Devocionario a la madre morena maria de guadalupe.

¡Oh Virgen Inmaculada, Madre del verdadero Dios y Madre de la Iglesia! Tú, que desde este lugar manifiestas tu clemencia y tu compasión a todos los que solicitan tu amparo; escucha la oración que con filial confianza te dirigimos y preséntala ante tu Hijo Jesús, único redentor nuestro.
Madre de misericordia, Maestra del sacrificio escondido y silencioso, a ti, que sales al encuentro de nosotros, los pecadores, te consagramos en este día todos nuestro ser y todo nuestro amor. Te consagramos también nuestra vida, nuestros trabajos, nuestras alegrías, nuestras enfermedades y nuestros dolores.
Da la paz, la justicia y la prosperidad a nuestros pueblos; ya que todo lo que tenemos y somos lo ponemos bajo tu cuidado, Señora y madre nuestra.
Queremos ser totalmente tuyos y recorrer contigo el camino de una plena fidelidad a Jesucristo en su Iglesia: no nos sueltes de tu mano amorosa.
Virgen de Guadalupe, Madre de las Américas, te pedimos por todos los obispos, para que conduzcan a los fieles por senderos de intensa vida cristiana, de amor y de humilde servicio a Dios y a las almas.
Contempla esta inmensa mies, e intercede para que el Señor infunda hambre de santidad en todo el Pueblo de Dios, y otorga abundantes vocaciones de sacerdotes y religiosos, fuertes en la fe, y celosos dispensadores de los misterios de Dios.
Oración II
Dios de poder y de misericordia, bendeciste las Américas en el Tepeyac con la presencia de la Virgen María de Guadalupe. Que su intercesión ayude a todos, hombres y mujeres, a aceptarse entre sí como hermanos y hermanas.
Por tu justicia, presente en nuestros corazones, reine la paz en el mundo. Te lo pedimos por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
Oración III
Santa María de Guadalupe, Mística Rosa, intercede por la Iglesia, protege al Soberano Pontífice, oye a todos los que te invocan en sus necesidades. Así como pudiste aparecer en el Tepeyac y decirnos: "Soy la siempre Virgen María, Madre del verdadero Dios", alcánzanos de tu Divino Hijo la conservación de la Fe. Tú eres nuestra dulce esperanza en las amarguras de esta vida. Danos un amor ardiente y la gracia de la perseverancia final. Amén.
Oración IV
Virgen Santísima de Guadalupe, Madre de Dios, Señora y Madre nuestra. Venos aquí postrados ante tu santa imagen, que nos dejaste estampada en la tilma de Juan Diego, como prenda de amor, bondad y misericordia. Aún siguen resonando las palabras que dijiste a Juan con inefable ternura: "Hijo mío queridísimo, Juan a quien amo como a un pequeñito y delicado," cuando radiante de hermosura te presentaste ante su vista en el cerro del Tepeyac.
Haz que merezcamos oír en el fondo del alma esas mismas palabras. Sí, eres nuestra Madre; la Madre de Dios es nuestra Madre, la más tierna, la más compasiva. Y para ser nuestra Madre y cobijarnos bajo el manto de tu protección te quedaste en tu imagen de Guadalupe.
Virgen Santísima de Guadalupe, muestra que eres nuestra Madre. Defiéndenos en las tentaciones, consuélanos en las tristezas, y ayúdanos en todas nuestras necesidades. En los peligros, en las enfermedades, en las persecuciones, en las amarguras, en los abandonos, en la hora de nuestra muerte, míranos con ojos compasivos y no te separes jamás de nosotros.
Oración V
Virgen de Guadalupe, Madre de América. Tiende tu protección sobre todas las naciones del Continente y renueva su fidelidad a Cristo y a la Iglesia. Suscita propósitos de equidad y rectitud en sus gobernantes. Protege a los hermanos de Juan Diego para que no sufran discriminación. Cuida a los niños. Guarda la unidad de las familias... Que desde esta tu Imagen manifiestes siempre tu clemencia, tu compasión y tu amparo. Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
Oración VI
Virgen Santísima de Guadalupe, Madre y Reina de nuestra patria. Aquí nos tienes humildemente postrados ante tu prodigiosa imagen. En Ti ponemos toda nuestra esperanza. Tú eres nuestra vida y consuelo. Estando bajo tu sombra protectora, y en tu maternal regazo, nada podremos temer. Ayúdanos en nuestra peregrinación terrena e intercede por nosotros ante tu Divino Hijo en el momento de la muerte, para que alcancemos la eterna salvación del alma. Amén.

historia :

hasta que pasaron a un río que llaman Guadalupe y hallaron ahí unas muy grandes montañas y en estas montañas hicieron una cueva aquestos santos clérigos a manera de sepulcro, y cercaron aquesta cueva con muy grandes piedras, y pusieron dentro la imagen de nuestra señora Santa Maria y con ella una campanilla y una carta en la qual estaba escrito cómo aquella imagen de Santa Maria fuera enviada de Roma a San Leandro, arzobispo de Sevilla, con otras reliquias que le enviara el doctor San Gregorio. E desque la hubieron puesto cubrieron con unas piedras grandes y echaron su tierra encima y fuéronse. E en tierra de Almaraz dejaron eso mismo soterrada la cruz y fuéronse huyendo a las montañas de Castilla la Vieja...
[p.2] [Después de haber conquistado los moros la mayor parte de España,] ... plegó al señor Dios de esforzar los corazones de los christianos para que tornasen a cobrar las tierras que habían perdido. E así fue que cobraron mucha tierra de aquella que poseían ya los moros. E por abreviar, contarnos hemos del noble rey don Alfonso el qual ganó a los moros gran partida de Castilla. Ovo con ellos muy grandes batallas y en especial la que ovo en las Navas de Tolosa, donde fue ensalzada la santa cruz del nuestro señor jesu Christo. E de allí los abatió en tal manera que nunca alzaron cabeza y de esta vez ganó a Úbeda y a Baeza y a otros lugares muchos Guadalquivir ayuso y por la Sierra Morena. Durmió en paz y nuestro señor Dios Elevó  su alma a la su santa gloria. E reinó en España su nieto el rey don Fernando, el qual ganó la muy noble ciudad de Sevilla y otros muchos lugares y durmió en paz y nuestro señor Dios Elevó la su ánima al su santo reino.
[p.3] E reinó su hijo don Alfonso el cual ganó las Algeciras y murió sobre Gibraltar. En el tiempo que aqueste rey don Alfonso reinaba en España apareció nuestra señora la virgen Santa Maria a un pastor en las montañas de Guadalupe en aquesta manera: andaban unos pastores guardando sus vacas cerca de un lugar que llaman Alia en una dehesa que se llama hoy en día la dehesa de Guadalupe. E en aquesta dehesa andaban aquestos sobredichos pastores guardando sus vacas. E uno dellos halló menos una vaca de las suyas y apartarse para la buscar por espacio de tres días, y non la hallando metióse en las montañas grandes que estaban el río arriba y apartó a unos grandes robledales y allí vido estar su vaca muerta cerca de una fuente pequeña. E el pastor desque vio su vaca muerta a llegóse a ella: y fue muy maravillado por quanto non estaba mordida de lobos nin herida de otra cosa y sacó su cuchillo de la vaina para la desollar y abriéndose por el pecho a manera de cruz según es costumbre de desollar, en esa hora se levantó aquella vaca y él, muy espantado, tiró afuera.
[p.4] E la vaca estuvo queda y en esa hora le apareció nuestra señora la virgen Santa María y dijo a este pastor: «Non ayas miedo, ca yo so la madre de Dios por la cual alcanzó la humana generación redención; toma tu vaca y vete y ponla con las otras, ca de aquesta vaca habrás otras muchas en memoria de aqueste aparecimiento que aquí se aparecí y desque la pusieres con las otras vacas iris a tu tierra y dirás a los clérigos y a las otras gentes que vengan aquí a este lugar donde te aparezca y que caben aquí y hallarán una imagen mia.» E desque nuestra señora le dijo estas cosas [siete palabras tachadas] se contienen en este mismo capítulo; y en esta hora despareció [dos palabras tachadas].
[p.5] Y el pastor tomó su vaca y fue con ella y púsole con las otras y contó a sus compañeros todas las cosas que le habían acaescido y sus compañeros hacían burla dél. Y el pastor respondió y dijo: «Amigos, non tengas en poco aquestas cosas, ca si non queredes creer a mi, creed a aquella señal que trae en los pechos la vaca.» Y ellos, viendo la señal que traía en los pechos la dicha vaca a manera de cruz, creyéndolo.
[p.5] E él despedirse de sus compañeros y fuese para su tierra. E sabed que por doquier que iba contaba a todos quantos hallaba este miraglo que le había contestado. E sabed que este pastor, que era natural de Cáceres y ahí teñía mujer y hijos, y desde que Llegó a su casa halló a su mujer Llorando y él dijo a su mujer: «¿Por qué lloras?» Y ella respondió: «Vuestro hijo es muerto»; y el dijo: «No hayas cuidado ni llores ca yo lo prometo a Santa Maria de Guadalupe, que ella me lo dará vivo y sano y yo se lo prometo para servidor de su casa.» E en esa hora se levantó el mozo vivo y sano y dijo a su padre: «Señor padre, aguad y vamos para Santa Maria de Guadalupe.» Y cuantos estaban allí fueron maravillados y creyeron todas las cosas que decía del aparecimiento de nuestra señora Santa Maria.
[p.6] E este pastor Llegó a los clérigos y dijoles: «Señores sabed que me apareció Santa Maria en unas montañas cerca del río de Guadalupe y mandóme que vos dijese que fué sedes allí donde me apareció y que cava sedes en aquel mesmo lugar donde me ella apareció y que haya redes ahí una imagen suya y que los sacáridos de allí y que le hicie sedes una casa. E mandóme más, que dijese que a los que tuviesen cargo de su casa, que diesen a comer a todos los pobres que a ella viniesen una vez al día. E díjole más, que haría venir a esta su casa muchas gentes de muchas partes por muchos miraglos que haría por todas las partes, ansí por mar como por tierra. E díjole más, que allí en aquella gran montaña se haría un gran pueblo».
[p.7] Y desque oyeron los clérigos y las otras gentes aquestas cosas, pusieron luego por obra y anduvieron su camino hasta aquel lugar donde apareció nuestra señora Santa Maria. E en esa ora que llegaron comenzaron a cavar en aquel mismo lugar donde el pastor los mostró que le apareciera Santa Maria. E ellos cavando en aquel mismo lugar hallaron una cueva a manera de sepulcro, y sacaron la imagen de nuestra señora Santa María, y una campanilla que estaba con ella y la piedra sobre que estaba asentada. Y debedes saber que todas las otras piedras que estaban alrededor todas las quebrantaron y las llevaron por reliquias. Y en esa hora le edificaron una casa muy pequeña de piedras secas y de palos verdes y cubrieron de colchas, ca sabed que había cerca asaz de alcornoques. E sabed que vinieron con aquestas gentes muchos enfermos de diversas enfermedades, y en la ora que llegaban a la imagen de Santa Maria luego cobraban salud de todas sus enfermedades e íbase para sus tierras loando a Dios y a la su bendita madre por lo grandes miraglos y maravillas que había hecho. Y quedóse el pastor por guardador con su mujer y sus hijos y su linaje por servidores de Santa Maria.
[p.8] E así como fueron manifiestos estos miraglos por toda España, venían de todas las partes muy muchas gentes a visitar esta imagen a reverencia de Santa Maria por los muchos milagros y maravillas que por ellos hacía.
Comentario:
El texto que se expone a continuación ilustra la aparición de la Virgen de Guadalupe en Extremadura, España, basado en el texto más antiguo conocido, un manuscrito de 1440 en el Archivo Histórico Nacional. La fecha de la aparición no es precisa ni manifiesta en el texto y no existe ninguna otra prueba documental que sostenga los hechos aquí relatados. La narración sigue los lineamientos fundamentales de otras apariciones de la Virgen en España y en ella se pueden reconocer a todos sus elementos y personajes comunes. Parece ser que la base de estas narraciones fueron las descripciones hagiográficas del descubrimiento de cuerpos de santos. Hay que hacer notar, sin embargo, que la historia de la aparición de la Virgen de Guadalupe Extremeña es original por cuanto inspiró cierto número de descubrimientos de otras imágenes enterradas, como la de Nuestra Señora de Soterraña, mencionada circunstancialmente en el documento mexicano de 1556* que proporciona la Información de la supuesta controversia entre el Arzobispo Montúfar y Francisco Bustamante acerca del origen del culto de la Virgen de Guadalupe Mexicana [folio 4b].
Es de notar también el gran parecido que existe entre el contenido del texto español y lo narrado por la tradición aparicionista en México [párrafos 4, 5 y 6 de este texto], así como la mención, por parte del narrador, de lo asombrado que estaba el pastor de que su vaca perdida y muerta "non estaba mordida de lobos", lo cual podría, quizás, apoyar la tesis de que la etimología árabe-latina de "Guadalupe" es "Río de lobos" [Guad-al-lupus].
* El documento íntegro sobre la información Montúfar-Bustamante está disponible en el acervo documental.


La Virgen de Guadalupeel significado de una imagen. La imagen de Nuestra Señora de Guadalupe quedó impresa en un tosco tejido hecho con fibras de maguey. Se trata del ayate, usado por los indios para acarrear cosas y no de una tilma, que usualmente era de tejido más fino de algodón.
El 12 de diciembre de 1531, según los relatos tradicionales, la Virgen María se apareció al indio Juan Diego en el cerro del Tepeyac y le mandó que le dijese al obispo de México, fray Juan de Zumárraga, que le erigiera un templo. El obispo le pidió a Juan Diego que le llevara una prueba. La Virgen, en una segunda aparición, le ordenó que cortara flores del lugar y las llevara el prelado, ambos se admiraron de que, al abrir la capa en las que la llevaba envueltas, milagrosamente apareciese una imagen que desde entonces se venera con el nombre de Nuestra Señora de Guadalupe.

El célebre bibliófilo Joaquín García Icazbalceta, sin embargo, no halló el menor rastro de ese evento entre los escritos de Zumárraga, como lo hace constar en la extensa carta –entonces de carácter privado- que en 1883 dirigió al obispo de México, don Pelagio Antonio de Labastida y Dávalos, en respuesta a su petición de hacer un análisis histórico de las apariciones.

No obstante, para el siglo XVIII el florecimiento de diversos relatos sobre la aparición de la Virgen había influido fuertemente en la cultura novohispana. Sus consecuencias ideológicas en el devenir histórico de nuestro país han sido objeto de profundos y trascendentes estudios contemporáneos en los que se observa que la devoción guadalupana fue uno de los ejes estructurales de la génesis de un sentimiento patriótico entre criollos y mestizos en Nueva España, distinto al de los españoles peninsulares; por ello es considerada una de las piedras angulares de la idea de emancipación de la Corona española.

Así lo entendieron los caudillos de la Independencia, Miguel Hidalgo y José María Morelos, quienes usaron aquella imagen religiosa como estandarte de la rebelión, a lo que los realistas respondieron con la elección de la Virgen de los Remedios como su guía para combatir a los insurgentes.

Actualmente, esta devoción sigue viva –aunque se procura mantenerla separada de la vida política- y forma parte de la compleja cultura mexicana. En un ensayo más extenso podremos abordar las circunstancias y la prolífica obra del ilustre Joaquín García Icazbalceta. Mientras, reproducimos un fragmento de la carta a la que nos hemos referido y que jamás quiso hacer pública (puede hallarse en internet)


Católico soy, aunque no bueno, Ilmo Sr., y devoto en cuanto puedo de la Santísima Virgen; a nadie querría quitar esta devoción: la imagen de Guadalupe será siempre la más antigua, devota y respetable de México. […] Por supuesto, que no niego la posibilidad y realidad de los milagros: el que estableció las leyes, bien puede suspenderlas o derogarlas […]. De todo corazón quisiera yo que uno tan honorífico para nuestra Patria fuera cierto, pero no lo encuentro así; y si estamos obligados a creer y pregonar los milagros verdaderos, también nos está prohibido divulgar y sostener los falsos.


placa:

http://www.proyectoguadalupe.com/PDF/coosawattee.pdf

Texto en náhuatl del Teponazcuicatl
Versión PDF

Nican ompehua teponazcuicatl
Tico, tico, toco, toto, auh ic ontlantiuh cuicatl Tiquiti, titito titi
[I]
Tollan aya huapalcalli manca no zan in mahmani coatlaquetzalli yaqui ya cauhtehuac Nacxitl topiltzin on quiquiztica ye choquililo in topilhuan ahuay ye yauh in polihuitiuh nechcan tlapallan ho ay.
[II]
Nechcayan cholollan oncan tonquiza ya poyauhtecatitlan in quiyapanahuiya y acallan on quiquiztica ye choquililon ect.
[III]
Nonohaulco ye nihuitz ye nihuiquecholi nimamali teuctla nicnotlamatia oyahquín noteuc ye ihuitimali nechyaicnocauh ya nimahtlacxochitl ayao ayao o ay ya yyao ay
[IV]
In tepetl huitomica niyaychocaya axalihqueuhca yehuayan nicnotlamati ya oyaquin noteuc ect.
[V, folio 27 recto]
Yn tlapallan aya mochieloca monahuatiloca ye cochiztla o anca cazanco ayao ayao ect.
[VI]
Zan tiyaolin ca ye noteuc yc ihuitimali tinahuatilo ya ye xicalanco o anca zacanco ect.
[VII]
Ayyanco ayyanco ayamo aye ayhuiya ayanco ayanco ayyanco ayamo aye ahuiya que ye mamaniz mocha moquiapana oquen ye mahmaniz moteuccalla ticyaycnocauhqui nican tollan nonohualco ya yya yyao ay
[VIII]
Yn ye quintichoca ya teuctlon timalon que ye mahmaniz mochan ect.
[IX]
Yn tetl in quahuitl oon timicuilotehuac nachcan tollan y yn oncan in otontlatoco Naxitl topiltzin y ayc polihuiz ye motoca ye ic ye chocaz i momacehual ay yo
[X]
Zan can xiuhcalli ya cohuacalla ya y no ticmantehuac, nachcan Tollan
in oncan yn otontlatoco Naxitl topiltzin ect.
Tico toco toco tiquitiquiti quiti quito
Zan ic mocueptíuh
[XI]
Yn tlapapalxochicentli ni yol aya, nepapan tonacan xochitl moyahua ya oncuepontimoquetzaco yana ya aya ye teoyaixpan tona a Santa María ay yo
[XII]
Atl ya cuica ya zan quetzalaxihuitl tomolihui yana ya ye nitlachihual
ycel teotl y ye dios aya ni itlayocol ao ya yehcoc ya ect.
[XIII]
Zan ca tlacuilolpan nemi a moyollo amoxpetlatl ypan toncuica ya tiquimonyaitotia teteuctin aya in obispo ya zan ca totatzin aya oncan titlatoa atl ¡tempan ay yo
[XIV]
Yehuan dios mitzyocox aya xochitla ya mitztlacatili yan cuicatl mitzicuiloa Santa María in obispo ya ect.
[XV]
Tolteca ihcuilihuia aha aya ha ontlantoc amoxtli ya moyollo ya on aya
moch onahciticac o o toltecayootl ayc aya ninemiz ye nican ay yo
[XVI]
Ac ya nechcuiliz ac ye nohuan oyaz onicaz a an niihcuihuan aya y yan
cuicanitl y yehetl y noxochiuh noncuica yhuitequi on teixpan ay yo
[XVII, folio 27v.]
Hueyntetl nictequin tomahuac quahuitl nicycuiloa yan cuicatl ytech aya oncan nomitoz in quenman on in can niyaz nocuica machio nicyacauhtiaz in tlalticpac y onnemiz noyol zan ca ye nican y a hualla y yanco ya nolnamico ca nemiz ye noteyo ay yo
[XVIII]
Nichoca ya niquittoa ya nicnotza noyollo ma niquittan cuicanelhuayotl aya ma nicyatlalaqui ya ma ya ica tlalticpac quimman mochihua on nenemiz noyol ect.
[XIX]
Zan ca teucxochitl ahuiaca yhpotocaticac mocepanoa yan toxochiuh ay ye aya oo huiy oncanqui ya itzmolini ye nocuic celia notlatollaquillo ohuaya
[XX]
in toxochiuh ycac y quiapani aya o tel cacahuaxochitl ahuiac xeliuhtihuitz a ihpotoca ya in ahuiyac poyomahtlin pixahuia oncan nenehnehnemi ni cuicanitl y ye ayao ohui y oncaqui ya itzmolini ye nocuic celia ect.
Comentario:
Texto en náhuatl del Teponazcuicatl de las fojas 26v.-27v. de los Cantares mexicanos, manuscrito que se guarda en la sección de Fondo reservado de la Biblioteca Nacional de México. Se le conoce también como "Pregón del Atabal" y se le atribuye a Francisco Plácido, gobernador indígena que, según apunta la tradición, lo dio a conocer el 26 de diciembre de 1531 durante la traslación de la imagen Mariana de la Iglesia Mayor a la primera capilla del Tepeyac. El investigador John Bierhorst opina que este juicio sobre la autoría del canto se debe a un error de Chimalpahin al leer el manuscrito de los Cantares Mexicanos.
Es conocido que quien transcribió los cantares al manuscrito lo hizo interpolando interjecciones y expresiones religiosas latinas (véanse las obras de Garibay y León-Portilla). De ahí que en la actualidad éstas formen parte también del texto original del Teponazcuicatl (canto de tambor). El tema de éste es en realidad la caída de Tula, ciudad a la cual se dedicaron diversos elogios que después fueron transferidos, de acuerdo a varios investigadores, a la Virgen María. El padre Francisco de Florencia dice en "La estrella del norte de México..." que él vio en poder de Sigüenza y Góngora el texto del canto de Francisco Plácido, pero por algún motivo desconocido decidió no publicarlo. Se han hecho diversas versiones castellanas de este canto.
Consulte la Bibliografía de ProyectoGuadalupe.com. Más información acerca del Teponazcuícatl en Documentos Guadalupanos de Xavier Noguez y Testimonios históricos Guadalupanos, de Ernesto De la Torre Villar et al.


