Homosexual, lesbiana, el amor de Dios TODOS SOMOS AMOR DE DIOS. David y Jonatán, la historia de amor gay que está en la Biblia

Homosexual, lesbiana, el amor de Dios


David y Jonatán, la historia de amor gay que está en la Biblia

En hebreo, David (דָּוִד) significa “aquel que es amado”, y tal vez no haya habido, de hecho, alguien más amado en la historia del pueblo judío, que hoy usa su estrella como símbolo. Su nombre es citado alrededor de mil veces en la Biblia, la mayoría en el Antiguo Testamento —siminar a la Tanaj judía—, que narra sus increíbles aventuras: desde su juventud como pastor de ovejas hasta su destino de gloria como rey por más de tres décadas. Fue quien conquistó Jerusalén y llevó allí la capital del reino de Israel miles de años antes de las disputas que hoy enfrentan a Donald Trump con la ONU, derrotó militarmente a diversos enemigos —comenzando por Goliat, el gigante filisteo que lo hizo famoso—, escribió versos que aún son usados en oraciones (“El Señor es mi luz y mi salvación; ¿a quién temeré?”, Salmos 27:1) e inició un linaje del que la tradición judía cree que un día nacerá el Mesías. De hecho, de acuerdo con los cristianos, Jesús sería su descendiente “según la carne” (Romanos 1:3), y, para los musulmanes, David fue uno de los profetas “preferidos” (Corán 17:55). Hoy, 29 de diciembre, es su festividad en el santoral católico.
Personaje fundamental de las tres grandes religiones monoteístas, nacido en Belén cerca de mil años antes de Cristo, David fue también la inspiración de Michelangelo para su escultura más hermosa e imponente, una de las obras de arte más fascinantes que existen, centro de las atracciones de la Galleria dell’Accademia. Y no debe haber sido por casualidad que el gran artista gay florentino se haya fijado en él. La propia Biblia, al presentarlo en sociedad, lo hace describiendo su belleza como primer atributo a ser destacado: algunas traducciones dicen que era rubio, otras que pelirrojo, de tez clara, de piel brillante, con lindos ojos, y todas coinciden en que era “hermoso y de buena presencia” (1 Samuel 16:12). Y el Señor, con solo verlo, tras descartar a los demás hijos de Isaí, supo que era el elegido para liderar su reino.
Pero hay algo que pocos saben sobre David, aunque esté en la Biblia, en los dos libros de Samuel, y haya sido retratado en infinidad de pinturas, poemas de amor y estudios de teólogos e historiadores. La dramática narración del amor prohibido del más recordado rey de los judíos con el hijo de Saúl, su antecesor en el reino, es una de las historias más lindas y conmovedoras del Antiguo Testamento, citada inclusive por el escritor británico Oscar Wilde en su defensa en el juicio que lo condenó por homosexual. Para quienes quieran leerla sin filtros, se aconseja comparar traducciones, ya que algunas —por ejemplo, claro, la de la web del Vaticano—, a través de omisiones y cambios de palabras (abrazos en lugar de besos, amistad en lugar de amor; sutiles modificaciones que el texto en hebreo no permitiría), la esconden en las entrelíneas. Pero las traducciones más importantes del mundo moderno, como la de King James (la más leída en inglés, del siglo XVII) o la de la Reina Valera (la primera Biblia en español, del siglo XVI), la mantienen prácticamente intacta. Al lector atento no le quedarán dudas.
Todo comienza con la más famosa de las hazañas del futuro rey de los judíos: la tarde en que enfrentó a Goliat, dando inicio a la metáfora que reivindicará para siempre la posibilidad de la victoria de los más débiles. No sabía el joven David que ese día, que comenzó pastando ovejas en los campos de su padre, cambiaría su vida. Liderado aún por Saúl, cuya relación personal con Dios venía de mal en peor, el pueblo de Israel se enfrentaba a uno sus enemigos de entonces, los filisteos, que trajeron a su guerrero más temible. Goliat los desafió a un duelo a matar o morir y el rey ofreció riquezas y la mano de su hija a quien pudiera derrotarlo. David había llegado al campamento con panes, quesos y granos enviados por su padre para sus hermanos mayores y, por hacer muchas preguntas sobre lo que ocurría, acabó siendo llamado por Saúl. Envalentonado por la protección de Jehová, de quien se sabía elegido, David se ofreció para enfrentar al gigante y, para sorpresa de todos, lo derribó de un hondazo, acertándolo con una piedra en la frente, le sacó su espada y le cortó la cabeza, que luego llevaría como trofeo a Jerusalén. Impactado por su hazaña, el rey lo llamó para conversar y lo recibió en presencia de su hijo Jonatán, que quedó fascinado.
Fue amor a primera vista.
Dice la Biblia: “Aconteció que, cuando él hubo acabado de hablar con Saúl, el alma de Jonatán quedó ligada con la de David, y lo amó Jonatán como a sí mismo” (1 Samuel 18:1). Saúl le pidió al joven que se quedase y, desde entonces, Joantán no se separó de él y mantuvo su fidelidad aunque ello lo llevase a enfrentarse a su propio padre. “E hicieron pacto Jonatán y David, porque él lo amaba como a sí mismo” (1S 18:3), y Jonatán se desvistió y le regaló su manto, sus ropas, su espada, su arco, su cinturón. Sí, su cinturón (1S 18:4). La palabra “pacto” es significativa en el relato bíblico: como señala el historiador John Boswell —autor del brillante estudio “Cristianismo, tolerancia social y homosexualidad”—, la palabra usada en las traducciones inglesas de la Biblia para ‘pacto’, covenant, aparece en todas sus demás ocurrencias como una forma de referirse al matrimonio entre un hombre y una mujer. En 1S 23:18, David y Jonatán ratifican su pacto de amor y fidelidad, esta vez “delante de Jehová”.
