasarán por mar y tierra,
Los Lusitanos no estarán de ello muy contentos.
FIN

El título completo del libro perdido “Nostradamus Vaticinia” es “Vaticinia Michaelis Nostradami de Futuri Christi Vicarii ad Cesarem Filium D. I. A. Interprete”. Los manuscritos los encontraron Enza Massa y Roberto Pinotti, periodistas italianos que estaban investigando en la Biblioteca Nacional de Italia, bajo el título Nostradamus Vaticinia Codex y fueron traducidos al castellano como Vaticinios de Nostradamus. Estas revelaciones y profecías de Nostradamus se encuentran catalogadas en la biblioteca con el nombre de: “Fondo Vittorio Emanuele 307”.
El libro desaparecido es profético. En1923 Mussolini supo del libro que predecía a los fascistas en el poder y contra el Papa. El libro desaparecido llegó al Vaticano entre el Siglo XVI y XVII, según la historia. Nostradamus le dejó el manuscrito a su hijo César, que a su vez se lo llevó a un cardenal: Maffeo Barberini, quien años más tarde se convertiría en el papa Urbano VIII. Nostradamus lo mandó al cardenal Barberini (Francesco Barberini fue un cardenal católico italiano, especialmente recordado como mecenas ) porque sugería y suponía correctamente en sus predicciones que él podía ser el Papa Urbano VIII, como sucedió. El libro Vaticinios de Nostradamus tiene la firma del vidente más famoso del mundo, pero hay una hipótesis de que el hijo de Michel Nostradamus: Cesar – Cèsar de Notredame / César de Nostredame (1553-1629), en latín Caesar Nostradameus fue el autor o pintor del libro secreto o libro perdido de Nostradamus, y no su padre, ya que se piensa que el Michel no habría sido capaz de pintar esas láminas, ya que padecía de artritis; ¿Fue Cesar el autor ya sea por iniciativa propia o dirigido por su padre? Pero Nostradamus padre dejó en claro que su don de videncia terminaba con él y no seguiría con el hijo. Pero regresando con el libro, un epílogo inscrito por los bibliotecarios de la Orden de los Cartujos, luego de que el Papa tuviera el manuscrito o códice, que pasar 400 años para que el libro fuese rescatado del olvido. El documento original puede encontrarse en la Biblioteca antes mencionada bajo el “Fondo Vittorio Emanuele 307”.

El libro perdido de Nostradamus, estaba firmado por Michel de Notredame o Nostradamus (y a pesar de eso hay discrepancias y escepticismo) y había ingresado a la biblioteca en el año 1629 según lo indicaban los registros. El documento es del siglo XVII, época en que vivió Nostradamus.
Hay quienes piensan que los Cataros fueron los autores del libro perdido, y si fue así, se cree que ellos revelan en realidad que el Papa es o será, cercano al día del juicio (final de los tiempos) el mismísimo anticristo. El manuscrito también es conocido como el libro de profecías finales referentes al fin del mundo.
Libro perdido de Nostradamus, códice secreto aún no resuelto del todo.
Las ilustraciones proféticas muestran a papas, decapitaciones, extrañas criaturas, objetos simbólicos, cartas, estandartes cruzados, cornetas, velas, entre muchas otras figuras extrañas. También presentan tres estilos de escritura distintas. Algunas de estas escrituras parecen formar figuras similares a números romanos o referencias ocultas a nombres personales.
El libro fue inspirado por las profecías papales del abad Joaquín de Fiore, un monje calabrés cisterciense del siglo XII, basándose en las predicciones bajo el Apocalipsis de San Juan, Joaquin da Fiore indicó que el apocalipsis estaría apuntando a nuestros días.
Algunas pinturas revelan nuevas profecías y otras se mantienen indescifrables o hacen referencia a estrofas que no son indicadas. Entre algunas ilustraciones podemos ver a un Papa con cuerpo de perro, sacerdotisas, clérigos siendo atacados e incluso un papa de tez negra.
La última imagen que se representa en el éxodo de una ciudad fortificada gobernada por un papa de tez negra ¿el papa negro? y su corte; mientras alrededor de ellos, se ve una matanza de clérigos de distintas razas. Esta imagen ha sido hipotéticamente conectada con el tercer secreto de Fátima.