Textos de Fray Bernardino de Sahagún respecto al culto Guadalupano
Comentario
Versión PDF

Fragmento 1
"Cerca de los montes hay tres o cuatro lugares donde solían hacer muy solemnes sacrificios, y que venían a ellos de muy lejanas tierras. El uno de estos es aquí en México, donde está un montecillo que se llama Tepeacac, y los españoles llaman Tepeaquilla y ahora se llama Nuestra Señora de Guadalupe; en este lugar tenían un templo dedicado a la madre de los dioses que llamaban Tonantzin, que quiere decir Nuestra Madre; allí hacían muchos sacrificios a honra de esta diosa, y venían a ellos de muy lejanas tierras, de más de veinte leguas, de todas estas comarcas de México, y traían muchas ofrendas; venían hombres y mujeres, y mozos y mozas a estas fiestas: era grande el concurso de gente en estos días, y todos decían vamos a la Fiesta de Tonantzin; y ahora que está allí edificada la iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe también la llaman Tonantzin tomada ocasión de los predicadores que a Nuestra Señora la Madre de Dios la llaman Tonantzin. De dónde haya nacido esta fundación de esta Tonantzin no se sabe de cierto,
pero esto sabemos de cierto que el vocablo significa de su primera imposición a aquella Tonantzin antigua, y es cosa que se debía remediar porque el propio nombre de la Madre de Dios Señora Nuestra no es Tonantzin sino Dios y Nantzin; parece esta invención satánica para paliar la idolatría debajo la equivocación de este nombre Tonantzin y vienen ahora a visitar a esta Tonantzin de muy lejos, tan lejos como de antes, la cual devoción también es sospechosa, porque en todas partes hay muchas iglesias de Nuestra Señora, y no van a ellas, y vienen de lejanas tierras a esta Tonantzin como antiguamente."
Fragmento 2
"La 3a. dissimulación es tomada de los nombres de los ydolos que allí se celebraban que los nombres con que se nombran en latín o en español significan lo mismo que significaba el nombre de el ydolo que allí adorababn antiguamente. Como en esta Ciudad de México en el lugar donde está Sta. María de Guadalupe, se adoraba un ydolo que antiguamente se llamaba Tonantzin y con este mismo nombre adoran ahora a Nuestra Señora la Virgen María, diziendo que van a Tonantzin, o que hacen fiesta a Tonantzin, y entendiéndolo por lo antiguo y no por lo moderno."
Comentario
Las primera cita proviene del apéndice "Adición sobre supersticiones" del Libro XI de La Historia General de las Cosas de la Nueva España, escrito por Fray Bernardino de Sahagún en 1576. Este notable franciscano, llegado a la Nueva España hacia 1529, dedicó el resto de su vida a la comprensión de las idolatrías de los indios y se convirtió en uno de los más importantes conocedores de la lengua náhuatl. Su método de investigación mediante la aplicación de cuestionarios a viejos informantes sentó las bases de la moderna antropología.
Sahagún hizo notar en su obra que el culto en el cerro Tepeyacac le parecía sospechoso debido a que a su parecer la Virgen solamente había sustituído a la antigua diosa Tonantzin, adorada por los indios precisamente en ese lugar antes de la conquista.
Lo mismo sucede con la segunda cita de la obra de Sahagún, referida al santuario de Guadalupe. Esta fue tomada de un libro escrito presuntamente por él hacia 1585 y cuyo nombre es Kalendario mexicano, latino y castellano, que forma parte del Manuscrito de Cantares Mexicanos de la Bibioteca Nacional de México. En este fragmento el franciscano insiste en que el culto guadalupano es, como otros semejantes (Santa Ana Chiauhtempan en Tlaxcala y San Juan Bautista en Tianquizmanalco, Puebla), "una dissimulación" o antiguo culto pagano vivo.
Consulte la Bibliografía de ProyectoGuadalupe.com. Más información sobre los textos de Sahagún referentes al culto Guadalupano, en Testimonios históricos Guadalupanos, de De la Torre Villar et al y Documentos Guadalupanos, de Xavier Noguez y la Historia General de las cosas de la Nueva España, de Fray Bernardino de Sahagún.

Información que el señor Arzobispo de México D. Fray Alonso de Montúfar mandó practicar sobre un sermón que el 8 de septiembre de 1556 predicó fray Francisco de Bustamante acerca del culto de nuestra señora de Guadalupe.