Como había prometido ante el desafío de Goliat, el rey ofreció a David que se casara con su hija Merab, pero el joven no quiso. Elegante, respondió: “¿Quién soy yo, o qué es mi vida, o la familia de mi padre, para que yo sea yerno del rey?” (1S 18:18); y Merab se casó con otro. Pero a Saúl le quedaba otra hija, Mical, y también se la ofreció, enviando esta vez a sus siervos para que lo convencieran. El rey en el fondo no lo quería, desconfiaba de él, pero sabía que David era el protegido de Jehová y le temía. Sin embargo, el joven otra vez rechazó la oferta de matrimonio. Dijo que era pobre, que no tenía cualidades para ser su yerno, lo cual enojó más al rey. Decidido a no dejarle escapatoria, Saúl mandó a decirle que no precisaría pagar la dote y que, en cambio, le llevara cien prepucios de filisteos. Sí, prepucios (1S 18:25). Saúl esperaba que los filisteos lo mataran, pero David venció de nuevo y tuvo que casarse con Mical, aunque todo el texto bíblico no deja dudas de que ella nunca fue para él más que una posesión sin importancia. Su verdadero amor continuaba siendo otro.
Cuando supo que el rey quería matar a David, Jonatán le avisó, porque —insiste la Biblia— lo amaba (1S 19:1). Mientras que, siguiendo los consejos de Jonatán, David se escondía para que los siervos de Saúl no lo encontraran, su amado convenció al padre —por lo menos por ahora— para que le perdonara la vida. Vinieron nuevas guerras, en las que David siempre vencía, y el espíritu malo de Jehová volvió a provocar la ira de Saúl, que trató de herirlo con una lanza. La relación entre ambos nunca llegaría a mejorar. El joven otra vez tuvo que esconderse, esta vez ayudado por su esposa, que luego —a diferencia de Jonatán, que lo enfrentaría— le dijo a su padre que había tenido que ayudarlo bajo amenazas.
La cacería del rey continuó y David buscó otra vez la protección de su amado Joantán, quien le aseguró, ingenuo, que Saúl no lo mataría. “Tu padre sabe que yo he hallado gracia delante de tus ojos, y dirá: No sepa esto Jonatán, para que no se entristezca” (1S 20:3), respondió David, asegurándole que había apenas un pasó entre él y la muerte. “Lo que deseare tu alma, lo haré por ti”, respondió Joantán (1S 20:4), y combinaron que este volvería a hablar con su padre para confirmar sus intenciones y poder así protegerlo, porque —repite la Biblia— “lo amaba como a sí mismo” (1S 20:17). David se escondería en el campo y, a la hora convenida, Joantán lanzaría flechas en su dirección, enviando a un criado a buscarlas en el caso de que no hubiese peligro, o haciendo que el criado las perdiera de vista, si lo hubiese.
Jonatán conversó durante el almuerzo con su padre, quien le preguntó por la ausencia de David. Cuando este le respondió que el joven había viajado a Belén y no vendría, Saúl se enfureció: “Hijo de la perversa y rebelde, ¿acaso no sé yo que tú has elegido al hijo de Isaí, para confusión tuya y para confusión y vergüenza de tu madre?” (1S 20:30). La discusión terminó entre gritos y amenazas, con Jonatán abandonando la mesa sin comer. Al día siguiente, como habían arreglado, Jonatán arrojó las flechas en dirección a donde se escondía su amado y mandó a un muchacho a buscarlas, pero lo desorientó, gritándole que corriera más lejos, que habían caído más allá de donde estaba, para que no pudiera encontrarlas. Era la señal. Cuando el chico volvió, sin entender lo que pasaba, lo despachó rápido para que David pudiese finalmente salir de su escondite. “Y luego que el muchacho se hubo ido, se levantó David del lado sur, y se inclinó tres veces postrándose hasta la tierra; y besándose el uno al otro, lloraron”, dice la Biblia (1S 20:41). Quien más lloró fue David, dicen algunas traducciones; otras, como la versión inglesa de King James (“…and they kissed one another, and wept one with another, until David exceeded”), dicen que se besaron y lloraron hasta que David “se excedió”. En hebreo, en el texto original de la Tanaj, se usa la palabra ‘igdil’, que viene de la raíz g-d-l, la misma de la que vienen ‘gadol’ (grande) y ‘gadel’ (crece) en hebreo moderno. Un interpretación posible de ese texto, entonces, es que David tuvo una erección. Finalmente, Jonatán le rogó que escapara, agregando: “Jehová esté entre tú y yo, entre tu descendencia y mi descendencia, para siempre” (1S 20:42). David huyó y comenzó una larga travesía, recorriendo ciudades, haciendo aliados, derrotando enemigos y conquistando pueblos, hasta hacerse con el reino. En el camino, David “tomaría” a diferentes mujeres, pero la Biblia no menciona besos, ni pactos de amor, ni llantos, ni emociones. David, el que fue amado, nunca olvidaría a Jonatán.
Las guerras continuaron y, al final del primer libro de Samuel, los filisteos acabaron matando a Saúl y a sus hijos, entre ellos a Jonatán. Al saberlo, David fue tomado por una mezcla de ira y tristeza, ordenó ejecuciones y venganzas y rindió homenaje a la memoria de su amado. Desolado, lloró a Jonatán, y dijo, para que no quedaran dudas de sus sentimientos: “Angustia tengo por ti, hermano mío Jonatán, que me fuiste muy dulce. Más maravilloso me fue tu amor que el amor de las mujeres” (2 Samuel 1:26).

