ciencias o psicopatías. el deseo.

ciencias o psicopatías

El Deseo. 


Para nosotros nacidos en el seno de las hipótesis, donde las teorías chocan con las hipótesis sin crueldad,  haciendo su contacto único, solo con admiración, donde el humano se preocupa más por el sexo de los demás que por el de el mismo, admira sin apropiación, donde ni siquiera comprendemos que en los universos no hay sexos, que los ángeles son asexuales, que los demonios son ángeles caídos, que los arcángeles no tiene sexo y que dios es asexual, entonces yo me pregunto el humano  con su hermosa ciencia de cuestionamiento y encasillamiento llamada ciencia, recordemos que todo el sistema esta demasiado hipersexualidzado, esperando que todas las princesas sehan salvadas, gracias a dios cambiaron esta imagen y ya son heroínas empoderando ala primera infancia femenina. cuando parará de  dejarse de clasificar y solo ser feliz al ser humano, debemos de sentirnos orgullosos de nosotros mismos sea lo que sea con respeto y propio discernimiento, hoy te invito a que rompamos el mundo de las teorías y quememos los paradigmas más inconvenientes para el ser. ayudemonos como ser, y salgamos todos adelante como seres. 
coqueteo, Estremecimientos, miradas, palpitaciones, ansiedad, ira, fuego: deseo. Apenas se puede describir en palabras, pues es una sensación indescriptible por las palabras, solo la experiencia de vivirlo puede responder esta interrogante.
El deseo nos hace cómplices, somos eco de la intensidad que sentimos cuando anhelamos algo o a alguien, cuando soñamos, pensamos, imaginamos alcanzar el objeto de la fantasía y llevarla a la realidad.
Aunque las reglas no están escritas y todos sienten diferente, una cosa es cierta, no hay nada tan incontrolable como un deseo, más si se trata de una atracción que implica las sensaciones más íntimas de una persona.
Sobre este enigmático sentimiento que nos invade, no pocas veces en la vida, comentó el doctor Francisco Cabello Santamaría, presidente de honor de la Federación Española de Sociedades de Sexología, en el recién finalizado Congreso Cubano de Orientación, Educación y Terapia Sexual, celebrado en el Palacio de Convenciones, en La Habana, entre el 23 y el 25 de enero.
Según explicó el especialista, en una línea de sensaciones el deseo puede ir desde la aversión, el rechazo, la indiferencia, el interés, la necesidad y la pasión.
Generalmente cuando se conoce a una persona, o se descubre a alguien entre varios conocidos, se activa una especie de “chip” que nos hace sentir la necesidad de acercarnos o no a ese individuo.
El deseo es el primer paso en los caminos de una interacción sexual, que da lugar luego a la atracción, al intercambio, a la conexión, a la excitación y al encuentro íntimo.
MEMORIAS DEL PLACER
Las anticipaciones deseosas, las reacciones ante la insinuación eficiente, las urgencias apetitivas son algunas de las actitudes desencadenantes frente al deseo y sus más disímiles expresiones, señaló el también director del Instituto Andaluz de Sexología y Psicología.
Las personas guardan en sus memorias las acciones que les identifican con sensaciones placenteras o no. Así se preservan los recuerdos gustativos y olfativos, que se activan cuando aparece el que les regresa a aquel momento, pues no tenemos facilidad para evocar los olores a voluntad.
En un primer momento podrían señalarse los inductores eficaces de sensaciones y sentimientos sexuales internos, entre ellos los sueños y fantasías, mientras que los externos comprenden los sentidos.
Es algo así como pasar —asegura Cabello— por la lujuria, el amor romántico y el apego o, en cambio, ir directo al rechazo o al asco.
Según señala la literatura especializada, la lujuria es impulsada por las hormonas sexuales como la testosterona, que puede descentrarnos más de lo normal.
También los niveles de la hormona del estrés, cortisol, y el producto químico similar a la anfetamina, feniletilamina, hace que las emociones aumenten cada vez más.
Otras hormonas como la oxitocina y la vasopresina ayudan a dar el paso adelante y parecen ser cruciales para la formación de las relaciones a largo plazo.
Las parejas que han estado juntos durante varios años muestran una mayor actividad cerebral asociada a estos productos químicos cuando miran fotografías de su pareja.
La oxitocina se produce cuando las parejas tienen relaciones sexuales y se tocan, se besan, se dan masajes el uno al otro. Esta es la hormona que nos hace depositar nuestra confianza, nos ayuda a superar el miedo social y resulta indispensable e importante para la unión.
Los escáneres cerebrales de las personas que están enamoradas coinciden con el viejo adagio el amor es ciego. Es completamente cierto.
Mientras que las áreas de recompensa de dopamina están entusiasmadas en el amor, las regiones relacionadas con las emociones negativas y juicio crítico están completamente apagadas.
En esta especie de interacción confluyen en la pareja diversos factores. Pero justamente el deseo es el que encabeza la lista, seguido por la flexibilidad para hacer cambios, las conexiones, la comunicación, la búsqueda de la intimidad, la confianza y el compromiso, así como la atracción erótica, la autonomía, la libertad y la responsabilidad frente al otro.
Por otra parte, el enfado, el resentimiento, la ansiedad, los celos y el aburrimiento pueden ahogar los deseos en un círculo vicioso que ninguna de las dos partes es capaz de frenar.
ELLAS Y ELLOS FRENTE AL DESEO
Se dice que el cerebro masculino se asemeja a una máquina que se excita con un simple estímulo como, por ejemplo, ver una foto en la que se muestren desnudos de una mujer.
Mientras, el femenino, por el contrario, requiere de varios estímulos y tiene la capacidad de procesarlos simultáneamente. Por eso las mujeres, antes de entablar una relación con un hombre, necesitan sentirse cómodas, seguras y deseadas.
Además, les gusta inspeccionar a fondo a cualquier pretendiente con la mentalidad de un “detective”, para determinar si es un buen partido y llena completamente sus expectativas.
La conexión responde a algo así como que cuando se trata de estímulo sexual, el cerebro de los hombres funciona con base en señales visuales, mientras que el de las mujeres lo hace por medio de señales psicológicas y físicas.
En una comparación con el miedo, un estudio de la Universidad de Michigan expuso que la regulación por separado de sentimientos extremos como este y el deseo dificulta que las personas puedan controlar las reacciones emocionales más fuertes.
O sea, las personas se vuelven más instintivas ante tales sensaciones. Los niveles más profundos del cerebro generan placeres o disgustos de una manera que parece resistente a la influencia de los niveles superiores del razonamiento.
Tal vez por eso nadie puede apagar o disimular los deseos, como tampoco puede generarlos o forzarlos. Ellos son fruto de las reacciones más naturales de nuestro cuerpo, y solo este será capaz de frenarlos o alimentarlos. Aunque la ciencia comienza a adentrarse en este mundo, el enigma nunca podrá ser revelado, y mucho menos controlado …el deseo nos hace vivir.