Versión paleográfica de Fray Fidel de Jesús Chauvet
Comentario 

Versión PDF

Folio 1a
Sobre la casa de n(uestr)a S(eñor)a de Guadalupe
(El título anterior está escrito en el margen izquierdo inferior, siguiendo la alineación no trazada del mismo margen).
Folio 1b
[en blanco]
Folio 2a
[1a. DENUNCIA]
En México, martes ocho días del mes de septiembre de mill e quinientos e cincuenta e seis años, estando en misa mayor, en la iglesia del s(eñ)or S(an)to Francisco y capilla de Sant Joseph, presidentes e oidores de la Real audiencia e mucha gente ansi de hombres como mujeres, después de se aver cantado el credo, el maestro Bustamante, Religioso de la dicha orden se subió en un púlpito que para el dicho efecto estaba puesto junto a la Reja del altar e con un patio de seda blanco e colorado, predicó de n(uest)ra Señora e su natividad; y estando en el dicho sermón e aviendo dicho la mayor parte del, paróse e dixo mostrando el rostro atemorizado y parándose mortal, que él no era devoto de nuestra Señora. Lo qual entiendo que dixo por no alabarse, que si por alguna cosa que dijere se quitase a la menor vejezuela la devoción, que tal no era su intención y que no era su intención y que no lo haría como Chr(ist)iano; pero que le parescia que la devoción que esta ciudad ha tomado en una ermita e casa de(uest)ra Señora, que han intitulado de Guadalupe, (es) en gran perjuicio de los naturales porque les daban a entender que hacia milagros aquella imagen que pintó un indio, e así que era dios y contra lo que ellos avian predicado e dioles a entender, dende que vinieron a esta tierra, que no avian de adorar aquellas imágenes, sino lo que representaban, que está en el cielo; demás que allí se hacían algunas ofensas a Dios nuestro Señor, según que era informado, e la limosna que se dava, fuera mejor darla a pobres vergonzantes que hay en la ciudad; y, aunque no se sabia en que se gastaban, y que mirasen los que allí iban lo que se (ha)acian, porque era en gran perjuicio de los naturales; y que fuera bien al primero que dixo que hacia milagros, le dieran cien azotes e al que lo dixere de aquí adelante sobre su ánima le diesen doscientos, caballero en un caballo, y que encargaba mucho el examen deste negocio al visorrey e audiencia, y que aunque el arzobispo dixese otra cosa, que por eso el Rey tiene jurisdicción temporal y espiritual y esto encargó mucho al audiencia; y también dixo que no era bien predicarlo en púlpitos, primero que estuviesen certificados en ello e de los milagros que se decía avia hecho; avia muchas personas de calidad presente.
Folio 2b
[en blanco]
Folios 3a, 3b, y 4a
[en blanco]
Folio 4b
Vísperas de n(uest)ra S(eñor)a de Set(iembr)e fueron a n(uest)ra S(eñor)a de Guadalupe muchos deceplinantes [en el margen izquierdo alto, siguiendo la recta (no trazada) del mismo:] Sobre el Sermón de Bustamante
[en el margen derecho alto: una suma de diversas cifras]
[en el margen derecho inferior y dispuesta transversalmente las siguientes notas del Sr. Arz. Montúfar:]
[en lo alto: una cruz] †
como quando fui la p(rimer)a vez p(ro)hibi no se publicasen milagros en pr(e)sencia de a(lons)o pérez y de salazar p(rocurad)or si mentó las imágenes de los ídolos de los indios n(uest)ra S(eñor)a de Soterrañá (?) en el condado de nebla digna de ven(eneració)n como S(an)tiago
[Siguen a la izquierda dos operaciones: sustracciones]
(Hacia el margen izquierdo inferior, pero no del todo y siguiendo la horizontal del margen superior)
S(obre) C(asa) S(anta) m(aría) de G(uadalupe) M(éxico)
Folio 5a
1556
[en el margen superior izquierdo] [en el centro:] [en el margen derecho superior]
Contra fr. Fran(cis)co de Bustamante provincial de S(an)t Fran(cis)co Suspéndase y la parte es muerto Contra la devoción que se deve tener a la hermita de n(uest)ra S(eñor)a de Guadalupe desta ciudad
[Las tres anotaciones son de mano del Sr. Montúfar]
[2a. DENUNCIA]
(otra mano)
Lo primero dijo que una de las cosas más perniciosas para la buena cristiandad de los naturales que se podían sustentar era la devoción de n(uest)ra Sra. de Guadalupe, porque desde su conversión se les avia predicado que no creyesen en imágenes; sino solamente en Dios y en n(uestr)a Sra. y que solamente serbian para provocarlos a deboción. Y que hagora dezirles que una ymagen pintada por un yndio hazia milagros, que seria gran confusión y deshacer lo bueno que estaba plantado; porque otras debociones que avia, como n(uest)ra Sra. de Lorito (sic) y otras, tenían grandes principios y que esta se levantó sin fundamentos; estaba admirado; en esto cargó la mano y otros de mejor memoria lo dirán.
También dixo que publicarse milagros como se avian publicado, eran gran confusión, porque si va un yndio coxo con esperanza que avia de volver sano, y después volver más coxo que avia ydo, sera darles ocasión a que no creyesen en dios ni en Sta Maria y que la C(hirst)iandad dellos fuese cada dia a menos.
Que si esta deboción yva adelante prometía de jamas predicar a yndios, porque seria tornar a deshacer lo hecho.
Dixo que sup(lic)a al sr. Vissorrey e oydores mandasen remediar tan gran mal, y que sobre ello hiciesen información y castigasen a los ynventores, dándoles cada dos(ciento)s azotes a su quenta y que no ostante que V(uestra) S(eñori)a es prelado de la ig(les)ia, el rrey es patrón della y puede en lo uno y en lo otro hacer lo que le pareciere, y que al Sr. virrey y oidores competía el remediar esto, en lo qual cargó bien la mano.
También dijo que mejor se serviría Nu(est)ra Sra con que el tomín y candela que allí le ofrecen, se diesen a pobres necesitados, y no ofrecerle donde sabe dios en que se gasta.
Dijo que el arzobispo mi señor estaba muy engañado en pensar que estos yndios no eran devotos de n(uestr)a Sra, porque los que los tra(ta)ban entendian ser tanta su devoción, que la adoraban por dios y que antes era necesario en esto irles a la mano y dárselo a entender.
Folio 5b
[Relación del visitador del arzobispado]
El Visitador que le oyó dezir, en comenzando a hablar de n(uest)ra Sra de Guadalupe, que lo que su Sria avia predicado de n(uestr)a Sra de Guadalupe, no lo queria contradecir; y ansi mesmo que su intención no era, aunque fuera una biejuela, que perdiese la devoción de n(uest)ra Sra; mas que le parecia que hera una cosa perniciosa para los naturales de esta tierra, porque les avian dado a entender en sus sermones que las imágenes heran de palo y de piedra y que no se avian de adorar; mas de que estaban por de semejanza de la del cielo; y que los indios eran devotos de n(ues)tía Sra que la adoraban y que pasaban mucho trabaxo para quitarles aquella opinión, y que, visto agora que aquella imagen hacia milagros, aunque no estaba ninguno averiguado, y que se pasaria mucho trabajo de aqui adelante en quitarles la opinión que tenían de adorar la imagen de n(uestr)a Sra, y que no sólo avia este mal en ello, pero que avia otros males de yr halli con comydas y limosnas que daban, que seria mejor darlas al hospital de las bubas o a otras personas, que suplicaba al Sr. Visorrey y oydores que lo mirasen bien y averiguasen, aunque su Sria Rma., era juez eclesiástico, ellos lo podían todo; y que si al primero que salió con este milagro, lo azotaran y castigaran, no viniera al estado en que está; y que si la devoción iba adelante, de la ymagen de n(uest)tra Señora de Guadalupe, sin primero examinarlo que é no predicaria más a los yndios.
Folio 6a
[Interrogatorio]
1 Primeramente si conoce al p(adr)e Fray Fr(ancis)co de Bustamante provyncial de la orden de S. Fran(cis)co y si (se) halló presente al sermón que predicó el dicho Busta(man)te el dia del nacimy(ent)o de n(uestr)a Sra de Set(iembr)e, que se contaron ocho dias deste presente mes de Se(ptiembr)e.
2 preguntado que fue lo quel dicho padre Bustamante dixo tocante a la devoción de la ermita de n(uest)ra Señora de Guadalupe, que esta media legua desta cibdad de Méx(ic)o.
3 preguntado si, quando el dicho provincial comenzó a hablar en la dicha ermita, se paró atemorizado y la color mortal; y si dijo quél no era devoto de n(uest)ra Sra., lo qual parece aver dicho con humildad y por no alabarse, y que no era su intención otra, por cosa que dixese, quitar la deboción a la menor vejezuela, y que no lo haria como cristiano si otra cosa dixese.
4 preguntado si el dicho provincial dixo que le parecia que la deboción que la gente desta cibdad a tomado en una ermita e casa de n(uest)ra Sra que an que intitulado de Guadalupe, era en gran perjuizio de los naturales, porque les daban a entender que hazia milagros aquella imagen que pintó un indio, y contra lo que ellos avian predicado e dádoles a entender, desde que a esta tierra vinieron, que no avian de adorar aquellas ymágenes, sino lo que representaban que está en el cielo. Al margen: probada [mano del Sr. Montúfar].
5 preguntado si dixo que una de las cosas más perniciosas pa(ra) la buena cristiandad de los naturales era sustentar la deboción de la dicha ermita de n(uest)ra Sra. de Guadalupe, porque desde su conversión se les había predicado que no creyesen en imagines, sino solamente en dios y que solamente servian las ymágenes para provocarlos a devoción, y que agora dezirles que una imagen pintada por un indio, hazia milagrros, que seria gran confusión y deshazer lo bueno que estaba plantado en ellos [AL MARGEN:] idem [es decir, probado, mano idéntica].
6 Y preguntado si el dicho provincial dixo que la dicha deboción de n(uest)ra Sra de Guadalupe se avia comenzado sin fundamento alguno, porque dado que en otras partes a imagines particulares se tenga deboción, como a n(uest)ra Sra de Lorito (sic) y a otras, éstas avian llevado gran fundamento.
Folio 6b
7 Preguntado si el dicho provincial dixo que en la dicha hermita era ynformado que se hazian ofensas a dios nuestro Señor y que mirasen los que allí yban lo que hacian porque era con gran perjuicio de los naturales.
8 Preguntado si dixo el dicho provincial que la limosna que a la dicha hermita se daba, fuera mejor darla a pobres bergonzantes que haia en la cibdad o al espital de las bubas; porque el tomín y candela que se llevava a nu(estr)ra Sra de Guadalupe, dixo que no sabia en qué se gastaba.
9 Preguntado si sabe quel dicho prouincial dixo que, yendo un indio coxo a la dicha hermita, con esperanza de sanar, por se aver publicado milagros de la dicha imagen, y volviendo más coxo, era darles ocasión a que no creyesen en Dios ni en Sta maria, y que, cada dia fuese menos; y que si dijo que si esta deboción yba adelante, prometía de jamás predicar a yndios, porque sería tomar a deshazer lo hecho.
10 Preguntado si dixo que fuera bien que al primero que dixo que la dicha ymagen hazia milagros, le dieran cien azotes y al que lo dixere de aqui adelante, sobre su ánima, le diesen dozientos, caballero en un caballo, [AL MARGEN] probada [mano del Sr. Montúfar].
11 Preguntado si el dicho prouincial dixo que encargaba mucho el examen deste negocio al bisorrey e audiencia real; y que aunque el arzobispo dijese otra cosa, por eso el rey tiene jurisdicción temporal y espiritual, y esto encargó mucho a la audiencia.
12 Preguntado si dixo que no era bien predicar la deboción de la dicha imagen hasta que estuviesen certificados en ellos, y de los milagros que decian aver hecho.
13 Item si sabe que en muchos de los que estubieron en el sermón del dicho prouincial ubo grande scándalo en ellos y en toda la cibdad; porque dezian que su perlado les animaba a la deboción de nuestra Sra, y el dicho prouincial se la quitaba; de que no ubo poco scándalo en la dicha cibdad; y dezian que seria razon enviar al dicho prouincial a Spaña para que allí fuese castigado y que no le oirian más sermones en la nueva España.
14 Ytem si saben que todo lo suso es pública boz y fama.
El bachiller Puebla (rúbrica)
Folio 7a
Sobre el sermón de Bustamante sobre n(uest)ra Sa. de guadalupe
[el resto en blanco. Mano del Sr. Montúfar]
Folios 8a y 8b
[en blanco]
Folio 9a
[Declaraciones de los testigos]
En la gran cibdad de México desta Nueva España a nueve dias del mes de set(iembr)e de rnill e quinientos y cincuenta seis años, el muy ilustre y Rmo Señor don Fray AI(ons)o de Montúfar etc., arzobispo de Méx(ic)o, en presencia de mi, Francisco Gó(me)s de Zárate, notario apostólico dixo que, por quanto a Su noticia avia venido que en el mones(teri)o de S(eñ)or Sanct Franc(isc)o desta dicha cibdad, ayer, dia de nuestra Sra de Set(iembr)e, que se contaron ocho dias deste presente mes, avia predicado el p(adr)e fray Francisco de Bustamante, prouincial de la dicha orden de S(eñ)or sant Francisco, y, en el sermón que avia hecho, dixo ciertas cosas sobre la devoción y romería de nra Señora de Guadalupe que está media legua desta dicha cibda, y que a algunas personas se avian scandalizado dello y que para saber y averiguar la verdad y Si el dicho padre provincial avia dicho alguna cosa de que debiese ser reprendido, queria hacer ynformación de personas que en el dicho sermón, se hallaron; y para hacerla mandó parecer ante Si a Juan de Mesa, clérigo presbitero, del cual por mi el dicho not(ari)o fue tomado y recebido juramento en forma, por dios e por Sta. Maria e por la señal de la cruz, sobre la que puso su mano derecha, so cargo del qual prometió decir verdad de lo que supiese y le fuese preguntado, al cual por su Señoria Rma le fueron hechas las preguntas siguientes:
[al margen izquierdo:] Testigo Juan de Mesa clérigo [letra del Sr. Montúfar].
Fue preguntado cómo se llama y de qué edad es, dixo que se llama Juan Mesa, y ques de edad de beinte y seis y beinte y (sic) años, poco más o menos.
Fue preguntado por las generales.
Dixo que ning(un)a de ellas le empecé [sigue uno o dos renglones en blanco].
Preguntado Si conoce al p(adr)e fray franc(cis)co de bustamante, prouincial de la orden de Sanct fran(cis)co y Si se halló presente al sermón que predicó en el monest(eri)o de Sanct Franc(cis)co, en la capilla de Sanct Jo(se)ph, ayer, dia de n(uestr)a se(ñor)a de Set(iembr)e, e deste presente año de mill e qui(nient)os y cinc(uent)a y seis.
Dixo que lo conoce y que le oyó el dicho sermón, en la dicha capilla de sanct Joseph, y dijo que le oyó al dicho p(adr)e fray fran(cis)co de bustamante que su yntento no era de quitar la deboción a persona ning(un)a, de n(uestr)a S(eñor)a, aunque fuese a una vieja muy pequeña, pero que Si su señoria rema. Conociera la condición de los na(tura)les, como ellos, que temia otro modo o orden al principio en esta deboción desta ermita y que también le oyó dezir que aunque su señoria Rma era en lo spiritual el principal que también su señoria hablando con el S(eñ)or Visorrey le dixo que era porque le incumbia ,parte para entender en ello o remediallo y también dixo el dicho fray fran(cis)co de bustamante que si al principio questa deboción se publicó, se tubiera cuydado en saber el autor dello y si eran verdad los milagros que se dezian, y hallándose no ser verdaderos los milagros que, sobre su alma o conciencia le podrian dar cien azotes ,
Folio 9b
y dijo más que por la cibdad ha oido dezir y al padre Contreras, capellán del colegio de los niños que avia dicho el dicho prouincial, que no era deboto de n(uest)ra Sra; y a otros (ha) oido dezir que avia dicho el dicho provincial que no era tan deboto como él queria, pero que como estaba lejos, no oyó estas palabras postreras, que era deboto o no deboto de n(uestr)a S(eñor)a.
Dixo más que oyó dezir al dicho prouincial que los religiosos avian trabajado con estos yndios y dotrinándolos y enseñándoles que a un solo Dios abian de adorar, y que aquellas eran pinturas y ymagenes de palo; y que no se acuerda en este articulo más, por estar lexos, aunque sabe que otras palabras pasaron más entre estas.
Dixo este t(estig)o que le oyó dezir al dicho prouincial que las limosnas que se daban en la dicha ermita se podían dar en la cibdad a muchos pobres enbergonzantes y que si alg(un)o o fuese y viniese sano y otro enfermo fuese y viniese peor, por el cansancio del camino, que perderia la deboción o diria: ¿Ésta es la Señora que hace milagros? ¿o estos son los milagros?21 y esto dixo por los yndios, que de spañoles no trató.
Dixo este t(estig)o que a oydo dezir que después de concluso el sermón que obo scándalo y corrillos de gentes y que oydo murmurar de lo que predicó el dicho prouincial, y que a Bustamante clérigo, le oyó dezir que parecia o que era contrario a lo que Su Señora rrevma, habia predicado y que ésta es la verdad para el juram(ent)o que hizo. Fuéle leydo y retificose en ello y firmólo de Su nombre.
Fr. (ater) A.
archieps, mexicanus
(rúbrica)
Joan de Mesa, clérigo
(rúbrica)
E luego incontinente su Señoria Revma, mandó al dicho Jo(an) demesa, clérigo, so cargo del juram(ent)o que tiene hecho y so pena descomunión mayor, finica pro trina monicione praemisa, cuya absolución en si reserbaba lo contrario haziendo, que guarde y tenga secreto de todo lo susodicho, y no dé parte dello a nadie: el qual dixo que ansi lo cumpliria y guardaria.
Folio 10a
[En el margen izquierdo superior:] Testigo Juan de Salazar [mano del Sr. Montúfar].
E después de lo susodicho en la dicha cibdad de méx(ic)o el dicho dia mes e año susodichos para ynformación de lo susodicho, Su Señoria r(evendisi)ma del arzo(bis)po mi se(ñ)or mandó parecer ante si a Joan de Salazar, procurador deste real audiencia, del qual por mi el dicho not(ari)o, en presencia de Su señoria r(everendisi)ma, fue tomado y recibido juramento en forma, por dios e por Sta Maria e por la señal de la cruz, en que puso su mano derecha, so cargo del qual, prometió dezir verdad de lo que supiese y le fuese preguntado y por Su Señoria rma, le fueron hechas las preguntas siguientes.