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Mi cuenta en Twitter: @bbimbi / Facebook: Bruno Bimbi. Periodista.
TOMADO DE : http://blogs.tn.com.ar/todxs/2017/12/29/david_jonatan/
Si eres LGBTQ, ¿Estás seguro de que Dios y su amor te dan la bienvenida? Mira esto…
por Marilyn Adamson
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La vida muchas veces demanda ciertos requisitos. Para obtener una licencia de conducir, debes pasar un examen. Para tener cierto empleo, debes mostrar que posees las credenciales requeridas para ese empleo.
Si “A” luego “B” Prueba que vales la pena. Prueba que has calificado. Prueba que eres aceptable.
¿En qué punto puedes saber que Dios te acepta completamente?
A diferencia de cualquier otra cosa que has encontrado, una relación con Dios no empieza al rellenar el espacio en blanco, “Acéptame porque…”
Empieza con Dios diciendo “Te acepto.” “Te doy la bienvenida.”
Si eres homosexual, lesbiana, bisexual, transgénero o tienes preguntas, Dios no es nuestro enemigo. Si aún no has empezado una, Dios quiere una relación contigo. El la ofrece a quien sea y a todo el mundo.
En las sagradas escrituras, solo encontraras un grupo que constantemente hacia enojar a Jesús… El grupo religioso de los fariseos.
Jesús estaba cómodo alrededor de cualquiera, incluyendo prostitutas y criminales. Sin embargo, la religión elite entristeció e irrito a Jesús. El los vio como críticos, arrogantes, sin amor e hipócritas.
Quizás veas esas palabras e inmediatamente piensas en gente religiosa que te han herido, ofendido o juzgado. ¿Representara eso el corazón de Jesús? No, Jesús dijo ama a tu prójimo como a ti mismo. ¿Cómo encajarían dentro de esto los comentarios hirientes? No muy bien.
Este es el corazón de Jesús revelado. Jesús dijo, “Vengan a mí todos ustedes que están cansados y agobiados, y yo les daré descanso. Carguen con mi yugo y aprendan de mí, pues yo soy apacible y humilde de corazón, y encontrarán descanso para su alma.”1