Para nadie es un secreto que Internet cambió radicalmente la forma como viven y se relacionan las personas. Y tampoco lo es que utilicen este medio a diario para satisfacer su curiosidad sobre diversos temas, entre ellos, la sexualidad. En la actualidad, el acceso ilimitado a páginas de contenido sexual y erótico en la red es abundante. Por eso, es apenas lógico que la gente ya no tenga que dejar volar mucho su imaginación para descubrir las distintas facetas del sexo ni establecer cuáles son sus preferencias. Este mes fue lanzado en Estados Unidos A Billion Wicked Thoughts, un libro en el que se revela cómo el deseo de hombres y mujeres ha cambiado a causa del uso masivo de Internet.
Los autores son Ogi Ogas y Sai Gaddam, dos neurocientíficos con énfasis en computación de la Universidad de Boston, quienes se interesaron por profundizar sobre el origen y la naturaleza de la libido de hombres y mujeres, un tema controversial y misterioso sobre el cual siempre ha habido un gran interés. En el siglo XX, autores como Alfred Kinsey, William Masters, Virginia Johnson y Shere Hite realizaron estudios que sacaron a la luz comportamientos sexuales como la masturbación femenina, la homosexualidad, la bisexualidad y la iniciación sexual a temprana edad (donde se a demostrado que los niños ya vienen activamente sexualisados, teniendo relaciones DESDE los 4 años E infectarse de vih a los 8 o 9 años) que nos espera como sociedad.