Primeramente fue preguntado cómo se llama y qué edad tiene, dixo que se llama Joan de Salazar, ques procurador desta real audiencia y que es de edad de treinta y ocho años, poco más o menos, y que conoce al p(adr)e fray franc(cis)co de bustamante, frayle profeso y prouincial de la orden de los franciscos; y que no le toca ni empece ninguna de las generales
[un renglón en blanco]
Preguntado si este t(estig)o ayer martes, dia de la Natividad de n(uestr)a Sra, que se contaron ocho dias deste presente mes de (tiembr)e, estuvo en misa, en el monasterio de Sanct Francisco, desta cibdad de Méx(ic)o y, en ella, oyó misa mayor y el sermón que el dicho fray Francisco de bustamante predicó;
Dixo queste t(estig)o estubo en misa el dia que les preguntado y que oyó el dicho sermón y en el oyó al dicho fray fran(cis)co de bustamante dezir, en lo tocante a la deboción que se avia tomado a n(uestr)a Sra de Guadalupe, questá junto a esta cibdad, que no sabia a que efecto se tenia la dicha deboción, porque era dar a entender a los yndios na(tura)les desta tierra, al contrario de lo que él y otros religiosos, con mucho sudor, les avian predicado; porque les daban a entender que aquella ymagen de n(uestr)a Sra de Guadalupe hazía milagros; y, como algunos yndios coxos ciegos o mancos yban a ella con a(que)l propósito y no tomaban sanos antes peores con el cansancio del camino, lo tenian por burla; y que seria mejor que se procurase de quitar a(que)lla deboción, por el scándalo de los na(tura)les, y que tenia entendido que en la romeria que a la dicha igl(esi)a se hazia, se cometian ofensas a dios nuestro S(eñ)or y que se maravillaba mucho de que el S(eñ)or arzobispo ubiese predicado, en los púlpitos y afirmado los milagros, que se dezia que la dicha ymagen avia hecho, siendo prohibido, como el dicho S(eñ)or Arz(obis)po lo habia predicado tres dias antes; y que las limosnas que alli se daban, seria mejor convertirlas en pro de los hospitales desta cibdad, mayor(men)te el de las bubas, por averle quitado la mayor parte de la renta que él tenia; y que las dichas limosnas que se daban a la hermita de Guadalupe, no sabia en qué se gastaban ni consumian y que para remedio desto, y pa(ra)
Folio 10b
que no fuese adelante, el remedio dello tocaba al S(eñ)or bisorrey y toda la audiencia, que estaba presente, siempre protestando que a los devotos de n(uestr)a Sra no fuese él parte para quitarle su deboción.
A la quarta pregunta dixo que la sabe como en ella se con(tie)ne por averse hallado presente, como dicho tiene, presente (sic) al dicho sermón.
A la quinta pregunta dixo que las mismas palabras contenidas en la dicha pregunta, este te(stig)o oyó dezir al dicho padre bustamante, como en ella se contiene, el qual al tiempo que las dezia mostró un rrostro muy ayrado, mostrando tener gran cólera contra lo que en este caso, el dicho S(eñ)or avia predicado y sustentado, la devoción de la dicha hermita; y esto es lo que sabe tocante a la dicha pregunta.
A la sesta pregunta dixo que las mismas palabras y como la pregunta lo dize, las dixo el dicho fray F(rancis)co de Bustamante; porque este t(estig)o se las oyó, como dicho tiene, estando presente, y con la misma cólera que, en la pregunta antes desta, tiene dicho.
A la sétima pregunta dixo que se remite a lo que tiene dicho en la segunda pregunta, y lo mismo responde a la octava pregunta y lo mismo a la novena pregunta.
décima pregunta dixo que lo que della sabe,es que este o oyó dezir al dicho Fran(cis)co de Bustamante, que fuera justo que al primer ynventor que publicó que la dicha ymagen de n(uestr)a Sra de Guadalupe avia hecho milagros, sobre su ánima, le obieran dado cien azotes, caballero en un asno; y questo sabe y no se acuerda de más.
A la onzena pregunta, que se remite a lo que tiene dicho en la segunda pregunta, y lo mismo dize y responde a las doce preguntas (sic).
A las trece preguntas (sic), dice que lo que de ella sabe, es que, a lo que a este t(estig)o le pareció, que algunos vezinos desta cibda , que estaban junto a este t(estig)o, oyendo el dicho sermón, se escandalizaban y tubieron pena de lo que el dicho prouincial dezia; porque pretendian ser debotos de Nuestra Sra; y asi le pareció a este t(estig)o; y que, después de salidos del dicho sermón, oyó dezir este testigo a muchas personas que no les avya parecido bien lo que, en este caso, el dicho fray Fran(cisc)o de Bustamante avia dicho, por aver tocado en la deboción de n(uestr)a Sra de Guadalupe; y en toda la mayor parte desta cibdad a visto este testigo, que a tenido y tiene deboción y an ocurrido a ella con sus limosnas y oraciones; y esto es lo que sabe para el juramento que tiene hecho y firmólo de su nombre.
Folio 11a
Preguntado si oyó el sermón que tres dias antes Su Señoria Rma., predicó en esta ciudad y cómo, en él, procuró de persuadir a todo el pueblo a devoción de Nuestra Señora, diciendo cómo Su Hijo precioso en muchas partes ponía devoción a la imagen de su Madre preciosa en los pueblos y despoblados y para esto señaló a Nuestra Señora la Antigua y de los Remedios y Nuestra Señora de Monserrrate y de la Peña de Francia y nuestra Señora de Lorito (sic).
Dixo que este testigo se halló presente al sermón que le es preguntado que hizo el Señor Arzobispo, y las mismas palabras y por el mismo orden que le es preguntado, se las oyó decir, con la cuales puso mucha devoción a todo el pueblo; y asi toda la mayor parte de la dicha ciudad, como dicho tiene, ha visto este testigo que sigue y prosigue la dicha devoción de Nuestra Señora y este testigo, de más de esto, ha oido decir que, aunque los religiosos de las órdenes que residen en México que son predicadores y han procurado de estorbar la dicha devoción, no les aprovechan nada, antes serán espuelas para que con más ardor visiten y sirvan a la dicha ermita.
Preguntado si Su Señoria Revma., en el dicho sermón dixo que en el Concilio Lateranense, en una sesión, se mandaron dos cosas sopena de excomunión al Sumo Pontifice reservada: la una que nadie infamase a los prelados y la otra que ninguno predicase milagros falsos ni inciertos; y que Su Señoria no predicaba milagro ninguno de los que algunos decian haber hecho la dicha imagen de Nuestra Señora ni hacia caso de ellos, porque no tenia información hecha de ellos; que andaba haciendo la información Y, según lo que se hallase por cierto y verdadero, aquello se predicaria o disimularia; que los milagros que su Señoria predicaba de Nuestra Señora de Guadalupe, era la gran devoción que toda esta ciudad ha tomado a esta bendita imagen, y los indios también, y cómo van descalzas las señoras principales y muy regaladas y a pie, con sus bordones en las manos, a visitar y encomendar a Nuestra Señora; y de esto los naturales han recibido grande ejemplo y siguen lo mismo.
Dixo que, como este testigo tiene dicho, se halló presente al sermon que el dicho señor Arzobispo predicó (y) le es preguntado y que, encuanto decir, como el dicho Fray Francisco de Bustamante dijo, que el señor Arzobispo que (a)probaba los milagros que se decia haber hecho la dicha imagen de Nuestra Señora de Guadalupe, fue testimonio que se le levantó, porque no dijo sino que, aunque le habian dicho algunos milagros, que, por el presente, no queria tratar de ellos, hasta haber acabado la averiguación que de ellos andaba haciendo; porque este testigo oyó decir al dicho Señor Arzobispo que en el Concilio que en la pregunta se declara, se habia prohibido y puesto pena de exco
Folio 11b
munión a quien predicase milagro falso o incierto y que lo que este testigo oyó decir al dicho Señor Arzobispo de los milagros que habia hecho, es que muchas señoras de este pueblo y doncellas asi de calidad como de edad, iban descalzas y con sus bordones en las manos a la dicha ermita de Nuestra Señora, y que asi este testigo lo ha visto, porque ha ido muchas veces a la dicha ermita; de que este testigo no poco se ha maravillado; por haber visto muchas viejas y doncellas ir a pie, con sus bordones en las manos, en mucha cantidad a visitar la dicha imagen; y esto es lo que sabe.
Preguntado si sabe que Su Señoria Revma., ha mandado predicar y, en su presencia, se ha predicado a los indios cómo han de entender la devoción de la imagen de Nuestra Señora, cómo no se hace la reverencia a la tabla ni a la pintura, sino a la imagen de Nuestra Señora, por razón de lo que representa, que es a la Virgen Maria, Nuestra Señora; y como la reverencia que a la imagen se hace no para alli, sino va a lo representado por ella y que asi deben de entenderlo, dijo que este testigo, como dicho tiene, ha ido algunas veces a la dicha ermita de nuestra Señora y, entre ellas, ayer, que se contaron ocho dias de este presente mes, y estando en ella, dende a poco rato, llegó el dicho Señor Arzobispo; al cual este testigo salió a recibir con algunos amigos. Y llegados a la iglesia, el dicho Señor Arzobispo hizo oración, y hecha, se volvió a hablar con muchos indios que alli estaban, y, cómo no sabia la lengua para podelles hablar, mandó a un Sacerdote que se llama... de Manjarrez, que les declarase lo que el dicho Señor Arzobispo les queria decir, el cual como lengua que es, les dijo todas las palabras en la pregunta contenidas; y este testigo lo sabe, porque, Como dicho tiene, se halló presente, por que medianamente entiende la lengua de los indios.
Preguntado si este testigo ha visto que, después que se ha manifestado y divulgado la devoción de la dicha ermita de Nuestra Señora de Guadalupe, ha visto que han cesado, en esta ciudad de México, muchos juegos y muchos placeres ilicitos, como era que muchas personas se iban a las huertas, desde la mañana hasta la noche, y muchos de ellos sin oir misa, y otras personas estaban tres y cuatro dias en sus regocijos y pasatiempos, sin tornar a esta ciudad, donde se hacian ofensas a Dios Nuestro Señor; para lo cual y viendo la disolución que en este caso habia, el arzobispo, de buena memoria, pasado, prohibió y mandó que ningfin sacerdote dijese misa en ninguna huerta, y lo mismo ha hecho el dicho Señor Arzobispo presente, por evitar los dichos males; y que los fieles oyesen misa y sermón.
Dijo que este testigo como vecino que es de esta Ciudad, por trato y conversación que en ella tiene, vio, de mucho tiempo
Folio 12a
a esta parte, asi en el tiempo del Señor Arzobispo pasado Como del presente, ir mucha gente a las huertas, asi hombres Como mujeres, y a ellas llevar muy bien repuesto de comida y cena, donde, en algunas partes, que este testigo se halló, vio jugar y hacer otros excesos; y que, después aci que se divulgó la devoción de nuestra Señora de Guadalupe; ha cesado mucha parte de lo que tiene dicho, y ya no se platica otras cosas en la tierra, sino es: dónde quereis que va(ya)mos? Vámonos a Nuestra Señora de Guadalupe; que le parece a este testigo que está en Madrid que dicen: Vamos a Nuestra Señora de Atocha; y en Valladolid: a nuestra Señora del Prado. Y que, a lo que tiene entendido este testigo, que ha sido muy gran bien y mucho provecho para las ánimas haberse principiado la devoción de Nuestra Señora de Guadalupe, adonde los que van, hallan continuamente misas que los fieles y devotos mandan decir, y, algunos dias de fiesta, sermones; y esto es lo que sabe y firmólo de su nombre. Fuele encargado el secreto, sopena de excomunión a Su Señoria reservada; el cual dijo que asi lo guardaria.
[El Sr. Arzobispo no firmó ni éste, ni las siguientes actas, hasta fol. 16a] (Al margen izquierdo:) Testigo Marcial de Contreras [letra del Sr. Montúfar]
Johan de Salazar (rúbrica)
después de lo susodicho, en la dicha ciudad de México, el dicho dia, mes e afio susodichos, para información de lo susodicho, Su Señoria Rma., del Arzobispo mi Señor, mandó parecer ante si a Marcial de Contreras, clérigo presbitero, del qual, por mi el dicho notario, en presencia de Su Señoria fue tomado y recibido juramento en forma, por Dios y por Santa Maria e por la señal de la cruz, en que puso su mano derecha, so cargo del cual prometió de decir verdad de lo que supiese y le fuese preguntado y por Su Señoria Rma., le fueron hechas las preguntas siguientes:
Primeramente fue preguntado cómo se llama y qué edad tiene, dixo que se llamaba Marcial de Contreras, clérigo presbitero y que será de edad de veinte y ocho años a veinte y nueve años, poco mas o menos;
y preguntado si conoce a Fray Francisco de Fustamante (sic) , (pro)vincial de la orden de San Francisco, dijo, que si, que dos veces le habia visto predicar y que ha oido decir que se llama asi, y que no le tocan ni empecen las generales.
preguntado si ayer, que se contaron ocho dias del presente mes de setiembre, oyó en sanct Francisco, en la capilla de Sanct Joseph al
dicho Fray Francisco de Fustamante (sic) predicar de nuestra señora, especialmente en lo tocante a la devoción que esta ciudad tiene en la imagen de Nuestra Señora, que está en la ermita que dicen de Nuestra Señora de Guadalupe, media legua de dicha ciudad, dijo que lo que le oyó decir es lo siguiente: Yo no soy devoto de Nuestra Señora, quisiéralo ser; si pensase a las más pobre vieja quitalle su devoción, no me ternia por buen cristiano; y el Prelado lo hace; pero quitar a los indios aquello que años ha que predicamos, aunque yo no he hecho a indios sino pocos sermones, y es que no adoren a Nuestra Señora por Dios, que son muy devotos y que estas imágines son de piedra y de palo, y que estan para que nos acordemos por ellas de las que están arriba, y que vengan agora a decir que una imagen que está alli pintada de un indio que hace milagros...
Folio 12b
Dixo más que le oyó decir al dicho prouincial que una de las cosas contrarias, para la buena cristiandad de los naturales, era sustentar la devoción de la dicha ermita de Nuestra Señora de Guadalupe; porque, desde su conversion, se les habia predicado que estas imágenes y las demás, servian solamente para que, por ellas, nos acordasemos de las del cielo.
Otro sí dijo que en la ciudad hay gran scándalo, a lo que este testigo ha oido, de lo que el dicho provincial predicó; y que seria bueno enviarlo a España; y que esta es la verdad. Y fuele leido y rectificóse en ello; y dijo que otras cosas dicen por ahi que dijo, las cuales no oyó este testigo; porque como oyó lo que dicho tiene, dijo entre si: esto parece que va con pasión, no lo quiero oir; y saliose de la iglesia. Y firmólo de su nombre.
Marcial de Contreras (rúbrica)
[Testigo: el Bachiller Puebla]
E después de lo susodicho en la dicha ciudad de México el dia,
mes e año suso dichos para su información de lo susodicho, Su
Señoria Rma., mandó parecer ante si al bachiller Puebla, clérigo presbitero, al qual por mi el dicho notario y en presencia de Su Señoria Revma., fue tomado juramento en forma por Dios y por Santa Maria e por la señal de la cruz en que puso su mano derecha, so cargo del cual prometió decir verdad de lo que supiese y le fuese preguntado; y por su Señoria Rvma., le fueron hechas las preguntas siguientes:
Preguntado cómo se llama y qué edad tiene, dixo que se llama el bachiller Puebla y que es de edad de cuarenta años y que no le tocan las generales.
Fuéle leido un interrogatorio hecho por ciertos memoriales que trujeron diversas personas que oyeron predicar a fray Francisco, de Bustamante, provincial, de la orden de San Francisco, antier dia de la Natividad que se contaron ocho del presente mes de Setiembre, por el cual fue declarando lo siguiente: el cual suplicó a Su Señoria que no le mandase decir en esta causa, pues el sermón fue público y hay muchos testigos, porque él es capellán del Ilmo. Virrey y de la Audiencia Real, y recibiria señalada merced que no le mande decir en esa causa; y Su Señoria rma. le dijo que, porque esta causa es de materia sutil y de letrados, conviene tomar el dicho suyo, como de persona docta y leida, que notaría bien lo que oyó, y asi le mandó so pena de excomunión.
Folio 13a
mayor latae sententiae unica protrina monitione praemissa, en la cual ipsofacto incurra, lo contrario haciendo, cuya absolución en sí reservó, que diga la verdad de todo lo que supiere y le fuere preguntado; y dijo que como hijo de obediencia, que si.
Preguntado por la primera pregunta del dicho interrogatorio, dice que la sabe como en ella se contiene y asi pasó.
A la segunda dijo que él se halló el dicho día en el sermón, como dicho tiene, y el dicho provincial dijo... Que por las preguntas del dicho interrogatorio quiere ir diciendo, para mejor acordarse.
Preguntado si quando [sigue en blanco en el original].
3 A la tercera pregunta dixo que haberse parado atemorizado y de color mortal el dicho provincial, dixo que no advirtió en ello y que dijo que él no era devoto de Nuestra Señora o poco devoto , y que este testigo lo juzgó haberlo dicho por humildad y porque no pareciese alabarse; y lo demás dice que asi pasó como la pregunta lo dice.
4 A la cuarta pregunta, dixo que, a la letra, como en ella se contiene, lo dijo el dicho provincial, y asi se lo oyó este testigo.
5 A la quinta pregunta dijo que no se acuerda de lo en ella contenido.
6 A la sexta, dijo que asi pasó como en ella se contiene y el dicho provincial dijo lo que en ella contiene y el dicho provincial lo dijo.
7 A la sétima pregunta dijo que es la verdad que el dicho provincial dijo lo que en ella contenido.
8 En la octava pregunta dixo que es la verdad que el provincial dixo que la limosna que, en la dicha ermita se daba, fuera mejor darla a pobres vergonzantes y al hospital de las bubas; lo demás que no se acuerda.
9 A la nona pregunta dijo que el dicho provincial dijo, en el dicho sermón, lo dicho en la dicha pregunta contenido, excepto en