¿Alguna vez has tenido la oportunidad de considerar seriamente a Jesús?

A diferencia de cualquier otra persona que haya vivido, Jesús puede explicarte la vida... cómo experimentarla más abundantemente. Él es el Creador de todo lo que existe, sin embargo, se hizo hombre, para que pudiéramos conocerlo, conocer a Dios.
Juan, uno de los amigos de Jesús, hizo este comentario acerca de Jesús: "Porque de su plenitud todos hemos recibido, gracia sobre gracia, porque la ley fue dada por medio de Moisés, la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo.”2
“Gracia” no es una palabra que usamos mucho. Significa la bondad de Dios dada a nosotros, sin nosotros ganarla. Jesús nos ofrece tanto su bondad como su verdad, para guiarnos a través de esta vida que a menudo es confusa.
Yo, solía preguntarme qué se necesitaba para ser aceptado por Dios. Tal vez, tú estarás tan asombrado como yo lo estuve. Aquí está:
"Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su único Hijo, para que todo aquel que en él crea, no se pierda, más tenga vida eterna, porque Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, más bien, para que el mundo sea salvo por medio de él, y cualquiera que creyere en él no es condenado, más el que no cree ya está condenado, porque no ha creído en el nombre del único Hijo de Dios"3.
¿Entiendes? “cualquiera que creyere en él”. Cualquiera que creyere en él tiene vida eterna, y el que cree en él, es salvo por medio de él, y el que cree en él no es condenado.
"Esto es lo que él pide de nosotros... qué creamos en él.
Juan dijo de Jesús, "El vino a los suyos, y su pueblo no lo recibió. Pero a todo aquellos que si lo recibieron y creyeron en su nombre, le dio el derecho de ser hijo de Dios..."4
No era sólo un profeta, un maestro o un líder religioso. Jesús dijo que conocerlo a él era conocer a Dios. Creer en él era creer en Dios. Esto es lo que llevó a su crucifixión. Le acusaron de blasfemia. La gente dijo que Jesús estaba "llamando a Dios su propio Padre, haciéndose igual a Dios."5
Él ofreció pruebas. Jesús ya había hecho lo que ningún humano podía hacer, curando instantáneamente a los que eran ciegos, no podían caminar, o quien luchaba con enfermedades.
Sin embargo, Jesús fue mucho más allá. Dijo, en numerosas ocasiones, que sería arrestado, golpeado y crucificado ... y tres días después se levantaría de entre los muertos. Eso es una prueba bastante sólida. Ninguna reencarnación posterior, ninguna mística "me verás en tus sueños". No. Tres días después de ser enterrado, él se levantaría de entre los muertos.
Los romanos sabían de esto así que colocaron a toda una guardia de soldados en la tumba de Jesús.
Sin embargo, tres días después de haber sido torturado y asesinado en una cruz, Jesús se levantó físicamente de la tumba. Su cuerpo se había ido, y sólo quedo la ropa de sepultura con la que había sido enterrado. Jesús físicamente apareció varias veces durante los siguientes 40 días. Esto es lo que inició la fe cristiana. Él demostró que él era todo lo que afirmaba ser ... Dios en la carne, igual con Dios el Padre.
Jesús fue claro al respecto: "El Padre no juzga a nadie, sino que ha dado todo el juicio al Hijo, para que todos honren al Hijo, como honran al Padre." El que no honra al Hijo no honra al Padre que lo envió. En verdad, de cierto os digo: El que oye mi palabra y cree al que me envió, tiene vida eterna. El no viene a juicio, sino que ha pasado de muerte a vida.6

Te podrás preguntar: “Ok. La Vida Eterna es Grandiosa. Pero, ¿Qué hago ahora, en esta vida?