Que hasta entonces habían permanecido ocultos, pero que existían desde épocas ancestrales y eran practicados por muchas personas en el mundo. Sin embargo, según Ogas, "estudios como los de Kinsey fueron pioneros, pero la información obtenida dependía de la honestidad de varias personas que se ofrecían voluntariamente para revelar detalles de su vida íntima", le dijo a SEMANA. Por esta razón, Ogas y Gaddam no recurrieron al método tradicional de hacer entrevistas, encuestas o experimentos en laboratorio para determinar cuáles son las tendencias e intereses sexuales de las personas, sino que recopilaron y analizaron millones de búsquedas anónimas en Internet relacionadas con sexo, de tal forma que no hubiera lugar para secretos. Consiguieron esta información por medio de Dogpile, un metabuscador de Internet que permite acceder a las consultas hechas desde los buscadores más populares como Google, Yahoo!, MSN y Bing, entre otros. Adicionalmente, analizaron información de millones de páginas para adultos, los videos más vistos y los comentarios de los usuarios. De esta forma, establecieron las diferencias neurológicas y psicológicas entre ambos sexos y cuáles son las búsquedas más populares en la red. Los autores descubrieron que los hombres heterosexuales disfrutan de una gran variedad de contenido erótico en la red, incluidos sitios en los que aparecen imágenes de mujeres mayores y de contextura gruesa. De hecho, el libro señala que 500 páginas para adultos están dedicadas a mujeres mayores de 40 y tan solo 182 a mujeres delgadas. Además, la palabra más buscada en PornHub, la página triple X más visitada en Internet, es 'mamá', lo cual indica que los hombres tienen más fantasías sexuales con mujeres mayores que con las jóvenes. Ogas y Gaddam también encontraron que, consciente o inconscientemente, los hombres tienen mayor obsesión por los penes que las mujeres, tal vez porque desean compararlos con el suyo, pues se considera un símbolo de poderío y virilidad. Además, una de sus principales fantasías es tener relaciones grupales con una mujer rodeada por varios hombres. Otra de las preferencias del género masculino en la red es buscar material casero, pues se asemeja más a la realidad y los excita más. Los homosexuales, por su parte, disfrutan mucho de las películas porno para parejas heterosexuales. En el caso de las mujeres, ellas no buscan escenas de sexo explícito, sino historias románticas que terminan con un final feliz en el que un héroe y una heroína se casan o terminan unidos para siempre. Tan solo una de cada cincuenta mujeres paga suscripción para ingresar a páginas pornográficas con acceso PPV (Pague Por Ver), mientras que nueve de cada diez compran novelas románticas por Internet, según señala el libro de Ogas y Gaddam. Adicionalmente, las mujeres discuten con otras acerca de estas historias y disfrutan mucho de relatos que tienen como protagonistas a dos hombres que se enamoran. De hecho, el famoso relato Secreto en la montaña, de la escritora Annie Proulx, ganador de un Premio Pulitzer y sobre el cual se hizo una película, tuvo como principal audiencia al público femenino. Mientras tanto, casi todos los hombres consumen material pornográfico en soledad y ven la anatomía de la mujer como un objeto de placer. Estos comportamientos se pueden explicar, según los autores, desde la neurociencia. Ogas y Gaddam afirman que el cerebro masculino se asemeja a una máquina que se excita con un simple estímulo como, por ejemplo, ver una foto en la que aparezcan los senos o las nalgas de una mujer. El cerebro femenino, por el contrario, requiere de varios estímulos y tiene la capacidad de procesarlos simultáneamente. Por eso las mujeres, antes de entablar una relación con un hombre, necesitan sentirse cómodas, seguras y deseadas. Además, les gusta inspeccionar a fondo a cualquier pretendiente con la mentalidad de un detective, para determinar si es un buen partido y llena completamente sus expectativas. "Cuando se trata de estímulo sexual, el cerebro de los hombres funciona con base en señales visuales, mientras que el de las mujeres lo hace por medio de señales psicológicas y físicas", dijo Ogas a SEMANA. Otro de los hallazgos revelados en el libro es que los cerebros de los gays y de los heterosexuales son casi idénticos y que a los individuos de ambas tendencias les encanta mirar las mismas partes del cuerpo de alguien que les gusta: el pecho, las nalgas y los pies. Aunque suene extraño, Ogas y Gaddam pudieron comprobar que el fetiche de los pies, a pesar de ser considerado como una desviación sexual, es muy común en la actualidad. Los autores afirman que esto se debe a que están asociados con la fertilidad, porque estimulan una alta producción de estrógeno. Adicionalmente, el libro señala que los gustos sexuales de un hombre se forman en la adolescencia y rara vez cambian, mientras que los de una mujer son dinámicos y van variando gradualmente durante su vida. Aunque algunos de los resultados revelados en este libro son sorpresivos y pueden llegar a ser algo confusos, lo cierto es que con base en esta exhaustiva investigación se ofrece una nueva mirada sobre los intereses sexuales de los hombres y las mujeres, así como sobre el origen y la formación del deseo sexual en la era digital. Ogas concluyó que "no importa lo perturbadoras que puedan ser las revelaciones, la era del porno en Internet ha cambiado todo, incluida la predisposición que tenía la gente respecto al sexo. Los expertos no sabían cuáles deseos eran comunes y cuáles raros. Con esta investigación, tendrán una nueva perspectiva."


ALGO DE LOS SANTOS A LA VIDA REAL CASTIDAD PURA. 


Abstinentes del sexo por cuenta propia

La asexualidad es un fenómeno “creciente” en personas que expresan no tener interés por las relaciones íntimas, en una forma de abstinencia motivada únicamente por la decisión de cada quien...