lo postrero que dice la pregunta, que habia dicho que si esta devoción iba adelante, prometió de jamás predicar a indios, porque seria tornar a deshacer lo hecho. Dice que no se acuerda bien si dijo que si esta devoción iba adelante, pero de prometer de no predicar a indios, acuérdase bien que lo dijo.
10 A la décima dijo que es verdad que el dicho provincial dijo que fuera bien que al primero que lo inventó, le dieran ciento o doscientos azotes.
11 A la undécima pregunta dixo que el dicho provincial lo dijo todo, como en ella se contiene.
12 A la doce dijo que no se acuerda de ella.
13 A la trece dijo que es verdad que alli en la iglesia y después en la ciudad ha habido grande scandalo, sobre las cosas que el dicho provincial predicó, y asi muchas personas escandalizadas, de lo que habian oido, venian a preguntar a este testigo que le parescia; y que les decia que no bien y que habia sido escándalo.
14 A la última dijo que asi es público y notorio, como el sermón fue público.
Folio 13b
Dixo que ésta es la verdad para el juramento que tiene hecho y leyósele y retificóse en ello y firmólo de su nombre, el cual interrogatorio está firmado del dicho bachiller Puebla.
El Bachiller Puebla (rúbrica)
[Testigo: el Bachiller Francisco de Salazar]
E después de lo susodicho, en la dicha ciudad de México, el dicho dia, mes e año susodichos, Su Señoria Revma., para información de lo susodicho, mandó parecer ante sí al bachiller Francisco de Salazar, del cual por Su Señoria Rvma., fue tomado y recibido juramento en forma por Diose por Santa Maria y por la señal de la cruz, sobre que puso su mano derecha, so cargo de lo cual prometió decir verdad de lo que supiese y le fuese preguntado; y por Su Señoria Revma., le fueron hechas las preguntas siguientes, el cual dijo a la solución del dicho juramento: Si juro y amén.
Preguntado cómo se llama y qué edad tiene y qué oficio, dijo que se llama el bachiller Francisco de Salazar y que es abogado de esta Real Audiencia y que no le tocan las generales. [Un renglón en blanco]
A la primera pregunta del interrogatorio dijo que conoce al padre fray Francisco de Fustamante (sic), provincial de la orden de Señor San Francisco, puede haver cinco años poco más ó menos, y que este testigo se halló presente al sermón que el susodicho predicó, martes que se contaron ocho de este mes de Setiembre, dia del nascimiento de Nuesta Señora, en la capilla que llaman de Sant Joseph, que está en el monasterio de Señor San Francisco, en esta dicha ciudad; y esto respondió a esta pregunta.
A la segunda pregunta dijo que lo que sabe del caso es que, estando el dia contenido en la pregunta antes de ésta, este testigo con otras muchas personas que se hallaron presentes al sermón, que el dicho fray Francisco de Bustamante predicó, vio que el dicho fray Francisco, después de la mayor parte del sermón, mostrando el rostro atemorizado según sus palabras y la color que mudó, dijo que él no era deboto de Nuestra Señora, lo cual entendió este testigo que dijo por no alabarse, e que si por alguna palabrao cosa que dijese se quitase a la menor vejezuela la devoción, que tal no era su intención y no lo haria como cristiano; pero que le parecia que la devoción que esta ciudad ha tomado en una ermita c casa de Nuestra Señora que han intitulado de Guadalupe es en gran perjuicio de los naturales, porque les daban
Folio 14a
a entender que hacia milagros, aquélla imagen que pintó un indio y a que era dios; y contra lo que ellos habian predicado y dádoles a entender, dende que vinieron a esta tierra, que no habian de adorar aquellas imágenes, sino lo que representaban que está en el cielo; demás que alli se hacian algunas ofensas a Dios Nuestro Señor, segun era informado, e la limosna que se daba fuera mejor daría a pobres vergonzantes que hay en esta ciudad; y aun que no se sabia en que se gastaba, y que mirasen los que alli iban lo que hacian, porque era en gran perjuicio de los naturales; y que fuera bien al primero que dijo que hacia milagros, le dieran cien azotes y al que lo dijere de aqui delante, sobre su ánima, le dieran ducientos, caballero en un caballo; y que encargaba mucho el examen de este negocio al Señor Visorrey y Presidente e Oidores de la Real Audiencia que estaban presentes; y que, aunque Su Señoria Revma., dijese otra cosa, que por eso el Rey tenia jurisdicción spiritual y temporal; y esto encargó mucho a los dichos señores Presidente e Oidores; y, añadiendo a estas palabras, dijo que no era bien predicarlo en púlpitos, primero que estuviesen certificados en ello y de los milagros que se decia que habia hecho y esto respondió a esta pregunta.
A la tercera pregunta dijo que se remite a lo que tiene dicho en la segunda pregunta.
A la pregunta cuarta dijo que se remite y refiere a lo que tiene dicho en la segunda pregunta.
A la pregunta quinta dijo que se remite a lo que tiene dicho en la segunda pregunta.
A la sexta pregunta dijo que lo que sabe es que el fundamento que esta ermita tiene, dende su principio, fue el titulo de la Madre de Dios, el cual ha provocado a toda la ciudad a que tengan devoción, en ir a rezar y encomendarse a ella, y de fuera de esta ciudad. Estando este testigo en la dicha ermita, asi españoles como naturales, ha visto entrar en ella con gran devoción y a muchos de rodillas, dende la puerta hasta el altar donde está la dicha imagen de Nuestra Señora de Guadalupe. Y éste le parece fundamento bastante para sustentar la dicha ermita, y querer quitar la tal devoción, seria contra toda cristiandad y esto sabe este testigo, porque después que esta devoción está en la dicha ermita, se han quitado los paseos que ordinariamente se solian tener, dende esta ciudad a las huertas de ella, donde muchos españoles, por irse a holgar y, algunas veces, a hacer ofensas a Dios Nuestro Señor, como es público y notorio, dejaban de oir misa, domingos y fiestas de guardar. Y de presente este testigo ha vis to que toda la plática y conversación que en esta ciudad se trata, entre los
Folio 14b
devotos de la Madre de Dios, solamente es que vayan a rezar y encomendarse a ella; y lo tienen por devoción muchos ir a caballo y otros a pie; y en ello hay muy gran continuación en la distancia de camino que hay, dende esta ciudad a la dicha ermita; porque alli oyeron sermones y misas y no solamente las personas que sin detrimento de su edad y sin vejación de su cuerpo pueden, van a Pie, pero mujeres y hombres de edades mayores y enfermos, con esta devoción van a la dicha ermita. Y ansimesmo este testigo ha visto que los niños pequeños que tienen entendimiento, como ven a sus padres y a otras personas tratar de esta devoción, importunan mucho que los lleven alli; por donde notoriamente se colige sustentar la dicha ermita y devoción, será en gran pro y utilidad de esta república; y lo contrario seria quitar el mantenimiento del ánima, y asi parte de la vida. Y esto responde a esta pregunta.
A la sétima pregunta dixo se refiere a lo que tiene dicho en la segunda pregunta.
A la otava dijo lo mismo.
A la nona pregunta dijo que se refiere a lo que tiene dicho en la segunda pregunta.
A la décima pregunta dijo que se refiere a lo que tiene dicho en la segunda.
A la undécima dice que se refiere a lo que tiene dicho en la segunda pregunta.
A la doce lo mesmo. A la trece dijo que lo que sabe de ella es que este testigo vio, en muchas personas, que recibieron scándalo con las palabras que el dicho provincial dijo; y de tal manera, que todo lo que habia dicho tocante a la Natividad de Nuestra Señora, habia sido como si no hubiera dicho nada, por haber contradicho una devoción tan grande que esta ciudad tiene y a ella se mueve todo el pueblo. Y habiendo Su Señoria animado a la dicha devoción, como ordinariamente anima a la dicha ciudad, viendo el buen principio que llevan los españoles. Y que de esta manera cree este testigo que redundará en pro y utilidad de los naturales por lo que ha visto en esta devoción, y asi vendrán a convertirse mayormente. Que este testigo ha visto, hallándose presente a ello en la dicha ermita, que Su Señoria Revma., ha mandado juntar los naturales que a la dicha ermita habian venido y, mediante su intérprete, Francisco de Manjarrés, clérigo presbitero, persona de buena vida, les diese a entender cómo habian de adorar, en aquella devoción, la imagen de Nuestra Señora que alli estaba en el altar, porque representaba la del cielo, Madre de Dios verdadero, y que no hacian reverencia al lienzo ni pintura
Folio 15a
ni palos de las imágenes, sino a las imágenes por lo que representaban; y asi lo hizo el dicho Francisco de Manjarrés. Y en lo demás que esta pregunta dice de no oir sermón al dicho fray Francisco de Bustamante, dijo que por respeto del escándalo que hubo con la contradicción que hizo; y de presente no se trata otra cosa, sino decir: Aunque pesa a Bustamante, hemos de ir a servir a Nuestra Señora donde quiera que su imagen esté; y, contradiga él la devoción cuanto quisiere, que antes es dar a entender que le pesa de que vayan españoles alli, y, de aqui adelante, si ibamos una vez, iremos cuatro; y por estas causas han perdido muchas personas la devoción que tenian con los sermones del dicho fray Francisco de Bustamante. Y esto es lo que sabe para el juramento que hizo y no otra cosa. Y siéndole leido por mi el dicho notario y en presencia de su Señoria Revma., se rectificó en ello y dijo que era la verdad y firmólo de su nombre.
El Bachiller Salazar (rúbrica)
[Testigo: Gonzalo de Alarcón]
E después de lo susodicho, en la dicha ciudad de México, el dia, mes e años susodichos para información de lo susodicho su Señoria Revma., del Arzobispo mi Señor, mandó parecer ante si a Gonzalo de Alarcón, del cual por Su Señoria Revma., fue tomado y recibido juramento en forma, por Dios y por Santa Maria e por la señal de la cruz sobre que puso la mano derecha; so cargo de él prometió decir verdad de lo que supiese y le fuese preguntado. E por Su Señoria Revma., fueron hechas las preguntas siguientes:
Preguntado cómo se llama y de qué edad es, dijo que se llama Gonzalo de Alarcón y que es de edad de cuarenta años, poco más ó menos, y que no le tocan las generales, mas que este que declara vino arrimado, a Su Señoria de Spaña y que siempre ha tenido a Su Señoria por señor, aunque vive por si en Su casa. Y preguntado si conoce a Fray Alonso de Santiago, fraile de la orden de San Francisco, dijo que conoce a Fray Alonso, fraile de la orden de Sant Francisco, porque le ha visto y hablado con él, en el monasterio del dicho San Francisco, y que ha oido decir que se llama por sobrenombre de Santiago, que es hombre bien dispuesto, moreno, y que estuvo en el sermón que hizo el Illmo. Señor Don Alonso de Montúfar, arzobispo de esta Santa Iglesia de México, el domingo que pasó, que se contaron seis dias del mes de setiembre del año susodicho, porque este testigo estuvo con él en el dicho sermon.
Preguntado que es lo que ha oido decir al dicho fray Alonso de Santiago, de la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe que está en una ermita media legua

Folio 15b
de esta dicha ciudad, dijo que el mismo domingo en la tarde fueron este testigo y el bachiller Carriazo a Sant Francisco. Estuvieron hablando con fray Antonio de Huete, y después se juntó con los susodichos el dicho Fray Alonso y otros frailes y otras personas legas, especialmente Alonso Sánchez de Cisneros de Madrid, balanzario de la casa de la Moneda. Y el bachiller Carriazo comenzó (a) tratar del sermón del Ilmo. Señor Arzobispo que en dia habia predicado, aunque antes se habia tratado ansimesmo de ello. Y a las palabras que dijo el bachiller, respondió fray Alonso: Asi como comenzó a decir el Ilmo. Sr. Arzobispo: Beati oculi qui vident quae vos videtis, que fue el tema del dicho sermón, dixo el dicho fray Alonso: Luego vi que iba a parar en Nuestra Señora de Guadalupe. Y que tratando de ello, discutieron sobre si era bien que el dicho Señor Arzobispo prosiguiese la devoción de la dicha imagen. Que el dicho Fray Alonso dijo ciertas razones, por do le parecia que no se debia hacer, porque era alterar a los naturales de la tierra y aún a españoles; porque viendo los dichos indios que se hacia tanto caudal de la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe, que seria escandalizarlos; porque creerian que era aquella la verdadera Nuestra Señora y que la adorarian; porque antiguamente ellos solian adorar idolos y que era gente flaca. Y asi mismo el dicho fray Alonso le dixo al dicho bachiller: Aguarde V.M. un poco y traeré un libro y vera un capitulo que habla en el mismo caso. Y fue y lo trujo y lo mostró al dicho bachiller y él tomó el dicho libro y leyó la mitad del dicho capitulo y era el terdécimo Deuteronomio. Y tratando sobre otras cosas, asimismo se dijo alli que ya que el Ilmo. Señor Arzobispo quisiese que, por devoción se fuese a aquella ermita, habia de mandar que no se nombrase de Nuestra Señora de Guadalupe, sino de Tepeaca o Tepeaquilla; porque, sin en España, Nuestra Señora de Guadalupe tenia aquel nombre, era porque el mesmo pueblo se decia asi de Guadalupe.
Preguntado a qué fin trujo el dicho libro, el dicho fray Alonso de Santiago, dijo que a respecto de lo que alli se trató y que fue que el dicho bachiller dijo: Mira que dice aqui solamente habemos de adorar y servir a Nuestro Señor.
Preguntado si es verdad que tratándose alli si se habia de hacer procesión a la dicha ermita, el dicho Fray Alonso de Santiago dixo: El dia que se hiciese, se habia de ir el Virrey con los conquistadores a hacer alarde a Chapultepeque. Dijo que es verdad que pasaron estas palabras y otras semejantes, porque las dijo el dicho fray Alonso.
Preguntado si sabe que en esta ciudad ha habido grande escándalo por un sermón que predicó Fray Francisco de Bustamante, provincial de San Francisco contra la devoción de la dicha ermita. Dixo que este que declara no estuvo en el dicho sermón, pero que a muchas personas de las principales de esta ciudad y a Oidores ha oido tratar y tratado con ellos del dicho sermón, y todos los que de él han tratado y trataban, les pareció muy mal y que no eran palabras las que dijo que se habian de decir especialmente en púlpito, porque se alteraron las personas más
Folio 16a
principales que estuvieron en el dicho sermón. Y que esta la verdad para el juramento que tiene hecho; y fuéle leido y retificóse en ello y firmólo de su nombre.
Archiepiscopus Mexicanus
Gonzalo de Alarcón (rúbrica)
[Testigo: Alonso Sánchez de Cisneros]
E después de lo susodicho, en la dicha ciudad de México, el dicho dia, mes e año susodichos, para información de lo susodicho, Su Señoria Revma. mandó parecer ante sí a Alonso Sánchez de Cisneros, vecino de esta ciudad, del cual por Su Señoria Revma., fue tomado y recibido juramento en forma, por Dios y Santa Maria y por la señal de la cruz, en que puso su mano derecha, so cargo del cual prometió decir verdad de lo que supiese y le fuese preguntado., y por Su Señoria Revma., le fueron hechas las preguntas siguientes:
Preguntado cómo se llama y qué edad tiene, dixo que se llama Alonso Sánchez de Cisneros y que es de edad de más de treinta y cinco años.
Preguntado por el dicho interrogatorio, a la primera pregunta, dixo que le conoce y que se halló en el sermón del dicho provincial en el dicho dia de Nuestra Señora de Setiembre.
A la segunda dixo que le oyó decir al dicho provincial que él y todos los demas religiosos habian procurado con muy grande instancia de evitar que los naturales de esta tierra tuviesen su devoción y oración en pintura y en piedras, por quitarles la ocasión de sus ritos y ceremonias antiguas de adorar en sus idolos; y con esta devoción nueva de Nuestra Señora de Guadalupe, parecia que era ocasión de tornar a caer en lo que antes habian tenido; porque era una pintura que habia hecho Marcos, indio pintor, y que para aquella devoción aprobarla y tenerla por buena, era menester haber verificado los milagros y comprobádolos con copia de testigos; pero que él tenia a Su Señoria del Señor Arzobispo, por tal persona en ciencia y conciencia, que lo habria todo mirado bien, como persona a cuyo cargo está el estado eclesiástico; pero junto con esto el Ilmo. Visorrey, los señores Oidores, Como Supremos asi en lo eclesiástico como en lo seglar, lo examinasen; pues era a Su cargo, Como personas que en el todo están por su Majestad y que tenia por cosa más pia y me
Folio 16b
ritoria socorrer los hospitales y necesitados de la ciudad que sabia que padecia necesidad extrema, que no ir a semejantes romerias.
A la tercer que no sintió de haber perdido el color, porque estaba este testigo lexos del púlpito, y que le oyó decir que no era devoto de Nuestra Señora, pero que entendió que era con humildad, y dijo que le oyó decir todo lo demás contenido en la pregunta.
A la cuarta pregunta dijo, que dice lo que dicho tiene y a ello se refiere, y lo demás no se acuerda.
A la quinta pregunta dijo que es la verdad que le oyó estar muy firme en contradecir la devoción de la dicha ermita, y que, en lo demás, dice. lo que dicho tiene.
A la sexta pregunta dijo que no se acuerda.
A la sétima pregunta dixo que no está muy entero en ella; pero que le parece que se lo oyó.
A la octava pregunta dijo que ya tiene dicho en la segunda pregunta, y que a ella se refiere, en lo postrero de la dicha pregunta, que dice que no sabia en que se gastaban las limosnas, dice que no se acuerda habérselo oido.
A la nona pregunta dijo que,le parece a este testigo que asi se lo oyó decir al dicho provincial.
A la décima pregunta dijo que le parece que asi se lo oyó decir en el sermón.
A la undécima pregunta dice lo que dicho tiene en la segunda pregunta. A la doce pregunta dijo que dice lo que tiene dicho en la segunda.
A la trece pregunta dijo que vido estar confusos la mayor parte de los que oyeron el sermón, de haber oido lo que trató, tocante a la devoción de la dicha ermita; y que muchos de los que estaban cerca de este testigo les oyó decir: Mejor estuviera esto por decir. Y dice que es pública voz y fama lo contenido en el dicho sermón del dia de Nuestra Señora de setiembre.
Preguntado si el domingo pasado, antes de la dicha fiesta, que se contaron seis dias de setiembre, si estuvo en San Francisco con ciertos religiosos de los cuales o alguno de ellos mostró contrariedad a la dicha imagen y ermita, dixo que es la verdad que estuvo alli con ellos y que sintió de ellos ser de la misma opinión que el provincial.
Preguntado que es lo que alli se trató contra la dicha imagen, dijo que oyó decir a fray Antonio de Huete, fraile de la dicha orden, que se debiera dar el nombre de Tepeaquilla que era el lugar donde estaba la iglesia (e) imagen, y que, primero que se aprobara la dicha devoción, habian de estar comprobados
Folio 17a
los milagros y que esto es lo que oyó decir; y ansi mesmo a fray Alonso de Santiago, fraile de la dicha orden, no estar en lo hecho de la dicha devoción; y que para ello sacó un libro, para probar su intención en que a solo Dios se debe la adoración, y que esto parece que le oyó decir a este dicho fraile.
Preguntado el libro que alli trujo el dicho fray Alonso de Santiago, si era de las Sagradas Escrituras, y para que fin lo trujo, y qué es lo que en él leyó, dixo que no sabe qué libro era, más de que leyó en él, cómo se debia a solo Dios la adoración, como dicho tiene, y que también oyó decir al dicho fraile cómo habia tratado el mismo negocio con el doctor Rafael Cervantes, tesorero de esta santa iglesia. Y que esta es la verdad para el juramento que tiene hecho.
Fuéle leido ante Su Señoria revma.y retificose en ello y firmólo de su nombre
Alonso Sánchez de Cisneros (rúbrica)
[Testigo:Alvar Gómez de León]
E después de lo susodicho, en la dicha ciudad de México, el
dia, mes e año susodichos, para información de lo susodicho, Su
Señoria Revma.mandó parecer ante si, a Alvar Gómez de León, del cual Su Señoria Revma., tomó y recibió juramento en forma por Dios e por Santa Maria e por la señal de la cruz, en que puso Su mano derecha, so cargo del cual prometió decir verdad de lo que supiese y le fuese preguntado y por Su Señoria Revma., le fueron hechas las preguntas siguientes:
A la primera pregunta dijo que conoce al dicho Fray Francisco de Bustamante, contenido en la dicha pregunta, y que se halló en el sermón contenido en la dicha pregunta. Dijo que se llamaba Alvar Gómez de León, y que es de edad de cincuenta y cinco años poco más o menos, y que no le tocan las generales.
A la segunda pregunta dijo que lo que oyó en el sermón del dicho Bustamante, fue que los religiosos habian trabajado con estos naturales en dalles a entender que Nuestra Señora no era Dios, porque aunque el arzobispo habia predicado que los indios no eran devotos de Nuestra Señora, que eran tan devotos que ellos tenian a Nuestra Señora por dios; y que dijo que sustentar esta imagen de Nuestra Señora de Guadalupe, que, a lo que entendió este testigo, que le pareció al dicho fraile que era yerro; y que aquélla no era sino imagen semejanza de la del cielo, que también habia acá imagen de Nuestra Señora en la iglesia mayor como aquélla, y que las limosnas que alli se daban fuera mejor darlas a los mas pobres vergonzantes y al hospital de bubas, que otras obras habia buenas en estas
Folio 17b
en que se podian mejor emplear; y que, aunque algunos iban con devoción, otros iban a hacer maleficios y comidas y que dado que Su Señoria Rma., era el primero en la jurisdicción eclesiástica, que el Señor Visorrey y los Oidores tenian mano en lo uno y en lo otro; y asi se lo encargaban.
3 A la tercera pregunta dijo que asi se lo oyó, como en ella se contiene; y de pararse atemorizado y la color mortal, que no lo oyó, pero lo ha oido y que es la verdad que dijo que no era devoto de Nuestra Señora, pero que lo deseaba ser y que este testigo entendió que lo dijo por humildad.
4 A la cuarta pregunta dixo que se remite a lo que tiene dicho en la segunda pregunta y que le parece que el dicho prouincial dixo que los religiosos habian dado a entender a los indios que no adorasen las imágenes, sino lo que representan, que está en el cielo.
5 A la quinta pregunta dijo que dice lo que dicho tiene, y que le parece que lo contenido en la dicha pregunta fue decir que habian dado los religiosos a entender a los indios que no habian de adorar aquellas imágenes que estaban pintadas, sino lo que representa que está en el cielo y que cree que la intención del dicho padre Bustamante, fue dar entender que la reverencia se debe a lo representado por las imágenes y no a la pintura ni al palo.
6 A la sexta pregunta dijo que asi lo dijo el dicho provincial, como en ella se contiene.
7 A la sétima pregunta dijo que asi se lo oyó como en ella se
contiene y según dicho tiene.
8 A la otava pregunta dice que dice lo que dicho tiene y lo demás que se lo oyó como en ella se contiene.
9 A la nona pregunta dijo que es verdad que dijo que, yendo un indio cojo a la ermita y por venir cansado podria ser venir más cojo, y seria darles ocasión para quitarle la devoción; que no se acuerda bien como dijo esto; y que si esto no se remediaba no predicaria más a indios en toda su vida.
10 A la décima pregunta dijo que lo que oyó al dicho provincial fue que haciéndose información sobre los milagros y no hallándose cierta, que sobre su ánima le diesen cien azotes que serian bien empleados.
11 A la undécima pregunta dice que dice lo que dicho tiene y que asi pasó y lo encargó el Señor Visorrey y Oidores.
12 A la doce pregunta dijo que no se acuerda más.
13 A la trece pregunta dixo que ha mucho oyó decir que predicó bien en las cosas de Nuestra Señora y que en lo demás que predicó cerca de quitar la devoción de la dicha imagen, dicen que fue muy desacatado contra Su Señoria Rma. y lo demás que no lo sabe.
Preguntando si ha ido alguna vez a visitar la dicha imagen de Nuestra Señora en la dicha ermita y si sabe y ha visto el gran concurso de gente
Folio 18a
y devoción con que todos visitan a la dicha imagen y dan sus limosnas, dijo que es verdad que ha ido alli una vez y que topó muchas señoras de calidad que iban a pie y otras personas, hombre y mujeres, de toda suerte a la ida y a la venida; y que alli vio dar limosnas hartas y que, a su parecer que era con gran devoción, y que no vio cosa que le pareciese mal, sino para provocar a devoción de Nuestra Señora y que a este testigo, viendo a los otros con tanta devoción le provocaron a más y que le parece que es cosa que se debe favorecer y llevar adelante, especial que en esta tierra no hay otra deboción señalada, donde la gente haya tornado tanta devoción, y que con esta santa devoción se estorban muchos de ir a las huertas, como era costumbre en esta tierra; y agora se van alli donde no hay aparejos de huertas ni otros regalos ningunos más de estar delante de Nuestra Señora en contemplación y devoción, de la manera que van en Madrid, a Nuestra Señora de Atocha y, como en muchas partes este testigo ha visto ir los cristianos a otras casas de devoción que están una, dos y más leguas. Y asi dice este testigo que en lo que el dicho padre predicó y tocó en los loores y alabanzas de Nuestra Señora, le contentó y lo predicó muy alta manera y que en contradecir la devoción de la dicha imagen de Nuestra Señora de Guadalupe, le pareció que se desacataba algo contra Su Señoria Rma. y que ésta es la verdad para el juramento que tiene hecho. Y fuéle leido y fréctifase (?) en ello. Y firmólo de su nombre. Y fuéle encargado el secreto so pena de excomunión y dijo que asi lo guardaria.
Fr. A. Archiepiscopus mexicanus
Alvar Gómez de León (rúbrica)
Folio 18b
[en blanco]
Folio 19a
[Testigo: Juan de Masseguer]
En veinte y cuatro dias del mes de setiembre de mil e quinientos y cincuenta y seis años, pareció ante Su Señoria Rma., Juan de Masseguer, vecino y casado en esta ciudad de México y dijo que, el domingo próximo pasado, estando en el monesterio de Santiago de la orden de Sant Francisco de esta ciudad de dicha ciudad (sic) de México, después de otras cosas, platicando con él un fraile de la dicha orden que se llama fray Luis... de la dicha orden, preguntó a este testigo que dónde iba; y este testigo le dixo que iba a Nuestra Señora de Guadalupe, porque tenia una hija mala de tose. Y el dicho fraile dixo a este testigo: Déjese de esa borrachera, porque esa es una devoción que nosotros todos estamos mal con ella. Y este testigo dijo: Padre, ¿quereisme vos quitar a mi, mi devoción? Y dijo: No; pero de verdad os digo que antes me parece que ofendéis a Dios que no ganáis mérito; porque dais mal ejemplo a estos naturales; y si Su Señoria del Arzobispo dice lo que dice, es porque se le sigue su interesse y pasa de sesenta y desvaria ya. Y que esta es la verdad. Y juró por Dios verdadero y por la serial de la cruz en que puso sus manos que es la verdad lo que dicho tiene, y más se acuerda que el dicho fray Luis dijo: Calle que nosotros haremos con que el Arzobispo vaya otra vez por la mar.
Preguntado de qué edad es y si es duedo y tiene amistad o enemistad con el dicho fray Luis, dixo que es de edad de treinta y cuatro años, poco más o menos, y que no le tocan las generales; antes el dicho fray Luis ha sido su confesor; y que por parecerle mal las dichas palabras, las viene a decir a Su Señoria.
Item más que este testigo, que es natural de Barcelona, le dijo al dicho fray Luis: Padre, siete leguas de mi tierra, está Nuestra Señora de Monserrate, donde va muy mucha gente y alli hay lámparas de Su Santidad y de Su Majestad y del rey de Francia y del rey de Inglaterra y de otros señores muchos. Y el dicho fray Luis dijo que no se podia quitar las devoluciones de cada uno; pero no estaba aquello aprobado, sino que todo venia del cielo. Y este testigo le dijo: Pues, Padre, esta devoción, decidme si es buena o si es mala; porque me estorbáis que no vaya alli. El dicho religioso le respondió: Digo que más ofendéis a Dios que no le servís, por amor de estos naturales.
Preguntado si ha ido alguna vez a la dicha ermita de Nuestra Señora, dixo que más de veinte veces, y ayer particularmente fue alli a llevar una niña, hija suya, que estaba mala de tose, pues se ahogaba y la encomendó alli a Nuestra Señora y dio su limosna y le hizo decir una misa; y, bendito Dios, la niña está buena.
Folio 19b
Preguntado si, en esta ciudad, generalmente hay gran devoción con la dicha imagen que está en la dicha ermita, dixo que todo el pueblo a una tiene gran devoción en la dicha imagen de Nuestra Señora y la van a visitar con gran frecuencia de gente y devoción con que va a visitar a Nuestra Señora de todo género de gente, nobles ciudadanos y indios, aunque sabe que algunos indios han atibiado en la dicha devoción, porque los frailes se lo han mandado, según el dicho fray Luis dixo a este testigo. Y dice más que el dia de Nuestra Señora de la Natividad próximo pasado predicó en Sant Francisco, en la capilla de San Josef, fuera, fray Francisco de Fustamante (sic), provincial de la dicha orden de San Francisco, algunas cosas contra la devoción de la dicha imagen y habiendo predicado un sermón maravilloso y divino de Nuestra Señora; por mostrarse, después, contra la devoción de la dicha imagen de Nuestra Señora, hubo gran escándalo en el auditorio y lo ha habido en la ciudad. Y ha oido a muchas personas de calidad decir que mostró pasión y que se habian escandalizado; y que este testigo dice que el dicho Bustamante ha perdido mucho el crédito que tenia en esta ciudad y que, por lo que el dicho Bustamante dijo contra la dicha imagen, no ha cesado la devoción, antes ha crecido más y que cada vez que alli este testigo, ve alli más gente de la que solia.
Preguntado si se acuerda qué es lo que el dicho Bustamante predicó contra la dicha imagen, dijo que lo que se acuerda que el dicho fray Francisco de Bustamante dijo que ellos habia predicado y dado a entender a los indios que Nuestra Señora era Madre de Dios y que no era Dios ni se le debia aquella adoración que a Dios; y que viendo agora el gran concurso de la gente que va allá, a la fama de que aquella imagen, pintada ayer de un indio, que hacia milagros, que era tornar a deshacer lo hecho, y dijo más que la limosna que a la dicha ermita se daba, era mejor darla a probes envergonzantes o al hospital de las bubas; porque el tomin o candela que se daba en Nuestra Señora de Guadalupe que no sabia en qué se gastaba. Dijo más, que yendo un indio cojo a la ermita y volviendo tan cojo como se fue, era darles ocasión a que no creyesen en Dios ni en Santa Maria. Dixo más que si el primero que dixo que la dicha imagen hacia milagros fuera bien le dieran cien azotes, sobre su ánima. Dixo más que encargó mucho al Visorrey y a la Real Audiencia que examinasen mucho este negocio, que, aunque esto pertenecia al arzobispo como a juez en lo espiritual, a Su Señoria y Mercedes les convenia, pues tenian jurisdicción espiritual y temporal; por ser patrón Su Majestad en lo espiritual y temporal; que le mirasen muy bien. Y que ésta es la verdad por el juramento que tiene hecho. Y firmólo de su nombre.
Item mas dijo este testigo que el guardian de Santiago le dijo que si quisiera tomar la posesión antes (?) que el Señor Arzobispo, yo la podia tomar, y con mas justo titulo. Y este testigo le dijo que no se dice eso en el pueblo, sino que por envidia lo contradecia. Fuéle encomendado el secreto, sopena de excomunión. Dijo que lo guardaria.
Fr. A. Archiespicopus Mexicanus [rúbrica]
Francisco Gómez de Zárate, Notario Apostólico [rúbrica]
Juan de Masseguer [rúbrica]
Comentario
El presente documento es el resultado de una serie de polémicas desatadas en la Nueva España a partir del 8 de septiembre del año de 1556. En esos días se encontraba al frente de la Arquidiócesis de México D. Fray Alonso de Montúfar, el 2o. Arzobispo de México, quien es conocido como uno de los principales impulsores del culto Guadalupano. De acuerdo al contenido de la información de 1556, que a continuación presentamos, fue con motivo de la celebración de la Natividad de María de 1556 que el reconocido predicador Francisco de Bustamante puso de manifiesto durante un sermón lo dañino del culto a la Virgen de Guadalupe, argumentando entre otras cosas que éste "había sido inventado ayer" y que la imagen de la Virgen "había sido pintada por un indio, Marcos". De acuerdo a algunos de los testigos citados para esta investigación, impulsada por Montúfar, Bustamante juzgó como idolátrico el culto Guadalupano y pidió la inmediata intervención de las autoridades para erradicarlo; durante su intervención en el púlpito acusó también a Montúfar de ser divulgador de los supuestos milagros de la imagen y el santuario.
La importancia de este documento para la investigación de los orígenes del Guadalupanismo radica en el hecho de que su contenido nos muestra el ambiente imperante en los años siguientes al supuesto inicio de la tradición, en 1531. La "Información de 1556" desató, muy tempranamente, la discusión acerca de la validez del culto en el Tepeyacac al poner en duda varios de sus valores fundamentales.
En años recientes, el documento de la "Información de 1556" ha sido puesto en entredicho por algunos investigadores, quienes afirman que se trata de un proceso muy irregular y que además no fue documentado por ningún otro historiador de la época. Cabe decir, sin embargo, que el documento está escrito con letra del siglo XVI. Fue publicado por primera vez en 1888 en España.