Puedes vivir toda tu vida sabiendo que eres amado por Dios.
Todos desean ser amados. El amor es importante para los seres humanos. Sin embargo, cada persona que te ama, te ama imperfectamente, porque las personas son imperfectas.
Pero Dios es capaz de amarte perfectamente. Él nos ama debido a su naturaleza amorosa, y esto nunca cambia, nunca se detiene.
Todos nos equivocamos. Todos fallamos aun viviendo bajo nuestros propios estándares, sin mencionar los estándares de Dios. Pero no somos aceptados por Dios debido a nuestro desempeño. Él nos acepta solo por creer en Él, venir a Él e invitarle a ser Dios en nuestras vidas.
Esta es la manera en la que Jesús describe el tener una relación con Él:
“Yo los he amado a ustedes tanto como el Padre me ha amado a mí. Permanezcan en mi amor. Cuando obedecen mis mandamientos, permanecen en mi amor, así como yo obedezco los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Les he dicho estas cosas para que se llenen de mi gozo; así es, desbordarán de gozo. Este es mi mandamiento: ámense unos a otros de la misma manera en que yo los he amado.”7

¿Qué sucede si lo traes a tu vida? ¿Qué sucede si tu inicias una relación con Dios?

Cualquier relación significativa que hayas tenido en tu vida ha tenido un efecto en ti, positiva o negativamente. ¿Correcto? Esto es cierto para todos. Cuanto más importante es la relación, mayor es el impacto que tiene.
Por lo tanto, tiene sentido que conocer a Dios va a ser una relación significativa. Él guiará tu vida de acuerdo a su amor y sus deseos para tu vida. Todavía tomas decisiones. Usted mantiene su libre albedrío. Él no se hace cargo de su vida, forzándolo a actuar como él quiere. Sin embargo, me sentí profundamente impresionado por su sabiduría, su bondad, y la forma en que Dios ve la gente y la vida.
Dios no va a tomar sus señales de lo que la sociedad disponga. Dios, que creó el universo, realmente no necesita la sociedad para guiarlo, me gusta esto. Me parece como liberación.
Esto es lo que Dios hizo en mi vida, cuando empecé una relación con él.
Yo había sido ateo. Creer en Dios, leer la Biblia acerca de él, fue un cambio importante en mi vida. En realidad, era monumental.
Un par de meses después de aceptar a Jesús en mi vida, mi amiga más cercana me preguntó: "¿Has notado un cambio en tu vida?" Y yo dije, "¿Qué quieres decir?" Dijo: "Últimamente puedo compartir cosas contigo y no haces bromas, parece que me escuchas realmente".
Estaba un poco avergonzada. Quiero decir, ¡aquí está mi mejor amiga diciéndome que finalmente estaba actuando como un ser humano decente y escuchándola!
(Ella estaba tan sorprendida por lo que estaba notando en mi vida, que decidió pedirle a Jesús que guiara su vida también.)

Esto es lo que creo que estaba sucediendo en mi vida.

Cuando comencé a tener una relación con Dios fui consciente de cuánto era su amor por mí. Realmente me sorprendió. Lo que leía en la Biblia eran como mensajes personales de Dios hacia mí acerca de cuánto me amaba. (Crecí pensando que Dios estaba enojado con nosotros por no ser lo suficientemente buenos.) Así que, esto era grandioso para mí, que Dios nos ama.
Y, supongo que mi necesidad emocional de amor era conocida por Dios de una manera tan profunda que me convertí en una persona emocionalmente más segura. Comencé a pensar más y a preocuparme más por otras personas que por mí mismo. Y, evidentemente me convertí en una mejor oyente y más cariñosa. Así también el fanatismo racial en el que fui criado disminuyo.
Jesús nos promete que si dejamos que él nos enseñe y nos guíe, “conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.”8
Si comienzas una relación con Jesús, podrás ver cambios en tus actitudes, o esperanza o tu manera de ver a los demás, o cómo gastas tu tiempo. Solo Dios lo sabe. Pero, a medida que lo vas conociendo, él impactará tu vida. Pregúntale a cualquier seguidor de Jesús y te dirá cómo el haberle conocido ha impactado su vida.
Él tiende a darnos un deseo mayor de elegir sus caminos. Cómo hace esto es inesperado. No es que ahora te da una serie de mandamientos nuevos que debes seguir. Esto no es auto-esfuerzo o lo que realizas para Dios. Y, no es una dedicación religiosa. Se trata de una relación, una amistad íntima con Dios. Es Dios personalmente guiándote y enseñándote sobre sí mismo, sobre la vida. Él entra en nuestras vidas cuando lo invitamos. Él impacta nuestras vidas de adentro hacia afuera a nivel de corazón.
Jesús te ofrece más vida. Tú sabes cómo las relaciones, trabajo, deportes y entretenimiento… todas ellas tienen grandes momentos, sin embargo, la plenitud es a menudo fugaz. La satisfacción de ello no nos mantiene llenos. Y nada en la tierra podrá jamás.
Constantemente tenemos hambre por algo que perdure, algo fiable. Jesús dijo: “Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás.”9 Termina la declaración diciendo: “…y al que a mí viene, no le echo fuera.”9 Por años busqué una filosofía de vida que funcionara en cualquier situación. Cuando conocí a Dios, mi búsqueda finalizó. Lo encontré digno de confianza.
Tu relación con él será diferente a la relación de los demás con él. Tú eres un individuo con experiencias únicas, pensamientos, intereses, sueños y necesidades. Lee los evangelios y verás a Jesús relacionándose con individuos…como individuos.