A lo largo de la vida casi todos los hombres y mujeres se abstienen alguna vez de tener relaciones íntimas, como una manera de lidiar con la sexualidad, o una decisión de cuerpo, mente, y espíritu. Sin embargo, en pleno siglo XXI un grupo de seres humanos hacen de esta práctica una cotidianidad, y se autoproclaman como asexuados, o sea, personas que sencillamente no tienen interés por el sexo.
Se trata de un fenómeno “creciente”, que comenzó en 2001 en los Estados Unidos y que se ha extendido a través de la gran red de redes a otras naciones como Italia, China, Japón, Canadá y España.
Quienes se identifican con esta “motivación” señalan entre sus experiencias que, sencillamente, nunca han sentido atracción sexual, ni piensan en una persona atractiva o sensual, o en la necesidad de estar en pareja.
Ello no significa que sean apáticos o no tengan amigos, pues no tienen complejos o problemas para entablar relaciones sociales. Se trata de una manera de vivir sin intimidades, ni deseos, o pasiones carnales.
Lo curioso es que los especialistas y estudiosos del tema aseguran que no se trata de una “anormalidad” del funcionamiento psíquico o biológico en la sexualidad, aunque los estudios apenas han comenzado a desarrollarse en este campo y aún no se ha podido comprobar su verdadero origen.
Quienes se proclaman asexuales, sostienen que su forma de vida no es una decisión que limite o niegue los placeres carnales, pues en realidad ellos no sienten esas ansias, y se sienten muy satisfechos así.
Lejos de sentirse traumatizados, estas personas se declaran altamente satisfechas con sus vidas, aunque algunos psicólogos consideren que en ocasiones se achaca la asexualidad a traumas que se hayan podido sufrir en la infancia o malas experiencias en la pareja.
ETAPAS DE “DESGANO”
Desde el punto de la sexología, la asexualidad se considera como una forma de abstinencia, pues se dice que desde nuestro nacimiento somos seres sexuados, y sentimos en mayor o menor medida este deseo.
Generalmente esta abstinencia se experimenta en el período de la adolescencia y la pubertad, cuando el organismo comienza a sentir los primeros deseos sexuales, y el cuerpo empieza a madurar, pero aun no está preparado ni biológica ni emocionalmente para enfrentar las relaciones más íntimas.
Una vez transcurrido este tiempo, para la gran mayoría de los seres humanos es muy difícil practicarla, y si se decide por ella se debe tener muy clara la manera en que se espera lidiar con la vida sexual, tanto en las mujeres como en los hombres, desde las razones y concepciones de cada quien.
Muchos hombres piensan que mantener abstinencia sexual durante más tiempo es mejor, porque así acumulan más espermatozoides. Sin embargo, eso no es así, porque la producción de espermatozoides depende de la genética de cada individuo.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el tiempo óptimo de abstinencia para optimizar las posibilidades de tener un hijo está entre 2 y 7 días. La abstinencia más de 7 días no aumenta los espermatozoides, sino que baja su calidad, reduciendo la movilidad y elevando los problemas de radicales libres.
Los expertos coinciden en que este es sin dudas un método ideal para los adolescentes, a partir de una educación sexual, iniciada desde la infancia o al inicio de la pubertad, pues requiere de mucha información.
POLÉMICA SEXUAL
En el caso de las parejas, la abstinencia funciona cuando ambos miembros están de acuerdo. Se debe tener en cuenta que una decisión tan importante no puede ser tomada a la ligera, y por tanto la pareja debe estar de acuerdo, antes de que esta actitud afecte la normal armonía de la misma.
Para quienes optan por ella como un método anticonceptivo es válido advertir que este mecanismo tiende a ser menos eficaz pues requiere de una fuerte motivación, control de sí mismo y compromiso.
Aunque la asexualidad sea concebida por muchos como una decisión de cada quien, algunos especialistas insisten en que también puede tratarse de problemas en el plano íntimo.
Según describe la literatura especializada el deseo puede desaparecer por motivos personales, ideológicos, religiosos, además de los motivos físicos. Sin embargo, al ser el cerebro el órgano sexual por excelencia, si la persona dice que prefiere abstenerse, esta determinación puede dar lugar a no sentir deseo.
O sea, la asexualidad no es una decisión como el celibato, sino una inapetencia al sexo registrada de toda la vida, por tanto quienes la practican pueden vivir tranquilamente y de manera sana sin tener coitos.
Esta falta de unificación de criterios en los estudios convierte a la gente que se define como asexuada en todo un misterio científico, aunque la balanza se inclina cada día a reconocerla como una opción más.
Elegir cómo y quien se desea ser en el plano sexual, desde los gustos, concepciones e ideales de cada quien es un derecho pleno, como parte de la búsqueda misma de la felicidad.
Como toda conducta en la vida íntima de la persona, mientras no perjudique a nadie más, nada es obligatorio, y tener o no actividad sexual tampoco es la excepción.

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