1. DE LA PRODIGIOSA IMAGENDE NUESTRA SEÑORA DE GUADALUPE
Francisco de Florencia
Comentario
Versión PDF

Del origen y principio portentoso de esta soberana imagen
Muchos han sido los historiadores que han escrito de la milagrosa aparición de Nuestra Señora de Guadalupe, del culto con que se venera y milagros que por ella ha obrado la bondad divina, y el que escribió copiosamente de este asunto fue el P. Francisco de Florencia de nuestra Compañía de Jesús. Y porque en toda esta América Septentrional es a todos notoria la aparición, compendiaré en pocas hojas lo que se halla impreso en varios escritos.
A cosa de una legua de México, a la parte del norte junto al camino real, que va casi a todas las tierras de la Nueva España, está un cerro llamado en la lengua de los indios Tepeyacac, que quiere decir punta de cerros, porque en él rematan todos los que están al norte de México. Por aquí pasaba por la mañana un sábado 9 de diciembre un indio llamado Juan Diego, natural del pueblo de Cuautitlán, distante de este puesto como cinco leguas, el cual hacía como cuatro o cinco años que se había convertido de la gentilidad y recibido el santo bautismo, y vivía muy arreglado a las leyes de cristiano. Parecióle pues que en lo alto del cerro había una música tan suave, que al principio juzgó sería de canoras aves, pero distintas de las que él conocía en este reino. Tanta era la melodía, que se paró a ver de qué parte venía, y certificado que de la parte del oriente, levantó los ojos a ver que aves eran aquéllas tan armoniosas que formaban música tan dulce y tan sonora, y entonces vio un arco iris, en cuyo centro estaba una mujer hermosísima. Admiróse tanto de su belleza, que ya no atendía a la música que escuchaba, sino al objeto que veía: y admiróse más cuando oyó que la Señora lo llamaba por su nombre, y le mandaba subir al sitio en que ella estaba: subió con grande reverencia, pero sin temor, porque su apacibilidad y grande agrado le daban ánimo y confianza, y la Señora le dijo en su lengua: Hijo Juan ¿adónde vas? A que respondió: Voy a la doctrina, que los padres de San Francisco nos enseñan en Tlatelolco, y a oir la misa, que allí se canta a la Virgen todos los sábados. Pues sabe Hijo, le dijo entonces, que yo soy María esa Virgen, cuya misa vas a oír, Madre del verdadero Dios, cuya doctrina vas a aprender y rezar. Mi voluntad es que en este sitio se me edifique un templo, en que me mostraré piadosa Madre contigo y los de tu nación, con mis devotos y con los que me buscaren en sus necesidades. Ve y díceselo en mi nombre al obispo, y cuéntale lo que has visto y oído: y dile que yo digo que mi voluntad es ésta, y yo te pagaré con beneficios este trabajo.
Aceptó Juan Diego con palabras de sumisión muy propia de los indios el mensaje, y al punto se fue a la casa obispal, y aunque con dificultad consiguió entrar, dio cuenta de todo al obispo, que era el señor D. Fr. Juan de Zumárraga del orden de San Francisco, que con titulo de obispo (que después fue de arzobispo) hacía poco más de tres años que había venido a México. Oyólo el santo prelado, y como cuerdo lo remitió a otra ocasión, en que miradas bien las circunstancias y examinada la persona de Juan Diego, deliberaría con madurez la respuesta.
Fuese: halló a la Señora en el mismo puesto, y dio la respuesta añadiendo estas palabras: Señora, el Hueitheopixqui (esto es el gran sacerdote, que así llaman al obispo en su idioma) no tiene satisfacción de mi que soy un pobre macehual (que quiere decir plebeyo). Envía otro a quien dé crédito y de quien haga más caso. A lo cual respondió la Señora: Yo agradezco tu cuidado y obediencia, muchos tengo a quienes enviar y encomendar este negocio, pero conviene que seas tú quien lo solicite. Vuelve mañana y dile que yo soy quien te envía, y que ésta es mi determinada voluntad Así lo haré,dijo Juan Diego. Y al día siguiente volvió al palacio, negoció la entrada y dio al obispo el segundo recado, afirmando con lágrimas que la Virgen lo enviaba. El obispo, considerando por una parte la pusilanimidad de los indios, y por otra la satisfacción y seguridad con que éste le hablaba, empezó a dudar e inclinarse a que podía ser verdad lo que le decía. Y para certificarse le mandó que pidiese a aquella Señora alguna señal que le obligase a creer que era ella quien lo enviaba, y la que pedía que se hiciese el templo que decía. Prometió Juan Diego que lo haría, y despedido del señor obispo se fue; pero el prudente prelado, para más certificarse, mandó a dos personas, sus familiares, que a una vista fuesen tras él, y sin que él lo advirtiera, notasen lo que pasaba y le diesen cuenta.
Ejecutáronlo así. Fueron tras de él a una vista, entraron en la calzada, llegaron al puente de aquel arroyo, que pasa cerca del cerro, y allí sin saber cómo se les desapareció Juan Diego, sin poderlo hallar por más que rodearon el cerro y escudriñaron todo el sitio, y con esto volvieron al obispo despechados, atribuyendo a hechicería del indio el haberse desaparecido, y pidiendo que por ello fuese castigado. Entretanto Juan Diego dijo a la Virgen cómo había hecho lo que le había mandado, y que el obispo pedía alguna seña para dar crédito a lo que le había referido: Pues vuelve mañana, le dijo la Virgen, que yo te la daré tal, que te dé crédito, y no ha de quedar sin paga tu diligencia. Aquí te espero mañana.
Fuese a su casa Juan Diego, y en ella halló a Juan Bernardino, su tío, tan gravemente enfermo, que olvidado del mandato de la Virgen, gastó todo el día en buscar médico, asistir al enfermo y aplicarle algunos remedios. Y la enfermedad se agravó de suerte que le mandaron recibir los sacramentos, y disponerse para morir. Salió Juan Diego muy de mañana para llamar un sacerdote de Santiago Tlatelolco que lo confesara; y atravesando los cerros, y saliendo al llano que mira a México, se acordó que había de pasar junto al sitio en que la Virgen le dijo que lo esperaba. Y temiendo que la Virgen lo había de reñir si lo encontraba, por no haber vuelto el día señalado, y que le había de ocupar el tiempo que era necesario para la diligencia a que iba, dejando el camino real, que va por el lado del occidente, atravesó el cerro, y cogió el camino del oriente, que viene de Texcoco, pensando que la Virgen no lo vería, porque aún no sabía que le estaban patentes todos los caminos a la que fue poseída de Dios en el principio de sus caminos Pero cuando más descuidado estaba, al llegar cerca de la punta del cerro, vio a la Señora, que lo esperaba en el camino. Arrojóse a sus pies avergonzado, y le dijo: Buenos días tengas Señora. Y ella se los retornó muy apacible, y le dijo: ¿ Qué camino es el que llevas Juan? Excusóse entonces de no haber venido el día antes, y de haber mudado el camino por la ocupación tan piadosa de asistir al enfermo, y la de llamar sacerdote que lo confesase. Entonces le dijo la señora No tengas cuidado por la enfermedad de tu tío teniéndome a mí que lo tengo de tus cosas. Ya tu tío Juan Bernardino está bueno y sano. Y dando algunos pasos con él desde donde está el pozo, cuya agua continuamente mana a borbollones, hasta donde se edificó la primera ermita en que se colocó la imagen, y es el mismo sitio en que hoy se halla la magnífica iglesia que después se edificó, le dijo estas palabras: Sube al cerro, a la parte en que otras veces me has visto, y allí hallarás diversas flores y rosas, córtalas, recógelas todas en tu tilma y tráemelas, y yo le diré lo que has de hacer con ellas. Obedeció con prontitud Juan Diego, aunque sabía que ni por el rigor del invierno, pues era aquel día 12 de diciembre, ni por el sitio, en que jamás se ven flores, sino espinas, pudiera hallarlas. Pero viendo que la Virgen lo mandaba, no puso dificultad alguna. Subió al cerro, y en el lugar en que la gran Señora había puesto sus plantas, halló milagrosamente producidas muchas flores, las cuales cortó, y recogió en su manta, o tilma, y las trajo a la Virgen, que lo aguardaba en el mismo sitio. Mostróselas a la Señora y notó que aún estaban salpicadas del rocío de la mañana; y la misma Señora con sus dos sacrosantas manos las compuso en la tilma de Juan Diego, y le dijo: Estas rosas son la señal que has de llevar al obispo para que te crea: dile de mi parte lo que has visto, y que haga luego lo que pido. Llévalas con cuidado y no las muestres a nadie, ni las descubras a persona alguna, sino al obispo.
Aparece milagrosamente la imagen de Nuestra Señora en la tilma de Juan Diego
Obedeció puntual Juan Diego al mandato de la Virgen. Partió para la ciudad, llegó a las casas obispales y pidió audiencia. Pero viendo los criados el bulto que llevaba en la tilma, quisieron registrarlo antes que subiera con el obispo, a lo cual resistió el obediente indio acordándose de lo que le había mandado la Señora: mas los criados audaces abrieron con violencia la manta, y viendo la hermosura de las flores y percibiendo su fragancia, echaron mano de algunas, como se suele, no atreviéndose la cortedad de Juan Diego a hacerles resistencia. Pero, ¡oh poder de Dios! por más que hicieron, no pudieron despegar alguna, haciendo juicio que estaban cocidas, o de otra manera pegadas a la tilma. Admirados con esta maravilla, entraron y dieron cuenta de todo al prelado, el cual mandó que entrara el indio para ver con sus ojos la maravilla que afirmaban sus criados.
Entró Juan Diego, y refiriendo todo lo sucedido desde el día que salió de su presencia, que era domingo, hasta aquella hora, dijo que le traía aquellas flores, que la misma Señora había tocado con sus manos, y eran la seña que le daba para que creyese que ella era quien lo enviaba: que él no sabia el misterio de aquellas flores, y que sólo sabía que en el cerro, en que por mandado de la Virgen las había cogido, jamás se habían visto rosas ni otras flores, sino solamente abrojos y espinas; y que por eso tenía por cierto que la tierra las había producido por mandado de aquella Señora, que quería fuesen la prueba de que era su voluntad que se le fabricase el templo que había pedido.
Luego, soltando los cantos de la manta o tilma, arrojó sobre una mesa que allí estaba un vergel abreviado de flores frescas, obro;as y salpicadas todavía del rocío de la noche. Las cuales como iban cayendo iba saliendo en la manta la sagrada imagen de MARÍA, al acabar de caer quedó descubierta, acabada y perfecta toda la imagen. Maravilla que se puede y debe contar entre las mayores, que para honra de su Madre ha obrado Dios en el mundo. Y ya se ve cuánta sería la admiración y asombro del ilustrísimo prelado, y de otros que se hallaron presentes, y del mismo Juan Diego, que no sabia el tesoro que traía en aquellas flores. Postróse luego por tierra hincando las rodillas el obispo bañado en lágrimas de ternura. Lo mismo hicieron todos los presentes, pidiendo a la Santísima señora para sí y toda la Nueva España su especial amparo y protección, y en especial para la ciudad de México, que se dignaba de honrar con su milagrosa imagen. En el ínterin estaba todavía en pie el dichosísimo indio, teniendo la imagen pendiente en la tilma del cuello, por estar unidas las dos extremidades con un nudo, como acostumbran los indios, y se hallaba sumamente gozoso de ver su embajada tan bien desempeñada, hasta que el mismo prelado desató del cuello de Juan Diego la tilma, y la colocó en su oratorio con la decencia que permitió la pobreza de aquel tiempo, pero con mucha devoción, que es la riqueza que la Virgen más estima.
El día siguiente de la milagrosa aparición de la imagen (la que fue el día 12 de diciembre de 1531) fue el obispo acompañado de muchas personas, así de su familia como de la ciudad, a ver el sitio que pisó la Virgen las veces que apareció a Juan Diego, y aquel en que por su orden cortó las flores de que se formó la milagrosa imagen: y puestas señas en todos, determinó el prelado que algunas personas de su satisfacción fuesen con Juan Diego al pueblo de Juan Bernardino, su tío, para que supiesen la certeza de la sanidad que decía le había dado la Virgen, y se volvió a su palacio de México. Fueron los asignados, y apenas llegaron a la casa de Juan Bernardino, cuando salió él mismo a recibirlos, admirándose el tío de ver al sobrino tan honradamente acompañado, y el sobrino de ver al tío tan bueno y sano, a quien poco antes había dejado casi moribundo. Juan Diego le refirió allí todo lo sucedido, y que no había vuelto con el confesor que iba a llamar por haberle dicho la Virgen que ya estaba libre de su enfermedad; y le pidió que él también refiriese cómo le había dado salud la Santísima Virgen, para que aquellos señores, que el señor obispo enviaba, y el mismo señor obispo, quedasen satisfechos.
Entonces refirió Juan Bernardino que estando en espera del confesor que había pedido, de repente vio a su cabecera una Señora llena de resplandor, con rostro apacible y hermoso, y al instante se sintió sin los dolores y accidentes que padecía, la cual le dijo: Ya estás bueno y sano. Yo soy María Virgen y Madre de Dios. Cuéntale al obispo este prodigio: y le dirás que al templo en que pusiere la imagen que tu sobrino Juan Diego le llevó entre las flores por señas de mi voluntad, le llame de Santa Maria de Guadalupe. Después le preguntaron las señas, facciones y talle de la Señora que se le había aparecido, y eran las mismas que habían observado en la reciente imagen aparecida en la tilma de Juan Diego. Con estas diligencias volvieron al obispo, llevando consigo al mismo Juan Bernardino, el cual delante del prelado refirió lo mismo, y conoció su ilustrísima que un milagro quedaba con otro bastantemente confirmado.
Acerca del nombre de Guadalupe no ha faltado quien juzgue que no lo impuso la Virgen, sino que hablando a Juan Bernardino en su natural idioma, le puso nombre a su imagen, que tuviese asonancia al de Guadalupe, y los españoles, poco inteligentes del idioma, corrompieron el vocablo. El fundamento que tienen los que así discurren es que esta soberana imagen no tiene semejanza alguna con la de Guadalupe de Extremadura, tan celebrada en toda España. Pero contra este fantástico discurso se opone, fuera de la tradición continuada por más de doscientos años, de que la Virgen impuso el nombre de Guadalupe a su milagrosa imagen, el que los indios son observantísimos de su idioma, y así vemos que muchos vocablos de pueblos y lugares que pronuncian corruptos los españoles, los indios los pronuncian siempre con la propiedad que tienen en su idioma: y no es creíble que refiriendo Juan Bernardino a los suyos el propio vocablo con que la Santísima Señora llamó a su imagen, lo hubiesen olvidado, pues es cierto que no hay indio en México y en toda la Nueva España que no la llame Nuestra Señora de Guadalupe. Cual fuese la razón que tuviese la Virgen, no se puede saber de cierto, si la misma Señora no se digna de revelarla. Pero la piadosa conjetura que hay para ello es que así como los españoles, primeros conquistadores de este reino, fueron poniendo a los lugares y ciudades que fundaban los nombres de las ciudades y lugares de la España antigua, para que más se le pareciese la que nombraron Nueva España, como son Valladolid, Córdoba, Guadalajara, Salamanca, Mérida, y otros; así la Virgen Santísima al primer santuario, y a la primera imagen que se le dedicó en este reino, le dio el nombre de la imagen y santuario principal de España, que es Guadalupe. Atendiendo quizá también en esto a remunerar el católico celo con que el insigne conquistador de México, marqués del Valle, don Fernando Cortez, procuró poner en los cues o templos que tenían dedicados a sus dioses los gentiles, imágenes suyas: el cual nació en la Extremadura en que está el célebre santuario de Guadalupe.
Descripción de la milagrosa imagen de Guadalupe y el primer culto que se le dio
Para los que tienen la dicha de ver por sus ojos esta milagrosa imagen no es menester descripción alguna, pues con sólo verla basta para asombrarse de su hermosura, y para tener en ella un argumento de nuestra fe, admirando en ella el milagro de su permanencia sin corrupción continuada ya por doscientos veintitrés años que han corrido desde que a los ángeles o la misma Señora la pintaron en un tosco ayate de un indio miserable. Que esto tiene de especial recomendación esta soberana imagen, que no tiene (según lo que yo alcanzo, y he leído en las historias) otra alguna imagen, o de pincel o escultura, de las que se celebran como prodigiosas en todo el mundo, como son la que se adora en la cámara angelical y casa propia de Maria de Loreto, la de Santa Maria la mayor, la del Pópulo, la del Pilar de Zaragoza, la de Monserrat, la de Guadalupe en la Extremadura: que todas ellas han sido pintadas o esculpidas de mano de hombres, teniendo muchas de ellas la especial recomendación de haber sido obra del Evangelista San Lucas, y todas se han hecho celebérrimas en el orbe todo, o por ser imágenes de mano tan sagrada, o por su milagroso descubrimiento, o por los grandes milagros que por medio de ellas ha obrado y obra cada día la Divina Omnipotencia. Y aunque de algunas no se sepa su origen, tampoco se sabe que hayan sido milagrosamente formadas, como Nuestra Imagen de Guadalupe mexicana fue pintada repentinamente sin más colores que los que pudieron ministrar las flores consagradas con el contacto de las manos de MARÍA en una tosca tilma o ayate, sin aparejo ni imprimación alguna: y como han testificado los más sabios pintores, que por orden superior la han registrado, no está pintada al óleo, sino al temple, circunstancia que hace más prodigiosa su permanencia por tantos años. Para los que no han tenido la felicidad de verla por sus ojos, pondré aquí la descripción copiada al pie de la letra de la que puso en su historia larga de Guadalupe el P. Francisco de Florencia, y la trasladó del licenciado Miguel Sánchez, que fue uno de los primeros historiadores de esta prodigiosa imagen. Y dice así:
El lienzo en que de flores apareció pintada la santa imagen es de un tejido muy tosco, en el cual la tela y trama son muchos hilos juntos mal torcidos de ixtle, que sacan y benefician los indios del maguey, planta muy útil en estas tierras, y famosa ya en las extrañas. Otros dicen que de un género de palmas de que se labraban antiguamente y hoy se labran unas mantas llamadas en el idioma de México iczotilmatli. El nombre de este lienzo es ayatl, vulgarmente ayate. De esto se visten los indios más pobres, y es mucho más vasto que el cañamazo de Europa. Está compuesto de dos piernas o lienzos cocidos a lo largo con hilo de algodón, y llegando la costura a encontrar con el rostro de la imagen, que por estar en medio de la manta le había de coger por medio, se tuerce a la parte siniestra, con que viene a quedar en espacio, que no le puede afear la costura.
Toda la manta tiene de largo más de dos varas, y de ancho más de una. La estatura de la santa imagen es de seis palmos y un jeme. El cabello es muy negro, y partido al medio de la frente serena y proporcionada. El rostro llano y honesto: las cejas muy delgadas, los ojos bajos, la nariz aguileña, la boca breve, el color trigueño nevado, el movimiento humilde y amoroso, las manos puestas y unidas, levantadas hacia el rostro y arrimadas al pecho sobre la cintura, en que tiene un cinto morado, pareciendo sueltos debajo de las manos los dos cabos de su atadura. Descubre solamente la punta del pie derecho con el calzado pardo muy claro: la túnica, que la viste desde el cuello a los pies, es de color rosado muy claro, y las sombras de carmín oscuro, y está labrada de labores de oro. Tiene por broche al cuello un óvalo pequeño de oro, y dentro de él un círculo negro con una cruz en medio.
Las mangas de la túnica son redondas, y sueltas, y descubren por aforro un género de felpa, a lo que parece, blanca. Muestra también una túnica interior blanca, y con pequeñas puntas, que se descubre en las muñecas. El manto es de color verde mar que cubre la cabeza y descubre todo el rostro y parte del cuello: va tendiéndose airoso hasta los pies, hace pliegues en algunas partes, y recógese mucho sobre el brazo izquierdo entre el brazo y el cuerpo. Está todo perfilado con una cinta de oro algo ancha, que sirve de guarnición. Está sembrado todo el campo, que se descubre, de cuarenta y seis estrellas de oro, salpicadas con proporción. Tiene la cabeza devotamente inclinada a la mano derecha, con una corona real, que asienta sobre el manto con puntos de oro.
A los pies tiene una media luna con las puntas hacia lo alto, y en medio recibe el cuerpo de la imagen: la cual está toda como en nicho enmedio de un sol, que forma por lo lejos resplandores de color amarillo y anaranjado, y por lo cerca, como que nacen de las espaldas de la imagen, ciento veintinueve rayos de oro repartidos de modo que están sesenta y dos por el lado derecho y sesenta y siete por el izquierdo. Lo restante del lienzo, así en longitud como en latitud, está pintado como en celajes de nubes algo claras, que la rodean toda y le forman nicho. Toda esta pintura está fundada sobre un ángel, que sirve de planta a fábrica tan divina. Descúbrese de la cintura para arriba, y el resto se oculta entre nubes. Tiene túnica colorada con un botón de oro, que le abrocha, y muestra en el cuello junto al rostro túnica interior blanca: tiene las alas tendidas y de diversos colores: los brazos abiertos: con la mano derecha coge la punta del manto y con la izquierda la de la túnica, que por ambos lados caen por encima de la luna. El rostro del ángel es de niño hermoso, la acción es viva, y como de quien carga con gusto y veneración la santa imagen. Hasta aquí la descripción que hizo el padre Francisco de Florencia, aunque con alguna variedad, por lo que han notado después algunos sabios pintores. Imagen verdaderamente milagrosa en su formación repentina, y milagrosa en su conservación, estando pintada en una manta tosca, los hilos raros y desiguales sin imprimación alguna, sin haber recibido lesión alguna del salitre, o como llaman en su idioma los indios, tequesquite, que por todas partes rodea el puesto de la imagen: siendo así, que su maligna acrimonia desfigura y aun deshace las pinturas hechas con todos los aparejos necesarios, y aun desmorona las piedras de cantería.
Volviendo a tomar el hilo de la historia, habiendo colocado el ilustrísimo obispo la milagrosa imagen en su oratorio, fueron tales los clamores de la ciudad, deseando tenerla patente y descubierta para la común veneración, que lo obligaron a llevarla en procesión, y colocarla en la iglesia catedral, en donde estuvo mientras en cumplimiento de la voluntad de la Virgen se le erigía templo, en donde fuese de todos adorada. No se descuidó en esto el venerable prelado, sino que luego procuró que se sacase de cimientos una ermita o iglesia pequeña, porque no permitía otra cosa la cortedad de aquel tiempo, pues apenas habían pasado diez años después de la Conquista de México. Y señaló el obispo por sitio de la iglesia el mismo lugar en que a la falda del cerro entregó la Santísima Virgen las flores a Juan Diego, para que las llevase a su Ilma. Se dieron tanta prisa los artífices y oficiales, que a los quince días de la aparición milagrosa estuvo la ermita perfectamente acabada. Por lo cual trató el obispo de que se trasladase a ella solemnemente la soberana imagen. Y avisados los dos cabildos, eclesiástico y secular, se dispuso la procesión para el segundo día de la Pascua de Navidad de aquel mismo año. En el cual, debajo de un rico palio, fue conducida la imagen, esmerándose los indios, que entonces eran innumerables, en festivos bailes y danzas, resonando al mismo tiempo muchos clarines, trompetas, chirimías, en que estaban ya diestros los indios por el trato con los españoles. Toda la calzada, que es de una legua, estaba llena de arcos y ramadas contra los ardores del sol, todo el suelo cubierto de flores que trajeron de Xochimilco y otros pueblos de tierra templada, en que todo el año se ve todo género de flores.
Los religiosos de San Francisco llevaban en hombros la santa imagen colocada en unas ricas andas. Acompañaban la procesión los dos cabildos con el Ilmo. prelado, y cerraba la procesión el presidente con los oficiales del rey que había entonces. Así llegaron a la ermita, y después de las ceremonias santas de la bendición colocaron la imagen en el altar, y luego cantó misa, no de pontifical, porque aún no estaba consagrado el Ilmo. obispo D. Fr. Juan de Zumárraga. En esta pequeña iglesia estuvo la milagrosa imagen casi noventa años, hasta que la devoción de los mexicanos, agradecida a los favores de la Santísima Virgen, recogió tan buena cantidad de limosnas que hubo con qué edificar otra mayor iglesia, de buena arquitectura y bastantemente magnífica, si se atiende a la tosquedad de aquellos tiempos. La cual bendijo y dedicó el Ilmo. Sr. D. Juan de la Cerna, arzobispo de México, por el mes de noviembre del año de 1622. Y se colocó la soberana imagen en el altar mayor en un trono o tabernáculo de plata de martillo de más de 350 marcos de peso, que costeó en gran parte la piadosa generosidad del excelentísimo Sr. D. García Sarmiento de Sotomayor y Luna, conde de Salvatierra, virrey entonces de la Nueva España. Y en esta iglesia fue venerada y continuamente asistida de los mexicanos, así españoles como indios, por otros ochenta y siete años, basta que el de 1705 se le dedicó el suntuoso templo en que hoy se venera. Del cual, y de otras grandezas de este santuario, hablaremos después de haber referido algunos de los muchos milagros que para honrar a su Madre se ha dignado Dios de obrar por medio de esta tan prodigiosa imagen.