Algunos creen que en realidad el libro perdido de Nostradamus está basado en el “Vaticinia de Summis Pontificibus“.

Ejemplo de comparaciones entre el libro de Nostradamus y diferentes ediciones de “Vaticinia de Summis Pontificibus”.
Se dice que, en las pinturas representadas, y en las estrofas que aparecen en el libro, Nostradamus predijo las guerras relámpago o “Blitzkrieg” de los nazis, el atentado contra el Papa Juan Pablo II, los incendios petroleros de Kuwait por los iraquíes, la lucha de España y Francia por el control del Vaticano, el segundo Concilio Vaticano, la Guerra de Bosnia o el ascenso al poder de Boris Yeltsin.


Ilustración interpretada como los atentados del 11 de septiembre a las Torres Gemelas, pero algunos le ven más parecido al arcano de La Torre en el Tarot.
Lo que está por cumplirse
En los “Vaticinios de Nostradamus” se habla del Papa y del anticristo e incluso algunas interpretaciones marcan a la misma persona para ambos personajes, sugiriendo que el Papa es o será el anticristo. También predice y profetiza: la expulsión del Papa en Roma y el día del juicio final, como apocalipsis, justo para nuestros días, con catástrofes naturales, señales y una nueva guerra (la tercera guerra mundial) que incluiría odio entre religiones como los musulmanes y cristianos y armas de guerra nucleares.
El primer dibujo del libro perdido de Nostradamus, tiene como ilustración, un sol / constelaciones que astronómicamente marca una fecha: la primera década del Siglo XXI (nuestros días o actualidad). El libro perdido Vaticinios de Nostradamus da fecha para el final de los tiempos y la batalla final y es afecta es nuestra actualidad. ¿El final está cerca?

Las ilustraciones también revelan y profetizan una Guerra del Islam contra el Cristianismo. El Papa y el anticristo en una batalla final, se sugiere en uno de los místicos dibujos.
Parte de el libro perdido de Nostradamus que MABUS, el anticristo, morirá: “Mabus pronto morirá, aquí empezará un horrible destino para bestias y gentes para quien la busca, la venganza se verá, Ciento, mano, sed, hambre…” ¿Quién es Malus el anticristo? Teorías: Sadam Hussein, Osama Bin Laden, Abu Mazen, Ayatollah Mohammad Baqir Hakim o Mullah Mohammed Omar, del Taliban en Afghanistan, un presidente de USA u oriente, o quizás se trata de una conjunción de: Militares Árabes (MA), British (B) United States (US).
Lo que el libro profetizó y que han sido predicciones cumplidas
El libro profético también se refiere al papado, desde el año 1623 hasta nuestros días. Una ilustración muestra a un papa gigante con la imagen de la Virgen María en el cual es atacado por un soldado con una cimitarra o espada árabe. El 13 de mayo de 1981 el papa Juan Pablo II, sufrió un atentado por parte del turco Mehmet Ali Agca… Coincidentemente la primera aparición de la virgen de Fátima, fue el día 13 de mayo de 1917, 64 años exactos antes del atentado al papa. Fue duna insignia de la virgen María la cual aminoró el impacto de la bala.

Este vaticinio ha sido interpretado como el atentado que sufrió Juan Pablo II el 13 de mayo de 1981. Se ve al papa siendo atacado por un soldado con una cimitarra, en alegoría al turco Mehmet Ali Agca que atentó, contra Juan Pablo II.
Casi al final de El Libro Perdido de Nostradamus aparece la ilustración de una torre en llamas y esta escena claramente se refería en predicción a lo ocurrido con las Torres Gemelas el 11 de septiembre del 2001. En otra de las acuarelas se ve una ciudad, pero no al estilo medieval, sino al estilo moderno, y casualmente esa ilustración es muy parecida a Nueva York. Nostradamus en sus centurias llamó a NY: Ciudad Nueva.
La imagen que presentamos abajo representa nuestra actualidad y según predicciones calculadas. La página en blanco indicaría que ninguna persona quedará viva para escribir la historia. La rueda de la vida aparece ahora sin puntas…

Libro perdido Nostradamus
Recomendamos leer: Profecías de Nostradamus (todas sus profecías cumplidas y por cumplirse).
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