En este momento lo que me preocupa es que solo les estoy mostrando la parte superficial de conocer a Dios.

Tener una relación con Dios no es una garantía que utilizamos para estar protegidos de situaciones difíciles en la vida. Lo más probable es que te encuentres con estrés financiero, graves enfermedades, accidentes, problemas en tu relación, etc.
Y no hay duda que tendremos problemas en esta vida. Puedes lidiar con esto solo o puedes estar seguro del amor de Dios, su presencia y su intimidad contigo en medio de todo esto.
Aquí hay otra advertencia. Él te llevara a través de carreteras realmente desafiantes a fin de que te preocupes y cuides de otros.
Casi todos los discípulos de Jesús (y muchos seguidores de Jesús hoy en día) han lidiado con sufrimientos muy grandes. Por ejemplo, Pablo era arrestado frecuentemente, azotado y golpeado con varas incontables veces, una vez fue apedreado casi hasta la muerte, fue naufrago sin comida y estaba huyendo a menudo por la vida.
Claramente los creyentes y seguidores de Jesús no vivieron vidas fáciles. Sin embargo, Pablo y otros creyentes permanecieron inquebrantablemente convencidos del amor de Dios por ellos.
Pablo escribió: en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Porque estoy seguro de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles, ni los gobernantes, ni las cosas presentes ni futuras, ni potestades, ni la alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa en toda la creación podrá separarnos del amor de Dios en Cristo Jesús Señor nuestro".10
No planeas a donde te diriges, sin embargo, si eres homosexual, lesbiana, bisexual, transgénero o estas cuestionando tu sexualidad... si lo dejas que entre y que Jesús guie tu vida esta será mejor de lo que puedas imaginar.
Jesús dijo, " Yo soy la luz, cualquiera que me siga no estará en tinieblas, sino que tendrá la luz de vida"11.

Así es como puedes comenzar una relación con Dios, ahora mismo.

Sin importar lo que hayas hecho en tu vida, Jesús te ofrece su perdón completo. Nuestro pecado no fue simplemente pasado por alto. Fue pagado por Jesús en la cruz, sacrificándose en nuestro lugar.
¿Alguna vez has hecho sacrificar a alguien por ti? Esto es lo que Jesús hizo hasta el último grado. Él te ama tanto. Se ofrece a entrar en tu corazón y establecer una relación contigo.
¿Te gustaría conocer a Dios? Te animo a que lo dejes entrar en tu vida, si no lo has hecho ya. Él dice que ESTA es la relación que nos satisface. Nunca estuvimos destinados a pasar por esta vida sin él.
Puedes hablar con él usando las palabras que quieras. Si necesitas ayuda, esto es lo que podrías decir:
"Jesús, creo en ti, gracias por morir por mí y por ofrecerme una relación contigo, quiero que seas Dios en mi vida, quiero conocerte, experimentar tu amor, y ahora mismo te pido que guíes mi vida”.

TOMADO DE : https://www.cadaestudiante.com/articulos/homosexual-lesbiana.html

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