De algunos de los principales favores y milagros que ha hecho Dios por medio de la milagrosa imagen de su Madre de Guadalupe
Puédese referir por especial prodigio de nuestra Señora de Guadalupe el haberse extinguido del todo la idolatría en la ciudad de México, y en todo su distrito. En el cerro llamado Tepeyacac, en que apareció la Santísima Virgen a Juan Diego, adoraban los indios mexicanos supersticiosamente una diosa, que en su idioma llamaban o Teotenantzin, que quiere decir madre de los dioses, o Nonantzin, madre de los hombres, o Tonanzani, madre nuestra. A este ídolo ofrecían los indios varios sacrificios, pero con haber santificado con el sagrado contacto de sus pies la Santísima Virgen aquel cerro, se acabó del todo la adoración de aquel ídolo diabólico, y de todos los contornos de México se ha desterrado la idolatría, viniendo de todos ellos con frecuencia los indios a adorar en su santa imagen a la Madre del Dios Verdadero, que se precisa también de ser Madre nuestra.
No es menor beneficio el que en más de doscientos años que ha que se conquistó esta América Septentrional, y que se dignó Dios de favorecerla con la imagen prodigiosa de su Madre, no se ha visto jamás en ella endemoniado alguno, de cuyo cuerpo tenga el demonio posesión: trabajo que se padece muy ordinario en todo el resto del mundo: y la voz y piedad común siempre ha atribuido este beneficio tan singular a Nuestra Señora de Guadalupe. se afianzan todos en este tan devoto pensamiento con el prodigioso caso que se refiere en la historia larga de esta soberana imagen, de cierto hombre, andaluz de nación, a quien maltrataba mucho un demonio, que de él estaba apoderado, y para expelerlo no habían bastado los conjuros de la Iglesia: oyó por dicha suya la fama que corría de que en la Nueva España, y especialmente en la ciudad de México, por honrar Dios a su Santísima Madre, no había permitido que hubiese jamás algún endemoniado: y sabiendo juntamente por boca de un amigo suyo, que había estado en México, la milagrosa aparición de la santísima imagen de Guadalupe, y la devoción que todos la tenían en este reino, se persuadió que en la santa imagen de Guadalupe de México había de hallar el remedio todo del mal que padecía. Determinó venirse a México, y por disimular el fin que le traía, compró varios géneros mercantiles, como que viniese con ellos a buscar caudal, al modo de los demás mercaderes. Se embarcó en Cádiz, y conforme se iba acercando al puerto de la Veracruz, le parecía que le venían mayores alivios a su mal. Saltó en tierra en dicho puerto, y luego se sintió libre del infernal huésped, que tanto le molestaba. Subió a México, visitó el santuario, adoró la devotísima imagen, y con grande consuelo suyo quedó satisfecho de que por la intercesión de la Santísima Virgen había ya quedado libre del demonio.
Algún tiempo vivió en este reino, y la mayor parte en México, desde donde a menudo iba al santuario a visitar y adorar a la santa imagen. Pero con el dulce amor de la patria, hallándose ya totalmente libre del infernal huésped que por tanto tiempo le había molestado, y aun se dice que con alguna infidencia de que hubiese conseguido la libertad de mano de la Virgen, o si hubiese sido acaso el hallarse sano en México, por habérsele allí cumplido el plazo que Dios le había permitido, trató de volverse a España, en donde apenas llegado, se sintió otra vez poseído del espíritu maligno, como antes, y fue menester recurrir a los conjuros de la Iglesia. En los cuales, preguntado por qué en la Nueva España no había molestado a aquel hombre, y en España había vuelto a su antigua posesión, respondió que porque en la Nueva España se lo estorbaba la milagrosa imagen de la Señora de Guadalupe, de cuya virtud y poder temblaba el infierno. Con esto, escarmentado y confundido de su poca piedad y fe, trató de volver otra vez a México en donde la benignísima Señora le dio quietud y le libró del mal espíritu todo el resto de su vida, no atreviéndose ya a ausentarse de su insigne bienhechora. Este caso refiere el P. Florencia, por haberlo oído predicar a un religioso grave en la ciudad de la Puebla, delante del señor obispo y de los cabildos eclesiástico y secular, y porque supo que un cargador de flota, hombre de todo crédito, aseguró en nuestra casa profesa de México, haber venido embarcado con el mismo sujeto, la vez que volvió escarmentado a la Nueva España, y que se decía entre la gente de la nave la causa de su vuelta, como queda referida.
También es fama común en la Nueva España que a la santísima imagen de Guadalupe debe ella no haber padecido jamás, en el espacio de tantos años, la calamidad de la peste, que tan a menudo suele infestar los reinos de España, Francia, Italia y otros. Porque aunque se han padecido en ellas muchas veces las epidemias de sarampión, viruelas, tabardillos y otras, en que han muerto muchas personas, no ha sido con el rigor con que las pestes en Europa asolan las ciudades, ni ha sido menester en este reino la prevención de lazaretos y la cautela de las cuarentenas, que se hacen observar en los lugares que aún están libres del contagio, a las personas que vienen de los otros lugares infestados. La gloria sea a Dios, y alabanza a su Santísima Madre, que en su milagrosa imagen de Guadalupe tanto se ha dignado favorecer a toda la Nueva España.
Refiérense otros varios milagros de Nuestra Señora de Guadalupe
El mismo día de la traslación de la santa imagen a su primera capilla, entre otros festejos que hicieron los indios, uno fue remedar en la laguna con sus canoas una guerra, o naumaquia, haciendo unos papel de mexicanos y otros de chichimecos. En los acometimientos que hacían, se desmandó una flecha, y atravesó el cuello de uno, de que al punto cayó, o muerto como algunos creían, o por lo menos herido de muerte, como otros pensaron. Lleváronlo a la presencia de la imagen, suplicándole que pues se había aparecido para bien, especialmente de los indios, y aquella desgracia había sucedido en el mismo acto de festejaría, se apiadase de aquel miserable. ¡Cosa rara!, lo mismo fue sacarle la flecha, que aún la tenía atravesada en el cuello, que a vista de todos hallarse bueno y sano, quedando los indios muy agradecidos, y con grande fe de que halIarían en adelante en la sacratísima imagen de Guadalupe el remedio de todas sus necesidades.
El año de 1541 infestó a México y sus contornos una fatal epidemia, de que murieron muchísimos. Entonces se formó en Santiago Tlatelolco, que es como barrio o arrabal, en lo último de la ciudad, una procesión de indiecitos e indiecitas de seis a siete años, y cantando las oraciones de la doctrina fueron a Nuestra Señora de Guadalupe, y allí hicieron oración, pidiendo a la Virgen que se interpusiese con su Santísimo Hijo para que se aplacasen sus enojos y cesase la epidemia. El efecto maravilloso fue que muriendo hasta entonces más de cien cada día, desde aquel día apenas eran uno o dos los difuntos, y poco a poco se acabó del todo por la intercesión de la Virgen el contagio.
Por los años de 1553 poco más o menos, don Juan Ceteutli, que fue aquel dichoso cacique que halló debajo de un maguey la prodigiosa imagen de Nuestra Señora de los Remedios, de que hablaremos en su lugar, había estado un año entero tullido y ciego: pensando que esa enfermedad le había venido de la Virgen en castigo de haber sacado de su casa esa soberana imagen, y puéstola en una iglesia, no se atrevía a pedirle a ella la salud, y así se hizo llevar al santuario de Nuestra Señora de Guadalupe, tres leguas distante de su casa, para impetraría. Apenas lo entraron en hombros en la capilla o ermita de la Virgen, cuando, recobrando repentinamente la vista, vio que la Señora se sonreía con él, y que con rostro muy apacible, aludiendo a lo que él pensaba del enojo de la Virgen de los Remedios, le dijo: ¿A qué vienes a mi casa, si me echaste de la tuya? Animado don Juan con la benigna reprehensión de la Señora, le dio sus excusas, que ella bien sabia, y le pidió perdón, y la salud, de que tanto necesitaba. La Virgen, que estaba muy satisfecha de su buen ánimo, le respondió: Yo te la concedo. Vuelve al pueblo de donde saliste esta mañana, yen donde me hallaste procura con los vecinos de él y de la comarca edificarme una ermita. Hallóse con esto sano, volvió a su casa y ejecutó lo que la Virgen le había ordenado.
Don Antonio de Carvajal, nieto de uno de los caballeros conquistadores de este reino, salió con su padre para e¡ pueblo de Zacatlán: habiendo rezado a la Santísima Virgen de Guadalupe al pasar por su ermita, se alborotó el caballo en que iba, y dio con él en tierra, quedando pendiente por un pie del estribo, y así corrió arrastrado del caballo por espacio de media legua entre magueyes, matorrales y pedregales. Y cuando pensó su padre y sus criados hallarlo muerto y hecho pedazos, lo hallaron vivo, bueno y sano; y lo más prodigioso fue que el caballo estaba arrodillado sobre sus manos, y don Juan Antonio todavía pendiente del estribo. Desprendiéronle de él, y entonces refirió que en medio del peligro invocó a la Virgen de Guadalupe, y ella se le había aparecido como estaba en su imagen, y tenido de la rienda al caballo, el cual se había postrado delante de ella, como haciéndole reverencia. Y un hijo de este caballero, en agradecimiento de este beneficio de la Virgen tan prodigioso, hizo en Zacatlán, que era pueblo de su encomienda, un rico altar a nuestra Señora de Guadalupe, y en él hizo pintar el milagro: y también dotó su fiesta en el pueblo de Tulancingo, para que todos los años se celebrase el día de la aparición, que es el día 12 de diciembre.
Estando rezando un hombre delante de la soberana imagen debajo de la lámpara, que era muy pesada, de repente se rompió el cordel de que pendía. Y he aquí muchos milagros en un suceso: porque dando sobre la cabeza de aquel hombre, que adoraba la santa imagen, no le hizo daño alguno, el vaso de vidrio no se quebró, no se derramó el aceite, ni se apagó la luz, que ardía.
Alentado un ciego con la beneficencia que todos experimentaban en la Santísima Virgen de Guadalupe, determinó ir a su santuario y pedirle la vista, que deseaba. Y lo mismo fue entrar en la iglesia, que comenzar a ver, y publicar a gritos la maravilla: creciendo más su regocijo, porque cuanto más se acercaba a la imagen iba creciendo la vista, y él aumentando la voz, hasta que puesto ya delante del altar, la cobró del todo y dio con los que se hallaban presentes las gracias a la Señora por tan grande beneficio.
Admirable fue el prodigio de que fueron testigos cuantos se hallaron presentes en la iglesia de Nuestra Señora. Acabando de decir misa el Br. Juan Vázquez de Acuña advirtió que con un repentino recio viento se apagaron todas las velas del altar. Envió por luz, y en el ínterin venía, notó que dos rayos de aquel sol, que cerca el cuerpo de la imagen, se extendieron hasta llegar a las velas, y las encendieron, con admiración y pasmo de todos los presentes.
Una mujer, sin saber la causa, aunque después se acordó que era obra del demonio, conoció que el vientre se le iba hinchando con tal exceso, que ya le parecía que había de reventar. Hízose llevar a la Virgen de Guadalupe, pidióle con mucho fervor y fe el remedio de su mal. Bebió agua del pozo inmediato a la iglesia y luego se quedó dormida. Entonces reflejó el sacristán que debajo de la mujer salía un culebrón de nueve varas de largo, que era el que le causaba la hinchazón del vientre. Ella despertó, y se halló buena y sana, y aun pudo ayudar a matar la culebra, por lo cual dio muchas gracias a la Madre de Dios.
Si se hubieran de reducir a la pluma los prodigios con que la Santísima Virgen de Guadalupe ha favorecido a México, y aun a todo este reino, fueran materia bastante a llenar muchos libros. Ella libró la ciudad de aquella inundación o diluvio que duró desde el año de 1629 hasta el principio del de 1636. Por su intercesión han sanado muchos de cáncer en los pies y de fistulas en las piernas, de dolores agudos en el vientre, de enfermedades de los ojos –que se tenían por incurables–, de total ceguera, de hidropesía confirmada. Ha favorecido a los que la invocaban, habiéndose volcado los coches en que iban, a los que se hallaban en tierra arrojados de caballos desbocados. Y hasta en el mar han experimentado su favor los navegantes que la invocaron y se hallaron por su medio libres de naufragios y de tempestades horrorosas. Muchos de estos prodigios se podrán ver en las historias que andan impresas de esta milagrosa imagen: y especialmente en la que el año de 1688 dio a la luz pública el P. Francisco de Florencia de nuestra Compañía de Jesús. Yo los dejo, por evitar prolijidad y por pasar a referir algunos milagros más recientes que han sucedido casi a nuestros ojos, que son de mucha piedad y edificación para los que los leyeren.
Refiérense algunos otros casos milagrosos de esta prodigiosa imagen
Habiendo llegado a la Misión de Toro, que está en la provincia de Sinaloa, la historia de nuestra Señora de Guadalupe, que acababa de dar a luz el P. Francisco de Florencia, echó menos en ella el P. Joseph de Tapia, misionero de aquel partido, un prodigioso suceso, y creyendo, como era verdad, que no había llegado a noticia suya, se lo escribió en carta de 20 de junio de 1691; y el dicho P. Florencia lo puso después en su Zodiaco mariano, y fue de esta manera: Habiendo tenido algunas discordias y sinsabores, el duque de Albuquerque, virrey de la Nueva España, y el Ilmo. señor D. Matheo Saga de Bugueiro, arzobispo de México, tratando de hacer las paces, resolvieron confirmarlas el año de 1658, a vista de la milagrosa imagen de Guadalupe en su santuario, para lo cual descubrieron la imagen, quitándole la vidriera. Había entonces un indio muy cristiano y excelente pintor, a quien Dios había dado gracia especial para copiar vivamente la sagrada imagen. Llamáronlo por eso, para que viéndola más de cerca y sin vidriera pudiera con más acierto hacer dos retratos, uno para el señor virrey y otro para el señor arzobispo. Vino llamado el indio pintor, pero al llegarse cerca de la imagen sintió que se le espeluzaban los cabellos y que le temblaba todo el cuerpo; y lo más prodigioso fue que no veía la imagen, sino solamente el ayate o tilma en que está la imagen formada. Con esto se retiró sin tratar por entonces de las copias que le pedían. Este indio pintor tenía familiar entrada en la casa del dicho P. Joseph de Tapia, por haber sido su madre como madrina suya en su casamiento y velación. Con esta familiaridad lo contó a dicha Señora varias veces, y siempre que lo contaba, parece que sentía el mismo efecto de espeluzársele los cabellos y temblarle todo el cuerpo. Añadió en la misma carta que teniendo por cierto el suceso; le daba escrúpulo no manifestarlo, porque le parecía que de parte de la gran Señora le decían: laudem meam ne tacueris, no calles lo que cede en mi honra y alabanza. Ni puede dudarse de la verdad e ingenuidad del P. Tapia, sujeto muy acreditado en esta provincia, profeso de cuatro votos, muy religioso, y que gastó muchos años en el ejercicio apostólico de las misiones, hasta su muerte. Y como fue gran milagro el pintarse la Señora en el ayate, no fue menor el despintarse de repente. Ella sólo sabe lo que les quiso decir al virrey y al arzobispo con un suceso tan raro y prodigioso.
El año de 1687, a 19 de febrero, andaba María de Narváez, mujer de Agustín Genesio, vecinos de México, visitando las oficinas de su casa: al pasar junto a un pozo, que tenía más de vara y media de agua, le dio un vahído de cabeza, y pareciéndole que toda la casa se movía de arriba abajo, echó mano de una escalera portátil, que por lo bajo estribaba en el brocal del pozo, y con el peso del cuerpo la trajo hacia el claro del pozo: y quedando en vago, cayó con la escalera de cabeza hasta lo profundo, topando en el fondo unas pesas de hierro que habían caído antes en él, con las cuales se hirió gravemente en la cabeza: ni se acordó al caer más que de la Virgen de Guadalupe, de quien era muy devota, y de sus hijos, a quienes amaba mucho, y lo que dijo fue: Madre de Dios de Guadalupe, mis hijos. Al ruido que hizo con la caída acudió una muchacha, y vio la escalera y la señora hundidas en el agua. Fue corriendo a dar aviso. Acudió con presteza su marido, y asomándose al pozo, vio el movimiento del agua y un pie que sólo descubría y movía con fuerza. Dio voces a los criados y salió también a la calle convocando a los que pasaban para que le ayudasen. Entraron, y viendo que todavía movía el pie, juzgaron que lo ocasionaban las ansias de la muerte, y que seria imposible sacarla viva. Con todo eso se arrojó al pozo su marido, y asiéndola del pie con todas sus fuerzas no pudo levantarla. Pidió una reata, lazóle con ella el pie, y tirando él y muchos de los presentes, no pudieron por más de media hora conseguir el sacarla: y teniéndola ya por muerta y ahogada, sólo pretendían sacar el cuerpo para darle sepultura. Arrojóse un negro, y por un lado del pozo en que apenas cabía se zambulló, y volviendo a salir, dijo: ¡Señora está viva!; porque observó que con la cabeza y las manos hacía fuerza en el suelo del pozo para levantarse, y volviendo a zambullirse le desembarazó el otro pie, que estaba encajado entre unas estacas con que estaba por abajo fortificado el pozo: y echándole otro lazo, tiraron los de arriba, y metiéndose el negro debajo de los hombros, de suerte que pudo soliviaría, sacaron del agua el cuerpo, después de más de una hora que habían gastado en estas diligencias. Conocieron que aún estaba viva, lleváronla a la cama, y no estando capaz de recibir otro sacramento, le administraron el de la extremaunción; y con el abrigo, fomentos y confortativos volvió en sí dentro de otra hora; habló, conoció a los suyos y dentro de pocos días se levantó buena y sana, quedándole sólo lastimado el pie por la soga con que lo ataron, y con que violentamente tirando procuraron sacarla del pozo, y el descalabro de la cabeza.
Este caso tan prodigioso asegura el P. Florencia que lo oyó de la misma mujer y de su marido: y que para más certificarse del milagro hizo a la mujer varias preguntas. La primera, qué hizo luego que cayó: a que respondió que invocar a Nuestra Señora de Guadalupe. La segunda, qué hizo cuando se halló hundida en el pozo: respondió que luego se puso la mano en la boca para no tragar agua, y con el corazón no dejaba de llamar a Nuestra Señora de Guadalupe. La tercera, qué tanto tiempo estuvo en su acuerdo debajo del agua: respondió que largo rato, y que oía las voces de los que hablaban, y entendía las palabras que decían su marido y los otros: y que el mover el pie, que tenía fuera del agua, era por hacer señas, para que la socorrieran: que después perdió los sentidos. Dijo más (lo que aumenta la maravilla): que no tragó gota de agua. En lo cual contestaron su marido y otras personas de las que se hallaron presentes, afirmando que no le habían visto volver alguna agua. Y por todas estas circunstancias dice el dicho padre que lo tuvo por milagro de la Santísima Virgen de Guadalupe, a quien todos dieron gracias por tan grande maravilla: aunque su segura calificación la dejó siempre al juicio superior del que para ello tiene autoridad.
Otro caso semejante sucedió el día 19 de marzo, consagrado al señor San Joseph, del año de 1640. Un muchacho de ocho a diez años andaba ese día jugando con otras el juego que ellos llaman "gallina ciega". Vendáronle los ojos y los demás con palmadas lo llamaban, para que así como estaba corriese a ciegas tras ellos: los cuales inadvertidos lo llamaron por donde estaba un pozo profundo. Corrió hacia el ruido el muchacho, tropezó en el bordo del pozo y cayó en él hasta llegar a lo profundo. Invocaron unos a Nuestra Señora de Guadalupe y otros al señor San Joseph. Acudió luego gente y echaron una escalera; y con la turbación, con que todos estaban, sin advertirlo, pusieron la escalera sobre el muchacho y bajaron hasta el plan del pozo, que estaba formado de muchas losas: y cuando era lo natural que lo hallaran muerto por el golpe que había dado con la cabeza en las losas, por el desacierto de la escalera y por la mucha agua que podía haber tragado, lo sacaron bueno y sano, atribuyéndolo todos a milagro de la Virgen, en que tendría parte con sus ruegos su purísimo esposo, cuyo día era y a quien también habían invocado. Otros muchos prodigios refiere en su historia larga el citado P. Francisco de Florencia, en donde los puede ver el curioso devoto que quisiere. Y yo paso a dar razón de los lugares que santificó la Señora con sus plantas en las apariciones que hizo al dichosísimo indio Juan Diego.
En que se da noticia de cuáles fueron los sitios en que Nuestra Señora apareció a Juan Diego, y del estado en que al presente se hallan
En la punta del cerro que está enfrente de la iglesia se apareció tres veces la Santísima Virgen a Juan Diego, y en el mismo lugar fue en donde cortó las flores por mandato de la Virgen, y se las llevó a la Señora, la que habiéndolas consagrado con el contacto de sus manos, las envió por señal con el mismo Juan Diego al obispo, y de ellas prodigiosamente se formó la soberana imagen. En este sitio por muchos años no hubo más memoria que un montón de piedras que servían de peana a una cruz de madera, hasta que la devoción y piedad de Cristóbal de Aguirre y doña Teresa Peregrina, su mujer, vecinos de México, el alio de 1660 hicieron a su costa una capilla, y pusieron a censo 1 000 pesos, para que con los 50 de su rédito se cantase en ella con toda solemnidad una misa el día 12 de diciembre, que fue el de la aparición de la santa imagen. Al lado de dicha capilla se fabricó un aposento con una puerta al altar de ella y otra al cerro.
En esta celda o aposento vivió como seis años, poco más o menos doña Francisca de Medina, en retiro y soledad, sin comunicar a persona alguna, más que a una virtuosa mujer que la acudía con lo necesario para mantener la vida, y a su confesor, que cuando estaba enferma subía al cerro a confesarla, y mientras tenía salud, bajaba ella los días de fiesta a oír misa, confesar y comulgar, y luego sin hablar a nadie se volvía a su encerramiento. Era hija de buenos padres, natural de la Villa de San Miguel de Culiacán. Vivió en el estado de matrimonio, y después viuda, honesta y virtuosamente algunos años. Con deseo de más perfección se vino a la ciudad de Guadalajara, en donde era rector de nuestro colegio el P. Diego de Medina, su hermano, sujeto que por sus grandes prendas fue muy estimado en esta provincia. Vino después a México y pretendió y consiguió entrar en el convento de Santa Teresa, en donde tuvo casi todo el año de noviciado; pero habiendo salido por justas razones de aquel monasterio, se vino al encerramiento que hemos dicho. Aquí vivió dedicada a los ejercicios espirituales de oración y rigurosa penitencia, no comiendo más que unas yerbas, y cuando estaba enferma unos huevos. Dormía en una estera sin colchón, tolerando con paciencia el frío y destemplado aire de aquel paraje. Tenía en medio del aposento una cruz, delante de la cual oraba. Los cilicios y disciplinas eran frecuentes. No admitía a persona alguna, si no era a los de la Compañía, cuando subían alguna vez al cerro a visitarla, por especial devoción, amor y estimación que les tenía, habiéndose criado en las misiones con su doctrina. Su pobreza era rara, sin tener alhaja alguna más que el vestido, que era preciso para la decencia. Aquí vivió hasta la muerte: habiendo recibido todos los sacramentos, murió de cincuenta y seis años de edad, y se enterró en la iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe. Después acá, y pocos años ha, el bachiller D. Juan Joseph de Montúfar, con limosnas que solicitó su gran devoción a esta soberana imagen, fabricó una hermosa capilla de bóveda en el mismo lugar con aposento inmediato muy decente para vivienda de algún capellán, y consagró dicha capilla a la Santísima Virgen de Guadalupe y al Príncipe de la Milicia Celestial San Miguel, creyendo, como muchos piensan, que aquel ángel que a los pies de la imagen la sustenta, representa a San Miguel. También a costa de mucho trabajo y dinero, hizo una calzada, que venciendo la aspereza del cerro, facilita a los fieles la subida a aquel lugar consagrado con el contacto de los pies de la gran Señora.
En medio del camino, que por la banda del oriente va a la ciudad de la Puebla y a otras partes, y como a la falda del mismo cerro, está una fuente o manantial de cosa de vara y media de ancho en redondo y una de fondo. El origen de esta fuente lo refiere la relación antigua de la aparición de Nuestra Señora a la cual todos han dado siempre entero crédito, por ser de autor que estaba en México cuando sucedió todo el milagroso suceso, lo refiere, digo, de esta suerte: que andando algunos juntos con Juan Diego buscando el lugar fijo en donde se le apareció la cuarta vez la Santísima Virgen le preguntó adónde iba por aquel camino; porque absorto y como fuera de si, Juan Diego, con las repetidas apariciones de la Virgen, no atinaba a señalarlo fijamente, brotó de repente delante de sus ojos el dicho manantial, con el ímpetu y plumaje que hasta hoy se ve: lo cual tuvieron por indicio manifiesto de que allí había sido la aparición, como si aquellas aguas con mudas voces les dijeran: hie est locus ubi steteruntpedes ejus.
A esta fuente o manantial se le hizo después un recinto, que lo ciñe en ámbito como una pila capaz para recibir y mantener el agua. Esta es algo gruesa, y su sabor, olor y color persuaden que pasa por minerales de piedra alumbre. Y no causa poca admiración que brotando continuamente con un plumaje rizado que forma llenando toda la pila, nunca reboza, sino que lo que debía derramarse por el ejido se resuelve en un hilo de agua tan tenue, sutil y delgado, que apenas se percibe al deslizarse. La experiencia ha acreditado estas aguas por medicinales para diversas enfermedades, o por virtud natural defensiva y resolutiva, que las comunica el alumbre, o como juzga la piedad, por virtud milagrosa comunicada de la Santísima Virgen, cuya prodigiosa imagen allí cerca es en su templo venerada. Aquí acuden de ordinario las indias a lavar a sus hijuelos en este manantial con grande fe y devoción. Estuvo este manantial descubierto y patente hasta el año de 1648 o 49, en que siendo cura y vicario del santuario el licenciado Luis Lazo de la Vega, lo cubrió y dispuso en forma decente para los que se bañan en él por necesidad o devoción, pintando en las paredes que lo cercan, hermosas pinturas de las apariciones de la Virgen.
Ni es de omitir un suceso, al parecer prodigioso, que el vicario don Juan Altamirano de Villanueva afirmó al P. Francisco de Florencia que lo tenía muy bien averiguado. Un muchacho indiezuelo que servia en su casa, fue a encender un cirio que alumbrase a una de las dichas imágenes de Nuestra Señora pintadas, como dije, en las paredes que circundan el dicho manantial, el día 13 de agosto del año de 1687; devoción que tienen los indios en reverencia y memoria del tránsito de la Santísima Virgen, que se
cree fuese en ese día. Y volviendo del pozo o manantial en el distrito que hay hasta la casa del vicario, se le juntaron otros tres muchachos, al parecer de su edad y talle, vestidos decentemente, pero descalzos: sus rostros bellísimos y tan alegres y alagueños, que aunque no pasó por entonces a pensar que podían ser más que humanos, pero sentía un notable júbilo y alegría de verse acompañado de ellos, de los cuales uno le preguntó de dónde venía. Respondió que de ofrecer un cirio encendido a la imagen de Guadalupe del pozo: Dichosos, dijo entonces el muchacho, o quien era, los que sirven a Nuestra Señora de Guadalupe. ¡Oh, si nosotros, allá donde estamos, la asistiéramos y sirviéramos! Y llegando en esto enfrente de la iglesia, añadió con tal afecto que le enternecía y derretía, según el indiecito afirmaba, su corazón: Si supieran todos lo que es y lo que vale el servir a Nuestra Señora de Guadalupe: y diciendo esto, de repente desaparecieron los tres muchachos. Apresuró entonces el paso, no turbado ni temeroso, sino tan alborozado, que no le cabía en el pecho el corazón. Y contándolo luego que entró en su casa, al vicario, le dijo que le pusiese la mano en el pecho, y sentiría los saltos que de placer y de gozo le daba el corazón. Hízolo así el vicario y experimentó que era verdad lo que el muchacho le decía.
De este lugar, en que brotó el manantial o pozo de que hemos hablado, se fue la Señora mano a mano con Juan Diego hasta el lugar en donde le mandó subir al cerro por las flores, y en él aguardó hasta que las trajo, y desde el mismo lugar lo envío con ellas al obispo. Cerca del manantial se erigió la primera capilla en que fue, como ya dijimos, colocada la santa imagen. Y en el mismo lugar se fabricó después un templo para aquellos tiempos magnífico y suntuoso. Pero después de muchos años se mudó en otro, que es el que hoy persevera y en que es adorada la soberana imagen, como veremos en el párrafo siguiente.
Del suntuoso templo en que hoy se venera la milagrosa imagen de Guadalupe
Aunque el templo, en que estaba colocada la soberana imagen de Nuestra Señora de Guadalupe, era bastantemente capaz y cubierto de artezón de madera, pero no juzgando la devoción mexicana, que era bastante para los debidos cultos de imagen tan prodigiosa, trató de que se hiciese un nuevo y suntuosísimo templo; y afervorizando los ánimos el licenciado don Ventura de Medina y la señora doña Isabel Picazo, su madre, contribuyeron con gruesas cantidades para ello. Y cuanto antes se trató de hacer una iglesia competente, para que en ella se depositase la sagrada imagen, mientras se fabricaba el nuevo templo en el mismo lugar en que estaba el antiguo.
Hízose dicha iglesia en donde estaba la antigua capilla, que llamaban la ermita, distante del milagroso pozo o manantial de agua del que hablamos antes sólo sesenta y cinco varas; y habiéndose colocado o depositado en ella la imagen el día 25 de marzo, consagrado al misterio de la Encamación del año de 1695, bendijo y puso la primera piedra para el nuevo templo el Ilmo. y Ven. señor don Francisco de Aguilar y Seijas, arzobispo entonces de México. El cuidado de la obra se encomendó como a sindico y administrador de las limosnas que se recogiesen para la fábrica, al capitán don Pedro Ruiz de Castañeda, que contribuyó de su caudal con gruesísimas cantidades.
Fuese prosiguiendo la obra y fue digno de notar que habiéndose acabado todo el recinto de la iglesia de piedra muy sólida y de apacible color apastillado, cuando ya no fue menester mudó la cantera de color y solidez, pasando a ser cantera de piedra ordinaria. Aunque al cabo de cuarenta años se descubrió a la parte opuesta, que es al poniente, otra nueva cantera del mismo género y color de piedra de que se ha fabricado lo que conduce al coro y oficinas de la colegiata, de que después hablaremos. Concluyóse el nuevo templo de tres bellísimas naves, y en medio de la mayor y principal descuella con hermosa elevación el cimborrio. La nave de en medio tiene de largo 59 varas y de ancho 14 varas y dos tercias. Las de los lados, que llaman naves procesionales, tienen de largo 52 varas y media, y de ancho 10 varas y dos tercias. Iluminase la iglesia con 41 ventanas, con sus rejas de hierro y vidrieras finas cristalinas, y por la parte exterior dan grande hermosura y majestad al templo cuatro torres que se levantan erguidas sobre los cuatro ángulos o esquinas del templo.
Acabado éste perfectamente, habiendo muerto el Ilmo. y Excmo. Sr. D. Juan de Ortega Montañés, arzobispo de México, quien había cooperado grandemente a la nueva fábrica, la sede vacante de la Metropolitana, y el Excmo. Sr. duque de Albuquerque, virrey entonces de la Nueva España, trataron de su solemne dedicación, y se destinó para ella el día primero de mayo, dedicado a los apóstoles San Felipe y Santiago del año de 1709, continuándose la solemnidad por nueve días, corriendo con los costos de esos días el mismo Excmo. Sr. y su Excma. esposa y todos los reales tribunales, y repartidos los sermones por el clero y sagradas religiones.
Para colocar la sagrada imagen se hizo un costosísimo altar, que tiene de altura 25 varas y dos tercias, y de ancho 24 varas; y en el medio del primer cuerpo, para que fuese el centro de la imagen, se levantó un riquísimo trono de plata sobredorada en que se emplearon más de 3 257 marcos, y su curiosísima manufactura tuvo de costo 78 178 pesos con cuatro reales. Y para resguardo de la sagrada imagen se formó una plancha de plata que le sirve de respaldo, en que se emplearon 200 marcos. Después se agregaron más de 30 marcos de plata para extender el marco de la Virgen, y tuvo de costo 10 317 pesos, seis reales, y fue limosna del Excmo. Sr. D. Juan Francisco de Horcasitas.
A los dos lados del altar mayor, en la frente que hacen las otras dos naves, se erigieron otros dos magníficos altares, el de la mano derecha, que costeó el licenciado D. Ventura de Medina, dedicado a la Concepción de Nuestra Señora, y el de la mano izquierda, a devoción del Ilmo. y Excmo. Sr. D. Juan de Ortega, consagrado a Nuestra Señora de Trapana. Y habiéndose cubierto las dos columnas que median entre el altar mayor y dichos dos colaterales, con finísimos espejos y pinturas de las apariciones de Nuestra Señora, todos con sus marcos dorados, se viene a formar de los tres un altar solo, que verdaderamente es un embeleso y admiración de los que lo miran. Hánse fabricado a la moda nueva otros varios colaterales. Y la riqueza de cálices, blandones y candeleros de plata, ornamentos de todos colores, y todo lo demás que conduce al mayor adorno y celebridad de las fiestas, fuera empeño de grande prolijidad el referirlo.
Pero no es para omitir la principal lámpara, que entre otras arde delante de la santa imagen, y es de las más primorosas y ricas preseas que se hallan y admiran en la corte mexicana. Dedicóse y colgóse delante del altar de la Señora el día 11 de agosto de 1729. Desde la argolla de que pende por la parte superior hasta la perilla en que remata en la parte inferior, tiene cinco varas: su peso es de 900 marcos de plata, de los cuales los 274 son dorados, y después para mayor adorno de la parte superior se le añadieron otros 31 marcos de plata. Y tiene repartidos en circuito 54 mecheros o candeleros arbotantes, para mantener encendidas otras tantas candelas. Ni tampoco es de omitir la reja del comulgatorio, que consta toda de varandillas de plata curiosamente labradas: y está comenzada ya la crujía, formada también de varandillas laboreadas con el mismo primor que las otras, todas de plata, y han de ir corriendo desde las gradas del altar mayor hasta el coro bajo, en que los señores prebendados de la colegiata cantan todos los días el Oficio Divino.
Cómo se juró la Santísima Virgen de Guadalupe por patrona de la Nueva España y se erigió la iglesia colegiata
Con la fatal epidemia que llamaron matlazagual, que tanto infestó a toda esta Nueva España con muerte de innumerables, pues en sólo México al cabo de ocho meses pasaban ya de cincuenta y ocho mil los difuntos, entre las muchas plegarias y oraciones que se hicieron para aplacar la ira de Dios, unidos los dos cabildos, eclesiástico y secular, se comenzó en el santuario de Guadalupe una solemnísima novena el día 30 de enero de 1737. Y se comenzó a tratar con mayor fervor el que se jurase por patrona principal de toda la Nueva España a Nuestra Señora de Guadalupe. Y habiéndose solicitado y conseguido poderes de todas las ciudades y obispados de este reino, los comisarios de los cabildos, eclesiástico y secular de México, que tenían los poderes de los demás, hicieron el juramento del patronato el domingo 4 de diciembre de 1746, en manos del Ilmo. y Excmo. Sr. D. Juan Antonio Bizarrón, arzobispo de México, aunque se hallaba en cama muy postrado de la enfermedad de que murió en el mes siguiente de enero. Por cuya muerte, y la noticia que por aquel tiempo vino de haber también fallecido nuestro rey y señor Felipe V, se suspendieron las fiestas que estaban prevenidas para celebrar el dicho patronato, hasta el mes de diciembre del año de 47. En que repartidos nueve días en el clero y sagradas religiones, con asistencia del señor virrey, Real Audiencia y demás tribunales, con misas solemnes y sermones, se predicaron y celebraron las glorias de la gran Señora de Guadalupe como Patrona de la Nueva España; en toda ella como tal se celebra todos los años el día 12 de diciembre, con rito de primera clase: y en ese día, desde entonces cada año, asisten en el santuario el señor virrey y todos los tribunales, con innumerable concurso de gente a la misa y sermón con que la fiesta se solemniza. Y está declarado y recibido por de fiesta ese día.
Mucho tiempo hacía que para los mayores cultos de Nuestra Señora se deseaba el que se erigiese su santuario en iglesia colegiata: y por fin lo dispuso la Divina Providencia de esta suerte. Murió en México, el año de 1707, el capitán don Andrés de Palencia, y dejó ordenado en su testamento que del cuantioso caudal que dejaba, se aplicasen 100 000 pesos y lo demás que fuese necesario para la fundación de un convento de religiosas agustinas recoletas; y en caso de no tener efecto la fundación, se aplicasen a la erección de iglesia colegiata en el santuario de Guadalupe. Solicitóse la licencia del rey y de su Real Consejo para dicho convento: y habiéndose negado, desde entonces se comenzó a tratar con calor la erección de la colegiata según la mente del testador, cuyos albaceas ofrecieron, fuera de los 100 000, otros 70 000 pesos: y con las fincas que antes tenía el santuario, eran ya 11 000 pesos los réditos de cada año. Habiéndose dado cuenta al rey nuestro señor, recibió en silos 170 000 pesos, mandando que los 8 000 pesos de su rédito se pagasen anuales de los novenos que tocan a su majestad en la Catedral de México. Lo cual se efectuó el año de 1726. Pero viendo que aún era poco caudal para el intento, se reconvino a don Pedro Ruiz de Castañeda, el mozo, hijo del otro don Pedro Ruiz de Castañeda, que había sido testamentario y albacea de don Andrés de Palencia, que era ya difunto, y según la cláusula del testamento de deberse exhibir lo demás que fuese necesario, por modo de composición entregó otros 125 000 pesos, que recibió también el rey, dejándolos situados en los novenos de la Catedral de México y en la de la Puebla.
Recurrióse a Roma, y el señor Benedicto XIII expidió su bula el día 9 de febrero del año de 1726, en que concedió se hiciese la erección de colegiata parroquial de Guadalupe con el honorífico título de insigne, y en ello convino el rey nuestro señor, queriendo que fuese la colegiata de su Real Patronato, y que todas las prebendas y plazas fuesen de la presentación de Su Majestad. Cometióse la erección al arzobispo de México: y habiendo éste fallecido, por nueva bula de 8 de agosto de 1729, se cometió la erección al obispo de Michoacán. Pero habiendo alegado derecho el cabildo Sede vacante de México, se suspendió la erección: y por nueva bula de 9 de enero de 1731, el señor Clemente XII la cometió al oficial vicario del Arzobispado de México: y habiendo subido a la silla arzobispal el Sr. don Juan Antonio Bizarrón, tomó a su cargo la erección que no pudo proseguir por sus gravísimas ocupaciones y enfermedades. Hasta que el Sr. Benedicto XIV, que actualmente ocupa la silla de San Pedro, por bula de 15 de julio de 1746, volvió a cometer la erección al arzobispo de México señalando otros sucesores por su falta.
Hallábase por este tiempo en Madrid electo arzobispo de México el Sr. Dr. D. Manuel Rubio Salinas, y habiendo reconocido que era notable el aumento de las rentas que había, hizo la erección en la forma siguiente. Un abad con renta anual de 2 250 pesos, diez canónigos, siete de ellos de merced y los tres de oficio, magistral, doctoral y penitenciario, con la renta de 1 500 pesos cada uno, y seis racioneros con renta de 900 pesos cada uno, seis capellanes a 250 pesos. Y habiéndose dado la providencia de los demás oficios, sacristanes mayor y menor, secretario de cabildo, apuntador, contador, pertiguero, todos con sus salarios competentes, se firmó la erección el día 6 de marzo de 1749. Y finalmente, el día 22 de octubre de 1750 tomaron posesión el señor abad y los demás prebendados en la iglesia del santuario de Guadalupe con toda solemnidad, y cantándose en acción de gracias el Te Deum laudamus. Y desde entonces se empezaron a celebrar los divinos oficios y festividades, y se van continuando con el rigor y exacta puntualidad que se acostumbra en las más observantes catedrales.
Hallábase ya condecorado el santuario de Guadalupe con la colegiata y el pueblo honrado con el título de villa, que le dio su majestad: y deseándose mucho que se aumentase el vecindario, se hallaba siempre el tropiezo de no haber agua corriente, porque la del río que pasa por delante del santuario, por ser de alumbre, no era agradable al gusto ni provechosa a la salud. Y por eso era menester llevarla de México y otros lugares distantes para el uso ordinario de las casas. Mucho antes de la erección de la colegiata se había procurado la conducción de agua al pueblo y santuario de Guadalupe. Siendo virrey el Excmo. Sr. D. Pr. Payo Enríquez de Ribera, hizo merced a don Pedro Arias de Mora, dueño de la hacienda nombrada Tulpa, en jurisdicción de Tlalnepantla, de tres surcos de agua del río que pasa por aquel pueblo, con la condición de que condujese perennemente a Guadalupe dos naranjas de agua para utilidad de su vecindario. No cumplió con lo pactado el dicho don Pedro, por lo cual don Blas López de Aragón, haciéndose cargo de los tres surcos antes concedidos, y de otro surco que de nuevo se le concedió, convino también en el pacto de conducir a su costa las dos naranjas de agua a Guadalupe.
Al cabo de mucho tiempo, y después de varias recuestas para que don Blas estuviese a lo prometido, gobernando este reino la Real Audiencia, se presentó ante ella el licenciado don Joseph Lizardi y Valle, hoy canónigo más antiguo de la colegiata, y entonces como ahora, mayordomo, tesorero de los propios y rentas del santuario, pidiendo se compeliese a don Blas. Para cuyo efecto se le dio comisión al señor don Francisco Antonio de Echávarri, caballero del Orden de Santiago, y uno de los oidores de la Real Audiencia para todo lo conducente a este intento: el cual se transigió con don Blas en la cantidad de 20 000 pesos. Y con este fundamento y dedicándose dicho señor a recoger limosnas para una obra de tanta utilidad para el santuario, y de que se esperaban ventajosas conveniencias, comenzó dicho señor la construcción de la tarjea por donde debía el agua conducirse, el día 22 de junio de 1743, sacándola desde el pueblo de Tlalnepantla, distante más de dos leguas de Guadalupe. Y habiéndola adelantado con su grande celo e industria, le fue forzoso pasar a los reinos de España, y en su nombre y lugar fue señalado el señor don Domingo Trespalacios, asimismo caballero del Orden de Santiago y oidor de la Real Audiencia, y la feneció el día 7 de julio de 1751, en que se vio entrar y correr con universal júbilo de todos, en la hermosísima pila que estaba ya fabricada en medio de la plaza y enfrente del santuario de Nuestra Señora. Querer describir la magnificencia y acertada arquitectura de esta obra, no siendo cosa propia del asunto de este libro, fuera prolijidad molesta a los lectores, especialmente mexicanos, que habiéndola visto muchas veces, otras tantas han conocido y admirado que es una obra propia de romanos: y basta decir que la tarjea que conduce el agua consta de 12 935 varas, sustentada en 2 287 arcos de cal y canto, en cuya fabrica se gastaron 1.29 350 pesos.
Daré fin a la gustosa relación e historia del santuario de Nuestra Señora de Guadalupe con un prodigioso caso sucedido en el Real de Minas de Guanajuato: el cual hallé escrito en un cuaderno de varias cosas tocantes al santuario, sucedidas después que el P. Florencia dio a luz el libro ya citado de la aparición de Nuestra Señora de Guadalupe. Y aunque el autor de dicho cuaderno es persona tenida de todos por muy fidedigna, y que dice haber sido testigo ocular de la maravilla, para mayor seguridad escribí al P. Joseph Joachin de Sardeneta de nuestra Compañía de Jesús, natural de la misma ciudad de Guanajuato, que ha sido ya rector del colegio que allí tenemos, y actualmente reside en dicho colegio. El cual, en carta de 10 de mayo de 1754 me asegura que, habiéndose informado de personas de toda verdad, juicio y prudencia, halló que era cierto cuanto en el citado cuaderno se escribía.
El caso fue que por el mes de marzo de 1733 dieron de limosna en la mina nombrada San Lorenzo, a la demanda de Nuestra Señora de Guadalupe de México, 740 pesos: y poco después se halló por los barreteros de la mina una maravillosa piedra del metal de la mejor calidad, que llaman metal de cebo o de fundición, y en ella formada perfectamente la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe. El dueño de la mina era don Tomás de Gorostiaga, que la tuvo en gran veneración, y cuando murió la dejó a su mujer: y habiendo ésta también fallecido, no se ha podido averiguar a cuyo poder haya venido la dicha piedra. Añade el citado P. Sardeneta en la misma carta que es cosa también muy cierta que algunos anos antes en la riquísima y celebérrima mina llamada la Cata se halló otra piedra, en que estaba también la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe. Y que entonces siendo necesario, por no sé qué circunstancia, buscar en el Archivo del Oficio Público los títulos de la misma Cata, hallaron que la mina se nombraba Nuestra Señora de Guadalupe de la Cata: lo cual entonces no se sabia, por haberlo el tiempo borrado de la memoria. Por último, el patronato que la ciudad de México, con el poder que tenía de todas las demás ciudades de este dilatado reino de la Nueva España, en nombre de todas había jurado a Nuestra Señora de Guadalupe, novísimamente con breve especial lo ha confirmado nuestro santísimo padre Benedicto XIV, concediendo juntamente que el día 12 de diciembre de todos los años se celebre la prodigiosa aparición de Nuestra Señora de Guadalupe con rito de doble de primera clase, y con octava: concediendo misa nueva, y rezo, en cuya tercera lección del II Nocturno se hace especial mención de la milagrosa aparición de la Santísima Virgen. El decreto de la Sagrada Congregación aprobado de Su Santidad es de 24 de abril de 1754.
Fuera de eso, por carta del P. Juan Francisco López, de nuestra Compañía de Jesús, procurador a las dos curias de Roma y Madrid por esta provincia de Nueva España, escrita desde Génova el día 23 de julio del año pasado de 1754 al señor abad de la insigne colegiata de Guadalupe, consta que está ya la iglesia de Nuestra Señora perpetuamente agregada a la Santa Iglesia Romana Lateranense, que ha concedido Su Santidad a dicha Iglesia doce indulgencias plenarias perpetuas en los días que el señor arzobispo de México determinare: y otras indulgencias parciales para todos los días del año a los que visitaren el santuario de la Virgen. Para la iglesia del cerro, que está fabricada en uno de los lugares que santificó la soberana Señora con sus sagrados pies, y está dedicada a la misma Virgen Guadalupana y al arcángel San Miguel, dos indulgencias plenarias para los dos días en que la Santa Iglesia celebra a este soberano príncipe de la milicia celestial, conviene a saber el día 8 de mayo y el día 29 de septiembre. Ha concedido también indulgencias muy singulares para una congregación que se erigiere, si no estuviere ya erigida, con el titulo de Nuestra Señora de Guadalupe. Finalmente, que el altar de Nuestra Señora sea altar perpetuo privilegiado. De todo lo cual dice el sobredicho P. procurador, que trae consigo breve pontificio.
Añade que una imagen de Nuestra Señora, adornada de un costoso y pulidísimo marco que ofreció al Sumo Pontífice, Su Santidad la donó a uno de los muchos conventos de religiosas que hay en la santa ciudad de Roma: y que las monjas solicitaron y consiguieron indulgencia plenaria para el día de la Señora, haciéndole cada año su fiesta. Todo cede para mayor gloria de la Santísima Virgen: y para que estimemos más y apreciemos esta soberana imagen, con la cual el Señor se ha dignado favorecer con tanta especialidad esta Nueva España. Y nos excita, y aun impele, a que siempre agradecidos a Dios tengamos una cordialisima devoción a la soberana imagen de Guadalupe, y con grande confianza recurramos a ella en todas nuestras necesidades.
Comentario
A finales del siglo XVII el jesuita criollo Francisco de Florencia recopiló en su libro "Zodiaco Mariano" (1755) una buena cantidad de relatos sobre apariciones de la Virgen. Entre ellos se encuentra el texto acerca de la Virgen de Guadalupe que presentamos a continuación. Se trata de un relato de las apariciones guadalupanas, una descripción de la imagen, la narración de varios milagros y una breve historia del santuario del Tepeyac. Francisco Florencia y su editor Juan Antonio de Oviedo parecen haber consultado fuentes muy variadas para lograr su objetivo.
De acuerdo al historiador del arte Francisco de la Maza, podemos considerar a Florencia uno de los "cuatro evangelistas" de las apariciones junto con Becerra Tanco, Miguel Sánchez y Luis Laso de la Vega.

y mucho mas en el libro que sacare todo sobre nuestra madre morena. mil bendicines y luz en nuestro camino. 


Comentarios

Entradas más populares de este blog

LOS CHIBCHAS: UBICACIÓN, RELIGIÓN, ORGANIZACIÓN SOCIAL época precolombina

DEMONIOS TamMuz O TAMUZ Y SEMIRAMIS Y POR EL ES EL ARBOL DE NAVIDAD

Ensalmos a San Miguel Arcángel: Lo que debes saber Oración ensalmos a San Miguel Arcángel